CONSIDERACIONES SOBRE EL SILENCIO
Por Julián Gutiérrez*
—El silencio, y su problema de trato, diferente del sigilo o la reserva.
En abrupto se torna en carencia positiva, en fenómeno de fuerza, o preñez, que confirma.
Lejos de estruendos, persigue y llama a medio decir del camino en referencia.
La vida ausente de lo propio (o extranjera de sí).
—En aquel verano, como todos, escribía versos que leía en voz alta y en cualquier sitio y hora del día, como en un viaje.
Hoy me someto al río donde ojos y labios confunden lo sonoro del espectáculo, en abierto cansancio, o nuevo (no sé).
—Se aparece, y como incrustado en la piedra, el silencio acompasa.
Como cinema, esa banal habladuría del interruptus y la reconcilia de ojos y labios.
Luego, la poesía como de alas, sin susurro, alzada y abierta, más allá de la gravitación terrestre.
—Temblor del cielo, boca y ojos en la apertura de excederme —aquí la pausa o la digresión—.
Para el acto que acompaña: signos y letras, la sed de huellas y en la memoria, un son escondido como esa Babel de peñascos.
—Callo ante la pregunta y su límite, como un sordo fulminado por la afasia de las palabras.
Luego sigo, en otro ademán de silencio que transcurre, como en un río y el efecto inseparable de sus aguas volcadas a la apertura.
—Diviso en la sombra, la cabeza de un hombre inclinado sobre la página blanca, donde escribe:
Una tirada de dados nunca abolirá el azar.
Luego se escabulle, entre el silencio y la noche, como en una escena inexpresable, aún.
— Allá, en la montaña oscura, ¿quién era?
Como un día lejos vino —lo recuerdo—, cuando el viento y la mesura, sacudió su muerte.
Y ENTONCES VI
a Omar Lara
—Miro, desde hace mucho, lo que aún no se ve; y no dejo de reincidir en ello.
En esta perspectiva, el mundo es apenas un triste rumor blanquecino que se introyecta.
—Aunque son días oscuros y fríos, los que pasan y se repiten en mi cabeza; de vez en cuando, me hundo en la luna.
Ella, también, de repente, me guiña con la pesadez un ojo turbio que vaga en la oscuridad.
—No es fácil sobrevivir un poco más allá de lo distante. No es fácil.
A mi lado pasan mujeres dulces y agredidas, árboles que luchan con sus raíces, y la lluvia, con sus largas calles de hojas.
La historia no deja de pasar. La memoria es como un ovillo.
— Y entonces vi.
Yo, desde esta frontera, rodeando mi isla, vi. Como el atisbo de un lugar que existe, y desaparece. Eso vi.
Eso solamente.
—EL HOMBRE SE SUMERGE en la profundidad de sí mismo: Hondo vacío de ojos en el horizonte.
Soslaya la gratuidad del día que se repite en la espera. Y su realidad que le entra y sale, como avenidas.
El hombre camina y piensa en la promesa que no alcanza.
—A LA DISTANCIA, y en medio de la llanura, un árbol configura su existencia solitaria.
Aunque muere cada día, no cesa de existir entre el cielo y la tierra.
Cae y se eleva, a la vez. Persiste, como un error visual que se desarrolla en el cerebro.
—EL CAMINO SIGUE por dentro y se precipita.
Pasa por medio de la tormenta y continúa su trayecto.
La ruta de la distancia adquiere presencia en el extravío.
El viaje indica la búsqueda.
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* Julián Gutiérrez (Chile, 1972). Es profesor con estudios de Magíster en Literatura por la Universidad de Santiago de Chile. Desde el año 2003 ha desarrollado labores literarias como poeta, ensayista, antologador, editor y difusor de la poesía de su país. Publicaciones: Epopeya de la luz [poesía] (Santiago, Leutún Ediciones, 2005); Ricardo Navia: Cantos a la muerte [antología] (Santiago, Ediciones Santiago Inédito, 2008); Pie de página [poesía] (Santiago, Mago Editores, 2008); Fin de siglo: nueva poesía chilena de los 80 [antología] (Santiago, Editorial Ventana Abierta, 2009); Film de los paisajes [poesía] (Santiago, Editorial Ventana Abierta, 2010). Se pueden encontrar sus textos en: https://hotel-nube.blogspot.com.