Especiales Cronopio

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AMBIENTES DIGITALES, COGNITIVIDAD Y CONTENIDOS

Por Alvaro Gascue*

«Como dijo Joyce, en Wake: ‘Mis consumidores, ¿no son mis propios productores?’. Consistentemente, el siglo XX ha trabajado por liberarse de las condiciones de pasividad, lo que es decir del legado mismo de Gutemberg. Y esta lucha dramática entre modos distintos de intuición y perspectiva humanos ha dado nacimiento a la más importante era de la historia humana, sea en las artes, sea en las ciencias».
(McLuhan, 1969)

El debate acerca de si los nuevos ambientes digitales provocan en sus usuarios mutaciones cognitivas, está en la actualidad más presente que nunca en América Latina, esto a partir de la implementación de varios programas 1 a 1 derivados, en su mayoría, de un modo u otro, de la propuesta «One Laptop Per Child». Por ello no es casual que sea precisamente en el ámbito educativo en donde el tema se ha planteado con fuerza ya casi nada en nuestras aulas es igual a hace diez años o al menos no debería serlo.

Desde una perspectiva más abarcadora existe la percepción de que los denominados nativos digitales presentan comportamientos novedosos en su modo de construcción del conocimiento y en la aprehensión misma de la realidad.

El novelista y ensayista Alessandro Baricco resume vívidamente esta percepción al afirmar que:

«En cuanto al hecho de comprender, exactamente, en qué consiste esta mutación, lo que puedo decir es que me parece que se sustenta en dos pilares fundamentales: una idea distinta respecto a qué es la experiencia, y un emplazamiento distinto del sentido en el tejido de la existencia. El corazón del asunto está ahí: el resto es únicamente una colección de consecuencias: la superficie en vez de la profundidad, la velocidad en vez de la reflexión, las secuencias en vez del análisis, el surf en vez de la profundización, la comunicación en vez de la expresión, el multitasking en vez de la especialización, el placer en vez del esfuerzo. Un desmantelamiento sistemático de todas las herramientas mentales que heredamos de la cultura decimonónica, romántica y burguesa».

En otras palabras estaría cambiado el modo mismo de construir nuestra civilización y los creadores de contenidos, si no son ellos mismo nativos digitales, deberían tomar nota de este cambio.

GOOGLEANDO, RESPUESTAS EN LA TEORÍA

En realidad nada es totalmente nuevo bajo el sol, y menos por su propia característica especulativa y su afán de predicción en el campo de la teoría.

En el diagnóstico de las nuevas situaciones, algunas disciplinas sociales tienen ventajas relativas sobre otras por su cercanía a los nuevos fenómenos.

Este es el caso, por su centralidad en un mundo globalizado, de la «comunicología».

Y si dentro de sus filas hubo un teórico que avanzó sobre la cognitividad, y que probablemente en el área social fue el que llegó en su época más lejos, ese teórico fue Marshall McLuhan. Lo paradójico es que avanzó sobre un soporte equivocado: la televisión.

Pero su conceptualización terminó siendo el más firme sustento teórico de cualquier especulación relativa al impacto de las tecnologías digitales sobre la cognitividad.

Como lo señala con agudeza Carlos Scolari:

«Con Marshall McLuhan pasa algo extrañísimo: basta tomar cualquiera de sus textos y cambiar la palabra «televisión» por ‘World Wide Web’. Los resultados son asombrosos. McLuhan hablaba en los años sesenta de la transición de la escritura a la ‘comunicación electrónica’ (o sea, la televisión), pero es como si estuviera describiendo los procesos de digitalización que se desencadenaron treinta años más tarde».

Ahondando más en el punto, McLuhan asistió al nacimiento de la informática y de las primeras redes pero siguió empecinadamente centrado en la televisión y en el análisis de lo que él denominó sociedad electrónica.

Algunas de sus apreciaciones sobre el tema incluso son triviales si las comparamos con las que hizo sobre la televisión, por ejemplo en 1978, dos años antes de su fallecimiento, en un diálogo con B.R. Powers donde expresa:

BP—¿Existe algún uso del ordenador digital que pueda crear un nuevo baluarte para el individuo?

MM—Si, lo que algunos investigadores han llamado los nuevos servicios de la información para el hogar, donde una persona utiliza el ordenador para organizar necesidades particulares de datos; es decir, para hacer pedidos al almacén, ordenar repuestos de máquinas, para la seguridad del hogar, artículos especializados, servicios de respuesta y de trabajo pago en el hogar. El ordenador, como instrumento de investigación y comunicación podría aumentar la recuperación, la organización masiva de bibliotecas, podría recuperar la función enciclopédica individual y pasar a una línea privada la información rápida y vendible.

BP—¿Y en qué sentido dicho servicio crearía un nuevo tipo de protección personal?

MM—Podría crear más tiempo libre. Tener más tiempo libre podría hacer que la gente aumentara su sentido de identidad. Si sus trabajos se tornan rutinarios y no ayudan a las necesidades de la autodefinición, el hecho de poder realizar esa ocupación en menor tiempo que el requerido anteriormente, le permitirá a la gente apartar grandes bloques de tiempo libre en los cuales explorar un hobby, desarrollar un deporte o una vocación secreta. En otras palabras, más tiempo para «sintonizarse» a sí mismos.

De todos modos debemos reconocer que en ese momento Internet, si bien ya existía, estaba muy lejos de popularizarse y la prestaciones más avanzadas de comunicación que presentaba era el correo electrónico (creado tal como lo conocemos en 1971) y los tablones de noticias o foros. La World Wide Web, que está fuertemente asociada a su expansión, habría de nacer recién en 1989.

¿ES FACEBOOK LA ALDEA GLOBAL?

Como es sabido McLuhan siempre deja en un segundo lugar el contenido de los medios para hacer especial hincapié en la tecnología en la que éstos se sustentan. Así, por ejemplo, plantea que el alfabeto y la tecnología de la impresión han promovido y estimulado un proceso de fragmentación, un proceso de especialización y de separación, porque el alfabeto mismo es fragmentado mientras que, por el contrario, la tecnología eléctrica —léase digital—, siguiendo la propuesta de Scolari, promueve y estimula la unificación y el envolvimiento. En este sentido McLuhan es enfático:

«El circuito eléctrico (es) una prolongación del sistema nervioso central. Los medios al modificar el ambiente, suscitan en nosotros percepciones sensoriales de proporciones únicas. La prolongación de cualquier sentido modifica nuestra manera de pensar y de actuar, nuestra manera de percibir el mundo. Cuando esas proporciones cambian, los hombres cambian».

Aunque la tomáramos como metáfora, a fin de evitar el debate sobre si ésta afirmación es fisiológicamente real, que la cognitividad predominante en los ambientes digitales es una prolongación del sistema nervioso central, estaríamos explicando su capacidad de servir de sustento a un modo novedoso de percibir la realidad y de construir el saber.

Más aún, siguiendo la lógica de McLuhan al tener toda la banda ancha un mismo soporte, el soporte digital, Internet y la telefonía móvil se nos presentan como una superficie comunicacional total, que además es interactiva.

Si por una razón parecida, aunque mirada en perspectiva mucho menos poderosa desde el punto de vista tecnológico, McLuhan ya consideraba a la televisión como una tecnología capaz de transformar la cognitividad merced a su capacidad de penetración e impacto en la audiencia, con mucho más razón lo es la Red.

Quizás, al día de hoy, el mayor símbolo de la capacidad de la tecnología digital para impactar en la sociedad es Facebook, la inesperada aldea global del siglo XXI. O quizás no tan inesperada:

«La ciudad en circuito del futuro no será el trozo de bien inmueble concentrado que creó el ferrocarril. Bajo las condiciones de muy rápido movimiento, tendrá un sentido totalmente nuevo. Será una megalópolis de información».

Facebook, al igual que otros sitios parecidos, es antes que nada un entramado de redes sociales y este es el factor determinante de su desarrollo, pero además, este tipo de sitio unifica en un solo espacio comunicacional casi todos los soportes conocidos propios de la intercomunicación personal y de la que Castells ha denominado autocomunicación de masas.

En ellos es posible ser partícipe de una versión renovada y casi aleatorio de los antiguos foros (o tablones) de noticias, ver y publicar fotografías o videos, conversar en tiempo real o asincrónico, escuchar y subir música, jugar ‘videogames’ individuales o colaborativos, enviar y recibir correo electrónico, realizar compras o ventas ‘online’.

Todo en una única superficie interactiva con fronteras móviles en donde la idea de tiempo y espacio tiende a diluirse. Los Sitios Sociales combinan el instinto gregario de la especie con un tipo de tecnología comunicacional sin antecedentes históricos.

Además para los nativos digitales este tipo de sitios (al igual que los Fotologs) les permite exhibir su vida, o al menos su aspiración de vida, democratizando las ceremonias de representación que antes eran una potestad exclusiva de los nobles (por ejemplo del Rey Sol, Luis XIV, y su corte) o más modernamente de los famosos. Para un joven nativo digital es más privado respecto a su familia su Sitio Social que su propio dormitorio, y considera una ofensa grave a su intimidad que los padres accedan al Sitio, ya que es allí donde expresa sus sentimientos y expone su quehacer cotidiano ante el auditorio que él ha escogido (Gascue, 2009:5).

Si Facebook no es la aldea global, probablemente es uno de sus emergentes o, en última instancia, un antecesor.

¿ES TWITTER SOLAMENTE EL SMS DE LA ALDEA GLOBAL?

Cuando parecía que el futuro iba a quedar en manos de las superficies totales surgieron los ‘microblogging’ cuyo representante más notorio es Twitter.

Twitter es desde una mirada tradicional aún más subversiva que Facebook, porque probablemente es el primer hijo de la nueva cognitividad. Como lo explica Paula Sibilia:

«Hoy, en cambio, hay quien dice que los blogs ya se han convertido en una antigüedad, porque la nueva moda son los nanoblogs o microblogs. Se trata de mensajes mínimos, que jamás superan los ciento cuarenta caracteres —nunca más de dos renglones—, y circulan a ritmo de decenas de miles por hora en servicios específicos de Internet como Twitter, Pownce o Jaiku. Esos miniartículos pueden enviarse por correo electrónico o por los celulares de sus autores —narradores— personajes, y tratan invariablemente sobre un tema crucial: ‘¿Qué está usted haciendo en este momento?’. Solamente Twitter reclutó quinientos mil entusiastas usuarios en sus primeros meses de vida, gracias a las promesas que vende: ‘ver un píxel de la vida de alguien’, además de ‘disfrutar de una presencia virtual íntima, siempre conectada, con sus colegas y amigos’. De modo que la tendencia parece clara, por lo menos en estas arenas: los relatos de sí tienden a ser cada vez más instantáneos, presentes, breves y explícitos».

Más instantáneos, presentes, breves y explícitos ¿No son estas las características expresivas de los nativos digitales? Pero, además, en los hechos, Twitter no es solo el soporte capaz de comunicar el estado de ánimo de las personas sino que también se ha convertido en un soporte utilizado por los medios masivos, las empresas comerciales, los gobiernos y otro tipo de organizaciones.

«Con la difusión de Internet, ha surgido una nueva forma de comunicación interactiva caracterizada por la capacidad de enviar mensajes de muchos a muchos, en tiempo real o en un momento concreto, y con la posibilidad de usar la comunicación punto a punto, estando el alcance de su difusión en función de las características de la práctica comunicativa perseguida. A esta nueva forma histórica de comunicación la llamo autocomunicación de masas… Las tres formas de comunicación (interpersonal, comunicación de masas y autocomunicación de masas) coexisten, interactúan y, más que sustituirse, se complementan entre sí».

Manuel Castells nos llama la atención sobre la complementación de los distintos soportes, contra lo que podía ser la expectativa de hace unos años, los distintos soportes hegemónicos han tendido a complementarse explícitamente en vez de competir entre sí. Y lo han hecho con un alcance que ha superado al link y que más bien parece un hijo joven del hipertexto.

Una parte sustancial de los mensajes de Facebook tiene su origen en Twitter, a su vez desde un Messenger es posible dialogar en las salas de chat de Facebook o renovar mutuamente el «estado». Facebook y Twitter nos invitan a compartir las mismas salas de videochat, difuminando sus límites. Algo parecido ocurre con You Tube, no sólo es posible acceder a sus videos desde Facebook o Twitter (o desde cualquier web o blog) sino que el mismo You Tube se ha asociado a algunas de las prestaciones de Facebook, como es, por ejemplo, el caso de la prestación «me gusta».

Nos inclinamos a pensar que esta complementariedad, que casi no conocía antecedentes, no se debe solamente a una estrategia de desarrollo de las empresas creadoras de los respectivos soportes sino también a la demanda de los usuarios que mediante sus golpes de ‘mouse’ condicionan la suerte de una prestación. Y la alta porosidad de las fronteras nos dice mucho de estos usuarios.

FLUJOS Y ATEMPORALIDAD

Volvamos a Baricco que en este párrafo nos describe a los que denominamos «nativos digitales» y que él asimila a los bárbaros por el desmantelamiento que éstos hicieron de la cultura greco romana, aunque, claro, se trata de bárbaros de una nueva clase:

«Por regla general, los bárbaros van donde encuentran sistemas de paso. En su búsqueda de sentido, de experiencias, van a buscar gestos en los que sea rápido entrar y fácil salir. Privilegian los que en vez de acopiar el movimiento lo generan. Les gusta cualquier espacio que genere una aceleración. No se mueven en dirección a una meta, porque la meta es el movimiento. Sus trayectorias nacen por azar y se extinguen por cansancio: no buscan la experiencia, lo son. Cuando pueden los bárbaros construyen a su imagen los sistemas con los qué viajar: la red, por ejemplo».

Castells no es tan radical, mas coincide en que con la sociedad–red han emergido dos nuevas formas sociales de tiempo y espacio: los espacios de flujo y el tiempo atemporal, formas que coexisten con las anteriores (2009:62). Pero no olvidemos a McLuhan que treinta años antes había llegado por su camino a conclusiones similares:

«El circuito eléctrico ha demolido el régimen de ‘tiempo’ y ‘espacio’, y vuelca sobre nosotros, al instante y continuamente, las preocupaciones de todos los otros hombres. Ha reconstruido el diálogo en escala global. Su mensaje es el Cambio Total, que acaba con el parroquialismo psíquico, social y económico y político. Los viejos agrupamientos cívicos, estatales y nacionales ya no funcionan (…) Hoy, los jóvenes rechazan las metas. Quieren desempeñar roles».

Las coincidencias de estos autores son expresivas de una sensibilidad que procura abordar una realidad inédita.

Si consideramos que al presente, el ambiente digital nos estaría diciendo mucho de sus usuarios, y cuando decimos usuarios nos estamos refiriendo casi necesariamente a consumidores–productores, habría motivos fundados para creer que ese ambiente es efectivamente la expresión de una nueva cognitividad.

CONTENIDOS PARA LOS INTERSTICIOS

«De una manera no distinta a la mano invisible del mercado de Adam Smith, la suma de movimientos de mouse y golpecillos en el teclado (y en forma creciente voz y video) ha permitido a individuos y grupos encontrar intereses comunes, asociarse a través de distintos tipos de intercambios y crear zonas de comunidades y de soporte emocional utilizando representaciones producidas por software. El resultado es un intrincado entramado de intereses individuales, que se pueden encontrar también en otros ámbitos, pero que para bien o para mal ha generado nuevas formas de pensamiento, acción e interacción» (Katz y Rice, 2002: 117).

Xavier Bringué y Charo Sádaba pertenecientes a la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra encabezaron una investigación que consistió metodológicamente en la realización de una encuesta ‘online’ que fue aplicada a 25.467 escolares de 6 a 18 años pertenecientes a siete países de América Latina: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Venezuela.

Los hallazgos fueron dados a conocer en 2008. Resumimos a continuación algunos de ellos (Bringué, Sádaba, 2008:311):

* La proyección de los datos hace prever que los sectores con mayor crecimiento en los próximos años son los del ocio y el entretenimiento.

* En la consolidación de esta tendencia tienen un papel central los niños y adolescentes.

* El 61% de los niños encuestados (6-9 años) y el 65% de los adolescentes (10-18 años) declararon poseer un ordenador en casa; el 40% de los más pequeños y el 46% entre los mayores afirmó disponer de una conexión a Internet en su hogar. El 42% de los niños y el 83% de los adolescentes poseen un teléfono móvil propio.

* Pero más allá de la posesión de los medios tecnológicos, el 63% de los encuestados de 6 a 9 años declaró navegar por la Red, porcentaje que alcanza el 96% a los 17 años, lo que confirma la afinidad de este grupo de edad con los dispositivos digitales.

El futuro parece propicio para los creadores profesionales de contenidos, sean éstos textuales, auditivos, gráficos o multimedios, o se trate de aplicaciones (programas). Pero lo va a ser a condición de tomar en cuenta las nuevas pautas culturales emergentes. Tomar en cuenta, por ejemplo, como lo señalaba anteriormente Baricco, las nuevas pautas cognitivas: la superficie en vez de la profundidad, la velocidad en vez de la reflexión, las secuencias en vez del análisis, el surf en vez de la profundización, la comunicación en vez de la expresión, el multitasking en vez de la especialización, el placer en vez del esfuerzo.

Estos contenidos están ubicados en el intersticio entre, y a partir de, las grandes superficies comunicacionales tales como los Sitios Sociales o los microblogging, aplicaciones ubicadas en los flujos más que en los territorios centrales.

Este posicionamiento se ve favorecido por el surgimiento de la complementariedad expresamente consentida entre las diversas superficies, y entre Internet y la telefonía móvil. Este último hecho, más allá de los intereses empresariales, sólo puede ser entendido a partir del tipo de apropiación que de ella han hecho los usuarios.

Y esta última afirmación es clave ya que los contenidos serán viables en tanto tomen en cuenta las modalidades que están generando los usuarios, mas no sea porque crecientemente es probable que sean representantes de un nuevo tipo de cognitividad.
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* Alvaro Gascue es Magíster en Sociología. Docente e investigador. Responsable de la asignatura de Sociología de la Comunicación en Licenciatura en Ciencias de la Comunicación de la Universidad de la República (Uruguay). Coordinador General del Proyecto Flor de Ceibo (Proyecto de apoyo al Plan Ceibal –OLPC ) – UDELAR. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (Uruguay). El presente texto  fue su ponencia presentada en el Congreso Panamericano de Comunicación 2010, Brasilia. Correo-e: agascue@liccom.edu.uy

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