Vidas de Artistos

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El satirico que se creia lirico

EL SATÍRICO QUE SE CREÍA LÍRICO

Por Gustavo Arango*

Stanislaw Jerzy Lec tuvo una vida breve y accidentada. Nació el 6 de marzo de 1909 en la ciudad polaca de Lwów, donde se licenció de derecho. Colores, su primera colección de poemas líricos, apareció publicada cuando Lec tenía veinticuatro años. Pocos años después publicó dos libros de textos satíricos: Zoo y Sátiras patéticas.

En 1943, durante la Segunda Guerra Mundial, Lec escapó de un campo de concentración, llegó a Varsovia, se enroló en la resistencia y fue editor de varias publicaciones clandestinas. Después de la guerra publicó varios volúmenes de poesía: Diario de campaña, Nuevos versos, El manuscrito de Jerusalén, A Abel y Caín y La banda, así como textos satíricos que fueron reunidos en el libro Paseo del cínico.

Su servicio durante la Guerra le permitió obtener una posición diplomática en Viena, pero pronto se sintió decepcionado. Se fue a Israel con su primera esposa, Elzbieta, y con sus hijos, Jan y Malgorzata, pero tampoco pudo adaptarse a la vida en Israel y regresó con su hijo a Polonia, donde por mucho tiempo su tarea de traductor se vio obstaculizada por el gobierno comunista.

Su segunda esposa fue Krystyna Świętońska, con quien tuvo un hijo llamado Tomasz. Lec murió el 7 de mayo de 1966 y, a pesar de sus ideas anticomunistas y de su rechazo a cualquier forma de gobierno totalitario, recibió altos honores del gobierno de su país.
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Cuenta Florian Smieja, su traductor al español, que aunque tenía grandes esperanzas en su poesía lírica, fueron sus aforismos los que le dieron renombre internacional. Su humor es sutil y mordaz, a veces recorrido por claras posiciones políticas. Se le considera uno de los más importantes escritores polacos de la post-guerra y uno de los aforistas más influyentes del siglo veinte.

Algunos aforismos de Lenc:

–El que sobrevivió la tragedia no era el héroe.

–Seamos discretos. No preguntemos a la gente si vive.

–Hasta la eternidad duraba más antes.

–Aquel hombre compensa su falta de talento con falta de carácter.

–El sueño de los esclavos: un mercado donde se pudiera comprar a los señores.

–¿Es deber de un hombre, cuando encuentre algo valioso en sí mismo, avisar a la comisaría más cercana?

–No te extrañe que el que no huele bien quiera que se le echen flores.

–El caníbal no desprecia al hombre.

–Las cárceles son difíciles puntos de partida.

–El mártir verdadero es aquel al que hasta ese título le niegan.

–A veces es más fácil conceder un premio que la razón.

–Quizá Dios mismo me haya escogido para ateo.

–A veces me da asco pensar que puedo morder en la sardina a un Jonás de la Biblia de los enanos.

–Prefiero el letrero: “Prohibido el paso” a “No hay salida”.

–La vida le toma demasiado tiempo a la gente.

–Todos los dioses fueron inmortales.

–¡Qué viva! Es tan sólo un grito de tolerancia.

–Al hombre verdadero se le reconoce aun desnudo.

–A los silencios no se les puede quitar la palabra.

–Las más de las veces pierden la libertad los que la desean.

–Grande es el poder de la nada; no se le puede hacer nada.

–La disciplina del arte demanda libertad.

–Los que tienen horizontes más amplios suelen tener peores perspectivas.

–Donde se prohíbe reír, tampoco se permite llorar.

–Ahora que has traspasado la pared con la cabeza, ¿qué harás en la celda vecina?
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* Gustavo Arango es profesor de español y literatura latinoamericana de la Universidad del Estado de Nueva York (SUNY), en Oneonta y fue editor del suplemento literario del diario El Universal de Cartagena. Ganó el Premio B Bicentenario de Novela 2010, en México, con El origen del mundo (México 2010, Colombia, 2011) y el Premio Internacional Marcio Veloz Maggiolo (Nueva York, 2002), por La risa del muerto, a la mejor novela en español escrita en los Estados Unidos. Recibió en Colombia el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, en 1982, y fue el autor homenajeado por la New York Hispanic/Latino Book Fair, en el marco del Mes de la Herencia Hispana, en octubre de 2013. Ha sido finalista del Premio Herralde de Novela 2007 (por El origen del mundo) y 2014 (por Morir en Sri Lanka).

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