Sociedad Cronopio

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Miru Puu: una voz hecha de puertos

MIRU PÚU: UNA VOZ HECHA DE PUERTOS

Por Andrés Torres Guerrero*

Antonio Raúl Guzmán López (Miru Púu). Gente desana, tukano del Vaupés. Docente de la Universidad de los Andes y de la Universidad Nacional de Colombia. Investigador en antropología. Autor del libro Mari Masha Pepiro. Participó como asesor en más de cuarenta publicaciones. Colaboró con Gerardo Reichel-Dolmatoff, Richard Evans Shultes, Patrice Bidou, Steve y Cristina Hugh Jones, Ernesto Carriazo Osorio, Margarita Becerra Cano [1], entre otros.

Su nombre indígena significa viento fresco, viento que trae mucha energía. Steven Busignani, lo recuerda así: Antonio Guzmán López, viento que sopla suave, es una figura importante para el estudio y la comprensión de la oralidad indígena tukano, abarcando el mito de Yurupary… [2]

A don Antonio lo conocí en la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, en mayo de 1996. El gestor del encuentro fue William Torres Carvajal (Kajuyali Tsamani [3]), quien lo había invitado a su clase de Antropología Colombiana. Al finalizar su conferencia, le pregunté acerca de la relación entre Kumú y los valores morales. Él me habló de una manera tan «oblicua» que, por un momento, pensé que no había entendido. Sin embargo, casi al finalizar su respuesta, deslizó unas palabras que pulsaron en mí ciertos registros anímicos, indicándome que el que no había entendido era yo [4].

Al salir del aula le di la mano. A un compañero que había grabado la sesión le solicité que me prestara los casetes. Durante varios días escuché su respuesta y lo que pude comprender era que él se había asomado por entre las rendijas de los interrogantes, y por eso había hablado de esa manera.

Por aquella época, don Antonio trabajaba en la Fundación Gaia Amazonas —dirigida por Martin von Hildebrand—, cuya sede quedaba al frente de la universidad. Por esta razón no fue difícil volvernos a encontrar. En aquel año, hablamos en más de una ocasión en la cafetería de las Torres del Parque. En medio de la velocidad y el automatismo que impone Bogotá, él creaba una pausa en la que se podía reír y pensar.

En muchas ocasiones me ayudó a leer pasajes de sueños o nudos cotidianos. Durante el tiempo en que tuve el privilegio de disfrutar de su amistad, sus palabras me brindaron sabiduría y felicidad. Conversar con don Antonio no fue sólo hablar con él, sino escuchar las voces de muchos abuelos que aprendieron a caminar por entre noches y abismos.
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NOTAS

[1] BECERRA CANO, Margarita. En memoria del abuelo sabedor Miru Púu, una voz tukano del Vaupés. En: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología. N°. 5. Bogotá, Universidad de los Andes. Julio-Diciembre de 2007. pp. 31-50.
https://antipoda.uniandes.edu.co/view.php/64/index.php?id=64

[2] BUSIGNANI, Steven. https://es-es.facebook.com/concienciaindigena/posts/10152605030936664
https://www.youtube.com/user/volaresulleacque

[3] Kajuyali Tsamani – Ayahuasca: Vine of the Soul, Cord of the Universe
https://www.youtube.com/watch?v=qN7gnDewLUo

[4] Tengo un abanico de preguntas que intentaré condensarlas en dos o tres. 1) Usted se refirió a Kumú como conocimiento del bien. En El arte de ensoñar, según logré entender, se hace referencia a un punto de transformación en el que se deja de pensar en valores. ¿Kumú estaría encuadrado en una escala valorativa donde se identifique bien y mal? 2) Entre taitas hay enfrentamientos. Cómo se comprendería esto, si ellos han pasado por una cultura fundamentada en valores morales. 3) Puede un hombre de ciudad aspirar a un tipo de trasformación así, cuando ya no tenemos esa relación con la selva y el conocimiento.

 

* * *

—Bueno, le capté poco porque es muy diferente y muy cercano a la vez—. Estamos hablando de una realidad del pensamiento indígena. Un ancestro es un pobre viejo que nació hace miles de años y está por ahí en el monte solo. Pero lo difícil es mirar cómo ese señor nace y crece y se hace hombre… y tiene su esposa y con el tiempo tiene sus hijos… Está buscando las maneras de cómo trabajar. Aprende a conocer a los animales. Y luego, el viejo Kumú les explica esto. Esto sucedió una vez porque él estaba solo. Pero este ancestro experimentó, por decir así, esa desgracia de la necesidad. Pero aprendió observando, escuchando, olfateando. Miró mucho. Por qué este animal huele así; por qué el hombre y la mujer así; por qué este muchachito… bueno, qué se… ¿Qué es lo que hay que comer? Me imagino que es una etapa difícil cuando no se tiene a alguien quien le explique. Es una acumulación de muchas experiencias. Este viejo ancestro Kumú va a perfeccionarlo con el tiempo. Estamos hablando de muchos años tal vez. Hasta que nos da la oportunidad de hablar así. Es curioso esto… el bien y el mal. Hay dos clases de bien. El sentirse bien. Pero también sentirse bien por los conocimientos. La misma estabilidad. Para el tukano, el desana, eso se traduce en el comportamiento. El que está bien se comporta bien. Sabe manejarse bien. Esto hay que hacer; esto hacemos, camine, etc. Pero él quiere conocer mucho más, quiere ser muy apto. Entonces acude al Kumú. Esa es la parte fundamental, porque Kumú, con sus conocimientos, es una viga central. La base central de los conocimientos. Él es el que le dice si tiene que hacer eso. El conocimiento transforma al ser humano. Hablamos de paso por qué el coquero se comporta así. Tiene mucho conocimiento, tiene otros conocimientos, pero hay mucha crueldad. Mientras que la gente indígena, si no conoce a su Kumú, si no conoce sus deberes como tal, si no conoce qué es lo que transforma al ser humano, no tendría su cultura. Por eso admiro mucho cuando los españoles dicen no, soy español, soy europeo. ¿Dónde está esto? Pero parece que es la grandeza no más. Esto se explica en términos sencillos y claros para que la gente entienda quiénes son los alumnos de él. Sin embargo hay gente muy mala. Pese a que el Kumú se esfuerza en decirle así nació esto. Pero la maldad está en todas partes. Por eso él le dice, no quisiera utilizar esa palabrita, bueno, pero usted por qué no hace caso. Acaso usted es un pene que no oye los buenos consejos. Porque el pene es solamente el que se revela contra los buenos modales y la enseñanza con lo prohibido. Por tanto el tigre es el símbolo de una transformación o para una transformación. Yo creo que me quedo bastante corto para explicar lo que el hombre siente por su familia, por su esposa, por sus hijos, porque allí se desaparece, vuelvo y repito, la belleza física, si es que esta existe. Eso es lo que no se debe perder en la familia. Pero me pregunto, ¿por qué tantas separaciones al tiempo, por Dios, que está pasando?

 

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* Andrés Torres Guerrero es Licenciado en Lingüística y Literatura de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas (Bogotá, Colombia). Magíster en Literatura de la Pontificia Universidad Javeriana. Candidato a Doctor en Historia y Teoría del Arte y la Arquitectura por la Universidad Nacional de Colombia. El Instituto Distrital de Cultura y Turismo, IDCT, publicó Una larga cita Sin remedio con la noche bogotana (Beca Nacional de Investigación en Literatura, 2003). También ha publicado Sótanos (@Libros Editorial, 2010), Rutas de comunicación y ciudad (Fundación Universitaria San Alfonso, 2011). Se desempeña como docente en la Pontificia Universidad Javeriana, Universidad Central y en la Fundación Universitaria Los Libertadores. Algunos de sus textos han sido publicados en revistas virtuales como: H Enciclopedia (Montevideo); Espéculo (Universidad Complutense de Madrid); Crítica (Santiago de Chile) y Destiempos (México, D. F.).

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