Y LA VIDA SIGUE IGUAL…
Por María Del Rocío Vallejo-Alegre*
Sobre «La región más transparente», de Carlos Fuentes por Editorial otro Ángulo.
Como les he comentado en alguna otra ocasión, mi abuela materna era un «ratón de librería» y creo que el gusto por la lectura se lo debo a ella. Recuerdo cómo disfrutaba irme a dormir a su casa y pasar las horas leyendo tumbada en el sofá de su sala. Algunos de sus libros me han acompañado desde su fallecimiento, como un recuerdo de aquella hermosa niñez que tanto disfruté en su compañía. Muchos de sus libros, siendo de ediciones económicas, los tengo como pruebas de aquel pasado. Sus hojas amarillas y secas se quiebran fácilmente y de abrirlos corro el riesgo de que se desojen. Se preguntarán cuál es el objetivo de tenerlos.
¡No puedo siquiera releerlos! Sin embargo, su olor es inconfundible y simplemente el leer sus títulos me transportan a su lado. Me parece escucharla: «La ciudad de México tiene las cuatro estaciones en un solo día», nunca salgas a la calle sin tomar esto en cuenta. «La ciudad de México era la región más transparente de mundo». Cuando llegué a vivir aquí, podías ver los volcanes y las montañas rodeando la ciudad y la intensidad del azul del cielo no lo he visto en ningún otro lugar». Imagino que esta segunda frase, muy a pesar mío, mi abuela la usaría como resultado de haber leído sobre la obra de Carlos Fuentes o quizás algo sobre Alejandro de Humboldt (Alexander von Humboldt) o sobre Alfonso Reyes. Nunca le pregunté, simplemente para mí y mi ignorancia, esta frase era de mi abuela. Cuál sería mi sorpresa al descubrir en la escuela secundaria que la primera obra de Carlos Fuentes coincidía con aquella frase tan usada por mi abuela. Ya fuese por nostalgia de mi abuela o por resentimiento, alguien había osado «hurtar» la frase de mi abuela. Nunca leí este libro. Un ejemplar del libro llegó a mis manos como regalo de mi padre y obviamente me ha acompañado en mi peregrinaje. Siempre en mi librero, de un color azul cielo intenso y siempre recordándome que, obviamente, mi abuela no fue la creadora de la frase.
El 2020 fue un año sui generis, donde todos en menor o mayor grado hemos roto formas, normas y costumbres. Hemos reinventado nuestra convivencia y hemos probado las ventajas tecnológicas como solución a la necesidad del aislamiento en el que necesitamos tratar de sobrevivir. Ya sea por esto, por madurez o por simple casualidad, logré vencer aquel resentimiento y por primera vez me dispuse a leer «La región más transparente».
El cuadro cronológico que posee la novela al inicio me cautivó. Me permitió conocer la trayectoria histórica que se recorrería en la novela, de 1900 a 1952, refrescando eventos y momentos históricos de mi querido México. Como les he contado en otras reflexiones, el hecho de recordar lugares, nombres, eventos de mi tierra me apasiona. La región más transparente resultaba un manjar de recuerdos para mi memoria. Encontré el barrio de Tepito, donde orgullosamente mi padre creció. El Chopo donde sucedieron las grandes travesuras de mi madre y su perro, mis cuentos infantiles favoritos. La colonia Roma donde transcurrió mi infancia y tantos otros lugares de mi querido terruño. Obviamente los momentos históricos y sus personajes están constantemente presentes a lo largo de toda la obra. La descripción constante de estos eventos creó en mi la sensación de estar en aquel viejo programa de televisión «El túnel del tiempo», donde unos de los personajes brincaban de época en época enfrentando diferentes aventuras, mientras el grupo de científicos, los que operaban aquella gran maquinaria de «el túnel», eran espectadores de lo que ocurría. Y así, como uno de estos científicos me sentí yo, observando la historia de mi tierra a través de la pluma de Carlos Fuentes.
Al igual que les comenté en mi reflexión anterior, no podíamos hablar de la historia de mi México sin sus braceros, sus migrantes. Esta conocida y cruel realidad tenía que estar presente en la novela, es parte de nuestra historia. No profundizaré en el tema para evitar repeticiones, pero me permitiré repetir una de las frases que Fuentes nos presenta y que describen esta brutal situación: «¡qué más diera uno que trabajar bien y ganar lana en México!» (231,553).
Una herramienta formidable, desde mi punto de vista, para seguir la trama es la descripción de los personajes que sigue al cuadro cronológico al inicio de la novela. Numerosas fueron las ocasiones que tenía que regresar a esta sección para clarificar de quién estaba leyendo. Si no me equivoco son 83 personajes en la novela, cuyas historias se entrelazan, se acompañan y se contradicen. Como si esto no fuese suficiente, y aunado al gran periodo de tiempo en que la novela transcurre. Carlos Fuentes utiliza su don con la pluma creando interrupciones, brincos y retornos en la historia. Para mi sorpresa todos estos malabares se funden magistralmente en un perfecto círculo. Un círculo sin principio o final dejándome un extraño sabor de boca, una tristeza inexplicable y un sentimiento de impotencia. Admiro la obra, no me malinterpreten por favor, es la tristeza y la impotencia las que me han dejado un vacío.
He tratado de encontrar una explicación a estos sentimientos. ¿Habría comprendido correctamente el libro o en algún momento me perdí dejándome llevar por mis propias interpretaciones? Me resultaba altamente extraña mi reacción. Viviendo fuera de mi patria, añoro mi tierra constantemente, el leer de lugares, hechos históricos, cualquier hecho relacionado a mi lindo México, me cautiva. Sin embargo, este no ha sido el caso. «Una novela que en su momento conmocionó al ofrecer un retrato agudo y vibrante del México «moderno» a mí no me ha hablado de mi tierra. Si bien la novela está llena de lugares, hechos y realidades de mi tierra, no ha sido esto lo que me ha cimbrado. Es el vacío creado por la tristeza y la impotencia lo que me ha conmovido. Permítanme que trate de explicarme.
Como es costumbre, me encanta subrayar frases en los libros que me resultan importantes, que releo y que utilizo al escribir mis reflexiones. La cantidad de frases de importancia utilizadas en el libro me resultaron abrumadoras y retenerlas me era completamente imposible. Así que decidí no agobiarme y señalarlas a sabiendas que tendría que revisar detalladamente todas estas frases nuevamente para no perder su significado. En las últimas secciones del libro, cuando a mi entender, el círculo de la historia empieza a vislumbrase, donde el fin se enlaza con el principio es cuando esa sensación de tristeza me empezó a invadir trayendo a mi mente una de las canciones de Julio Iglesias favoritas de mi madre «La vida sigue igual», título de la presente reflexión:
Al final las obras quedan, las gentes se van,
Otros que vienen las continuaran la vida sigue igual.
Con esto en mente, llegué a la sección del libro titulada «La región más transparente del aire». Mi confusión fue completa. Encontré sumamente difícil de seguir esta sección. Hechos, nombres se confundían para mí al punto que perdía la comprensión de lo que estaba leyendo. Intenté releerlo varias veces, y mi mente no lograba vislumbrar el significado. Pareciese un listado de todos esos seres que han vivido y que han muerto… y la vida sigue igual.
Cuál sería mi sorpresa al llegar a las últimas páginas de tan difícil sección de la novela y encontrarme con un compendio de esas frases que me abrumaban. Pareciese que Carlos Fuentes había buscado resumirlas para que no tuviésemos dudas, para que no pasaran inadvertidas, para que permanecieran claramente en nuestra mente. El propio Carlos Fuentes en dos páginas y media nos define su obra. Esas mismas frases que yo había estado subrayando y buscando evitar olvidarlas. Esas verdades que él ha buscado gritar en sus 554 páginas, nos las presenta al final en un compendio.
Será porque ya no vivo en México, tal vez por los grandes cambios que estamos viviendo en este siglo XXI y mi incapacidad de comprenderlos y asimilarlos, quizás mi ignorancia, puede ser que sea por mi edad. Pero el libro había dejado de hablarme de mi México y esas frases se habían universalizado y me hablan del planeta Tierra. Me hablan de todos sus pobladores y una realidad que no es monopolio de mi país, es una realidad que se ha globalizado y la encontramos en todos los rincones de nuestro mundo.
No sé si tengo la capacidad de poder expresar claramente esta tristeza, esta gran impotencia pero a continuación me he permitido retomar algunas de estas frases que más me han impactado dejando a su criterio el juzgar si esta realidad es patrimonio de la humanidad. Me gustaría aclarar que me he permitido sustituir tres palabras en estas frases, las encontrarán entre paréntesis.
«Valor-poder-responsabilidad son la gran unidad, la que nos liga a unos con otros, con la naturaleza y con Dios. Poder sin valor y sin responsabilidad desemboca en dispersión, en pequeños dioses abismales o en el único dios de una abstracción terrena: la historia, las fuerzas ciegas, la nación escogida, o la mecánica incontrolable» (89).
«Aquí no se respeta a los hombres, sino a la categoría de membrete» (90).
«Estamos en una lucha, Pedro, No hay que pensar ahora, hay que luchar» (103).
«Que pase el viento sobre nuestras cabezas. Nada va a cambiar» (103).
«Gana lo que sobrevive» (104).
«Prisionero de hombres quiero ser, no prisionero del frío y el dolor y la noche. Que me pongan los grilletes, mamacita, para no andar rodando. Quiero quedar sujeto. Nací sujeto. Ahí está la pena» (105).
«Esté quien esté a la cabeza del gobierno, poco a poco irán regresando los elementos que no en balde han sabido conducir a la Nación (=mundo=) por las sendas del progreso material y la serenidad administrativa» (111).
«Procura que los banqueros te sirvan, hazlos depender de ti; el grado inmediato, la otra alternativa es ser sus esclavos» (118).
«No es lo mismo darse cuenta de la injusticia que ponerse a construir, que la única manera eficaz de acabar con la injusticia» (127).
«Yo nunca supe de dónde surgió, pero una vez que estuvo allí, había que entrarle al toro. Después algunos, como yo, encontramos la justificación» (128).
«Los ricos se preocupan demasiado por sus riquezas y sus dignidades para ser útiles al bienestar general. Por otra parte, la clase menesterosa es, por regla general, demasiado ignorante para desarrollar poder. La democracia dependerá, para su desarrollo, de los esfuerzos de la clase media activa, trabajadora, amante del adelanto» (145).
«¿Qué es este país (=mundo=)?, Ixca, hacia donde camina, ¿qué se puede hacer con él?» (163).
«No tienes ningún destino, sábelo ya, tienes responsabilidades, y una madre que no ha tenido (ni querido, no, nunca) su destino, sino penas y amarguras y luchas para hacerte un hombre de bien (sí, de bien: educado; sí, de bien, rico…)» (180).
«Todo es cuestión de alas, querido. Con alas: mariposa. Sin alas: gusano» (209).
«(Ahora es la moda pensar que la niñez lo determina a uno, como si uno, en vez de llegar a ser, volviera a ser)» (291),
«La ilusión de que era rechazado porque quienes lo rechazaban lo sentían superior, y la superioridad acobarda a la inferioridad» (299).
«O hacemos un país (=mundo=) próspero, o nos morimos de hambre. No hay que escoger sino entre la riqueza y la miseria. Y para llegar a la riqueza hay que apresurar la marcha hacia el capitalismo, y someterlo todo a ese patrón. Política. Estilo de vida. Gustos. Modas. Legislación. Economía» (328).
«Los hombres quieren bienes. Un carro. Educación para sus hijos. Higiene. Nomás.
»—¿Cree usted que quienes ya tiene eso se sienten plenamente satisfechos? ¿Piensa usted, por ejemplo, que la nación más rica que ha conocido la historia es una nación precisamente feliz? ¿No es, por lo contrario, una nación presa de un profundo malestar espiritual?» (329).
«No resulta bastante contradictorio que en el momento en que vemos muy claramente que el capitalismo ha cumplido su ciclo vital y subsiste apenas en una especie de hinchazón ficticia, nosotros iniciemos el camino hacia él? ¿No es evidente que todo el mundo busca fórmulas nuevas de convivencia moral y económica?» (331).
«Dame lana y te doy clase, dame clase y te doy lana» (342).
«Esa vida ficticia que solo admite la existencia de sí misma es lo satánico» (442).
«¡Que más diera uno que trabajar bien y ganar lana en México (=cualquier país de Latinoamérica, África, Europa …= )!» (553).
Carlos Fuentes termina su obra con una frase dirigida a México expresando resignación «Aquí nos tocó. Qué le vamos a hacer. En la región más transparente del aire» (555) definitivamente podríamos hablar sobre el planeta tierra… y es esta resignación la que me ha llenado de tristeza y me ha permitido comprender mi impotencia… y la vida sigue igual.
REFERENCIA:
Carlos Fuentes. «La región más transparente»
D.R. 1958, Carlos Fuentes
D.R. Santillana Edición General, S.A. de C.V., 2008, ALFAGUARA
ISBN: 978-970-58-0014-6
Carlos Fuentes nació el 11 de noviembre de 1928 y murió el 15 de mayo de 2012. Autor de esta novela que en su momento conmocionó al ofrecer un retrato agudo y vibrante del México «moderno». Con los años, algunos aspectos referidos en la obra han desaparecido, pero siguen intactos los mecanismos de poder y la codicia, envueltos en el celofán de la retórica.
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* María del Rocío Vallejo Alegre es Ingeniera en Ciencias de la Computación y Cibernética y Magister en Administración de Negocios por el Instituto Autónomo Tecnológico de México. Trabajó durante doce años como docente en la Universidad del Estado de Nueva York, en el campus de Geneseo. Recibiendo en el 2017 Chancellor’s Award for Excellence in Adjunct. Actualmente junto con algunos de sus alumnos y su hijo están trabajando en crear la organización sin fines de lucro «Cultures Learning TOGETHER» ( Culturas aprendiendo JUNTAS). La organización tiene su origen en un programa que empezó como voluntaria durante su estancia en SUNY Geneseo. Estudiantes de la Universidad de diferentes especialidades se reunen con familias de la comunidad cuya lengua maternal no es el inglés. Los estudiantes enseñan inglés a los adultos y apoyan a los niños en sus tareas escolares. JUNTOS (TOGETHER) todos aprenden de las diferentes culturas. El semestre pasado el programa contó con representantes de República Dominicana, México, Perú, Japón, China, Colombia y Cuba. Es una relación «WIN-WIN», todos ganan.