Escritor del Mes Cronopio

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La serpiente bicefala azteca

LA SERPIENTE BICÉFALA AZTECA

Por René Avilés Fabila*

Las serpientes de dos cabezas, una donde suele estar, la segunda en la cola, no existieron únicamente en Europa. Existen multitud de indicios que prueban que hace muchos siglos habitaron en distintos puntos del planeta. La variedad más famosa de todas ellas, la anfisbena, fue vista en Europa: su figura desconcertante inspiró diversos relatos e interpretaciones.

En el continente que hoy llamamos América, la serpiente bicéfala vivió amparada por climas semitropicales. El muy grande emperador Moctezuma tuvo en su zoológico personal un magnífico ejemplar de esta víbora. Solía impresionar a cortesanos y los visitantes, a quienes les mostraba, orgulloso, sus tesoros. Una hermosa escultura de ese reptil es conservada en el British Museum. Permanece en la sala destinada a la cultura azteca y es considerada una de las obras maestras del célebre recinto. Según la ficha, la pieza, cubierta por pequeñas placas de turquesa, data de 1500 luego de Cristo. Era parte del complejo y poco estudiado rito religioso destinado a Quetzalcóatl. Su origen, precisa el catálogo, es azteca/mixteca. No hay más información, la obra prehispánica se defiende sólo con su notable belleza y aparece tanto en el inventario como en un disco compacto, en cuya portada luce espléndido el extraño reptante. Está prácticamente intacta: bien conservada; sus cuatro inquietos y luminosos ojos miran la eternidad.
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En México algunos descendientes de aztecas y mixtecos saben, por tradición oral, como los investigadores a través de códices que pararon en el Vaticano y en los Archivos de Indias de Sevilla, que a pesar de sus largos y agudos colmillos, no era mortal, sino juguetona y dócil. Dicho en términos actuales, fue una especie de perrito faldero, que se dejaba acariciar. Su mayor placer consistía en que su dueño o aquél que la encontrara, le rozara suavemente ambas cabezas. La serpiente se revolcaba gozosa. Era, pues, inofensiva y no existe información seria, científica, que explique su extinción. Hay algunos datos irresponsables que indican que el ofidio bicéfalo de pronto entraba en estado agresivo y su primera ocurrencia era devorarse a sí mismo. Entonces las cabezas entraban en un combate que concluía con su muerte. Los zoólogos prudentes han descartado tal hipótesis por descabellada, pues no considera lo primero que cualquier ser vivo utiliza: el instinto de conservación. Sabemos de ella básicamente por la escultura que hábiles manos de artistas le hicieron al ejemplar que estuvo en posesión del último emperador azteca: Moctezuma.

*Del libro de relatos por aparecer, El Zoológico de Moctezuma.
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* René Avilés Fabila nació en la Ciudad de México el 15 de noviembre de 1940. En la Universidad Nacional Autónoma de México obtuvo su licenciatura en Ciencias Políticas y realizó estudios de posgrado en la Universidad de París. En el ámbito académico es docente de asignatura en la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM y desde 1975 profesor de tiempo completo en la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Xochimilco, donde ha desempeñado diversas responsabilidades académicas y culturales.

La obra literaria de René Avilés Fabila inicia en 1960. A lo largo de estos 50 años, ha abordado diversos géneros, pero han sido el cuento y la novela en los que más ha destacado. Entre sus novelas sobresalen: Tantadel, La canción de Odette, El gran solitario de Palacio, Réquiem por un suicida y El reino vencido. Como cuentista, principalmente de cuentos fantásticos y amorosos, ha escrito cerca de medio millar, principalmente compendiados en los volúmenes que llevan por título Fantasías en carrusel y Todo el amor. Es autor también de cuatro intensos y divertidos libros autobiográficos: Memorias de un comunista, Recordanzas, Nuevas recordanzas, El libro de mi madre y Antigua grandeza mexicana.

El grupo editorial Patria Cultural, a través de Nueva Imagen, publicó sus Obras completas, colección integrada por catorce volúmenes.

Dentro del periodismo ha desarrollado una amplia y larga labor. Ha sido colaborador de periódicos mexicanos de circulación nacional y fundador del Unomásuno, editorialista de Excélsior, diario en el que fue director de su sección cultural y creador y director del suplemento cultural El Búho. Destacan también sus artículos para revistas nacionales como Siempre!, Diorama de la Cultura, Revista de Revistas, Revista de Bellas Artes, México en la Cultura, Revista de la UNAM, Mester y Casa del Tiempo (UAM) -entre muchas otras- e internacionales como: Mundo Nuevo (Buenos Aires), Casa de las Américas (La Habana), Cuadernos Semestrales de Cuento (Lima), Zona Franca (Caracas), Teorema (Bogotá), Hispamérica (Buenos Aires). Actualmente escribe para los periódicos Excélsior y La Crónica, así como para la revista Siempre! Desde 1998 es fundador y director de la revista cultural El Búho (versión digital) con 157 números hasta ahora.

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