Literatura Cronopio

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Las habas o por que no tomo la sopa de noche

LAS HABAS, O POR QUÉ NO TOMO LA SOPA DE NOCHE (Relato infantil)

Por Mariana C. Zinni*

Las habas son legumbres de temer. Las hay de varios colores —rojas, verdes, blancuzcas—, saltarinas y hasta unas que vienen con un ojo. ¡Y por eso, más aterradoras! Se cuentan muchas historias respecto de las habas, unas más temibles que otras.

Dicen que en el Antiguo Egipto se creía que en las habas, en especial en las rojas, habitaban las almas de los muertos y los malos espíritus. Imaginen comer un guiso y que por ahí ande el espíritu de Ricardo, el panadero de la esquina que se murió hace dos años. O peor, el de la directora vieja de la escuela que siempre nos regañaba porque llegábamos despeinados de la clase de música.

Los griegos prohibían comer habas blancuzcas porque, decían, su forma se parecía a las de las puertas del Hades, un lugar oscuro y subterráneo a donde va a parar la gente mala cuando se muere. Una especie de infierno, bah. Y la verdad es que a mí no me gustan mucho las habas, ¡menos aún si sé que me van a llevar derecho al inframundo, sin postre! Misterios en el fondo de la sopa.

Para los romanos, las habas eran tan feas, tan feas, que se usaban para ahuyentar a los muertos.

Cuentan que había una noche al año, la Noche de las Lemurias, en que los muertos regresaban a las casas donde habían vivido. ¡Se imaginan el lío que se armaría! Estos muertos andaban todo el año deambulando, caminando por ahí, sin descansar, porque todavía no sabían bien a dónde tenían que ir, y solo conocían el camino de vuelta a la casa. Entonces había que hacer un rito, dejar las habas en el umbral para que los espíritus las comieran, y recitar un conjuro nueve veces, ni una más, ni una menos, para que cada alma, ya con el estómago lleno, encontrara su camino verdadero y descansara, cuidándonos de lejos, y no asustándonos de cerca.

Hay habas que tienen un punto negro. Dicen por ahí que es un ojo de gato. Si la comés en la sopa, por la noche, no vas a dormir nada, porque, como los gatos, verás todo, todo, todo en la oscuridad. Y bueno, veremos cosas que nunca antes vimos, como los insectos que andan por las vigas del techo, los ratoncitos que salen a pasear por la cocina, el espíritu de la tetera que toma té invisible, o los fantasmas que juegan a los dados en el living. Y ahí no dormimos más, espiando a ver qué pasa en la casa durante las noches sin luna.
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Y también hay unas habas saltarinas. Saltan, se mueven, inquietas, porque dicen que están llenas de preguntas. Son las que sirven para adivinar la suerte, conocer el porvenir y averiguar qué va a pasar. ¡Y yo no quiero saber! ¿Por qué enterarme de antemano que pasado mañana se me va a perder mi muñeca favorita? ¿O que va a llover justo justo cuando pensaba tomar té de menta en el jardín con mi amiga Clementina? Entonces hay que suspender todo, Clementina no viene porque le tengo que avisar, y me aburro toda la tarde.

Además, tengo un libro que dice que hay habas mágicas, que crecen y crecen y crecen durante la noche y te llevan al reino de un gigante en un santiamén. ¿Y si me como una de esas y me crece una planta en la panza? ¿Y si en la planta que me crece en la panza vive un gigante? Hmmm… mejor no. Es por esto que a mí no me gustan las habas, y no las como nunca cuando mi mamá las pone en la sopa.
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* Mariana Zinni es argentina, doctora en letras y profesora de literatura colonial en Queens College (City University of New York). Además se dedica a la escritura de relatos para niños en su formato de microrrelatos hiperbreves, muchas veces de corte epigramático, de pocas palabras y resolución de conflicto en una sola frase. Ha publicado algunos de sus relatos en revistas y antologías internacionales, como «Un viento loco». Antología Diversidad Literaria. España (2013), «Los colores de los gatos». Enclave. Revista de Creación Literaria en Español. 1.2 (2013) y «El erizo en la silla», Cuando Quieres mirar a las Nubes. Estados Unidos (2013) con el cual fue galardonada con el Primer Premio Internacional de Cuentos para Niñ@s «La Pereza» del mismo año, y que forma parte de la serie Mi amiga Clementina. Sus microrrelatos «El Escarabajo» y «Un viento loco» han resultado finalistas en los respectivos certámenes «Concurso de Microficción en Twitter», realizado en el marco de las Jornadas de Microficción de la Feria del Libro de Buenos Aires», 2012, y «I Concurso de Microcuentos ‘Érase una vez… un microcuento’», 2013. Correo—e: mariana.zinni@gmail.com

2 COMENTARIOS

  1. Estimada Mariana: Gracias por compartirnos tu cuento. Te felicito por tu creatividad e imaginación. Besos desde Guatemala, Chente.

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