Alfil Cronopio

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UN CÍNICO

Por Marcel Hofstetter Gascón*

Max Weber (1864-1920), es el gran filósofo alemán que se hizo famoso con la publicación de “El Político y el Científico”, donde recoge dos de sus más famosas conferencias: La Política como vocación, y La Ciencia como Vocación.
En ellas, el autor describe las características de cada una de las profesiones y sus respectivos ideales y espectros de acción. En la conferencia sobre la política, Weber identifica y analiza dos maneras de hacer política en una profesión: o se vive “de” la política, o “para” la política. El ideal consiste en tener gobernantes dedicados exclusivamente “para” la política, los cuales se vuelcan con pasión y mesura a la búsqueda de soluciones a los principales problemas de una sociedad.

Sin embargo, la realidad confirma que varios políticos buscan hallar en el servicio público una fuente de ingresos permanente, ignorando el objeto esencial de la actividad del Estado. Éstos agentes son catalogados bajo concepto de Weber como vividores “de” la política, utilizan los cargos únicamente para beneficio propio.

Bogotá, el Distrito Capital, que se había caracterizado por elegir con criterio a sus burgomaestres, está enfrentando uno de los momentos más críticos de su historia reciente. Su alcalde actual, Samuel Moreno Rojas, ha tenido desde su posesión bajos índices de aprobación a su gestión. La debacle tiene origen en el deterioro en la calidad de vida de los capitalinos y en la rampante corrupción del llamado “Carrusel de la contratación”. La Fiscalía y la Procuraduría han vinculado a la fecha al ex Contralor Miguel Ángel Moralesrussi, a la ex Directora del Instituto de Desarrollo Urbano, Liliana Pardo y al propio hermano del Alcalde, Iván Moreno, entre otros notables procesados.

Hace poco, el alcalde Moreno se felicitó por la presentación de los Nule a la justicia, porque así podrían explicarle al país los ilícitos en los que se vieron involucrados. Esta estrambótica y cínica declaración confirma que los Moreno viven “de” la política y no “para” la política. Los más cercanos colaboradores del alcalde han sido vinculados al escándalo de corrupción más grande de las últimas décadas en la capital, y él, en su calidad de jefe supremo se coloca en el papel de víctima, sin asumir responsabilidad política alguna. Su forma de hacer política es la demagogia. Llegó a la alcaldía con la promesa de construir el metro y evitar la construcción de Transmilenio por la emblemática Carrera Séptima. A la fecha, el metro no es más que una ilusión lejana, y hay un contrato firmado para un Transmilenio “ligero” de treinta cuadras que no resuelve los problemas estructurales de movilidad de este corredor vial de Bogotá.

Con lo sucedido durante la actual alcaldía en la capital, se neutralizaron gran parte de los avances que habían realizado las anteriores administraciones en temas de infraestructura, movilidad e institucionalidad.  Esta mala experiencia debe servir de ejemplo para que los electores vuelvan a la sensatez y elijan gobernantes que tengan la vocación “para” la política. Una profunda reflexión para el período electoral que se avecina.
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* Marcel Hofstetter Gascón es Director del Programa de Economía y Finanzas Internacionales de la Universidad de La Sabana.

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