Sociedad Cronopio

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Las voces de la ciudad

LAS VOCES DE LA CIUDAD

Por Ricardo Morant* y Arantxa Martín**

La ciudad habla a través de todos sus poros transmitiendo mensajes a diferente volumen, desde el más leve susurro (plasmado en trazos diminutos) hasta el grito más ensordecedor (exhibido en letras gigantescas). Convivimos a diario con miles de textos breves que dicen mucho de cómo es la ciudad en su conjunto y también sus ciudadanos. Algunos son retazos de historias personales y otros son voces compartidas, unas veces críticas, otras de apoyo y otras dialogantes, pero todas nacen de la necesidad imperiosa de expresarse.

Los emisores de estos mensajes son instituciones públicas —que informan y señalizan—; empresas —que tratan de seducir utilizando todos los canales a su alcance para promocionar sus productos y servicios—; y también algunos colectivos y ciudadanos de a pie —a quienes no importa llegar a transgredir la legalidad para hacer oír su voz—.

Son estos últimos a los que dedicamos las siguientes líneas, por su riqueza y variedad y por ser los que con mayor frecuencia pasan inadvertidos al transeúnte poco atento. Más allá de las informaciones que se transmiten de modo involuntario, estos mensajes explícitos surgen, en muchas ocasiones, de inquietudes, preocupaciones y eventos compartidos por un grupo mayoritario reflejando un estado de ánimo colectivo. Son los que salen a la luz, por ejemplo, ante decisiones políticas que se traducen en leyes y planes polémicos ante los que los ciudadanos muestran su opinión contraria o favorable. O los que muestran la emoción compartida ante algunos eventos deportivos. En otras ocasiones estos mensajes proceden de quienes desean comunicar sus sentimientos hacia otras personas, bien de forma anónima o revelando abiertamente su identidad.

La sociedad en que vivimos, ante la saturación informativa, busca el máximo impacto y originalidad, y por eso, trata de aprovechar cada superficie susceptible de convertirse en una pizarra comunicativa con el fin de transmitir ciertas vivencias. No es extraño pues, que los mensajes invadan espacios fijos como los balcones, los muros o el pavimento ni que recorran las calles a través de la indumentaria y los elementos que llevan sus portadores incluso sobre sí mismos. De este modo, la ciudad se escribe y reescribe día tras día y año tras año, evolucionando al mismo ritmo que sus habitantes, dejando capas que asemejan los sedimentos arqueológicos de diferentes épocas y tratando de capturar la atención de un público permanentemente apresurado.

En nuestro entorno urbano, los balcones han dejado de ser meros elementos arquitectónicos para reforzar su tradicional faceta comunicativa —que siempre ha permitido la interlocución entre vecinos—, aprovechando su carácter semipúblico y su función de doble espejo ya que reflejan aspectos de sus propietarios y de la sociedad actual. Estas plataformas en el aire se han convertido en soportes muy codiciados por su gran visibilidad y permanencia en el tiempo a la hora de transmitir mensajes de muy diferente índole. Y así, mientras las entidades públicas los emplean como soportes señalizadores y pregoneros de fiestas locales, y algunos negocios, como anunciadores, los particulares recurren a ellos con numerosas finalidades: como embellecedores del paisaje urbano en determinadas fechas, como transmisores de alegría (cuando un equipo deportivo gana un partido importante) y de tristeza (cuando se visten de luto con crespones negros ante la muerte de alguna(-s) persona(-s) que pesa en el ánimo de la mayoría) y también como canales reivindicativos y de protesta, con mensajes como Por un mundo mejor, INDÍGNATE. No estás solo. Desde su altura, los balcones son capaces de crear vínculos colectivos, suscitando respuestas de adhesión (como ocurrió en Madrid, cuando los profesionales de la sanidad pública impulsaron una iniciativa consistente en colgar sábanas blancas de las barandillas para mostrar el rechazo de las medidas de privatización) y de repulsa, estableciendo conversaciones e incluso guerras dialécticas, en alta voz. Es el caso de los balcones que ante la exhibición de banderas españolas, muestran banderas republicanas, indicando, de este modo, su oposición a la monarquía.
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Los ciudadanos más atrevidos no se contentan con airear sus opiniones y sentimientos a través de sus balcones particulares, y salen al espacio abierto de la calle para imprimir sus textos sobre lugares vetados a estos fines. Y así, recurren entre otros, a los muros y el pavimento público, por ser canales donde los mensajes resultan igualmente visibles y permanentes, hasta que son borrados por la intervención de las brigadas de la limpieza y el paso del tiempo.

Más allá de los mensajes de protesta del tipo Cuando los medios digan la verdad las paredes callarán, estas superficies muestran sin pudor los sentimientos más profundos narrados en primera persona. Unas veces son negativos —mostrando el desacuerdo con otros, como No me gustan la paella ni los petardos, escrito en la ciudad de Valencia-, otras son emotivos e indican el afecto hacia los seres queridos (Felicidades Mami Xula! M.I.S.K.L. Te Queremos =)), especialmente a la pareja en la etapa del enamoramiento ciego. Y es que esta emoción plena y desbordante lleva a quien la vive a pregonarla a los cuatro vientos haciendo partícipe a todos de su felicidad a través de frases escritas en inmensas letras, como estas: Para el amor más grande, la frase más corta: te quiero, u Hoy soñaré contigo por si no te veo mañana. La euforia del enamorado en ocasiones tiene un final feliz (¡¡Nos vamos de boda!! Sofía & Fran 27-10-2012) pero no siempre, y de ello dejan constancia los siguientes grafitis: Te amo Vir y me haces daño; o Espero aquí xq [porque] soy gilipollas y te quiero y lo peor es que xa [para] nada.

Hay quienes deseando hacer públicas sus opiniones y sentimientos los pasean sobre su propio cuerpo. La manera más económica y sencilla de hacerlo es luciendo una camiseta con mensaje. Si el modo de vestir, es decir, el estilo y el colorido elegido, ya dicen mucho sobre la personalidad de cada uno, optar por una camiseta rotulada supone la decisión de mostrar claramente algún aspecto de la personalidad. Así ocurre, por ejemplo, con las camisetas que resaltan algún rasgo del carácter, como puede ser el sentido del humor, con textos que, a veces esconden una crítica ácida —como Yo Tube (empleando el mismo diseño y tipografía de YouTube) Curro—; otras, invitando a nuevas relaciones —como Ligo luego existo—. No ligo luego insisto-; y otras, a mostrar la preferencia por una bebida, como Ahorra agua, bebe cerveza.

Hay también camisetas viajeras, que reflejan el gusto del propietario por recorrer el mundo, dejando bien claro los destinos que ha visitado o le gustan, como I love New York.

Y hay también camisetas que uniforman a quienes comparten afinidades deportivas o políticas. Es el caso de las que visten los seguidores de un equipo de fútbol que se colocan su camiseta, especialmente cuando se juega un partido importante, o las que muestran el logo de un determinado grupo político, habituales en algunos actos. Y también el de quienes protestan en contra de alguna iniciativa política, como ha ocurrido en España ante los recortes en Educación, que han provocado mareas verdes (con camisetas reivindicativas de este color) y los recortes en Sanidad, que han desencadenado mareas blancas (con camisetas blancas).
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Otro tipo de uniforme es el que adoptan los adictos a ciertas marcas de ropa que se asocian con un elevado estatus económico. Estas personas disfrutan mostrando el logo de su camiseta o sea, los galones sociales que exhiben su grado de capacidad adquisitiva. Quienes no pueden permitirse la marca auténtica recurren a las imitaciones —mejor o peor conseguidas—.

La fidelidad a las marcas que reflejan algunas prendas de ropa se muestra también a través de las bolsas comerciales que convierten a las personas en auténticos anuncios andantes. Estos envoltorios no solo hablan de quien las emplea como soporte publicitario sino también de quien decide comprar en una determinada tienda —mostrando a los demás sus gustos y nivel económico— y de la sociedad de la que forman parte, partícipe de unas determinadas exigencias medioambientales (que implican el empleo de materiales reciclables) y las modas del momento. Su peculiaridad y su impacto radican en su carácter ambulante, en su visibilidad y en la potencialidad de sus usos sucesivos. De hecho, quienes se dedican a plasmar mensajes sobre ellas animan a hacerlo a los anunciantes con declaraciones como Tu imagen camina en nuestros productos.

A través de este artículo hemos querido llamar la atención sobre la inmensa cantidad de mensajes que la ciudad exhibe y que, a pesar de estar a la vista de todos, solo son percibidos por algunos viandantes. Y hemos querido también despertar una mirada reflexiva y analítica hacia los múltiples soportes a los que recurren los ciudadanos para expresar sus opiniones, emociones y sentimientos hacia otros, con la intención de impactar a su destinatario que, unas veces, es una sola persona y otras, la sociedad entera. Los balcones, los muros, los suelos, la vestimenta y todos los elementos susceptibles de transportar o exponer mensajes, revelan mucho acerca de una localidad y de quienes la integran, dejando al descubierto las características, inquietudes, aspiraciones, alegrías y penas y principales valores de ambos. Hemos querido, en definitiva, invitar a mirar y escuchar la ciudad y sus calles, en lugar de conformarse con ver y oír cuanto acontece en ellas.

BIBLIOGRAFÍA

Ricardo Morant Marco y Arantxa Martín López. 2013. «El lenguaje de los balcones». Signa. Nº 22: 497-519.
Ricardo Morant Marco y Arantxa Martín López. 2014. «Mensajes amorosos en el pavimento». Círculo de Lingüística Aplicada a la Comunicación. Nº 58: 134-162.
Ricardo Morant-Marco. 2014. «La escritura sobre el pavimento callejero: los mensajes de felicitación». Revista de Dialectología y Tradiciones Populares. Vol. LXIX, nº 1: 133-154.
Ricardo Morant Marco y Arantxa Martín López. En prensa. «La voz de los balcones en el paisaje urbano».
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* Ricardo Morant es catedrático de Lingüística General de la Universitat de València. Su campo de investigación principal es el de las relaciones entre la lengua y la cultura. En los últimos años también ha investigado sobre los lenguajes especiales y la manipulación lingüística.

** Arantxa Martín es periodista y doctora en comunicación por la Universitat de València. Ha investigado el reflejo del tiempo en el lenguaje y con Ricardo Morant ha desarrollado trabajos sobre el lenguaje de la belleza, el tratamiento informativo de la gripe A y los mensajes transmitidos por las etiquetas, las bolsas comerciales, los balcones y los pavimentos.

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