TRANSFIGURACIÓN DE UNA SEÑORA

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transfiguracion de una señora

Por Clara Schoenborn*
Ilustraciones de Estefanía Montoya Echeverri**

De tanto ser lanzada por el suelo,
me acostumbré a vivir pegada de la tierra,
así aprendí el secreto de las semillas,
la canción del agua, el poder de las raíces.
De tanto que me obligaron a vivir en el silencio,
aprendí a gritar solo unos cuantos conjuros poderosos,
ahora hablo con un lenguaje de espíritus,
palabras que incendian y arrasan planetas.
De tanto padecer la condena del encierro,
inventé pócimas para disolver cadenas,
otras para volar sin que nadie se dé cuenta,
puedo desdoblarme:
besar aquí,
y al mismo tiempo,
cercenar allá.
De tanto que ordenaron mi muerte:
en hogueras, guillotinas, horcas,
a golpes, con piedras, cuchilladas,
disparos, envenenamientos,
aprendí la gracia de la resurrección,
renazco en otra, milenio tras milenio,
cada vez más viva, más fuerte, más alta,
más profundo el cimiento en mi propia esencia.

De tanto ser obligada a ser mujer,
me convertí en mujer.
Ahora,
disfrutemos del invento.

DECLARACIÓN DE IDENTIDAD

Tengo el pie roto y soy mujer.

Guardo baratijas en el bolsillo y soy mujer.

Mujer soy,
eso dicen.

Me levanto a las seis,
no preparo el desayuno.

Una tarde me olvidé de mi hija pequeña en el colegio.

Soy mujer,
odio los bolsos,
su peso sobre mi hombro,
tener que cepillar mi pelo a diario.

Las faldas me estresan,
no me gusta disfrazarme de mujer.

No quiero mucho a los hombres,
apenas a unos pocos.

Soy mujer.

No sé qué haría si fuera presidente de un país,
no sé si me importarían los niños, las mujeres,
no sé si pensaría diferente a un político común.

Soy mujer
y no sé qué hay por inventar,
si hay guerras justas.

No sé si vive una mujer en mí,
si tiene género esto que soy
o soy un desecho de algo,
un invento,
un ser viviente condenado.

Soy mujer,
debo actuar en consecuencia.

Tengo mala suerte con las plantas,
mi armario es un desastre,
lo arreglo a veces para que no me ataque.

Alguien aseguró algún día
que soy mujer.

Lo que me gusta
es escribir poemas,
leer poemas,
me gusta besar
y el sexo mañanero.

El amor a estas alturas aburre.

Soy mujer.

Adoro cocinar
y pensar en la vida tan ridícula,
en los seres tan ridículos que somos.

Hace una semana me atracaron.
Estuve en peligro de muerte
y ni siquiera entonces recordé que soy mujer.

A lo mejor,
me hubiera servido para algo.

DESDE LA FOSA COMÚN

Nunca pensamos en los buitres
hasta la mañana en que fuimos masacrados.

Nadie nos dijo que hablarían en nuestra lengua,
que bailarían majestuosos la danza del adiós,
que nos mirarían tan compasivos,
bellos y gritando con una extraña aflicción.

Apenas ahora sabemos de su hambre,
les atraemos como flores olorosas,
apenas hoy deshacemos ante ellos
el inventario del desasosiego y el terror.

A qué hora descansarán los buitres
—con tanta pasión que nos buscan—.
A qué horas terminará su ceremonia.
Tal vez cuando nuestros ojos
se sumen a la redondez del cielo.

Recién llegan los buitres,
ahora que nuestros restos
anuncian que ya no estamos,
cuando todos nos buscan,
tan inútilmente

y solo quedan ellos
—azules— con su secreto

En su círculo de aire

Cantándonos

Cantándonos.

SOÑANDO EL AMOR

¿Será que somos simples mamíferos
creyéndonos capaces de amar?

Saltamos de un pecho al otro
sin más objetivo que un sueño,
aquel que todos perseguimos para ser felices
sin llegar a unir nuestros puntos de luz.

El amor es un ofrecimiento carnavalesco
que solo exhibe unas lustrosas palpitaciones
y muchos cambios de trajes.

Nos unimos a otros muy pronto,
sin haber aprendido a amarnos,
nos dejamos por el camino, incompletos,
con los ojos ávidos como esponjas.
Rodamos juntos sin saber rodar,
aferrados solo a besos y caricias.

No podemos ser más que seres de carne y hueso
buscando en un enredo de sábanas
nuestra medida más imperfecta.

No llegaremos a ningún paraíso
ni nos bendecirá ningún dios,
porque jamás alcanzaremos
nuestra propia resurrección.

¿Qué dirán nuestros hijos
de la impúdica amplitud
de las casas que habitamos?

¿Qué dirán de nosotros
que nunca sufrimos
ni quebramos copas?

Tendríamos que llegar a ellos
después de heridas y enfermedades,
después de rebasar el vicio y la locura
hasta lograr hacernos invencibles.

Solamente así
serían capaces de superarnos,
solamente así
podrían remontar nuestra historia.

LAS MUJERES DE LA CASA

Han amansado las fieras,
han volado hasta el arco iris
para atrapar pájaros de algodón.

Capitanas de carruseles cósmicos,
plantaron la suerte de una generación.

Más que ascender,
fueron las heroínas de los altibajos,
en cada descenso calcularon la altura,
la fuerza para saltar a estrellas lejanas.

En cada vaso de vino
vertieron una gota de sangre,
en cada pócima de sanación
una dosis de sudor.

Saben que un hilo de plata
les señala el camino,
que viajan a través del tiempo
como una onda de fuego.

Se aman y al tiempo se odian
por ser las hijas de Venus,
pero en cada amanecer
se reúnen a abrillantar
los metales del mundo.

Han rebasado los silencios
con milagros repentinos,
con puñados de orquídeas.

Han vociferado un discurso
después de vencer aguas bravas.
Al levantar las copas
brindaron con algo
más grandioso que el vino.

Al abrirles la puerta
sorprendieron al mundo:
todas en la casa,
la casa en todas.

LA PATRIA

Duele en la punta del corazón.
Duele en los glóbulos rojos.
Duele como pan envenenado.

Duele el hambre, como un ciempiés ebrio.

Duele la choza a la que nadie llega,
ni siquiera Dios o el diablo.

Duele el inocente, su primera sonrisa,
contra la pared una pala y un machete.

Duele este aire podrido,
la punta de un rifle.

En las calles
una masa de carne desgarrada
como un inmenso cuerpo de Cristo y su cruz;
Cristo: lejos, callado, un divo callado siempre.

Duele el primer paso afuera de la puerta,
más allá, el suspiro del vivo junto al muerto,
entrelazados, cantan el réquiem del olvido.

En las terrazas se brinda por lo que nunca fue
y se brinda también por lo que jamás será.

Duele el cielo que otra vez impone su azul.

Duele esta tierra, sus mandíbulas rotativas,
duele esta tierra, su cerebro de mármol seco.

Duelen los unicornios tachonados en los libros,
los machos cabríos lamiendo sus pezuñas.

Duele una gota de sangre que nadie ve caer,
lo que una madre grita antes de romper en llanto,
alaridos que ruedan como bolas de mercurio,
su golpe seco sobre el camino en llamas.

Duele el ruido de las sirenas por las calles,
no saber cómo es el rostro y el nombre del caído,
entender que todo instante feliz tiene un torniquete,
que sobre las cosechas se ha escupido sin cesar.

Duele la obesidad de los rapaces, su lujuria,
el pervertido cristal de sus lenguas, su rebatiña.

Duele en la punta del corazón,
duele en los glóbulos rojos.

Duele aquí, donde el dolor ya no habla ni predice,
donde la rueda inmunda de la historia gira y gira,
mole asquerosa que simula parar ante el dolor,
mas, luego obedece como siempre al poderoso,
reinicia su molienda sobre el cuerpo del más débil,
minería profunda en la angosta grieta del proscrito.

Duelen los nobles criminales, las bestias honorables,
los dignos verdugos de las ocho horas laborales,
de sus cosechas: exceso de frutos,
para los demás: el hambre.

Duele como pan envenenado,
duele el hambre,
duele el hombre.

365 DÍAS

Este continuo volver a empezar,
una rueda que gira y se devuelve.

La noche cae,
el día comienza,

un día que nada espera
ante la oscuridad que engulle,

una noche sin salida
atajada por ráfagas de luz.

Dos planos en simbiosis,
destructores de sí mismos.

No quiero negrura ni claridad,
someterme a las leyes de un planeta.

No quiero estos ojos, estas únicas ventanas,
ser esclava de un sistema de alumbrado.

No quiero esta cárcel de claroscuros.

Sé que hay más,
otro plano más amable,

puedo ser una célula,
vivir en la infinitud de su simpleza.

Ser polvo cósmico por el que nadie indaga.

Puedo ser un grano de arroz
olvidado en un pantano.

Una gota de saliva
con su metrópoli de seres vivos.

Todo es demasiado oscuro aquí arriba,
todo es demasiado claro para ver,

cada rotación me roba un fragmento
y no entiendo la razón del deterioro.

Quiero ser simple como la unidad,
sin norte ni sur, sin arriba ni abajo,

simple como si fuera un Dios,
aquel que al tiempo es y no es,
aquel cuyo poder es la ausencia,
una fórmula de imposible comprensión
cuyo resultado es el Todo y la Nada.

MOSCAS

Bellas moscas,
compinches del lado oscuro de la vida.

Somos las refugiadas de guerra,
las malditas de paso grácil,
tránsfugas y prestidigitadoras.

Bellas y malvadas.
Amamos la libertad,
la desobediencia.

Solas,
siempre solas,
propietarias del tiempo.

Nuestro tibio clamor de ultratumba
riega en las tardes su espinoso perfume.

Auscultamos el mundo con uñas de pájaro
y dispersamos nuestros vapores prohibidos.

Moscas.
Sacerdotisas de túnica negra,
que hoy vuelan sin permiso en esta estrofa,
decoran el blanco papel,
imitando con malicia a las letras
para escribir su solapado discurso.

Mis bellas moscas,
las irremplazables.

Lágrimas de tierra con alas.

Somos las bailarinas del infierno,
por eso pertenecemos aquí.

A MI MANO

Es una mano sencilla
—sus huesos como flores—,
su palma plena de agua de mar.
Al escribir sopla el vidrio.

Mano que a ratos se hunde en el lodo,
como un cangrejo herido
agita sus tentáculos obscenos,
muriendo en varias carnes.

Es una mano pensante.
Sufre de múltiples personalidades,
de inundaciones.
La atacan enfermedades lunares,
tras lo cual,
taconea en instrumentos de cuerda.

Siente el estruendo de sus nervios,
algo así como un cerebro rasgándose.
Un cruce eléctrico de agujas
la pone a vibrar como piraña.
Esto sucede si llega otra mano a acariciarla.
Se convierte en boca,
en bailarina deshilachando piel,
en un carnaval de uñas.

ENTRE LÍNEAS

Recuerdo el día en que
me enseñaron la línea recta.
Su inaplazable forma.
Su único camino.

Miré en sus ojos,
tenía aire a poema sordomudo,
paralizaba mis neuronas
y caí arrodillada.

Desde entonces
me asustan las líneas rectas,
las desprecio con el soterrado odio
con que se venera y se teme a un dios.

Luego conocí las líneas curvas,
su exaltado planeta.

____________

*Clara Schoenborn. Poeta nacida en Cali, Colombia, en 1957. Ganadora del Gran Premio Ediciones Embalaje, Encuentro de Poetas Colombianas, Colombia, 2011. Finalista del IV Concurso Red de Bibliotecas Públicas Cali Colombia, 2009. Finalista del Premio Carmen Conde de Poesía, Ediciones Torremozas, Madrid, España, 2012. Mención de Honor en el Concurso de Poesía De Los Objetos, Casa de Poesía Silva, Bogotá 2012. Finalista del Concurso Literario Internacional Ángel Ganivet, 2017. Sus libros publicados son: Búsquedas y encuentros (Caza de libros, Bogotá, 2011), Los oficios en clave de Atenea (Ediciones Embalaje, 2011 y Apidama Ediciones, Bogotá, 2013), Huecos en la luz, (Ediciones Torremozas, España, 2014). Antología ganadora del Gran Premio Ediciones Embalaje Encuentro de Poetas Colombianas, (Uniediciones, Bogotá, 2018). Con tal de verme volar, Antología personal, (Uniediciones, Bogotá, 2019). Su obra ha sido publicada en revistas y antologías en español y traducida al inglés, al francés, al portugués, al griego, al bengalí y al italiano.

Ha sido invitada a diferentes encuentros nacionales e internacionales, entre otros, a los Festivales Internacionales de Poesía de: Cali (2014), Bogotá (2014), La Habana (2016), las Líneas de su Mano 10, Bogotá (2017) y XXIV Encuentro Nacional e Internacional De Mujeres Poetas, Cereté, Colombia (2017). Ha impartido talleres de escritura y Poesía en el Festival de Poesía de Cali y de manera privada. También ha escrito ensayo y cuentos.

Blog: https://loqueledijealpapel.blogspot.com

**Estefanía Montoya Echeverri es Maestra en artes visuales con enfoque en técnicas gráficas. El trabajo de EME se enmarca en la percepción creativa de esos sucesos que acontecen en la cotidianidad del sujeto, entremezclando lo figurativo con la libre forma del trazo, alcanzando formas subjetivas con tintes objetivos. Durante los últimos años, EME ha realizado trabajos gráficos basados en el dibujo sobre superficies alternativas, tomando como insumo principal la tinta y el contorno delgado de una línea, de esta manera, su obra se transforma en la unión de texturas y formas poli-cromáticas que expresan la fuerza creativa y perceptiva de una mirada ajena a lo común. Ha participado en diferentes colectivos artísticos de la ciudad de Medellín enfocados a la experimentación de las posibilidades artísticas en la gestión, producción y formación. Actualmente participa en procesos de medios escritos digitales e impresos como ilustradora. Instagram: @eme_artdesing

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