70 MILLONES DE HISTORIAS
Por Jimena Vera Psaró*
Hay dos modos de transitar una ciudad: taparse los oídos para no escucharla, verla y sentirla o bien dejarse penetrar por cada uno de sus personajes que interpelan. En toda urbe siempre hay un loco que vende diarios, un limpiavidrios, quien pide monedas y muchos niños en situación de calle. Ellos esperan que una mirada les devuelva la entidad de persona, que quien pase a su lado sea por un segundo un interlocutor interesado en sus demandas.
A pesar de las perspectivas económicas para América Latina y el Caribe la proyección de crecimiento está acelerándose de 2,9% en 2014 a 3,2% en 2015 y 3,7 en 2016; si bien este índice provoca que descienda la tasa de pobreza, ésta aún se mantiene en un promedio del 34,6%. Es decir que entre tres y cuatro de cada diez habitantes no alcanzan los ingresos suficientes para cubrir sus necesidades básicas. Sólo Uruguay y Chile tienen una pobreza inferior al 20%. En uno es 12,4%, y en el otro, 14,4.*
Pero la estadística se hace piel en la mirada, cuando pequeñas historias cotidianas presentan al otro como sujeto, y entonces nos damos cuenta que revertir esa situación marginal también compromete a involucrarnos.
Mario Silencios
Chaqueta militar, gorra de uniforme. Empuja un carro con ruedas repleta de imágenes de santos, flores plásticas y un sinfín de chucherías**.
Observa tan en detalle que se ha mimetizado con el hermetismo ajeno. Mario es mudo, pero camina gesticulando y perdido… con un teléfono celular de juguete pegado al oído.
Un carro, su sonrisa, una foto a cambio de monedas. Es un eterno habitante de las calles del disimulo.
El 12% de la población de América Latina, es decir 70 millones de personas, viven en condiciones de pobreza extrema, situación que se incrementa en las áreas rurales donde 3 de cada 10 personas son extremadamente pobres. En América Latina, 1 de cada 5 menores de 15 años se encuentra en situación de indigencia.***
Las políticas de asistencia social requieren de la garantía a su acceso como un derecho y nunca como un bien de cambio, con dádivas y promesas partidarias. El Estado debe prestar ayuda preservando la dignidad de las personas y el libre ejercicio como ciudadanos de derecho.
El Flaco W.
El cruce del semáforo tiene más que cuatro tiempos. Detenerse ahí es entrar a un nuevo lapso en donde un flaco de rulos te cuenta historias a través del agua jabonosa del parabrisas.
Su esquina flota en globos de colores que obsequia a los niños en fechas especiales, o mientras reniega del vicio que no puede dejar, pliega una bailarina con el papel plateado de la caja de cigarrillos. Memoriza los nombres de la familia, pregunta por todos. Repite la patente del funcionario que quiso atropellarlo para no “malgastar” tiempo de luz verde…
Cuando la luz cambia, todo se esfuma.
Armando Tejada Gómez, poeta argentino (1929-1992) recita en su obra: “Hay un niño en la calle”
“A esta hora, exactamente,
hay un niño en la calle.
[…]
no debe andar el mundo con el amor descalzo
enarbolando un diario como un ala en la mano,
trepándose a los trenes, canjeándonos la risa,
golpeándonos el pecho con un ala cansada,
no debe andar la vida, recién nacida, a precio,
la niñez, arriesgada a una estrecha ganancia,
porque entonces las manos son dos fardos inútiles
y el corazón, apenas una mala palabra”.
UNICEF señala en un documento que la infancia es la más perjudicada por la pobreza ya que no sólo afecta a la niñez mediante formas prematuras y miserables de inserción laboral que describe como “infancia robada”. La pobreza descarga sus mayores perjuicios en hogares desintegrados, en niños y niñas no reconocidos, en quienes sufren abandono afectivo, en las víctimas de distintas formas de violencia y abusos, exposición a violencia de la calle, al pandillerismo, al consumo de sustancias ilegales, a la explotación sexual, al maltrato y discriminación, si bien estas problemáticas son comunes a todos los estratos sociales, en pobres y vulnerables cobran una dimensión mayor.
El loco
Es el único que tiene certezas en la ciudad invisible.
Profetiza tragedias y llama a la conversión. Interpreta las noticias del diario que vende y las sumerge en cielos o en infiernos.
Ha gritado tanto que en la voz se le va la existencia. Va desapareciendo de a poco, tras el bolso cruzado, la campera grande, el pantalón que ya no le ciñe.
Cuando él no está el eco perdura en la esquina y los que pasan por esa vereda siguen esquivando la baldosa que le sirve de púlpito.
La prédica se transforma en silencio y al fin alguien lo escucha.
Naturalizar la presencia de las personas en situación de calle, es dotar de invisibilidad al ser humano, es no reconocerse en el otro y hacer de la indiferencia parte de la rutina. Las calles de América tienen muchas historias para contar y cada uno de nosotros, con pequeños gestos, podemos transformar el mundo: detenerse, mirar y escuchar como la vida late en las ciudades.
*La información proviene de la Base de Datos Socioeconómicos para América Latina y el Caribe (SEDLAC, por su sigla en inglés).
**baratijas: objetos de poco valor.
***CEPALSTAT Bases de Datos y Publicaciones Estadísticas / CEPAL / Naciones unidas.
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* Jimena Vera Psaró es Licenciada en Comunicación Social. Nació en La Rioja, Argentina, en abril de 1979. Cursó estudios de arte, diseño gráfico y periodismo. Trabajó en medios gráficos, empresas de telecomunicaciones y docencia. Desde hace 3 años inició Anima Mulita, su estudio de diseño y comunicación, sostiene el trabajo cooperativo desde ¡Amalaya! Como escritora recibió el 3er premio en el II Concurso Literario Febrero Chayero 2012, participó de tres antologías (entre ellas «Invitados a escribir» de la Biblioteca Popular Ciudad de Los Naranjos y en «Travesuras» como finalista del Iº Certamen Internacional de Literatura Infantil) y obtuvo el 1er Premio por La Rioja en el Concurso Regional de Microrrelatos Norte Cultura (2014).