Interludio Cronopio

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Bandas

LA EXPERIENCIA DE COMPONER A CUATRO BANDAS

Por Juan Fernando Velásquez*

Cuando pensamos en un compositor, o mejor aún en la práctica de la composición, inmediatamente nos remitimos a un ejercicio con dos características básicas: una fuerte carga intelectual y un carácter eminentemente individual. Aunque en nuestro medio aún es frecuente enfrentarnos a una imagen idealizada del compositor visto como «un genio inspirado», la verdad es que la composición requiere talento, pero también, una alta dosis de conocimiento; sólo cuando el compositor conoce los medios de expresión puede emplearlos de acuerdo a su intención.
Por otro lado, aunque es cierto que la composición suele tener un carácter eminentemente individual y solitario, también es cierto que existen notables excepciones. Una bastante cercana, y que merece ser nombrada, es El Taller de Composición de la Universidad EAFIT, un espacio donde varios compositores de la ciudad han tomado parte activa, y cuya producción incluye la música incidental para tres grandes montajes coreográficos: La Casa de Bernarda Alba, La Gaitana y Medea, en danza contemporánea, este último proyecto pudimos disfrutarlo en el Teatro Metropolitano de Medellín el 2, 3 y 4 de junio pasado.

Andrés Posada, Director de la Escuela de Música de la Universidad EAFIT y docente de la misma, creó el taller y ha tomado parte activa en él desde sus inicios, un proyecto que según sus propias palabras se remonta al 2009:

«El taller nació por una coyuntura en 2009, cuando Peter Palacio, un coreógrafo muy vinculado a la ciudad, me propone retomar la puesta en escena de La Casa de Bernarda Alba, un proyecto del que ya habíamos hablado tiempo atrás. Le comenté que era un trabajo que requería mucho tiempo y yo estaba muy comprometido con el Departamento; dadas sus dimensiones, le propuse que nos apoyáramos en algunos jóvenes que eran ex alumnos míos: Juan David Osorio, Juan David Manco y Gerardo Giraldo. Afortunadamente, en ese momento, contamos con el apoyo del doctor Juan Luis Mejía, rector de la Universidad EAFIT y del doctor Alberto Uribe, rector de la Universidad de Antioquia y de la industria privada, como Formacol, lo que nos permitió adelantar el proyecto.»

El taller ha contado con la presencia de Andrés Posada, Juan David Manco, Juan David Osorio y Gerardo Giraldo, para La Casa de Bernarda Alba; en La Gaitana, Víctor Agudelo reemplazó a Gerardo y, en Medea, Juan David Santander ocupó el lugar de Víctor. De hecho, la intención fundamental del taller es que sea un grupo abierto.

A pesar de que el trabajo simultáneo de cuatro compositores implica el riesgo de crear una verdadera Torre de Babel, en donde cada uno podría tomar por su lado, los miembros del taller han encontrado una solución a este problema, como lo señala Juan David Santander:

«Siempre hay un coordinador musical. En esta ocasión [Medea] fue Andrés Posada. El papel del coordinador es muy importante, pues define los esquemas escalares, y los materiales temáticos, y las bases rítmicas, entre otras cosas. Sobre estas ideas básicas se realiza un trabajo individual que luego se socializa y se discute. Gracias a ello, se da un intercambio de herramientas entre nosotros que le brinda unidad a la obra.»

La presencia de un coordinador ha delineado lo que ha sido la dinámica de trabajo del grupo; sin embargo, como lo indica Juan David Osorio, el desarrollo colectivo de los materiales siempre ha sido fundamental a la hora de resolver problemas y realizar el trabajo individual de composición: «el taller parte de la retroalimentación, en donde cada uno de nosotros aporta desde su propia experiencia para trabajar una obra en conjunto».

Contrario a la tradicional figura del «compositor inspirado» que se sienta casi milagrosamente a plasmar sus ideas en el papel, la labor realizada por el taller demuestra la profundidad que puede alcanzar el oficio del compositor cuando este se asume de una manera profesional, labor que obliga a la investigación, a conocer la trama y naturaleza de un proyecto e, incluso, cuando se trata de música incidental, a entablar un diálogo con el coreógrafo, como lo indica Andrés Posada:

«Hay unas ideas básicas que surgen de una investigación en torno a la obra, la cual se lee y se relee. Además, se realizan reuniones con Peter Palacio, el director general. Él nos indica el carácter y número de escenas y nos las describe con adjetivos que puedan proyectarse a la música. El libreto coreográfico marca por lo tanto la pauta para las ideas musicales.»

La relación entre música y danza se va dando en un proceso de doble vía: Es decir, algunas escenas son marcadas coreográficamente y luego musicalizadas y, en otras ocasiones, la música marca la pauta para la coreografía. Como señala Juan David Manco: «en ocasiones le damos la pauta a Peter», algo que fue más frecuente en su último proyecto, Medea.

Cuando se trata de música incidental, como los tres proyectos desarrollados por el taller, la investigación es fundamental; como lo ha señalado anteriormente el maestro Posada, es necesario saber cuál es la trama de la obra, qué sentimientos se expresan en ella, qué situaciones, para así poderlas llevar al lenguaje musical. Por ejemplo, Juan David Osorio, señala que Medea requería «una música arcaica, no tan compleja, que tuviera un elemento dramático, algo oscura, para que generara tensión».

Observando atentamente las tres obras desarrolladas por el taller, encontramos un denominador común, un hilo conductor: la figura de la mujer como protagonista, aunque como comenta Andrés Posada «son mujeres muy distintas en tres momentos distintos, por ejemplo Medea es un personaje casi divino, revestido de poderes sobrenaturales; La Gaitana es una mujer que representa y une la fuerza de los caciques de la Federación Pijao para luchar contra los españoles, es una vengadora. En el caso de Bernarda Alba y sus hijas, son mujeres bajo un sistema dominado por el luto en una sociedad confesional, que buscan liberarse de ese yugo a través de un personaje silencioso pero muy importante, una figura masculina, que viene del exterior de la casa, a perturbar el encierro de las hijas impuesto por la madre.»

Sin embargo, en los tres casos siempre aparece la fatalidad asociada a esa figura femenina, algo que es especialmente evidente en el último gran personaje femenino que han abordado, Medea. Como lo indica el maestro Posada: «la fatalidad en Medea es absoluta, ella, que podía cambiar la vida de su entorno, no lo hace. […] Es una vida atrapada por el destino; por ello, en la música hay varios motivos: entre ellos el del conjuro, la tragedia y el amor frustrado. Estos motivos dieron germen a otros motivos.»

Asimismo, las características de la trama de la obra también han influido en la selección de los instrumentos empleados en la música incidental que compone el taller, como comenta Juan David Manco:

«La elección de los instrumentos es importante, existe una relación entre la instrumentación y la obra, por ejemplo Bernarda requería una guitarra, también se empleó otro instrumento que remitía a España como la caja, pero para evitar el cliché se incluyeron otros instrumentos como viola, timbales, flauta, clarinete y una soprano.»

Algo que Juan David Osorio corrobora:

«En La Gaitana incluso se cambiaron instrumentos sobre la marcha, porque la obra lo pedía; por eso tuvimos que ampliar el tamaño del conjunto, por lo cual, al ensamble original de bronces se sumaron las maderas y un coro masculino.»

Este taller, y su labor, hacen parte de un movimiento que, poco a poco, posiciona la música contemporánea en la ciudad y le otorga espacios, generando un interés en el público, el cual, contrario a lo que suele suponerse, ha respondido a las convocatorias que proyectos de este tipo le hacen.

En relación a lo anterior, Andrés Posada, cuando se le pregunta si, en su opinión, la ciudad no cuenta con un público interesado en la música contemporánea, responde:

«Muchos eventos han demostrado lo contrario. Por ejemplo, hace algunos años, la Filarmónica de Medellín hizo un concierto de jóvenes compositores antioqueños, bajo la dirección administrativa de Lucía González y la dirección musical de Cecilia Espinosa. Del mismo modo, los trabajos de Peter Palacio con Luis Fernando Franco y conmigo han tenido buena acogida, al igual que los proyectos que hemos realizado con el taller. También existen grupos que se atreven a realizar conciertos con música contemporánea, por ejemplo, el Ensamble Periscopio, fundado en 2001 y actualmente liderado por Víctor Agudelo, que días atrás hizo un concierto en el Auditorio Fundadores de la Universidad EAFIT. Fue sorprendente la numerosa asistencia de público a este recital. Debe destacarse igualmente a la Orquesta Sinfónica Universidad EAFIT, la cual programa con frecuencia obras contemporáneas, especialmente de compositores latinoamericanos.»

Como lo señalan los miembros del taller, en esa tarea de consolidar un espacio para la música nueva en la ciudad, han contado con dos elementos fundamentales: el primero, la presencia de lo que ellos denominan sus «aliados estratégicos», un conjunto de intérpretes, entre docentes y alumnos, que muestran afinidad con este tipo de proyectos y se atreven a realizar una ejecución pública de obras nuevas.

El segundo, la forma misma en que se llevan al público estas obras, a través de una narración en la cual lo audiovisual juega un papel importante. Como comenta Juan David Osorio: «El año pasado, cuando hicimos La Gaitana, concluimos que esa era una buena forma de llevar a la gente hacia la música contemporánea, en un contexto en donde se incluya como música incidental.»

En opinión de los miembros del taller, una de las barreras que hace difícil consolidar un espacio para la música nueva en la ciudad, más allá del público o los intérpretes, es el temor de los organizadores de conciertos y eventos en Medellín a arriesgarse con éste tipo de repertorios, a pesar de que cuando los realizan, la respuesta del público ha sido positiva.

Sin embargo, el taller espera continuar su labor, y aunque hasta el momento sólo se ha compuesto en él música incidental para danza, quieren trabajar en otras líneas. Juan David Manco dice: «Hay ideas con música incidental para el teatro, o para el cine, o proyectos de música pura». Algo que esperamos se dé, e involucre que el Taller de Composición EAFIT crezca y se consolide, para que la música nueva cuente con un espacio propio en una ciudad que empieza a interesarse en ella, un espacio que estimule a los compositores a crear y a los intérpretes a tocar sin recelo, con interés y curiosidad nuevos repertorios; un espacio que mantendrá, en resumidas cuentas, viva la música en la ciudad en una de sus más interesantes facetas, para que la música de nuestro tiempo se conozca y renueve el repertorio.


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* La Columna Interludio es Auspiciada por el Departamento de Música de la Universidad Eafit. Juan Fernando Velásquez O. inició sus estudios de música en el Instituto de Bellas Artes de Medellín; posteriormente los continuó en la Universidad EAFIT, en la cual se graduó en 2005, como músico con énfasis en violín. En 2009 se hizo acreedor a una de las seis becas para latinoamericanos, otorgadas por la Fundación Carolina, con la cual asistió al Curso para la Preservación y Difusión del Patrimonio Artístico Iberoamericano, realizado por La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y el Real Conservatorio Superior de Madrid. Actualmente cursa su último semestre de la Maestría en Musicología Histórica en la Universidad EAFIT, en donde está vinculado, desde 2003, al Grupo de Estudios Musicales. En ésta misma institución ejerce su labor docente. También es miembro de la Orquesta Sinfónica Universidad EAFIT.

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