«THE OTHER NAME», DE JON FOSSE

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the other name

Por Mónica Quintero Restrepo*

No soy experta en Jon Fosse y quiero leer más libros, pero no puedo. No en este momento, con esta obsesión. Terminé El otro nombre. Quería empezar con Nostalgia que es el libro que más recomiendan los amigos que ya lo han leído, pero no está en la biblioteca ni en la librería. El que me encontré fue El otro nombre, que incluye los dos primeros volúmenes de una septología que sigue con Yo es otro, con tres más, y cierra con Un nuevo nombre, que incluye los dos últimos.

Me dijeron que leyera a Jon Fosse, que me iba a gustar, y yo había leído de él cuando se ganó el Nobel, decían que era difícil, que se centraba sobre todo en la estructura, que no era para todo el mundo. Coincido: no es para todo el mundo, pero qué libro lo es. De todas maneras tenía miedo, y lo puse en esa lista de libros a los que espero llegar algún día, pero que a veces olvido porque alguien llega con un libro y yo ni miro el orden de la lista sino que lo leo. Hasta que escuché al profesor decir que era increíble, que el ritmo, que la forma, y la curiosidad de gato que hay en mí no pudo esperar ni siquiera a conseguir Nostalgia y tampoco me importó que estuviera en inglés. Empecé y ya no pude parar, y no quiero parar de hablar de Jon Fosse y ahora quiero escribir como Jon Fosse, y por eso no puedo leer más, estoy desintoxicándome porque me pareció increíble y me pasó lo que me gusta que me pase con los libros: quiero hablar de ellos y escribir como en esos libros, todo el día estoy pensando en algo que pasó y preguntándome por qué el autor hizo eso y por qué contó esa historia y por qué las repeticiones y por qué no usa puntos, no usa un solo punto nunca, o uno solo, el final, pero él empieza y ya no para y hay páginas y páginas y páginas en las que la pausa no depende del punto sino de la historia, y el movimiento se da por lo que va contando, por cómo conecta las situaciones y los recuerdos y se van enlazando como en una cadena y uno ni siquiera se da cuenta que ya pasó a otro lado porque es tan sutil, tan bien hecho, y luego hace unas cosas como que hay dos personajes que se llaman igual, Ales, son los protagonistas, y uno es el que narra casi siempre, y luego está su esposa, Ales, y a veces uno está leyendo, sobre todo al principio mientras entiende qué está pasando, que se confunde, qué pasó, pregunta, y hay que devolverse a descubrir que esos dos personajes se llaman igual, los dos son pintores, amigos, viven cerca y se parecen, y que se parezcan lo que hace es que Fosse está hablando de las posibilidades, de las decisiones que se toman en la vida que hacen que a un personaje le pase una cosa y al otro otra, pero podrían ser los mismos: el uno es un alcohólico y el otro lo fue, pero ya no, y eso lo cambia todo, y luego ese que ya no lo es está viudo y se la pasa triste porque su esposa, Ales, murió, y esa muerte le ha dejado un vacío que no se llena de ninguna manera, y él va contando su historia, la de su vida, e incluso va hasta cuando era niño y estaba con su hermana y algo pasó, pero también su vida con Ales, su esposa, y ahí se detiene varias veces y repite y recuerda como si no fuera él, pero es él, y además cuenta la historia del otro Ales y hasta le cuida al perro y también cuenta su vida ahora, las conversaciones con su vecino, y repite esas pequeñas conversaciones tan raras, y son repeticiones que cansan, y uno se pregunta para qué estará repitiendo eso, y luego uno termina diciendo, wow, ya entendí para qué repitió, y además esas conversaciones generan pausas en el texto, rompen, dan espacio, y lo que más me gusta es que hay momentos en que uno se aburre y lo más increíble es que uno quiere seguir leyendo y reivindica el aburrimiento y las repeticiones y los personajes, y además en todo eso, en las más de trescientas páginas, solo pasa un día, y a su vez pasa toda una vida, y wow, qué increíble, digo, sin respirar.

No me pareció un libro particularmente difícil desde el contenido, incluso en inglés, que no es mi lengua materna, que todavía estoy aprendiendo, el lenguaje se me hizo sencillo, cotidiano, preciso, sin palabras extrañas. Supongo que cuando alguien lo califica de difícil se refiere a la forma, al juego con la puntuación, a que no haya pausas con puntos y, además, claro, requiere concentración y atención, pero, y sobre todo, dejarse sorprender, entender que no se lee como un libro tradicional ni en la estructura ni en la puntuación ni en la forma. Además tener paciencia al principio mientras uno entiende qué está pasando, porque luego uno se va y quiere saber más y entender más y descubrir todo lo que pasa y hay momentos en los que uno no puede parar, no solo por el ritmo, también porque está pasando algo y uno está intrigado y necesita, esa es la palabra, descubrir qué sigue. Pasa incluso al final, es imposible no querer saber qué le va a pasar al personaje en el libro siguiente, entender esa última historia, por qué la tiró así como así y siguió como si nada. Uno termina sin palabras, emocionado, queriendo leer más y hablar de eso y nada más, y los amigos están aburridos porque pareciera que uno solo se hubiera leído ese libro en la vida. Por eso digo, sé muy poco de Jon Fosse y, sin embargo, estoy escribiendo de Jon Fosse. Ahora, para alguien como yo, interesada en la escritura, es una clase magistral de posibilidades al contar, y además a mí me encanta la narración así, en ese juego con la puntuación y creando ritmos con ella, pero también con lo que se cuenta, con el cómo se encadenan las cosas, con lo que no se dice literalmente sino con los detalles, con la forma. Lo de las repeticiones es para quedarse ahí, haciéndose preguntas sobre el cómo las usa y por qué y para qué. Supongo que por eso hay también más encanto con él, por el interés desde la escritura, y por eso es que me estoy desintoxicando, porque ahora solo quiero escribir como Jon Fosse, y no soy Jon Fosse, apenas estoy descubriéndome como escritora. Y, sin embargo, aunque uno no quiera ser escritor, me parece que es una buena experiencia lectora, que hay que dejarse sorprender y lanzarse a leer otras cosas, otras formas, otras estructuras, y abrirse, porque eso se necesita para leer a Jon Fosse, a descubrir otras posibilidades. Vaya sin expectativas, libérese de los miedos, disfrute. Verá que el encanto lo atrapa —y si no lo atrapa no importa, pero hay que intentarlo, vale la pena arriesgarse a quedar atrapado en la belleza—. Y nada más maravilloso que encantarse con un libro, que pasarse a vivir a él. Para eso también leemos: para vivir en esos mundos que están en los libros. Yo me encanté con El otro nombre, y todavía no me bajo de ahí.

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Sobre «Gatos y Cronopios»: Soy Mónica Quintero Restrepo, también Camila Avril. Depende del día y de lo que escriba. En esta columna aparecerán libros, relatos, gatos, recetas.
Bienvenidos a esta cocina de letras.

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*Mónica Quintero Restrepo. Tiene un alter ego que es Camila Avril. Le gusta ser cualquiera de las dos. Es periodista cultural, máster en Hermenéutica Literaria y aprendiz de pastelera. Escribe poemas, a veces relatos y ahora un libro fragmentario sobre el papá muerto. Publicó el libro de poemas «Tal vez a las cinco» con Sílaba Editores en 2022. Actualmente estudia la maestría en Escrituras Creativas de la Universidad de Iowa, en EE. UU.

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