Literatura Cronopio

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CANCIONES DE GUERRA Y COBARDÍA

Por Baltasar Fernández Ramírez*

I

Todos cantan a la guerra y yo no canto
sino al cansado dolor de seguir vivo
oh, tú, soldado muerto sobre la tierra
olvidado como un fardo sobre el campo de batalla
eres el héroe el mártir que ellos querían
pero tu sangre se seca alrededor de tu espalda
hasta tu madre proclama el orgullo de tu muerte
pero en tus ojos no veo sino un cristal que se apaga
dolorido de las marchas de las luchas cuerpo a cuerpo
me pesa el uniforme como una losa fría
y siento que el valiente soldado que tú eras
ha perdido la guerra y no merece
una tumba un responso un poema.

II

¿Me defenderé si el de enfrente
me mata?
¿me defenderé si no me mata?
dime, ¿cómo sabré
quién se defiende de quién?
y el que no quiera defenderse,
dime, ¿qué haremos?
¿y el que no pueda?
y lo peor,
¿qué haremos con el que no quiera
atacar
si ese es el peor de todos?

III

Menos que todos
menos que nadie
menos que el bastón de mando
del alcalde
menos que la sotana
menos que el uniforme
sin lustre
del cabo o del sargento
comandante
menos que los vecinos
menos que la cal de las paredes
de sus casas
menos que las grietas de la cal
de las paredes de sus casas
menos que el labriego
menos que el tonto del pueblo
menos que el pordiosero
menos que el sombrero raído
del pordiosero
menos que los centavos tristes
del sombrero raído
del pordiosero
menos que la tierra seca
menos que los caminos
donde no hay caminos
menos que los cardos secos
de las cunetas
menos que la piedra
pequeña del poema
menos que la humildad
menos que la miseria
menos que nada
menos que una mierda
mi voz
mi silencio
mi edad
mi presencia
mi ayuda
mis palabras
mis poemas
valen menos que nada
en un mundo cargado de razones
en un mundo de causas
donde el más tonto
tiene un arma
y una estrategia
yo no sirvo para tierra
para siembra
para paja seca y polvorienta
para lecho triste y asqueroso
de las bestias.

IV

Mira, madre, la bandera,
cómo baila con el himno
y qué alta en el viento ondea.
Hijo, tú qué sabrás
de himnos y de banderas.
No importa, madre,
algún día
yo también moriré por ella.

V

Aparta de ahí
puto cobarde
arrastra tu cuerpo a otro lado
serpiente
miserable
no te queremos aquí
con nosotros
tú no has sido elegido
no mereces la gloria
vete
escóndete donde no te veamos
en cualquier parte
tú no sientes como nosotros
no te mientas
donde nosotros vamos
tú siempre llegaste tarde
a qué vienes ahora
quién dices que te ha llamado
no ves que nadie te espera
no ves qué lejos te queda
el palo de la bandera
quita o te quitaremos
corre o te pisaremos
desaparece
esfúmate con el aire
que no sepamos de ti
que no te recuerde nadie
o mejor
quédate
que todos te veamos
quédate
que sirvas como ejemplo
de cobarde
de caín
de judas
de bruto
de traidor a tu pueblo
puto
insoportable cobarde.

VI

¿Cuántos soldados desea,
mi general?
cientos
¿cuántos soldados quisiera?
miles
¿cuántos soldados espera
reclutar
cuántos hombres,
cuántos niños,
mi general?
decenas
centenas de millar
un batallón sinnúmero
para morir por su patria
por su hogar.

VII

A ti, por qué tendríamos
que escucharte
con esa cantinela inaguantable
de frases torpes
y pedantes
con tanta leche de palabras
que sólo sirven para llenar
páginas y páginas
con nada de nada
menos que espuma blanca
a ti, que no eres capaz
de armar una revuelta
de encabezar la marcha
de enfrentarte a los demonios
que nos atacan
si tú no sirves
como arma
si sólo tienes palabras
que no dicen nada
que sólo repiten y repiten
las tonterías que llenan
tus páginas
vete con tus libros
rata de biblioteca
ensimismada
vete a engañar a otros
que aquí no nos dices nada
que aquí no sirves
que aquí no pasas
que aquí ninguno tiene
tiempo para escucharte
ni ganas
aquí tenemos la urgencia
de la batalla
y tú no sirves
tú estorbas
tú sólo cantas
y no se gana una guerra
con palabras
una guerra se gana
con hombres sin miedo
con hombres que no saben

de palabras
de tus palabras
con hombres de verdad
no con vainas
y tú, profesor de nada
calla
cabrón
quédate en casa
a cuidar de tus libros
de tus fantasmas
que ya vendrá el momento
de ajustar contigo
ojos y dientes
las cuentas que no salen
las deudas que nos debes
ya llegará
no lo dudes
la hora de darte
tu parte
lo que mereces.

VIII

Nuestro excelso dictador
qué gran persona
siempre ocupado en decidir
nuestro destino
y qué grandes también
los ministros que le siguen
los asesores los secretarios
los generales los espías
y qué decir de la masa
del pueblo que exaltado
construye la nación
a su imagen y semejanza
pobres los que no crean
qué haremos para curarlos
de su ceguera.

IX

Y aún pienso que valgo
algo
qué necio
aún pienso si pensando
no habrá algo de verdad
en ser cobarde
algo de dignidad
de honestidad
algo
de gallardía
tonto de remate
mientras veo que el mundo se arma
para otra guerra
yo juego a la huida
al escondite
a quitarme de en medio
a guardar la ropa
y aún creo
que hay remedio
o misterio
lo sé
no se está mal entre las sombras
pero me desvanezco
en cuanto se encienda una luz.

X

Yo también tengo bando
sé bien de quién me escondo
pero eso no importa
gane quien gane
toque quien toque
me tocará mendigar un rincón
donde vivir
sin que se note
siempre con el miedo de que alguien
me vea y me señale
y diga a los demás
mirad, éste
quién es
si nunca fue de verdad
uno de nosotros.

XI

Ya sé lo que es dormir al raso
y te digo que es mejor
vivir entre alimañas
¿crees que alguien de mi bando
me perdonará
comprenderá mi miedo
el miedo del cobarde?
¿crees que me entenderán los otros
que se apiadarán de mí?
no es la primera vez
que pierdo mi casa
pero nunca antes
perdí mi patria
también mis padres
y mis abuelos
tuvieron ya que dormir
entre alimañas
¿crees que alguna alimaña
crees que alguna fiera
te mira con buenos ojos?
pues no lo creas.

XII

No estoy solo
también los que nos escondemos
somos legión
cuántos no crees que se esconden
de ti
de mí
de los otros
de todos
también ellos tienen bando
también su mundo está en juego
pero ninguno
ni tú
ni yo
ni los otros
vamos a dejar que sobreviva
¿sabes cuántos quisieran
cuántos sueñan
cuántos esperan
cuántos desean
que no haya bandos?
pobres españoles que no juegan
qué vergüenza
ni siquiera dan pena.

EPÍLOGO

Antes de que concluya
antes de que se olvide
antes de que ganemos
antes de que perdamos
esta guerra
quiero deciros
que no siento rencor
que no me motiva el odio
antes de que muramos
antes de que yo mismo
también muera
quiero deciros
que no me importa
que no siento placer alguno
con la victoria
ni pena con la derrota.

Sin más
presento mis respetos
y me fugo.

___________

* Baltasar Fernández Ramírez es psicólogo social, profesor de la Universidad de Almería. Licenciado y doctorado en psicología en la Universidad Autónoma de Madrid. Ha escrito trabajos variados sobre psicología ambiental, evaluación de programas, apologías del relativismo, ensayos sobre teoría urbana y teoría social. Coedita la recién nacida revista de acceso libre URBS, Revista de Estudios Urbanos y Ciencias Sociales, y ha dedicado algunos esfuerzos a investigar, criticar y denunciar el estigma social contra las mujeres obesas.

https://ual-es.academia.edu/BaltasarFernándezRamírez

 

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