VIVIR LA PLENITUD DEL SUEÑO

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vivir la plenitud del sueno

Por Juan Velasco Moreno*

«Hay días que parecen prestados por la muerte».
(Ida Vitale)

LOS DÍAS

¿SERÁ POSIBLE LA PLENITUD? ¿Será posible reflejar, en cada instante, la llama del amor, la gozosa incertidumbre de un alma que regresa? Vuelvo al mundo, a este mar que lame mis rodillas. Entre el cielo y el agua, entre la espuma y el aire, me interno y me sumerjo en la milagrosa claridad del mar. Mi cuerpo se hace uno con el oleaje frío, el tiempo se dilata en el fijo flotar de las gaviotas, en la sutil caricia del aire, en la luz del sol pleno, ardiendo en el cielo redondo y lleno. Todo eso y aquello, lo de aquí y de allá, lo que se sumerge bajo mis pies y lo que flota sobre mi cabeza, todo sencillamente es—somos camino en el amor de un universo liberado.

CUERPOS

SE VIERTE Y SE DA TODA en el secreto fulgor del cuerpo. Oculta aún en las curvas del labio, en la llama de la boca, me susurra que he de beberla como de un manantial sagrado y secreto. Se acerca sigilosa, fresca y luminosa, se abre en mis manos serenas. El cuerpo se multiplica y mana, me embriago del sueño de su vientre. Nada más necesita, empapados de amor, el ardor de sus muslos brillantes —vive para reclamarlo todo, para darlo todo en la pureza del instante.

DEL INSTANTE

UN FULGOR DE INSECTOS centellea en el vaivén de la brisa. En este simple mediodía no hay nada que escribir, sólo que hoy veo la luz en las rayas de sol y sombra, entre los arbustos, y siento en mi rostro el agitado calor del aire. Me siento a observar, en medio del camino, la realidad de este eterno presente. En el hueco de un árbol seco y caído, crece el musgo, corren las hormigas, se llena de las pequeñas nubes de polvo en el camino.

HOY NO ME SANGRAN los ojos. Como un ciervo dócil, brinco de sueño en sueño, abro las manos que reciben, juego y me pierdo en los recintos del aire: entre insectos de oro y árboles viejos. En todo lo que existe, me veo.

VER 

SUSPENDIDO vivo en el púrpura inmenso del alba. Eternamente concentrado en el ahora, vivo en el fulgor del nuevo sol, atento al fuego que se alza desgarrando las rotas nubes del cielo ¿Es posible vivir así? ¿Ser, sin ideas preconcebidas, en cada momento? Hoy te veo, alba, por primera vez. Quizás es un cotidiano milagro este fuego puro y cambiante pero quisiera no pensar nada más, solo seguir así, detenido en la vereda, respirando el frío del aire, rodeado de montañas que cambian de color, de gigantescas rocas que vibran como rostros huidizos de la mañana. Balbuceo una oración corta y sencilla. Enmudece el cielo, distante, fijo en su fulgor de gozo y sangre.

GOZO

NO HAY NADA MAS en este instante excepto tus muslos cálidos y finos, el horizonte claro de tu frente, el cuerpo brillante de sudor, tus manos llenas de fruto húmedo y lento. La lluvia cae, nítida, transparente, dura. Tu labio bebe del agua que desciende, vibrante y clara, y nos desborda mientras fecunda toda la tierra. ¿Cómo no caer contigo, en esta tierra húmeda, turbia y rala? Somos sólo este minuto, vivimos en la fugacidad de nuestra inmensa existencia. Abrazo el cuerpo milagroso que nos consume. Te amo en lo que se extingue, en lo que por un instante vive y desaparece, en lo humildemente sencillo y lúcido, en lo que es color y substancia de todo lo que vive y vibra, se burla de la muerte y ríe.

NO PENSAR

ME DEJO LLEVAR por el parpadeo silencioso de las hojas que brillan, por el murmullo de la brisa, por la feliz claridad del cielo que nos observa.

QUIERO SER con todo lo que vive, dejar que mi vida sea el sonido del eco, la llama del fuego que nace, un juego de signos secretos, hecho de luz y de un vacío inmenso. El lenguaje traiciona todo lo que es presencia en el cuerpo. No hay otra cosa sino este instante, ni un misterioso ser que le dé significado a todo lo viviente —hoy escribo para no escribir, para no perderme, para que este instante del mediodía sea mi única función sagrada, y a ese sacerdocio atiendo.

CLARIDAD

¿ACASO PODRÉ vivir en el gozo? Solo, en el inevitable fluir de la corriente, me sumerjo en el río. Es verano y los reflejos claros del agua me devuelven una bandada de pájaros, una nube solitaria, el sol encendido y blanco apenas asomando en un costado. Tiemblan las imágenes límpidas, y con mi dedo, trazando un círculo, las deshago.

JUEGO como un niño mientras el soplo de la brisa corretea sobre el espejo del agua. Vibro en el instante sin tiempo, en la corriente que fluye lamiendo mi torso. ¿Acaso fuimos dioses y nos olvidamos? ¿Acaso otro dios niño juega conmigo, con mi reflejo, en otro río y otra agua? ¿Me creo ese ser para que yo conociera su juego? Me detengo en el reflejo del instante y como un gorrión humilde beso la claridad fresca del agua —soy nube, soy el sol, me  lleno de la risa del niño, de su fragancia y sus juegos.

EL NIÑO 

QUIERO VIVIR a partir de este momento, dentro de este círculo de tierna luz y fresca sombra. En la nueva mañana del verano, bajo la bóveda de un álamo blanco, dejo que la leve brisa me acaricie el rostro. En el instante fulgurante y delicioso, la piedra y el cielo, la nube y el árbol, ajenos a mí pero perfectamente míos, son mi conciencia, me abren los ojos a este momento, y en ellos también habita de mi cuerpo. Respiro. El pulmón y el aire, el ojo y la luz son por un instante en mí, y nada me separa de la totalidad de su existencia. Soy el cielo límpido del verano, los espejos de luz de la mariposa de alas blancas, en el instantáneo vértice de su existencia, en su fragilidad perfecta.

TODO LO DEVORA

Para Manuel, maestro nadaísta.

i.

No es posible pensar la belleza, sólo buscar la palabra rota, la que no concuerda con nada,
            se parte en cada renglón, es solo un suicidio, un gesto de silencio. Nada promuevo.
Quisiera radicalmente caer, escapar de la dualidad estéril, de la corriente estética que nos ciega,
            evadir lo que perpetúa las ideas, huir del triunfo del hombre sobre la naturaleza
            o viceversa. Solo es vital lo que rehúsa,
lo que rechaza brutalmente hasta dejarnos sin tesis, ni filosofía, ni historia. Abandono
            cualquier proposición que me salve, rechazo toda clasificación o pensamiento.
            ¿A qué llamo civilización? ¿Porque condenar la barbarie? Dejo que la palabra fluya,
            se haga incoherente y extraña, se pierda en tierra de nadie, en las fronteras
            de ningún concepto.
Amar es disolver el pensamiento,
            apostar por lo que toco y veo, por el vértice de lo humano, por la zona sombría
            y ambigua de cada uno de mis actos. Cada momento,
ser un simple viaje al corazón en tiniebla, abrazar el proceso, entrar en la ausencia,
            desprenderme de todo para abarcar la violenta desnudez de ser vacío,
            que ese sea mi espejo —vivir en el leve beso
            de lo que es sorprendentemente todo
            y todo lo niega.

ii.

En el breve pálpito de la nada, todo se transforma. Insólita,
            me traspasa, vive en mí, desnuda, desesperanzadora, violenta.
            Ven a mí. Que cada encuentro sea sólo mi horror
            lo que me revela. Desnudo,
he de negarlo todo, me extiendo en el tiempo sin fin del breve instante. Quisiera creer
            en lo que veo, comprender sólo lo que toco con los dedos, conocer
            lo que brevemente rozo con los labios, dejar que la tormenta del aliento
            sea lo único que me recoge en su luz inevitable y cierta.
Vivir es no pensar, dejar que la presencia me arrastre y que ante ella solo quede el silencio. Nada
            aparece ante mí sino ese pálpito, ese instante —ser cielo de brusca lucidez
            que se reconoce, ya sin la palabra, en todo lo que no es.

iii.

Lo que no sé es lo único que se sabe. Sólo lo negado sobrevive,
            sin trazo ni registro, en este viento que engulle y nos arrastra.
Lo que no sé es el sol que nace y muere cada día —queda en el beso leve, muy leve,
            de lo que tiernamente nos acaba.
Lo que no sé es la palabra que niega saber nada excepto el peculiar infierno que me describe,
            eso que me crea y a cada instante me revela.
Si yo pudiera escalar la arquitectura de esa espaciosa presencia, te ofrecería
            su fuerza devoradora, te invitaría a morder su única esencia.
            Pero no hay nada esencial sino lo que persiste en la retina, lo que cada mañana
            es una burbuja de jabón y explota. Lo esencial
no es nada que se llame así, esa única cosa no tiene nombre, no es hermosa,
            sólo nos devora y nos devuelve al aliento, a ese corazón hecho palabra
           —a esa ausencia que conserva, intacta, ese inicial horror
            que nos despierta. 

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*Juan Velasco Moreno es Doctor en Filología Hispánica, por la Universidad Complutense de Madrid, y Doctor en Filología Inglesa, por la University of California, Los Ángeles (UCLA). Profesor, desde hace más de veinte años, en Santa Clara University, la institución universitaria más antigua de California. Es docente en el programa de Filología Inglesa y en los campos de literatura latinoamericana y chicana. Producto de su labor como investigador y conferenciante es responsable de la edición de Cartones de Madrid, de Alfonso Reyes (Madrid, Hiperión, 1988) y de la obra poética de José Juan Tablada, Tres libros: Un día (Poemas Sintéticos), Lí-Pó y otros poemas, y El jarro de flores (Madrid, Hiperión, 2000). En 2002 preparó la antología Under the Fifth Sun: Latino Literature from California (Berkeley, Heyday Books), y Las fronteras móviles: tradición, modernidad y la búsqueda de «lo mexicano» en la literatura chicana contemporánea (Universidad Autónoma de Nuevo León, 2003). Es también el autor de la novela Enamorado, (Madrid, Ediciones Miraguano, 2000), y de Call Me When I Am Gone, un DVD con su poesía y fotografías del artista David Pace. De 2011 es La masacre de los soñadores (Madrid, Editorial Polibea), una colección de poemas sobre California y el Oeste americano. Su últimas obras hasta la fecha, son Collective Identity and Cultural Resistance in Contemporary Chicana/o Autobiography (Palgrave Mcmillan, 2016) y 1988:NY-LA (Polibea, 2021), una colección de ensayos autobiográficos cortos que son una meditación sobre el concepto de América.

 

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