UN OBISPO EN EL MATO GROSSO BRASILEÑO
Por Miguel Díez R.*
Pedro Casaldáliga nació el 16 de febrero de 1928 en Balsareny, un pueblo de la comarca catalana del Bages. Su infancia coincidió con la guerra civil española en zona roja y, al ser su familia católica y de derechas, no asistía a la escuela laica, ayudaba a las misas clandestinas y vivió la represión roja muy de cerca cuando a su tío Luis y a dos compañeros los asesinaron.
Al finalizar la guerra civil entró interno en el Seminario Menor de la diócesis de Vic, pero el deseo de ir a misiones hizo que ingresase en la Congregación Claretiana, los Misioneros del Inmaculado Corazón de María. Después de varios años de formación en diversas localidades fue ordenado sacerdote en 1952.
Su posterior actividad pastoral pasó por Sabadell, Barcelona, Guinea, Barbastro y Madrid. Su ritmo de trabajo fue vertiginoso y variado: enseñanza, programas de radio, creación de revistas, trabajo con los inmigrantes, bolsas de trabajo, escuelas nocturnas para jóvenes analfabetos. A Guinea fue enviado como promotor de los «Cursillos de Cristiandad» y allí sintió «furiosamente la llamada del Tercer Mundo» y aquel contacto con el mundo africano le dejó profunda huella. Hay que notar que en todas sus numerosas y diversas actividades la preocupación y el trabajo social en favor de los más necesitados fue siempre su primer objetivo.
Como delegado en el Capítulo General de Renovación de los Misioneros Claretianos en 1967, Casaldáliga destacó en las propuestas para adecuar su orden a la apertura y renovación exigidas por el Concilio Vaticano II.
Un año más tarde, en 1968, fue enviado al Brasil junto con el padre Manuel Luzón. La Misión tenía 150.000 km², de ríos, «sertão» y floresta, al noreste del estado de Mato Grosso, dentro de la Amazonía llamada «legal», entre los ríos Araguaia y Xingu. En todo el territorio vivían entre 50 y 60 mil habitantes, en su mayoría indígenas muy pobres y abandonados. Se estaba construyendo la única carretera existente y era un lugar de extrema pobreza, sin médico, ni correo, luz, teléfono, telégrafo… La maestra más cualificada era una mujer con poco menos de un año y medio de estudios elementales.
Los misioneros tuvieron que hacer de enfermeros en lucha contra la malaria, hepatitis, deshidratación y desnutrición. Casaldáliga lloró por primera vez a poco de llegar a la misión, cuando encontró en la puerta de su casa los cadáveres de cuatro niños metidos en unas cajas de zapatos.
Los cuatro niños muertos
la primera semana de mi llegada aquí,
como esperando
mi horror y testimonio.
Enterrados en este cementerio
del herbazal vecino,
debajo de los árboles,
mecidos por el río interminable,
llorados por los pájaros y los lagartos verdes…
¡Y acompañados bajo el mismo sueño
por tantos otros niños,
a lo largo de todo el calendario!
Poco a poco y con muchas dificultades crearon una escuela de segundo grado y un pequeño centro de asistencia médica. La Misión se convirtió en la Prelatura de Sao Félix do Araguaia.
En 1970 escribió un informe–denuncia titulado «Esclavitud y feudalismo al Norte del Mato Grosso», sobre la situación de explotación y abusos a los peones, y comenzó a recibir veladas amenazas de los terratenientes y latifundistas; incluso personas amigas de la Iglesia le pidieron que no se metiese en cuestiones ajenas al ministerio sacerdotal. La policía federal estaba sobre aviso.
A pesar de su figura polémica y discutida, el Papa Pablo VI decidió nombrarlo obispo. Casaldáliga quiso renunciar, pero, ante los argumentos del equipo de la Prelatura y la petición de algunos obispos brasileños, aceptó el cargo con una condición: que el hecho de ser obispo no supusiera un cambio en su manera de ser, de pensar y actuar.
El 23 de octubre de 1971, por la tarde, al aire libre y a orillas del gran río Araguaia, fue consagrado obispo de São Felix do Araguaia. En primer lugar rehusó cualquier señal externa propia de los obispos. Ni mitra, ni báculo, ni anillo, ni escudo, ni guantes. Así lo expuso en la invitación–recordatorio de la ceremonia:
Tu mitra será un sombrero de paja sertanejo; el sol y la luna; la lluvia y el tiempo sereno; las miradas de los pobres con los que caminas y la mirada gloriosa de Cristo, el Señor. Tu báculo será la verdad del Evangelio y la confianza de tu pueblo en ti. Tu anillo será la fidelidad a la Nueva Alianza del Dios Libertador y la fidelidad al pueblo de esta tierra. No tendrás otro escudo que la libertad de los hijos de Dios; ni usarás otros guantes que el servicio del amor.
Ese mismo día pronunció estas palabras tan claras y significativas de su proyecto:
«Mi pobre vida de obispo no vale más que la de este peón de diecisiete años que hemos enterrado esta mañana en el cementerio de la Araguaia, sin nombre y sin féretro, este joven es la persona más importante de este día».
Hay muchas anécdotas que evidencian el talante de este obispo tan distinto. Él mismo cuenta que una vez, navegando por el río das Mortes, tuvo que atender a un hombre moribundo. La comunidad le pidió que celebrara una misa. No había pan ni vino. No traía nada para decir misa: «Yo venía más preocupado por atender al hombre. Allí había una pequeña taberna. Cogí unas galletas y celebré la misa. Me pareció que era una buena misa. El pueblo me pedía misa y yo era sacerdote, la Pascua de Cristo bien se puede celebrar con vino de las viñas de Italia, o de las de Cataluña, pero si no había vino, ¿por qué no se podía celebrar con alcohol de caña de azúcar?»
Otra vez excomulgó a dos haciendas porque tenían pistoleros que mataban a los peones, les cortaban las orejas y las llevaban para demostrar su muerte: «Tras enterrar a uno de esos peones asesinados, cogí un puñado de tierra de su sepulcro, lo puse sobre el altar y excomulgué a esas haciendas. Pero fue un acto contra las haciendas, no contra las personas».
Su primera carta pastoral se tituló: «Una Iglesia de Amazonia en conflicto con el latifundio y la marginación social». De las 120 páginas de que constaba sólo 45 son propias del obispo, el resto eran verdades como puños escritas por las victimas oprimidas por los latifundistas en las que describen y denuncian las injusticias sufridas: estafas, chantajes, invasiones, malos tratos, torturas…
La vida de Don Pedro y las de otros miembros del equipo corrían serio peligro. El peón Vicente Paulo de Oliveira declaró públicamente: «El patrón Benedito Teodoro Soares, el día 1 de octubre me pidió que matase al obispo Pedro, y para matarlo él me daría una pistola del 38 y un pasaje hacia donde quisiera. Y otra vez, el día 5 de octubre, me pidió insistentemente que matase al obispo Pedro, y si yo lo descubría él me mataría».
Los conflictos se agudizaron, pero las líneas básicas de la pastoral de la Prelatura fueron siempre muy claras: la encarnación en la pobreza, en la lucha y en la esperanza del pueblo, la educación liberadora por la concienciación, la promoción humana y la denuncia profética.
Los años siguientes no estuvieron exentos de sangre y de dolor. En la lista de auténticos mártires en la lucha por la defensa de los derechos y la denuncia evangélica de las injusticias se singularizó un sacerdote jesuita amigo suyo, el padre Joao Bosco Burnier, asesinado por la policía cuando, junto con el obispo Pedro, iba a interesarse por unas mujeres que estaban siendo torturadas en la comisaría de Riberas Bonito. Parece ser que el principal objetivo de la bala del sicario había sido el obispo Casaldáliga. «Quien toque a Pedro, toca a Pablo», avisó el Papa Pablo VI cuando, en 1972, los militares y terratenientes de Sâo Félix do Araguaia, amenazaron de muerte al obispo Pedro.
El equipo de Sao Felix siguió denunciando sin desmayo ante las más altas autoridades de la nación, la miseria y los abusos contra los indios indefensos, los campesinos y los obreros de la región y algunos periódicos nacionales acusaron al obispo Pedro de «demagogo fariseo, delirante, indocumentado, hombre de mala fe y provocador».
El 24 de enero de 1978 el boletín del arzobispado de Sao Paulo publicó un informe sobre la represión contra la Iglesia en Brasil (1968–1978). Los datos eran escalofriantes: religiosos detenidos, algunos torturados, otros asesinados; laicos arrestados, amenazas de muerte contra obispos, expulsiones de sacerdotes extranjeros…
El obispo Pedro se dirigía cada mes a su pueblo a través de Alvorada, boletín de la Prelatura. La represión falsificó varias veces su edición, colocando incluso la hoz y el martillo como distintivo para poder acusarle de comunista y guerrillero.
En 1988 hay un hecho importante en la historia de la Prelatura: su obispo Casaldáliga realizó por primera vez la visita «ad limina» a la Santa Sede y se entrevistó con Juan Pablo II.
Le hablé con cariño al Papa Juan Pablo II, ejerciendo el derecho de mi corresponsabilidad eclesial. Le dije: En el campo social no podemos decir con mucha verdad que hayamos hecho la opción por los pobres. En primer lugar, porque no compartimos en nuestras vidas y en nuestras instituciones la pobreza real que ellos experimentan. Y en segundo lugar, porque no actuamos, frente a la riqueza de la iniquidad con aquella libertad y firmeza adoptadas por el Señor.
La opción por los pobres, que no excluirá nunca a las personas de los ricos —ya que la salvación es ofrecida a todos y a todos se debe el ministerio de la Iglesia— sí excluye el modo de vida de los ricos, insulto a la miseria de los pobres, y sus sistemas de acumulación y privilegio, que necesariamente expolia y margina a la inmensa mayoría de la familia humana, a pueblos y continentes enteros.
Ante las noticias de supuestas tensiones entre Casaldáliga y la Curia Romana, muchos colectivos cristianos de todo el mundo levantaron sus voces para expresar su apoyo a la labor del obispo de Sao Felix quien dejó muy clarao su postura:
«Nunca he defendido ni defiendo la lucha armada ni la caída del régimen. Ni las guerrillas. Soy, eso sí, totalmente contrario a toda dictadura, capitalista o comunista, militar o civil. Estoy contra toda violencia y contra todo lo que atenta contra los derechos humanos, sea en América Latina o en la Siberia».
A finales de 1990 el argentino Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz, presentó la candidatura de Casaldáliga al mismo premio. Aunque esa distinción no le fue concedida, fueron muchas las personas y asociaciones que se movilizaron en Cataluña y fuera de ella en una masiva petición.
Ya iban siendo muchos los años de ministerio episcopal.
Desde su pequeño rincón del mundo donde cabía todo el Universo, Casaldáliga siguió haciendo oír su voz, una voz profética, acompañada por hechos y gestos; y sus grandes obsesiones siguieron vivas: los indígenas, los negros, los campesinos.
La credibilidad de la Prelatura hizo posible que estamentos universitarios de Sao Paulo se interesaran por llevar algunas Facultades a la región, de modo que en el pueblo de Luciara, la gente de la zona pudiera estudiar algunas licenciaturas como Matemáticas, Biología, Estudios Empresariales, etc… Durante estos años la región de Sao Felix duplicó el número de habitantes, algunos pueblos que, cuando Pedro llegó, no existían, ahora tenían más de veinte mil habitantes.
Aunque en muchos aspectos hubo una gran mejora (escolarización en la enseñanza primaria, médicos y algunos centros sanitarios del estado), muchos de los problemas seguían vivos. Por ello, el equipo de la Prelatura continuaba velando y denunciando el incumplimiento de los derechos humanos. Por ejemplo, los de los pueblos indígenas, que a pesar de tener sus tierras reconocidas, eran ocupadas por los terratenientes y despreciados por parte de la población; y la reforma agraria seguía siendo una promesa incompleta.
En 2003 Pedro cumplió los 75 años y presentó la renuncia al Papa, pero habrían de pasar más de dos años, y muchas incertidumbres sobre el futuro de Casaldáliga, hasta que el Vaticano nombró al que sería su sucesor al frente de la Prelatura.
El nuevo obispo, Dom Leonardo Ulrich Steiner, franciscano, aceptó que Pedro continuara viviendo en Sao Felix y trabajando por su Obispado, de modo que la sucesión se hizo, después de vencer muchas dificultades, de forma progresiva.
Casaldáliga continuó siendo una voz referente de las causas de los más pobres, y aprovechó su condición de obispo emérito, para escribir los libros que durante estos años al frente del Obispado no había podido hacer.
En el momento de su jubilación, fueron muchas las organizaciones e instituciones que quisieron homenajearlo. Fue nombrado catedrático Honoris Causa por la Universidad estadual de Campinas y por la universidad federal de Mato Grosso. Y en 2006 recibió, con especial agradecimiento y satisfacción, el Premio Internacional Catalunya, otorgado por la Generalitat de Catalunya.
Desde hace varios años el obispo emérito Pedro Casladáliga padece la enfermedad degenerativa de Parkinson que lo tiene incapacitado y «ausente» en una silla de ruedas, pero amorosamente cuidado en la Prelatura de São Felix do Araguaia, donde sigue siendo el recuerdo venerado del que entregó su vida por los más desfavorecidos en nombre de Jesús.
Para terminar, que las palabras proféticas y un puñado de los hermosos poemas de este obispo del Mato Grosso, encarnado hasta las raíces más profundas en su pueblo, sean el colofón de esta incompleta semblanza de un profeta que siempre ha denunciado la injusticia social desde los más estrictos postulados evangélicos.
*La blasfemia de nuestros días, la herejía suprema, que acaba siendo siempre idolatría, es hoy la macroidolatría del mercado total. Ésa es la gran blasfemia de nuestros días, la herejía suprema, la extrema idolatría consciente o no. Y es, puede ser, la omisión de la iglesia, la insensibilidad de las religiones, frente a la macroinjusticia institucionalizada hoy en el neoliberalismo, que por esencia, es pecado, pecado mortal, asesino y suicida. Por esencia, digo, el neoliberalismo excluye a la inmensa mayoría de la humanidad. Este es el pecado del mundo y este puede ser el pecado de la iglesia.
*A la pregunta qué queda de los pobres, qué queda de la Teología de la Liberación, yo respondo siempre que quedan los pobres y que queda el Dios de los pobres, porque pobres habrá, ya sabemos, hasta el fin. Y ahora cada vez más pobres, más en número y siendo más pobre la inmensa mayoría de la humanidad. Este es el gran escándalo, la gran blasfemia, la idolatría máxima, la extrema herejía de nuestros tiempos modernos o posmodernos, porque no hay más Dios de la realidad, de la historia, del Reino. Ya sé perfectamente que el Reino está en ambos lados y que sólo al otro lado, más allá de la muerte se planifica, pero me gusta recordar que del otro lado cuida Dios muy bien y que nosotros debemos preocuparnos del lado de acá.
*No podíamos ver todo esto con los brazos cruzados. Quien cree en Dios debe creer en la dignidad del hombre. Quien ama al padre debe servir a los hermanos. El Evangelio es un fuego que le quema a uno la tranquilidad. No se puede ser cristiano y soportar la injusticia a boca callada. Jesús dice en el Evangelio que él nos juzgará el último día por lo que hayamos hecho con nuestros hermanos más pobres y pequeños.
*Yo he repetido, lo digo con toda sinceridad, que he cambiado de Dios, puedo decir incluso que estoy cambiando de Dios todos los días y que la mayor gracia que el Señor me ha hecho pienso, aquí, en esta especie de sacramento histórico, político, cultural que es América Latina, ha sido ese redescubrir a Dios. Yo también tenía un Dios hecho, encuadrado, heredado y francamente, me he pasado a otro Dios, me estoy pasando a él. En última instancia pienso que la fe es eso: en la tiniebla de hoy, de la historia, una tiniebla luminosa atravesada por el espíritu del Resucitado, ir descubriendo a Dios.
*El Dios de Jesús nos interpela como personas, como familias, como categorías sociales, y como iglesias, individual y colectivamente, en nuestra vivencia y acción y relaciones personales, en nuestras alianzas o silencios o conformismos o traiciones y en nuestras estructuras sociales, políticas, económicas, eclesiásticas, estructuras que todas ellas son cada vez más narcisistas y competitivas, o sea, egoístas y excluidoras. Que el espíritu, la sangre y el llanto de tantos hermanos nos limpien los ojos y nos renueven las entrañas.
*Si fuera nombrado Papa (es un chiste), tres serían las decisiones primeras y más importantes que tomaría: la primera sería suprimir el estado Pontificio y que el Papa dejase de ser Jefe de Estado. La segunda, poner en suspenso, en entredicho la curia romana, y la tercera convocar un encuentro —llámenle Concilio, si quieren— verdaderamente ecuménico, para rehacer totalmente la curia romana, para redefinir el ministerio de Pedro y para proponerse con seriedad la inculturación de los diferentes pueblos y la relativización de lo que es relativo, que podía ser el propio celibato sacerdotal, legislaciones rígidas, en el derecho canónico, a veces en liturgia, en pastoral».
POBREZA EVANGÉLICA
No tener nada.
No llevar nada.
No poder nada.
No pedir nada.
Y, de pasada,
no matar nada;
no callar nada.
Solamente el Evangelio, como una faca afilada.
Y el llanto y la risa en la mirada.
Y la mano extendida y apretada.
Y la vida, a caballo dada.
Y este sol y estos ríos y esta tierra comprada,
para testigos de la Revolución ya estallada.
¡Y «mais nada»!
ES TARDE
Es tarde
pero es nuestra hora.
Es tarde
pero es todo el tiempo
que tenemos a mano
para hacer el futuro.
Es tarde
pero somos nosotros
esta hora tardía.
Es tarde
pero es madrugada
si insistimos un poco
TESTAMENTO
Que me entierren en el río,
cerca de una garza blanca.
Lo demás ya será mío.
Y aquella corriente franca
que yo pedía a mi paso
será patria recobrada.
El éxito del fracaso.
La gracia de la llegada.
La sombra en cruz de la vida,
bajo este sol de verdad,
tiene la exacta medida
de la paz de un hombre muerto…
¡Y el tiempo es eternidad
y toda la ruta es puerto!
EQUÍVOCOS
Donde tú dices ley,
yo digo Dios.
Donde tú dices paz, justicia, amor,
¡yo digo Dios!
Donde tú dices Dios,
¡yo digo libertad,
justicia,
amor!
ESPÉRAME SIN HORA
Espérame sin hora,
donde la garza blanca
se posa sin hollar.
Espérame en el río,
que está lejos el mar.
Espérame en la noche de estas tinieblas claras
sin luz artificial.
Espérame en el sol, callado y crudo,
sentado a cualquier puerta que convide a sentar.
Espérame más viejo, más joven, más sin años,
más sin tiempo; quizás
más cerca de mí mismo
y de toda verdad.
¡Desnudo y libre, como un niño indio
que aún no han podido civilizar!
POR ESE MERO HECHO DE SER TAMBIÉN OBISPO
Por ese mero hecho
de ser también obispo,
nadie me va a pedir
—así lo espero, hermanos—
que deje yo de ser
un hombre humano.
(Humanamente frágil, como todos.
Humanamente libre, como algunos.
Humanamente vuestro).
Nadie me va a pedir
que deje de tener yo mis amores:
los niños, por ejemplo,
las garzas,
Nicaragua,
«Geró», la vieja gata de verdes ojos sabios,
los libros, un poema,
las cartas, un abrazo,
una canción reciente,
una canción antigua
la tarde recogida bajo la luz domada,
los indios de estos pueblos que fueron tan desnudos,
aquellas viñas viejas de mi lejano pueblo,
América Latina como una esposa última,
los Pobres de la Tierra,
¡Jesús de Nazaret!
Por ese mero hecho…
nadie me va a pedir que ponga piedras
en esta honda cavidad del pecho.
YO, PECADOR Y OBISPO, ME CONFIESO
Yo, pecador y obispo, me confieso
de soñar con la Iglesia
vestida solamente de Evangelio y sandalias,
de creer en la Iglesia,
a pesar de la Iglesia, algunas veces;
de creer en el Reino, en todo caso
—caminando en Iglesia—.
Yo, pecador y obispo, me confieso
de haber visto a Jesús de Nazaret
anunciando también la Buena Nueva
a los pobres de América Latina;
de decirle a María: «¡Comadre nuestra, salve!»;
de celebrar la sangre de los que han sido fieles;
de andar de romerías…
Yo, pecador y obispo, me confieso
de abrir cada mañana la ventana del Tiempo;
de hablar como un hermano a otro hermano;
de no perder el sueño, ni el canto, ni la risa;
de cultivar la flor de la Esperanza
entre las llagas del Resucitado.
ESPERAR CONTRA TODA ESPERANZA
Para Leonardo Boff
Dice el Señor: «Yo vengo y no tardo».
Y el Viento sigue desanclando naves.
Hablemos de Esperanza, Leonardo,
contra toda esperanza, como sabes.
Entre Roma y Asís, está el Calvario
y el Huerto y la sorpresa de María,
y todo un Continente, solidario
con nuestra fiebre y nuestra teología.
Por tantos que nos siguen y por tantos
que han acrecido con su dura suerte
la herencia de los pobres y los santos;
porque creemos que Su Reino avanza
más allá del pecado y de la muerte,
hablemos y vivamos de Esperanza.
«VI UN CIELO NUEVO Y UNA TIERRA NUEVA»
Entonces veré el sol con ojos nuevos
y la noche y su aldea reunida;
la garza blanca y sus ocultos huevos,
la piel del río y su secreta vida.
Veré el alma gemela de cada hombre
en la entera verdad de su querencia;
y cada cosa en su primero nombre
y cada nombre en su lograda esencia.
Confluyendo en la paz de Tu mirada,
veré, por fin, la cierta encrucijada
de todos los caminos de la Historia
y el reverso de fiesta de la muerte.
Y saciaré mis ojos en Tu gloria,
para ya siempre más ver, verme y verte.
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* Miguel Díez R. (mikdiez@gmail.com) ha sido durante casi cuarenta años profesor de Lengua y Literatura de Enseñanza Secundaria. Además de manuales de Literatura Española y de Comentarios de Textos Literarios, ha publicado Antología del cuento literario (1985; Madrid, Alhambra-Longman, 2005), la edición de Jardín umbrío de Ramón del Valle-Inclán (Madrid, Espasa-Calpe, 1993), y Antología de cuentos e historias mínimas (2002; Madrid, Espasa-Calpe, 2008). En colaboración con su mujer, Paz Díez Taboada, ha publicado Antología de la poesía española del siglo XX (1991; Madrid, Istmo, 2008), La memoria de los cuentos (Madrid, Espasa-Calpe, 1998, reeditado en la misma editorial y colección con el título de Relatos populares del mundo),Antología comentada de la poesía lírica española (2005; Madrid, Cátedra, 2006) y Cincuenta cuentos breves. Una antología comentada, Madrid, Cátedra, 2011. Así mismo ha publicado numerosos trabajos literarios en Biblioteca Digital Ciudad Seva y en las revistas digitales Espéculo y Letralia. En el blog https://narrativabreve.com/ coordina la sección titulada «Cuentos breves recomendados», donde ha publicado cerca de 300 relatos universales seleccionados por su alta calidad literaria, con una extensión de media página a cinco o seis: textos antiguos muy variados (mitos, leyendas, fábulas, apólogos, pequeñas historias, cuentos tradicionales) y cuentos modernos literarios.
Muy interesante y conmovedor.
Son buenas estas historias reales.
Por cierto el fondo que es luminoso y colorido no permite ver con claridad los textos que se escriben sobre el.