LIBERTAD, IGUALDAD, MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA NO SON PALABRAS MALAS
Por Jimena Vera Psaró*
[x_blockquote cite=»Arturo Jauretche» type=»left»]La multitud no odia, odian las minorías,
porque conquistar derechos provoca alegría,
mientras perder privilegios provoca rencor[/x_blockquote]
Argentina sufrió (si, la manera de decirlo claramente es esa) hace poco el embate de un modelo neoliberal en donde por primera vez la derecha llegó al gobierno por vías democráticas. Desde que el presidente procesado Mauricio Macri asumió el poder no ha dejado de exponer en acciones su plan de favorecer a los sectores económicos más abultados en desmedro de la clase trabajadora.
Arturo Jauretche (escritor, político 1901-1974) decía que “la clase media vota bien cuando está mal y vota mal cuando está bien”. Su máxima se ha cumplido expresada en el siguiente ciclo al que vemos con desesperanza repetirse: “Con un gobierno popular, aumenta la clase media; ésta comienza a creerse oligarquía y apoya a la derecha. Gana la derecha y destruye a la clase media, entonces la clase media empobrecida vota nuevamente por un gobierno popular”.
Estar como país en el engranaje de ajuste neoliberal y viendo cómo se reinicia el ciclo de devaluación, despidos y autoritarismo, desespera. Cada veinte años, Argentina se suicida en masa. Pero pese a que en la primera semana de gobierno, hubo una medida peor que otra, está el empoderamiento de los derechos ya conquistados y el 49% de argentinos que no votaron ese cambio en firme custodia por preservarlos. Ni un paso atrás, es la consigna que late en las calles, en manifestaciones y en la unidad que milita por los derechos humanos y construye puentes entre desconocidos.
Son épocas en donde la lucha es también simbólica y el peso de las palabras define e instaura un nuevo orden resistido de imponer. La derecha desembarca vomitando todo el odio y la intolerancia. La grieta entre ese 51% y el 49% que eligieron modelos opuestos de país ha dejado fluir a libre conciencia conceptos que creíamos desterrados o en retirada como la aversión al otro. Simpatizantes e integrantes del PRO (el partido de derecha dominante) repiten y atacan a la comunidad gay, al matrimonio igualitario. Macri definió a las personas homosexuales como: “una enfermedad, no es una persona ciento por ciento sana. Una desviación”. Y en este mismo sentido postula al médico Abel Albino, propuesto para combatir la desnutrición, el mismo que expuso sus principios falaces, de poca naturaleza científica, en un libro de su autoría llamado “Gobernar es poblar: ¿paternidad responsable o fornicación asistida?” en donde expresa por ejemplo que “la mujer debe esforzarse por ofrecer al hombre su virginidad tanto física como moral”.
Se discrimina al inmigrante en un país que siempre ha sido un conglomerado de etnias, se acusa a los militantes de ser vagos, recibir subsidios y dádivas con insultos que en esta nota me niego a reproducir.
En cuanto a lo económico cada medida ha sido en beneficio del poder, disminuyendo impuestos, beneficiando a las empresas exportadoras y dañando el consumo interno, devaluando encubiertamente el 50% el salario del trabajador, a ese mismo al que le quieren quitar paritarias desdibujando el rol del Estado en la negociación, al que le dicen que se había acostumbrado a un estilo de vida que no le pertenecía, que se “le acabó la fiesta” y que estaba haciendo uso de su salario sin “estar autorizado”, por ejemplo a salir a comer con su familia. Que va a pagar entre un 400% y un 600% más caro sus servicios. Que si estaba acostumbrado a salir a comer afuera lo tendrá que dejar de hacer por el país. El mismo país que acaba de quitar el impuesto a los autos de lujo.
La efervescencia acrítica es ciega y solitaria. Este modelo destruye lo colectivo, la otredad. Con el discurso de derecha se destruyen los nexos, las luchas por el bien colectivo y vuelve la indiferencia al dolor ajeno y el “salvarse solo”. ¿Cómo me voy a reconocer en quien anulo y descalifico? ¿Cómo puedo ser un par solidario de quien considero inferior?
Hay un peligroso doble mensaje en lo social. Por un lado hablan de que es momento de la unidad de todos los argentinos, de paz y hasta tienen el tupé de pedir el olvido en las causas por delitos de lesa humanidad cometidos en el país durante la última dictadura militar. Por otro lado, hay ataques discursivos violentos y constantes que desembocan en que por ejemplo grupos neonazis se reactiven en el país.
Por todas estas razones es necesario que el 49% de país que no eligió cambiar futuro por pasado, sea el control de cada acción de este nuevo gobierno. Que los medios hegemónicos y serviles de siempre no silencien a todas las voces. Que se sepa que a esta empresa a la que le han legado gobernar un país durante cuatro años se puso abiertamente a la Asignación Universal por Hijo, a la Ley de fertilización asistida, a la gratuidad de la educación superior, cerró centros de atención a las víctimas de violencia y trata de personas mientras su mujer, la primera dama, está acusada judicialmente de tener una marca de ropa que se abastece de talleres clandestinos que su marido no cerró ni controló mientras fue gobernador de Buenos Aires. El presidente dice que a las mujeres nos gusta que nos miren la cola y nos acosen en la calle, justifica a los prostíbulos, toma a las políticas de Derechos Humanos como un “curro” y avala a los grupos empresarios en el despido masivo de trabajadores.
Se ha declarado en pocos días “Emergencia eléctrica” para justificar cortes y tarifazos, quieren imponer la “Emergencia en Seguridad” para justificar la represión. Pero la ciudadanía puede declarar la “Emergencia periodística” para asegurar que la palabra circule y sea plural. Que no se desinforme, que no se trate la realidad con “infoxicación” y circo en un desfile de frivolidades.
Parte de la sociedad ya ha pasado por esto otras veces y aprendió a un alto costo. Desde la construcción de ciudadanía y en el acceso a la información, caben recordar al periodista asesinado Rodolfo Walsh, escribía en 1976 en la Agencia Clandestina de Noticias (ANCLA), encabezando los cables de la siguiente manera: “Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación, y en tal sentido, el esfuerzo está en romper el aislamiento como satisfacción ética de un acto de libertad. Derrote el terror. Haga circular esta información”.
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* Jimena Vera Psaró es Licenciada en Comunicación Social. Nació en La Rioja, Argentina, en abril de 1979. Cursó estudios de arte, diseño gráfico y periodismo. Trabajó en medios gráficos, empresas de telecomunicaciones y docencia. Desde hace 3 años inició Anima Mulita, su estudio de diseño y comunicación, sostiene el trabajo cooperativo desde ¡Amalaya! Como escritora recibió el 3er premio en el II Concurso Literario Febrero Chayero 2012, participó de tres antologías (entre ellas «Invitados a escribir» de la Biblioteca Popular Ciudad de Los Naranjos y en «Travesuras» como finalista del Iº Certamen Internacional de Literatura Infantil) y obtuvo el 1er Premio por La Rioja en el Concurso Regional de Microrrelatos Norte Cultura (2014).