Sociedad Cronopio

0
366

Apuntes sobre la economía trasatlantica del siglo XVI y la modernidad transnacional actual

APUNTES SOBRE LA ECONOMÍA TRANSATLÁNTICA DEL SIGLO XVI Y LA MODERNIDAD TRANSNACIONAL ACTUAL

Por Rolando Pérez*

PRIMER MOMENTO DE TRANSICIÓN [1]

Poema de mío Cid. El Cid fue una máquina de guerra, empleada por Alfonso VI para controlar sus territorios, y de esta manera funcionó más o menos como el ejército privado de Blackwater en la guerra de Irak. Desafortunadamente para el héroe de Ramón Menéndez Pidal, su éxito económico y militar inspiró envidia, resentimiento y rencor en la corte. El Poema de mío Cid, por ejemplo, empieza con el destierro del Cid, a causa de las acusaciones de los nobles de que Rodrigo se había quedado con más de la quinta parte del botín que le correspondía después de su incursión en Toledo. Es decir, El Cid le había robado al Rey y a los nobles. Y en la Historia Roderici los nobles acusan al Cid de haber atacado a Toledo sin el permiso del rey, y de haber puesto la vida de los nobles en peligro. Al igual que en el Poema del Mío Cid, Alfonso castiga al Infanzón, expulsándolo de su reino.

Aun así es interesante notar que son los Infantes de Carrión (PMC) los que le piden casamiento con las hijas del Cid —algo completamente novelesco y para nada histórico—. Al Cid no parece apetecerle la idea, pero para satisfacer al Rey, casa a sus hijas con los Infantes. Entonces, ¿por qué quieren casarse los Infantes con las hijas del Cid, si ellos son nobles y ellas no? La respuesta es fácil: Porque económicamente les conviene. O como le dicen los Infantes al Rey: «Las nuevas del Çid mucho van adelant». Al final, cuando el Cid gana el pleito en contra de los Infantes que han maltratado y violado a sus hijas, y Alfonso les pide que devuelvan los tres mil marcos que el Cid les había dado al casarse con sus hijas, los Infantes carecen de dinero y tienen que devolver el valor en apreciadura —con las prendas que poseen—. ¿Qué está ocurriendo en la sociedad? La «movilidad» guerrera del Cid que lo ha convertido en un hombre rico, ha reemplazado la riqueza fija, feudal, basada en el terreno. Por lo tanto, el Poema del Mío Cid es el primer texto literario que refleja lo que va a tomar lugar en el siglo XV. Y ya para el siglo XVII, Quevedo dirigirá toda su bilis al ataque de la clase profesional burguesa, burlándose del pícaro —el primer protagonista capitalista—que había reemplazado al noble de «sangre pura» [2].

EL MEDITERRÁNEO

La época del Poema del Mío Cid coincide con cambios importantes que se estaban llevando a cabo a través de una economía mercantil y marítima en las ciudades del Mediterráneo como Génova, Barcelona, y Venecia; y especialmente esta última. En conexión con tal historia económica, se encuentra la obra maestra del historiador belga, Henrí Pirenne, Historia económica y social de la Edad Media (1978). Escribe Pirenne:

En todos los puntos del Imperio la navegación veneciana, disponía, pues, de bases de abastecimiento y de penetración que afianzaban su dominio. Puede decirse que, desde fines del siglo XI, detenta el monopolio casi exclusivo de los transportes en todas la provincias de Europa y de Asia que aún poseían los soberanos de Constantinopla» (22).

Este monopolio mercantil durará, según Pirenne, hasta el descubrimiento del Nuevo Mundo por los portugueses y los españoles. «El movimiento comercial que se había iniciado en la costa de Italia, se comunicó al poco tiempo a Provenza», dice Pirenne, pero claro, no solo a Provenza, sino a muchas otras ciudades y territorios costeros del Mediterráneo. Y ahí está la clave. Ésta fue una economía casi exclusivamente mediterránea, de comercios europeos. El mundo europeo aún no se había encontrado con el Otro (Todorov 1998).

EL ATLÁNTICO

Si en realidad la cuestión central del Poema de mío Cid no fue la Reconquista, tampoco se puede descartar la importancia de la Reconquista en el pensamiento español de la época. En 1344-45, el Papa Clemente VI de Aviñón, invocó una cruzada «en contra de los aborígenes isleños —como si fuesen musulmanes— y permitió la venta de indulgencias con el propósito de reunir fondos para una expedición que hubiera subyugado a las islas [Canarias] al feudo papal» (Stevens-Arroyo 520, mi traducción).
apuntes-sobre-la-economia-trasatlantica-del-siglo-xvi-y-la-modernidad-transnacional-actual-02
La muy reiterada conexión entre las cruzadas de la Reconquista y la colonización, primero de las Islas Baleares y de las Islas Canarias, y luego del archipiélago caribeño, contiene algo de verdad. Quizás la mayor diferencia resida en el hecho de que en el caso de la Reconquista, el proceso militar tomó lugar en los territorios árabes de la península, mientras que en el caso de las islas atlánticas, las incursiones militares y la colonización se llevaron a cabo con fuerzas armadas navales.

La diferencia es significativa, ya que tiene que ver con cambios de horizontes hermenéuticos, que hasta ese momento coexistían. Por ejemplo, la idea de conquistar un territorio por tierra y por razones religiosas versus la idea de conquistar un territorio por mar y por razones económicas (como por ejemplo, la economía azucarera que empezó en las islas mediterráneas y luego pasó a las islas del Atlántico y del Caribe). Sin embargo, hasta el 1492 estas dos formas de concebir el poder estatal coexistían; es decir, las Cruzadas (religiosas) y la expansión (económica) europea compartieron un espacio histórico. A la misma vez que España luchaba para reconquistar los territorios musulmanes, los genoveses en el 1312 empezaban a colonizar las Islas Canarias (Ibid. 520). Los seguirían los catalanes, los portugueses, los sevillanos, etc., pues antes del 1492 los españoles ya llevaban casi cien años de colonización en las Islas Canarias: experiencia que les sirvió para organizar un proceso de colonización en las islas del Caribe. Es notable que Isabel y Fernando, al igual que Alfonso VI, también intentaran reemplazar a los nobles feudales; es decir, a los conquistadores de los primeros viajes, con infanzones e hidalgos en las colonias. Lo que se necesitaba era gente que estuviese mucho menos aferrada a la tierra y a los títulos de nobleza, y más interesada en los flujos de intercambios económicos (labor o esclavitud y valor de cambio). En otras palabras, colonizadores y no conquistadores —o fuerzas armadas privadas, con intereses económicos (como los ejércitos privados norteamericanos de Haliburton y Blackwater en Afganistán y en Irak)—.
apuntes-sobre-la-economia-trasatlantica-del-siglo-xvi-y-la-modernidad-transnacional-actual-03
EL MODERNO SISTEMA MUNDIAL Y LA COLONIALIDAD DEL PODER

Es cierto que algunos historiadores han equiparado el año 1492 con el nacimiento de la modernidad, como si de repente una nueva manera de pensar hubiera podido surgir sin ninguna transición: «Pues, en vez de comparar la colonización de Colón en el Caribe (1492) con la presencia española de Cortés en México (1521), tiene más sentido considerar cómo se integró el poder español en las Islas Canarias (1478-1526)», para entender la primera fase del encuentro, arguye Stevens-Arroyo (515, mi traducción): «Ya para 1492 España llevaba más de cien años apoderándose de poblaciones insulares, tanto en el Mediterráneo (Islas Baleares) como en el Atlántico (Islas Canarias)» (Ibid). Y a la misma vez, es innegable que a partir de 1492, la maquinaria económica del poder empieza a cambiar decisivamente. Para la época de Isabel y Fernando, muchas de las ideas teológicas que hasta entonces habían servido de base a la economía política medieval, como por ejemplo, la usura, habían desaparecido del imaginario cristiano. Si Isabel y Fernando echan a los judíos de España en 1492, es porque con la desaparición del pecado de la usura, los judíos habían dejado de servirle a la corona. En el Poema del Mío Cid y en la Crónica de veinte reyes los personajes que le «prestan» el dinero (600 marcos) al Cid son Rachel y Vidas, dos judíos (Pérez 129-130). Y aquí nos encontramos con uno de los momentos más importantes de la transición a la modernidad —el cambio de una ideología religiosa a una ideología laica—. «Un sistema de carreteras de primera categoría hacía la relación política y económica del centro con la periferia relativamente sencilla», dice el sociólogo Immanuel Wallerstein en El moderno sistema mundial (235-236). Y sigue:

Fernando e Isabel le ayudaron a la Mesta [asociación nacional de pastores] a crear un fuerte sistema de mercados nacionales. Crearon un sistema de movilidad individual [… y] fortalecieron la burocracia haciendo de ella algo que estaba «enraizado en la comunidad […] de la cual es […] ‘pars rei publicae’». (Ibid 236)

Es más, «nacionalizaron, por así decirlo, el clero católico», dice Wallerstein (Ibid.). Un sistema moderno tal como el que presenta Wallerstein no hubiera sido posible sin estos cambios en la política económica europea. Tales cambios contribuyeron a los viajes transatlánticos, empezando con Colón; y por lo tanto, para Wallerstein como para otros historiadores la modernidad empieza en el Atlántico.

Según Wallerstein, Aníbal Quijano, y Enrique Dussel, la «Modernidad» occidental es el resultado de los cambios geopolíticos que se llevaron a cabo a partir de la avanzada colonización del mundo Atlántico. «En el Occidente la ‘Modernidad’, que se inicia con la invasión de América por parte de los españoles, cultura heredada de los musulmanes del Mediterráneo (por Andalucía) y el Renacimiento italiano (por la presencia catalana en el sur de Italia), es la ‘apertura’ geopolítica de Europa al Atlántico; es el despliegue del ‘sistema mundo’ en sentido estricto (por los océanos y no por las lentas y peligrosas caravanas continentales), y la ‘invención’ del sistema colonial, que durante 300 años irá inclinando lentamente la balanza económico-política a favor de la antigua Europa aislada y periférica», dice Dussel (2011 58). Es decir, a partir del encuentro con el «Nuevo Mundo», Europa dejará de ser medieval y comenzará a ser igualmente un «nuevo mundo» —se identificará a sí misma con la etiqueta de «moderna»—. A esta relación «transcultural», Dussel le llama «transmodernidad».

Desafortunadamente, como ha señalado Walter Mignolo, el otro lado de la modernidad europea presenta un panorama bastante oscuro. La tecnología (que frecuentemente se asocia con lo moderno) posibilitó la esclavitud en el «Nuevo Mundo»; y el moderno sistema mundial fue el primer sistema económico que negó, por razones exclusivamente prácticas, la igualdad ontológica del Otro (del indígena). En efecto, la categoría de «raza» fue una invención de la maquinaria ideológica que Aníbal Quijano ha denominado la «colonialidad del poder» [3]. Cito a Quijano:

La idea de raza, en su sentido moderno, no tiene historia conocida, antes de América […] la formación de las relaciones sociales fundadas en dicha idea, produjo en América identidades sociales históricamente nuevas: indios, negros, y mestizos y redefinió otras. Así términos como español y portugués, más tarde europeo, que hasta entonces indicaban solamente procedencia geográfica o país de origen, después de entonces cobraron también, en referencia a las nuevas identidades, una connotación racial. (220).

La invención de estas nuevas identidades «fueron asociadas a las jerarquías, lugares y roles sociales correspondientes, como constitutivas de ellas y, en consecuencia, al patrón de dominación colonial que se imponía» (Ibid). En otras palabras, la invención de las razas conllevó a la explotación y a la esclavitud en las industrias internacionales (por ejemplo, la industria azucarera) por el poder colonial. Quijano escribe:

En el curso de la expansión mundial de la dominación colonial por parte de la raza dominante —los blancos (o a partir del siglo XVIII en adelante, los europeos)— fue impuesto el mismo criterio de clasificación social a toda la población mundial a escala global […] La privilegiada posición ganada con América para el control del oro, la plata, y otras mercancía producidas por medio del trabajo gratuito de indios, negros y mestizos, y su ventajosa ubicación en la vertiente del Atlántico por donde necesariamente, tenía que hacerse el tráfico de esas mercancías para el mercado mundial, otorgó a dichos blancos una ventaja decisiva para disputar el control del tráfico comercial mundial. (223, 224)

En resumen, ideológica y tecnológicamente, la monetización y el establecimiento del comercio transatlántico fueron decisivos en la construcción de la modernidad capitalista —la misma que vivimos en la actualidad—.
apuntes-sobre-la-economia-trasatlantica-del-siglo-xvi-y-la-modernidad-transnacional-actual-04
TRANSMODERNIDAD, FILOSOFÍA DE LA LIBERACIÓN Y LA «CRISIS» DEL MERCADO EUROPEO

Hoy en día estamos experimentando en ambos lados del Atlántico, aunque más en España que en los Estados Unidos, una «crisis» [4] financiera, que tiene que ver, como siempre, con el movimiento, o en este caso, con el control de los flujos bancarios. El primer banco europeo, la Casa di San Giorgio, se fundó en Génova en 1407 «y se ha podido comparar la cotización de sus acciones, por su importancia y su influencia sobre la situación financiera, con la de los ‘consolidados’ ingleses de los siglos XVII y XVIII», dice Pirenne. Y añade: «Otros Bancos, como el de los Centurioni, de Génova; el de los Soranzó, de Venecia, y el de los Medicí, de Florencia, combinan el comercio del dinero con el de mercancías y rivalizan con aquella, cuanto menos por la amplitud de sus capitales y de sus operaciones» (155).

Con el establecimiento de los bancos, el dinero fijo (anteriormente en manos de los nobles) se transformó en capital movible de lugar a lugar. Por lo tanto, sin el financiamiento de los bancos genoveses, los viajes transatlánticos no hubieran sido posibles. El capitalismo depende del movimiento, se despega de la gravedad de la tierra (el feudo), y como apuntan Deleuze y Guattari en El Anti-Edipo, se desterritorializa (1985 229-247) [5]: se lanza al mar, al aire, se convierte en partículas subatómicas y pulsos eléctricos, y algún día se lanzará al espacio para colonizarlo (cf. Deleuze y Guattari 1997 460-41). Todo parece muy negativo, y aún así para el filósofo argentino, Enrique Dussel, la Transmodernidad del mundo periférico representa una posible salida del poder totalizador del capitalismo. Dice Dussel:

El concepto estricto de ‘trans-moderno’ quiere indicar esa radical novedad que significa la irrupción, como desde la Nada, Exterioridad alternativa de lo siempre Distinto, de culturas universales […] que asumen los desafíos de la Modernidad, y aún de la Post-modernidad europeo-norteamericana, pero que responden desde otro lugar, other Location. (2011 63).

Y luego:

Denominamos proyecto ‘trans-moderno’ al intento liberador que sintetiza todo lo que hemos dicho. En primer lugar, indica la afirmación, como autovalorización, de los momentos culturales propios negados o simplemente despreciados que se encuentran en la exterioridad de la Modernidad; que aún han quedado fuera de la consideración destructiva de esa pretendida cultura moderna universal […] Por ejemplo, en las culturas indígenas de América Latina hay una afirmación de la Naturaleza completamente distinta y mucho más equilibrada, ecológica y hoy más necesaria que nunca, que el modo como la Modernidad capitalista confronta dicha naturaleza como explotable, vendible y destructible. La muerte de la Naturaleza es suicidio colectivo de la humanidad, y sin embargo la cultura moderna que se globaliza nada aprende del respeto a la Naturaleza, de otras culturas, aparentemente más ‘primitivas’ o ‘atrasadas’, según parámetros desarrollistas» (Ibid. 70-71).
apuntes-sobre-la-economia-trasatlantica-del-siglo-xvi-y-la-modernidad-transnacional-actual-05
Pero los pueblos empiezan a responder, aun dentro de los límites de la ideología neo-liberal. Como ya hemos dicho, para Deleuze y Guattari, el capitalismo funciona desterritorializándose; convirtiéndose en flujos de intercambios financieros y monetarios. Y tal proceso, paradójicamente, puede servir como arma de liberación. Desplazarse a las calles, formar grupos de desobediencia civil, organizar manifestaciones, todo esto son formas de desterritorialización, de no dejarse ser manipulado y controlado. Al igual que el imaginario medieval empezó a cambiar a finales del siglo XV, el imaginario moderno empieza a cambiar, especialmente en Europa, por el rechazo del sentido de la culpabilidad (católica), y de la deuda infinita. A la deuda privada-estatal, muchos en España, en Portugal, en Grecia, y en Italia, le están respondiendo con un rotundo «NO». «No es nuestra deuda, es la deuda de las grandes empresas y de los ricos, y no la pagaremos» dicen los jóvenes.

Y en relación a este tema, les recomiendo un libro importantísimo de Maurizio Lazzarato, titulado, La fábrica del hombre endeudado: sobre la crisis y el problema de la deuda europea-norteamericana (2011). Cito a Lazzarato:

La sucesión de crisis financieras han hecho emerger violentamente una figura subjetiva que estaba ya presente pero que ahora ocupa la totalidad del espacio público: el «hombre deudor». Las figuras subjetivas que el neoliberalismo había prometido («todos accionarios», «todos propietarios», «todos empresarios») se transforman y nos llevan a la condición existencial del hombre deudor, responsable y culpable de su suerte. Por tanto, es urgente proponer una genealogía y una cartografía de la fábrica económica y subjetiva que lo produce […] La implicación subjetiva y el trabajo sobre sí mismo, predicados por la retórica de gestión a partir de los años ochenta, se han transformado en una orden judicial que hace recaer sobre uno mismo los costes y riesgos de la catástrofe financiera y económica. La gente debe hacerse cargo de todo lo que las empresas y el Estado asistencial «externalizan» a la sociedad y, en primer lugar, de la deuda. (10, 11).

A diferencia de los endeudados, esos sujetos tan queridos por los sistemas totalitarios, los indignados se mueven, se movilizan. Si los indignados son hijos del capitalismo, y si son pícaros que así sean. Todo sistema contiene su propia oposición en su interior. La mordida de la serpiente se cura con el veneno de la serpiente. El reto para nosotros que vivimos en el mundo occidental es el de ser transmodernos y transnacionales sin perder nuestra especificidad cultural desde las periferias. Después de todo, las grandes hazañas siempre se han logrado desde afuera, desde las periferias (geográficas, políticas, morales, y ontológicas).

NOTAS:

[1] Esta ponencia se presentó en el de Departamento de Historia en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, el 4 de diciembre 2012. Fue el segundo encuentro transatlántico organizado por el Centro de Estudios Canarias- América, bajo la dirección de la profesora de letras hispánicas, la Dra. María Hernández-Ojeda, del Departamento de Lenguas Romances de Hunter College (Nueva York). A la profesora Hernández-Ojeda, y al profesor Germán Santana Pérez, del Departamento de Historia de la Universidad de Las Palmas/Gran Canarias les agradezco la invitación y la oportunidad de presentar estos apuntes.

[2] Para más sobre este tema, vease, Rolando Pérez, «The Cid: War Machine, Self-Made Noble, and Mythic Hero of Menéndez Pidal’s ‘Nationalist Epic». Heroes and Anti-Heroes: A Celebration of the Cid. Ed. Anthony J. Cárdenas-Rotunno. New York: The Hispanic Society Medieval Seminar, 2013. 125-145.

[3] Una de las razones por la cual el matrimonio entre el capitalismo avanzado y el neo-liberalismo ha tenido tanto éxito, es porque en realidad, el capitalismo avanzado no es racista para nada. Y de esto se dieron cuenta Deleuze y Guattari en los años 70: que en el ámbito europeo-occidental, el «obrero» había dejado de ser un ser «explotado»; y por lo tanto, la crítica del marxismo ortodoxo ya no servía para analizar los mecanismos del capitalismo. Más importante que el obrero, que la antigua «labor alienada» son los flujos del capital. Eso lo vemos hoy en día en el nuevo capitalismo de finanzas. Lo que ha ocurrido en España y en otros países europeos es que les ha llegado de repente el capitalismo posmoderno norte-americano; y por ejemplo, la frase estadounidense «it’s not personal,» con la cual una empresa echa a diez mil personas a la calle, se ha convertido de un día para otro en una realidad social en Europa. No es que el estado de bienestar esté al desaparecer, es que el Estado en sí ha desaparecido y se ha reemplazado por el mundo de las finanzas como ocurrió con el reemplazamiento de la Iglesia por el Estado con la modernidad. Cuando la nobleza hizo desaparecer la «usura» del imaginario europeo, ahí terminó el poder de la Iglesia, y en ese mismo momento comenzó a formarse el Estado y el capitalismo—la idea metafísica de ganar dinero con el tiempo—el Tiempo que, según la teología medieval, le pertenecía exclusivamente a Dios (Cf. Jacques Le Goff, La bolsa y la vida (1987).

[4] Para el historiador Josep Fontana, la llamada «crisis» no es otra cosa sino la más reciente etapa del capitalismo avanzado (Rebelión https://www.rebelion.org/noticia.php?id=144304. 8-2-12).

[5] «En el centro del Capital Marx muestra el encuentro de los elementos ‘principales’ [de la dinámica capitalista]: de un lado el trabajador [agrario, feudal] desterritorializado, convertido en trabajador libre y desnudo [pícaro, urbano], tiene que vender su fuerza de trabajo; del otro, el dinero descodificado, convertido en capital y capaz de comprarla» (Deleuze y Guattari 1985 231, los corchetes son míos).

OBRAS CITADAS

Deleuze, Gilles y Guattari, Félix. El Anti-Edipo: capitalismo y esquizofrenia. Trad. Francisco
Monge. Barcelona: Paidós, 1985.
__________. Mil mesetas: capitalismo y esquizofrenia. Trad. José Vázquez Pérez, Umbelina
Larraceleta. Madrid: Pre-Textos, 1997.
Dussel, Enrique, «Transmodernidad e intercuturalidad (Interpretación desde la Filosofía de la
Liberación.» La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas. Compilador. Edgardo Lander. Buenos Aires: Cicus Ediciones, 2011. 45-71.
Fontana, Josep. «Más allá de la crisis.´´ Rebelión.
https://www.rebelion.org/noticia.php?id=144304. 8-2-12.
Lazzarato, Maurizio. La fábrica del hombre endeudado. Ensayo sobre la condición neo-liberal.
Trad. Horacio Pons. Buenos Aires: Amorrortu Editores, 2013.
Le Goff, Jacques. La bolsa y la vida: economía y religión en la Edad Media. Trad. Alberto L.
Bixio. Barcelona: Gedisa, 1987.

Mignolo, Walter. «La colonialidad a lo largo y a lo ancho: el hemisferio occidental en el
horizonte colonial de la modernidad.» La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas. Compilador. Edgardo Lander. Buenos Aires: Cicus Ediciones, 2011. 105-129.
Pérez, Rolando. «The Cid: War Machine, Self-Made Noble, and Mythic Hero of Menéndez
Pidal’s ‘Nationalist Epic». Heroes and Anti-Heroes: A Celebration of the Cid. Ed. Anthony J. Cárdenas-Rotunno. New York: The Hispanic Society, 2013. 125-145.
Pirenne, Henri. Historia económica y social de la edad media.» México, DF: Fondo de Cultura
Económica, 1978.
Quijano, Aníbal. «Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina.» La colonialidad del
saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas. Compilador. Edgardo Lander. Buenos Aires: Cicus Ediciones, 2011. 105-129.
Quijano, Aníbal y Wallerstein, Immanuel. «Americanity as a concept, or the Americas in the
Modern World-System.» Social Science Journal 134. 1992. 549-557.
Stevens-Arroyo, Anthony M. «The Inter-Atlantic Paradigm: The Failure of Spanish Medieval
Colonialization of the Canary and Caribbean Islands» Comparative Studies in Society and History. Tomo 35. Julio 1993. 513-543.
Todorov, Tzevetan. La conquista de América. El problema del otro. Trad. Flora Botton-Burlá.
México, DF: Siglo Veintiuno Editores, 1998.
Wallerstein, Immanuel. El moderno sistema-mundial: la agricultura capitalista y los orígenes de
la economía-mundo europea en el siglo XVI. Tomo I. Mexico, DF: Siglo XXI, 1998.
___________
* Rolando Pérez es profesor catedrático de literatura y filosofía hispanoamericana en el Departamento de Romance Languages de Hunter College (CUNY). Es autor de numerosas publicaciones sobre el Neo-Barroco, la relación entre la literatura y la filosofía, Severo Sarduy, César Vallejo, Alejandra Pizarnik, Octavio Paz, Gilles Deleuze & Felix Guattari, Alain Badiou, Emmanuel Levinas, y Enrique Dussel, etc. Su más reciente libro se titula Severo Sarduy and the Neo-Baroque Image of Thought in the Visual Arts (Purdue UP, 2012). Pérez es también autor de varios libros de ficción, obras de teatro, y poesía en prosa; entre ellos, La comedia eléctrica (una versión postmoderna de la Divina Comedia que será publicada en el 2015 por Amargord Ediciones. Proyectos del momento incluyen Filosofía y letras hispánicas: relaciones y aproxímaciones (nuevas perspectivas), una antología editada con la profesora Nuria Morgado (College of Staten Island y The Graduate Center—CUNY); un libro de sus ensayos sobre filosofía y literatura peninsular e hispanoamericana; y por último, un libro de filosofía (anti-hermenéutica, a favor de un proyecto crítico post-kantiano).

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.