EL PARQUE ISLA DE SALAMANCA
Por John Mayshash*
Colombia es rica en biodiversidad, lo sabemos desde hace muchísimo tiempo. Nuestro país es rico en fauna y flora, también lo sabemos. Las selvas y bosques de la naturaleza que le correspondió a nuestra región, tienen innumerable cantidad de especies, pero si todo esto es cierto, más cierto es que no somos consientes de semejantes riquezas.
Todos estos territorios han sido dejados al más absoluto abandono y no es solo ahora, que como nunca antes se olvidaron. Durante décadas, los parques naturales y reservas ecológicas nacionales, han necesitado de un gobierno que les dé una mano en conservación, protección y desarrollo.
Nadie ha podido decir que con el dinero de regalías se ha construido un sistema o algo para cuidar los manglares, para proteger las especies amenazadas, o como mínimo, impedir que los vándalos, los mineros ilegales, los ladrones de fauna, las empresas contaminadoras del medio ambiente y todo cuanto daña tal cantidad de riquezas nacionales, paguen por los perjuicios causados a estos espacios naturales.
UNA VÍCTIMA
El gran parque de Salamanca, es una víctima más de nuestro amplio territorio que sufre ataques de contaminación constante: sus manglares se mueren, las aves son robadas de sus hábitats y las tortugas masacradas junto con sus huevos por la gastronomía regional y el turismo extranjero que busca platos exóticos.
Si a todo esto le sumamos los estrictos veranos o las inundaciones de los inclementes inviernos, solo nos cabe pensar que la naturaleza es ciertamente sabia y sobrevive gracias a su propio manejo y a las grandezas del Creador.
Si no fuera por los habitantes circundantes, es decir, vecinos generosos, conscientes de las necesidades del parque, ésta preciosa joya de la región del Departamento del Atlántico ya no existiría.
Muchos de ellos con sus propios recursos, están realizando campañas de conservación y protección del medio ambiente, impartiendo conferencias en las escuelas, enseñando a sus niños y herederos de estas riquezas, como cuidar los manglares y como proteger las aves del lugar y las tortugas.
LA INVITACIÓN
Yo invito a los visitantes al parque que ayuden a estos lugareños que son pescadores y artesanos, no solo económicamente ya que el gobierno no lo hace, sino con su propio esfuerzo físico, para que el parque se conserve libre de basuras que generalmente van a parar a las intrincadas formas del manglar, obstruyendo la oxigenación, e interrumpiendo procesos de regeneración natural. Otra manera de ayudar es impidiendo que se extraigan de allí las especies nativas o las aves que son migratorias. El contrabando de especies afortunadamente es castigado penalmente, pero no falta el desadaptado que por ganarse unos cuantos billetes, somete a sufrimiento y mal trato a estos maravillosos animales. Por último, aunque los vean como platos exóticos, absténganse de comerse las tortugas y sus huevos.
UNESCO
La biodiversidad de los ecosistemas hizo que el parque de Salamanca, se declarara reserva de la biosfera, con un compromiso del gobierno nacional para proteger el parque, pero observamos con preocupación que esto se incumple.
La existencia de 33 especies de mamíferos indica que la diversidad que sostiene el área es elevada, y actualmente se han registrado doscientas especies de aves. Es uno de los hábitats más importantes en toda el área Caribe para las aves migratorias.
El área corresponde a la zona de bosque seco tropical, sin embargo, una franja angosta corresponde a la zona de vida denominada bosque muy seco tropical.
Es la hora de tomar cartas en el asunto y proteger esta importante franja natural del Caribe colombiano.
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* John Mayshash es fotógrafo y periodista de la Universidad Jorge Tadeo Lozano de Bogotá. Realizó estudios de Periodismo Cultural en España. Estudió artes visuales y fotodiseño en Francia. Ha colaborado como periodista integral en revistas internacionales como National Geographic, Geomundo, Vida Silvestre, Fotomercadeo, Viajes y Aventura. Es colaborador del periódico El Colombiano de Medellín. Dentro del periodismo cultural, se especializó en temas como la ecología y conservación ambiental. Es miembro colaborador voluntario de Proaves y conferencista universitario.