Literatura Cronopio

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Ventanas

LAS VENTANAS Y OTROS POEMAS

Por Fernando García Cuéncar*

«Voy y vengo buscando una ventana.»
(Cavafis)

I
MIRADORAS TRISTES

Miradoras tristes de valles y caminos,
vestidas de colores cuando las golpea el viento,
lloran porque la lluvia las destiñe y corroe.
Guardan una serenata de luna congelada,
Velan cualquier silencio
y sonríen con el beso de luz
que descuelgan las auroras.
Las ventanas,
ojos tristes,
a veces tuertos;
son sedientas
solitarias.

II
AMANECE

A la vieja ventana
hundida
de tanto mirar
a través
de la pared roída
hoy
un ojo de luz
le ha roto las alas…
y amanece

III
VENTANA PRÓFUGA

Apenas despierto
y mis ojos buscan
un ruido cercano y constante en la calle.
Hoy
mi ventana
baja un poco de altura,
quiere parecerse a las cosas
de afuera…

IV

Estallidos
Solamente la sombra
de tus senos
temblando en la ventana.
Subo
bajo
tiemblo.
Aún no me has visto.

RINCÓN DE INFANCIA

I

El abuelo que pasea ritualmente ladrillos y silencios,
roble centenario con los brazos frutecidos de pajarucos
donde comen juntos su gato bandido y sus palomas.
Las miradas a los ojos y las manos apretadas
con ese niño inmenso y blanco bajo su disfraz de piel arrugada;
carcajeándonos de su siglo que ya viene, que ya viene.
Ángeles sin nube
del infierno de turno:
el gigante armado en mangas de camisa con el niño loco,
dueños de las calles de piedra.
Nosotros somos la aldehuela de lagartos encantados,
ya levantamos nuestra buhardilla en los muros de barro.
La muerte, vieja negra y helada, solamente se lleva a los marcados.

II

Sí,
todo tenía un tamaño inmenso:
La calle en cada grieta era el universo.
En cada piedra una gota de luna,
de lluvia, de sangre.
Una ronda de pájaros
bajo el sol color miel
de las cinco de la tarde.
¡Ah!,
la sombra larguísima de Teresa Guerra
hilando en las escalas de piedra…
Su huso, sus cántaros de barro,
su patriarca bíblico.

III

Una recua de bestias saturaba el aire de hierba
muy verde. Un perro perseguía cometas.
Martillaban detrás de las ventanas
y esta gota constante hacía música…
Junto a las ollas de agua dulce,
mi madre aleteaba su canto en la cocina.

MÁS ALTO QUE EL INVIERNO, EL HOMBRE.

Alto de soledad
mordiendo hielo.
Más alto que la estatura de la lluvia,
más alto el hombre.
Más rico en fragilidad
urdiendo ansia.
Más alto que el grito del trueno
la rabia contenida.

Llama, volcán,
coalición de dos planetas
cada humano que se junta con otro
y enciende el calor que sueñan las miradas.
Eso es más alto
que todas, todas las cosas.

LA PRIMERA VEZ

Octubre 24 del 80.
Un joven de quince años
y lleno de todas las soledades
acaparadas durante ese tiempo
decidió no saludar a su madre
en los nuevos soles,
ni repetirle a la maestra
el teorema de Pitágoras,
ni adorar al dios de yeso de cada ocho días,
ni sonreírle a su amigo mientras tomaban Coca-Cola.
Y ante todo no quiso esperar
el color gris-futuro de su cabello rojo,
ni quiso tampoco mirar por televisión
o en la trinchera la tercera guerra
del acabose.
Entonces, hizo el amor
con una soga, y,
como cuando era menos inocente,
le sacó la lengua
a todo lo que no le parecía.

VI DERRUMBAR LAS ANTIGUAS CASAS

y vi asfaltar las losas de piedra
de las calles estrechas;
los solares de la niñez
cubiertos de edificios
(ni naranjos ni columpios
ni jadeos respetó la gran máquina),
atosigados y atónitos
como animales en la orilla del incendio
vimos crecer sobre el antiguo mirador azul
la nueva ciudad con sus casas extra rápidas,
y el valle estrecho arañado en cada seno,
los caminos sudorosos y frutales alambrados,
y extrañas galaxias de bombillas encendiendo
las laderas.
Pero esta noche al contemplar la luna llena
remontando el cielo poblado
he mirado mi vida
y soy el único que no crece.
Luna ciudadana; un animal silvestre
canta en la rama de su locura
para que tu le alumbres la soledad.
Luna ciega de los ciegos citadinos
es a mi niñez a quien alumbras.

VOLVER A MEAR LAS ESQUINAS

¡Ah!, volver a mear las esquinas de las casas de tapia,
cuando de las terrazas y balcones de madera
nace un canto del chirrido de bisagras;
anunciando con su jerga muchos ojos
que abandonan sus lienzos y letras,
cacerolas y martillos,
para ver morir al monstruo de fuego
y olerle su último vaho…
Trepar unas gradas de piedra
para hablarte del color del último viento,
ahumar la tarde con un sueño de hojalata
y espantar a los pájaros con nuestras risotadas.
Atravesar tu rostro para desnudarte la risa,
tomar café bajo la lluvia o bajo las estrellas.
Saber de las efímeras cosas
que se nos parecen y nos copian.
__________
*Fernando García Cuéncar nació en Bello, Antioquia, en 1961. Poeta y cuentista. Profesor de Literatura, Filosofía y ciencias Sociales en diversas instituciones educativas de Medellín. Sus poemas han aparecido en la Revista Prometeo, Revista Acéfala, Revista Imago, Revista Otras voces, Periódico El Colombiano y otros diarios del país. Segundo lugar en el Tercer concurso de poesía Jorge Robledo Ortiz, 1993; Mención en el V concurso Nacional de Poesía Ciro Mendía. Entre sus obras se encuentran: Animangel, Sinsonte, Los crespos de mi mamá, Las ardillas de Teresa, El pan celeste, El ángel del tío Samuel (Cuentos).“Tiene el poeta el deber de recuperar para todos los hombres ese lenguaje primitivo, escuchado y vivido en la casa de su infancia, y que vaga por ahí en las plazas y en las cocinas, en una vieja canción, en los cafés o en su cuarto. Palabra y sentimiento que cincelan, a veces sin saberlo, el espíritu hondo de su momento histórico, voces hondas en las que subyacen los rizomas del ser. Le corresponde al poeta de este siglo, saturado de fibras ópticas y perseguido por los satélites que uniforman, bajar de nuevo a su soledad más dura, para seguir escarbando en las raíces del lenguaje, y en esta ganancia de conciencia, multiplicar el corazón de las palabras que alimentan el ser interior de todos los hombres. Ir enamorado detrás de la belleza, soñar con la hermosura de los elementos que se concuerdan, volver a descubrir que debajo de las cosas y los actos, habitan los vocablos que sueñan la hermandad verdadera del hombre nuevo que ha de venir…”.

*Los presentes poemas pertenecen a la selección hecha por el autor que fueron presentados durante el 22 Festival Internacional de Poesía de Medellín, 2010.

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