Literatura Cronopio

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Microcuentos

MICROCUENTOS, CRÓNICAS EN MARRÓN Y CON UNA DOSIS DE NOSTALGIA

Por Benita Andrea Neira Cisternas*

INSTANTÁNEA

Durante aquel invierno habían trasladado la salamandra al gran salón de la vetusta casona y la habían instalado delante de la celosía negra metálica, por allí se paseaba el espíritu de la madre recientemente fallecida, la primogénita rengeando y el hijo menor difareando permanentemente, sumido en los delirios y desvaríos de una locura que no daba tregua a la realidad; el padre, hombre mayor, ya recorría durante el día los espacios lentito, lentito para no caer en las posibles zancadillas de los fantasmas visitantes asiduos ya de la casona.

SÓLO UN CLICK

Pasa horas sentado frente a la blanca pantalla y a su alrededor libros y altos de cartas sin responder, él, un hombre moreno, maduro, de cabellos ondeados donde están empezando a aparecer las canas, alejado de toda vida social, se ha ido quedando solo en la vetusta casona cada día más perdido entre el pasado y el futuro —que a sus incipientes cuarenta y seis años ya no podrá ser…—; la enfermedad mental lo ha dejado fuera del juego social, solo y alienado escucha el tic tac del reloj mural mientras pincha una y otra vez la tecla que le devuelve las imágenes holliwodenses que tanto lo deleitaban, allí está Jennifer Lopez, Cameron Diaz, Penélope Cruz, Salma Hayek y más y más bellezas que se van quedando pegadas a esas pupilas, ya sin vida.

YO TUVE UNA ITACA

Sí, aunque muchos me crean loca…, tuve mi propia Itaca ubicada en una callecita del gran Santiago, en la popular comuna de San Miguel. Mi Itaca tenía paredes y puertas blancas y grandes ventanales azules, también un pequeño mural con temas indígenas… En esa Itaca se encontraba mi amado, mis hijos, muchos libros, apuntes acerca de variados temas, cedés de música, instrumentos musicales, mis cacerolas en las que preparaba guisos para mi pequeña familia y mi colección de cajitas de diferentes colores. A pesar de haber salido armada para la gran travesía me atacó el dios de la sangre, quien derramó la mía dentro de mi cerebro. También fui llamada por las sirenas, esta vez las de la murerte, llevo siglos aquí en tierras extranjeras, aún sin poder arribar a las costas de mi Itaca.
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ORACIÓN

Santísima Virgencita vengo a postrarme ante tus pies y a pedir tu perdón por mis pecados y los pecados de los seres que yo amo, y también vengo a implorarte que en el momento en que me lleves a tu santo reino nunca, pero nunca jamás me permitas regresar a este pinche cabrón valle de lágrimas.

LA VALENTÍA DE UNA VASCA

Mi abuela, una bellísima vasca, llegó a Chile en los brazos de su madre y a bordo del Winipeg, un barco enviado por Pablo Neruda a España para rescatar a los perseguidos por la Guerra Civil Española.

Vivía con su pequeña familia, su marido, su madre y una criada en una hermosa casa quinta ubicada en un pueblito a las afueras de Santiago, el que por esa época tenía mala o nula locomoción pública.

Mi abuela toda su vida vistió de marrón por una manda que le había hecho a la Virgencita del Carmen, patrona de nuestro Chile. Supe por una tía años después que la manda la había ofrecido por su marido, mi abuelo, para que dejara sus correrías tras cuanta falda veía pasar. Este hombre había nacido en Valparaíso y la humedad del puerto hizo estragos en su salud, desde su más tierna infancia tuvo una seria afección a los bronquios que finalmente terminó en un asma, que los años no hicieron más que acrecentar. Aquella noche de lluvia se encontraba durmiendo junto a mi abuela cuando comenzó el ataque, primero fueron suaves ronquidos y luego una alteración con espasmos y agitación de sus brazos y pecho que subía y se hundía rápidamente por no poder respirar, luego se fue poniendo amoratado y no hubo inhalador alguno que lo sacase del trance, mi abuela le movía los brazos y le daba pequeños golpecitos en las mejillas mortecinas, pero no pudo reanimarlo, el ataque ya había dado paso a la quietud y rigidez del cuerpo. Sí, mi abuelo había muerto de un ataque, en su cama y entre los brazos de la vasca, quien lo tuvo así por muchas horas orándole a la Virgencita para que perdonara sus pecados y lo llevara a su santo reino.
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Y allí estuvo mi abuela horas, atisbando por entre las persianas que llegara el nuevo día para subirse a un bus y traer la mala noticia a mi madre, quien vivía en Santiago. Durante la misa de réquiem toda la familia callaba, pero tenía la certeza que la mandita había surtido efecto, el abuelo había muerto en su cama y entre los brazos de la vasca.

LA PLANTA

Aquella planta de hojas verdes con pequeñas manchas rosadas había llegado a la casona en calidad de regalo para la alicaída mujer. Pasaron largas semanas en que dicha planta permaneció en su maceta de greda sobre la mesita esquinera del gran salón, ya que era sólo de interior. Hasta que un día la mujer tuvo la mala ocurrencia de sacarla al patio a tomar el sol un ratito, pero olvidó entrarla y la planta quedó toda la noche afuera, soportando la fría helada matutina de dos grados bajo cero. Cuando finalmente la entró venía con las ramitas mustias casi tocando la maceta de greda, la instaló nuevamente sobre la mesita del gran salón y allí comenzó su terapia para recuperarla como le habían recomendado: háblale a la plantita, es la única manera que se componga… Pasó más de tres semanas hablándole hasta que logró ver en ella un pequeño avance: de a poco las ramitas iban recuperando la turgencia, pero lo impensado fue que la mujer se había quedado completamente paralizada, pegada al asiento donde había comenzado la terapia y sin poder articular ni una sola palabra.

UN ALUMNO

Este muchacho de dieciocho años con un rostro muy blanco, salpicado por una gran cantidad de pecas, y sus cabellos de un color entre marrón y colorín, a simple vista se destacaba de entre los mil ochocientos alumnos del liceo municipal al que asistía la mayoría de los muchachos del sector sur del gran Santiago, pero el muchacho guardaba en su corazón cierta pena, sumada a una buena cuota de ira, gran parte del curso al que pertenecía se burlaba de él por su color de cabello y sus pecas. Hasta que un buen día lo vi, en mi calidad de profesora, por la puerta entreabierta de la Inspectoría General, arrodillado frente a otro alumno con la camisa completamente ensangrentada. El muchacho pecoso había montado en cólera y desató toda su ira con un buen puñetazo contra la nariz de su compañero. Resultado: llamado urgente al apoderado, quien tuvo que desembolsar unos buenos millones de pesos para pagar la cirugía plástica a la nariz del angelito burlón.

UNA HERMOSA CANCIÓN

Escuchando a la Viola Chilensis voy cayendo y cayendo lentamente hasta las profundidades de mi corazón. Allí te veo a ti, marido mío, sentado sobre el viejo taburete azul, tocando en la vieja guitarra aquella canción que tanto nos gustaba…: y mis manos son lo único que tengo y mis manos son mi amor y mi sustento…, la rai la lai…la larai, y una vez más me impido llorar.
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DULCE ESPERA

Allí la dejaban a ella, una mujer aún bella, de aproximadamente setenta años, perfectamente peinada y vestida, enfundada en una gruesa falda escocesa y un chaleco de lana color marrón; en sus piernas gruesas, pantie medias.

Se la pasaba casi todo el día sentada en aquel escaño de la plaza pública, claro que con pastito frescamente verde era lo mejor que podía hacer. Como a eso de las cinco de la tarde venía una de las niñas que trabajaba en su casa a darle sus medicamentos, no fuera a decirse que la tenían olvidada.

AMOR A PRIMERA VISTA

La conoció caminando una tarde de invierno por el Parque Forestal, ubicado en el centro de Santiago, y fue instantáneo, la vió y se enamoró de ella, una joven alta, morena, de cabellos negros y largos. Él, nada fuera de lo común, un hombre de unos veinte años, más bien delgado, cabellos ondeados y oscuros, ojos marrones. Se fue acercando lentamente hasta tenerla a un metro de distancia y desde allí le dirigió un buen piropo: …parece que se quedó abierta la puerta del cielo que se están escapando los angelitos. Ella lo miró con desdén haciéndose la que no lo escuchaba bien, hasta que el hombre estiró ambos brazos y de un sólo tirón arrancó los aretes y el collar que la joven lucía de lo más oronda. Una vez obtenido el botín se echó a correr, dejando a la joven llorando y gritando: auxiliooo, socorrrooo… A los gritos llegó un grupo de carabineros que vinieron en ayuda de la joven e inmediatamente salieron tras el malhechor, quien inició su desesperada huida en dirección del Río Mapocho. Luego de una larga carrera y agotadas ya sus fuerzas no encontró otra opción que lanzarse a las gélidas y putrefactas aguas del río. Pasó más de dos horas nadando contra la corriente y la gran cantidad de excrementos que iban a parar a dichas malolientes aguas. Hasta que de pronto comenzó con un extraño aleteo…, se estaba ahogando. Los carabineros, enfundados en sus verdes capas repelentes al agua, no lo dudaron y se lanzaron a las sucias aguas para salvarlo. Salió con una severa hipotermia y su aventura amorosa terminó con él envuelto en una vieja frazada, esposado en la Primera Comisaria de la capital.
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PICHANGA

Estábamos ansiosos mi compadre y yo, habíamos reunidos peso a peso el dinero para comprar las entradas y cancelar los pasajes que nos llevarían a la gloria y esperábamos tocarla con nuestras propias manitos. Habíamos hecho de todo, trabajos extras, ayudando en la cosecha de fundos vecinos, ordeñado miles de vacas, cuidando terneros y potrillos… En el campo, donde vivíamos, sólo se jugaban pichanguitas, partidos entre vecinos o amigos, pero no, éste sería un súper clásico… La Universidad de Chile enfrentaba al equipo más querido y popular del país, el Colo Colo…; se decía que cuando ganaba este último al otro día la marraqueta, nuestro pan nacional, salía más crujiente. Lo único es que la lluvia caída durante todo el día había transformado la cancha en un inmenso lodazal y, finalmente, el súper clásico terminó en un deprimente espectáculo de barro, puñetazos, palabras soeces y objetos lanzados hacia la cancha, a eso de la media hora de iniciado el partido tomamos las fuentecitas donde habíamos llevado trutros y huevos cocidos de gallina, apenas mordisquiados, y nos retiramos cabizbajos…, y más aún, el equipo de nuestros amores, el Colo Colo, iba perdiendo dos a uno…, para eso mejor nos hubiésemos quedao’ con mi cumpa viendo las pichanguitas de domingo en el campo, esas que se jugaban después de misa.
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* Andrea Benita Neira Cisternas, nacida en Santiago de Chile, 1961. Hija de padres empleados públicos. La madre arsenalera en uno de los hospitales más importantes de la ciudad y el padre maquinista en Ferrocarriles del Estado. Profesora de Estado con mención en Castellano. Vivió intensamente su vocación desde el primer día en un pequeño liceo en el pueblo de Las Cabras, VI región del país, enclavado entre medio de verdes cerros y olorosos aromos. Terminada esa primera experiencia, regresó a la capital donde retomó sus labores docentes, nuevamente en un establecimiento municipal, el emblemático Liceo Manuel Barros Borgoño, allí trabajó por diez años, hasta que un brutal accidente vascular encefálico la sacó de sus labores docentes, pero que con el tiempo le ha dado la oportunidad de ir elaborando una obra en miniaturas que entrecruzan ficción y crónica.

16 COMENTARIOS

  1. Me encantaron estos relatos de vivencias porque no sólo cuentan de una forma amena hechos interesantes, sino también logran sensibilizar al lector con intensidad; haciéndolo que se remonte a su propia historia sensible.

  2. Querida compañera de estudios, enamorada de las letras hoy tan esquivas para nuestros educandos, es fácil para ti envolvernos en tus frases y tempos que invocan dolores genuinos, conexiones míticas y otras yerbas perturbadoras, estoy cierto de que serían los sorbos de realidad y sueños que aportarán tu lectura y ayudarán a mantener la tradición de hallar consuelo, motivación e iluminación en el universo inconmensurable de la literatura. Sigue enamorándonos Benita…

  3. Es imposible el negar tu impresionante talento creador, con una pluma sencilla, y una gama de colores vivaces, ases una acuarela literaria que nos transporta a tu mundo interior, Andrea por favor no dejes jamás de escribir, todos necesitamos de tus pincelada.

  4. Me has Abrumado Benita Andrea,.. Con tan delicado obraje de reseñas que cuentan la sencibilidad de tu Alma, frescos y bien logrados, estos cuentos son lecciones espirituales, que impactan al lector y lo atrapan, te ruego con todo mi corazón, que sigas empañada en escribir, el Pueblo Bazco es famoso por ser Valiente, y eso corre por tus venas, PARA ADELANTE ANDREA.

  5. Me siento Abrumado Benita Andrea, de leer tan hermosos y delicados cuentos que rompe el silencio de cualquier Alma,… Hay en ellos gran frescura, una línea de pensamiento que trasciende el tiempo, haciendo un espacio, para que otras mentas, tengan el gusto de navegar en la tuya, nada pretencioso,esta lleno lineas suaves y musicales, con una humanidad visible en cada línea, por favor que la mente y el corazón que ha escrito tanta belleza, no pare, no descanse, el Mundo necesita de ese viento fresco que procede de tu Alma.

  6. Benita, compañera de colegio Lourdes, siempre sentí de ti tu buen aura, tan sencilla, estudiosa, buena compañera, y espero que todo te salga muy bien.

  7. Andrea es volver a escuchar tus historias…en realidad la descripción muestra tu Itaca… intacta en tu mente…
    Un abrazo 🤗

  8. Benita te felicito!!!, muy lindos tus microcuento. Estas presente en ellos, era recordar tú vida, con toda tu belleza tanto interior como exterior.
    Continúa escribiendo.

  9. Benita, muy lindos cuentos … que tienen más realidad que ficción .
    No hacen más que describir y enaltar la gran mujer que eres, que tienes una capacidad de lucha y sobreponerte sin medida… y qué aunque pasen años y siglos siempre serás una mujer atractiva hasta la última de sus células

  10. Profe, muy buenos relatos de vivencias que ya conocía de su propio relato en persona, excelente trabajo. Un abrazo.

  11. Un agrado leer estos micro cuentos de Benita en donde se deja ver, magistralmente su propia realidad con exquisita y refinada ficción, elemento esencial de todo material literario.
    La sencillez y el profuso vocabulario empleado en sus micro cuentos llama la atención y llena el alma, de cualquier lector en estos días.

    En mi entender, sus ideas están perfectamente conjugadas en materia y forma, siguiendo a Jesús Maestro, Profesor de Teoría de la Literatura.

    Mis sinceras felicitaciones a la Profesora Benita Neira por su delicada pluma y por regalarnos este hermoso gusto y agrado de leer sus obras.

    Un fuerte abrazo.

  12. Muy entretenidos cuentos, cuya autora deja entrever pasajes de su propia existencia personal y familiar, con buena cuota de ficción, elemento fundamental en la literatura.
    Tiene una exquisita pluma y un vasto vocabulario que tanto escasea hoy en día, lo que hace más atractiva, las ideas objetivadas en su material literario.
    Mis cordiales felicitaciones a Benita, por su obra, instándola a seguir plasmando su hermosa literatura.

  13. Que hermosos relatos querida hermanita….muchos de ellos forman parte de nuestra historia….eres fantástica escribiendo
    No dejes de hacerlo

  14. Beny eres un milagro amiga, te sentí y te vi en todas tus narraciones, son maravillosas
    como tú y tu vida, eres una luchadora incansable. Felicidades por poder compartir tan
    legiblemente tus bondades. Un beso y abrazo cariñoso de tu amiga imparcial.
    FM

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