Escritor del Mes Cronopio

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En ausencia del silencio

EN AUSENCIA DEL SILENCIO (1925)

Por Paul Éluard*
Traducción por Fabio Vélez Bertomeu**

Encerrado en mi amor, sueño.

*

¿Quién de nosotros inventa al otro?

*

Rostro perforador de murallas.

*

Tu cabellera naranja en el vacío del mundo
En el vacío de cristales pesados de silencio
Y sombra donde mis manos desnudas buscan todos tus
Reflejos.

La forma de tu corazón es quimérica
Y tu amor se parece a mi deseo perdido
Oh! Suspiros de ámbar, sueños, miradas.

Pero no siempre has estado a mi lado. Mi memoria
Aún permanece obscurecida a la vista de tu venida
Y tu partida. El tiempo se sirve de palabras como del amor.
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*

Amor, oh amor, prometo perderte.

*

Lloro; las lágrimas son los pétalos del corazón.

*

Mueca, niña del nacimiento.

*

La forma de tus ojos no me enseña a vivir.

*

Y si soy de otras – recuérdalo.

*
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*

Amaba para olvidar, vivía para morir

*

En los ojos más oscuros séllanse los más claros.

*

Las luces dictadas a la luz constante y
Pobre pasan conmigo todas las esclusas de la vida.
Reconozco a las mujeres en flor por sus cabellos,
Por sus pechos y sus manos. Han olvidado la
Primavera, palidecen hasta la extenuación.
Y tú, te disimulas como una espada en la
Huida, te inmovilizas, orgullosa, sobre el amplio rostro
De cualquier diosa despreciada y disfrazada.
Brillantes de amor, fascinabas al universo ignorante.
Te tomo y después, ebrio de lágrimas, beso por doquier
Por ti el espacio abandonado.

Tu boca de labios dorados no se posa en mí para reír
Y tus palabras de aureola tienen un sentido tan perfecto
Que en mis noches de años, de juventud y de muerte
Oigo vibrar tu voz en cada rumor nocturno.

En este alba de seda donde vegeta el frío
La lujuria en peligro añora y lamenta el sueño,
En las manos del sol los cuerpos que se elevan
Tremen ante la idea de reencontrar su corazón.

Recuerdos de madera verde, niebla en la que me adentro,
He vuelto a cerrar los ojos, soy tuyo,
Toda la vida oyéndote y no puedo ahora destruir
Los terribles placeres que tu amor ha creado.

*

¿Dónde estás? ¿Eres tú la que haces girar al sol del olvido
En mi corazón?

*

Entrégate y que como párpados tus manos se descubran.

*

Enajenado, fugitivo, tus senos me hacen de guía.

*

Al maquillar a la demonia, ella palidece.

*

Ella está – pero sólo aparece a media noche cuando todos los
Pájaros blancos han plegado sus alas bajo la ignorancia
De las tinieblas, cuando la hermana de miríadas de perlas ha
Cerrado sus dos manos en su cabellera muerta, cuando
El triunfador se complace en el sollozo, fatigado de tanta devoción
Por la curiosidad, varonil y en la brillante armadura lujosa.
Tan dulce es que ha transformado mi corazón.
Tenía miedo de semejantes sombras tejedoras de tapices
De juego y baño, miedo también ante las contorsiones del
Sol al atardecer, de las incansables ramas que purifican
Las ventanas de todos los confesionarios donde las mujeres
Adormecidas nos esperan.
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Oh! busto de memoria, error de la forma, líneas
Ausentes, ceniza en mis ojos cerrados, ante
Tu gracia estoy como un niño en el agua, como
Un ramo en un gran bosque. Nocturno, el universo se pone
A tu calor y ciudades del ayer muestran
Gestos en la calle más delicados que un espino, más
Penetrantes que el ahora. La tierra a lo lejos se desgarra en sonrisas
Inmóviles, el cielo envuelve a la vida: un nuevo astro
Se alza en cualquier lugar – fin, ya no hay más
Pruebas de la noche.
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+ Nota biográfica de la traducción: En el año 2008, servidor, a la sazón investigador gracias a una beca del extinto Ministerio de Ciencia e innovación, erraba por París en busca de un lugar donde poder hallar el sosiego deseable para el enfrascamiento que demandaban por entonces las arduas lecturas. Ese bienestar me sería sugerido, curiosidades aparte, por una lectura de un poemario de Guillermo Carnero: Fuente de Médicis. Y, en efecto, aunque rivalizando un tiempo con los jardines disimulados del 16e arrondissement, la Fontaine Medicis del Luxemburgo se mostró sin parangón y prontamente se impuso en lo que a lugar-para-leer se refiere, convirtiéndose al cabo en habitual destino de peregrinación. Volviendo al excelente poemario mentado, este venía a su vez precedido por dos inquietantes citas de Éluard y Hölderlin, respectivamente. Pues bien, fue la dificultad para traducir la primera de ellas («j’ai fait voeu de te perdre»), la que motivó mi interés por este breve y primerizo poemario, al punto de intentar traducirlo. Y la cosa, hay que confesarlo, quedó en eso: en tentativa, es decir, en versión sin definir. Algunos versos se atragantaron ciertamente y, sobre todo, el ya referido. Con eso y con todo, la suerte quiso no obstante que años después, el 23 de Noviembre del 2013, a propósito de una conferencia en torno al surrealismo (o en su corrección, “superrealismo”) en la Universidad Autónoma de Madrid, pudiera conocer y compartir una breve y distendida charla de literatura con Carnero. Entre los temas que superficialmente cobraron protagonismo recuerdo el Yeats tardío, la “supuesta” posmodernidad del teatro de Gil Vicente o su propia obra, con especial énfasis en Fuente de Médicis. Pude entonces preguntarle por el dichoso verso. Confieso que lo discutimos y me dio una versión que no recuerdo con exactitud (mea culpa), eso sí, mucho menos rebuscada que la que yo entonces provisionalmente había elegido y que espero, pese a lo cual, no se desvíe demasiado de la que hoy ensayo aquí. A él, a Guillermo Carnero, va dedicada esta traducción. Gracias.
_______

*Eugène Grindel (Saint-Denis, 14 de diciembre de 1895 – 18 de noviembre de 1952), conocido como Paul Éluard, fue un poeta francés que cultivó de manera significativa el dadaísmo y el surrealismo. Después de una infancia feliz, se vio afectado por una tuberculosis que lo obligó a interrumpir sus estudios. Fue movilizado como enfermero durante la Primera Guerra Mundial. En Suiza, en el sanatorio de Davos, conoció a Gala, con la que se casó en 1917, y comenzó a escribir sus primeros poemas. Su primer libro, publicado al final de la contienda, fue El deber y la inquietud (1917). En 1918, Jean Paulhan lo descubre y lo asistirá durante toda su vida. Le presentó a André Breton y Louis Aragon con el que mantendrá toda su vida una relación muy profunda pero también conflictiva (siempre alrededor del comunismo). Entró en el grupo dadaista en Toulon. Su contribución al dadaísmo comienza antes de la llegada de éste a París. Como Tristan Tzara estaba todavía en Zúrich, editaron conjuntamente cuatro carteles, que difunden por la ciudad a 1000 ejemplares cada uno. Tras una crisis conyugal, comienza una vuelta al mundo que termina en 1924. Sus poemas de entonces (L’Amour la poésie) son el testimonio de una época difícil: recaída tuberculosa y separación de Gala que se convierte en la Egeria de Salvador Dalí con ocasión de unas vacaciones comunes de las dos parejas en la casa de Dalí en Cadaqués, transformada hoy en museo.
En 1926, publica Capitale de la douleur que lo consagra como un poeta de primera línea. En 1933 se produce una crisis con su exclusión del Partido Comunista Francés al que se había afiliado en 1926, regresando al partido clandestino en 1943, 10 años después en plena Segunda Guerra Mundial. En 1934, se casó con Nusch, modelo de Man Ray y de Pablo Picasso, «la mascota, la chica de los surrealistas». Desacuerdos políticos lo alejaron del grupo de los surrealistas 1938. Durante la Segunda Guerra Mundial fue movilizado y desarrolló su actividad en la resistencia. Decide, sobre todo, luchar con las palabras. En su poema Liberté (1942) surge el genio; transforma un poema de amor ligero y sublime en grito de protesta y compromiso que lo obliga a entrar en la clandestinidad. Su palabra aborda desde entonces, de forma más radical, temas militantes y comprometidos, a los que la extrema concisión formal de su estilo los dota de un mayor impacto.
Tras la muerte prematura de Nusch, encuentra su último amor, Dominique, y le dedica su libro Le Phénix, transición entre el horror de la larga decadencia de Nusch y el renacimiento por el amor de Dominique, en el cual los temas de la muerte, de la duda, de la desesperación se oponen frontalmente con la vida, el amor, la sensualidad y la carne.
Murió en 1952, a consecuencia de un infarto de miocardio, y está enterrado en el Cementerio del Père-Lachaise, en París.

**Fabio Vélez Bertomeu (España, 1984). Licenciado en Filosofía y Doctor en Tª de la Literatura y Lit. comparada. Actualmente es profesor Humanidades y Filosofía en la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla. Entre sus publicaciones destacan La palabra y la espada y (el próximo) Antes de Babel.

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