Alfil Cronopio

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Razonar Juan Manuel Santos

RAZONAR

Por Marcel Hofstetter Gascón*

La política en Colombia ha migrado hacia la descalificación y la ofensa, aderezada con un pobre razonamiento por parte de los actores de los diferentes partidos políticos. El país carece de debates serios alrededor de los grandes retos de la sociedad, y las políticas que los gobiernan.

El Presidente Santos tejió su apuesta presidencial alrededor de los impopulares diálogos de paz, en un instante en que la opinión pública no percibía el conflicto con los movimientos insurgentes como un factor desestabilizador. Dos años después de haberse instalado la mesa de negociación, el proceso de paz demuestra avances notables, entrando gradualmente en la última fase, al tratar los temas de víctimas y el fin del conflicto que incluye la controversial dejación de las armas.

El avance cierto de los acuerdos no sólo ha posicionado el tema de la paz como principal tema a resolver, sino que ha calentado el ambiente político entre la postura del Gobierno y la representada por la extrema derecha. Sin embargo, los recientes enfrentamientos verbales se destacan por carecer de los mínimos elementos de un debate de altura acorde con la legalidad y el respeto por el contradictor.

Para poder plasmar una postura coherente, se requiere estar debidamente informado y mantener una línea argumentativa sólida, que permita la implementación de mejores políticas públicas que conduzcan al bienestar y al desarrollo del país. Pero cuando el debate es pobre, y se recurre a la descalificación del adversario simplemente por representar una línea de pensamiento distinta, se pierde el razonamiento como elemento democrático, y el bien supremo del actuar lo público.

La política de la paz es la iniciativa gubernamental de mayor calado en la historia reciente. Ello requiere del concurso de todos los agentes políticos para que el deseo supremo de una Colombia sin conflicto bélico pueda ser una realidad. El debate, el razonamiento, la inclusión de nuevas propuestas que incluyan a los representantes de los partidos políticos, son condiciones básicas para garantizar el éxito del proceso.

Lastimosamente, se caído en la descalificación y en la oposición férrea al proceso de paz, sin la proposición de alternativas. Si bien el conflicto bélico se ha inclinado a favor del Estado colombiano, la culminación de la confrontación por la vía militar es una quimera.

Por lo tanto, apostar a la vía militar como solución al conflicto no es una opción para el logro supremo de la paz. Por lo tanto, el país valoraría una propuesta de paz por parte de la oposición que supere a la del gobierno, o que mediante debates, se logren evidenciar las falencias del proceso, con el objeto de poder enmendarlos y fortalecer la iniciativa. Estos aportes tendrían un impacto trascendental a futuro, mejorando las condiciones de las nuevas generaciones.

El principal impacto de este cambio de postura dejaría un legado en la forma de hacer política. La oposición con argumentos, y con apoyos cooperativos en las decisiones trascendentales, es el camino hacia la nueva Colombia. Tan fácil, tan difícil…

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* Marcel Hofstetter Gascón es un reconocido economista y catedrático bogotano.

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