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amasando palabras

AMASANDO PALABRAS

Por Gabriella Gutiérrez y Muhs*

ESCRIBIENDO CON LOS OÍDOS

I

El libro en blanco como el perro desconocido, seduce.
Como el Coliseo guarda secretos, así como un centavo perdido, que quiere ser encontrado, ensuciado, gastado, volverse buena suerte.
El libro en blanco como el océano quiere que lo pisen. Nos invita a explorar, a cantar, nuestro murmullo en palabras, en pinturas y arañazos,
a soñar a colores, en amor, dolor, en sonido y hambre, infinitamente.

II

Años aprendiendo a cantar con mamá, con la radio, entonces no podía aún escribir o leer pero aprendí que la canción expresa pérdida, libertad, liberación, ocio, y quizá, pesar. Como si todos nuestros amores anteriores ya estuvieran muertos.
Pero no lo estaban, y vivir es tolerar sus silencios, sus indiferencias,
como si ellos fueran bibliotecas y yo fuera periódico.

VIENTOS DE PAPEL

Me mandaste el viento cuando ya no lo necesitaba.
Como los besos de papel, dura para siempre,
pero al contrario de los besos de papel,
no vuela solo, ni con sellos.

Mándame los truenos y centellas de tu amor,
los truenos de tu odio.
Mándame tus innombrables deseos, yo los haré volar.

Haz algo comible, potable.
Acúnalo en tu diario,
atiende los deseos calientes con mi ventilador.
Tendrán un turno para convertirse, como la masa que se fermenta en el horno,
para volar al compás del sonido de los peces debajo del agua,
los olores de un pozole perfectamente cocinado,
el amor sin palabras,
el tocar sin las manos,
música sin instrumentos
una probadita de un padre reconciliado
que perdona sin saber lo que hay que perdonar.

CARGANDO AGUA

Dormía antes de la madrugada
cuando el agua es abundante.
Entonces, ofrecíamos perfume y flores
a la Virgen,
y agua a nosotros mismos.
Entonces, cuando el mundo era para otros
y no solo para nosotros, sabíamos que
estábamos envueltos en lo tibio de la leche.

Desperté con botellas de plástico~ vacías
pájaros sedientos, en mi ventana~
gatos adoloridos, mirando fijamente
a probables cuidanderos,
ratas borrachas en el metro
corriendo libres de hambrientos jugadores,
estudiantes malévolos, y así, un metro que apesta a alcohol~
el olor a depresión del fin de semana~
la desesperación del sábado por la noche
de casi desnudas bellezas buscando sexo, atención, amor,
profecías, alguien que pudiera leer la palma de sus manos esta noche,
que adornara sus trajes, proveyera un cumplido,
quizá,
que durara una semana.

No puedo permanecer despierta,
mi alma está tocando fondo,
el hombre de arena está acariciando con sus miedos.
Pesadillas de sábado, siestas de gato,
pastillas para dormir, carne enlatada,
pescados que lanza un pájaro en mi plato,
nunca soledad, o paz.

MÉXICO

La topografía desigual
de la ciudad
al llegar a Aztlán, Tenochtitlán
los edificios desde el aire
como jengas a punto de caer
entre grietas verdes.

Profundas
rías,
estrías
obscuras
de flores Xocimilqueñas
que empapan,
humedecen y limpian la tierra
escurriendo de ella
las malas intenciones.
Sí, esta ciudad
es el resumidero del mundo.

Salón España
y lo que menos hay
son españoles.

Hay mexicanos hablando de
plazas mayores
visitadas,
países que no son este
en una esquina que pretende
ser España.

DE LA TIERRA

De la tierra solo quiero tierra.
De la sandía, un olor inconfundible.
De la yerbabuena, esperanzas.

¿Qué me puedes dar, vida, que no sea un olor, un sabor, un sentimiento? Un guiño que reemplace la política cotidiana, el palpar de la lealtad en unos ojos el palpar de la integridad cuando caminan los pájaros.

Y para los elefantes, más yerbas sin pesticidas, un pez que no sea pescado, y un pescador que no sea pez.

Del aire, oxígeno.
De los mangos, su piel.
De las buenas personas, sonrisas.
De la malas personas, lejanía.
De la música, una vida…

MEMBRILLO

A Juana de Ibarbourou por su «Higuera»

No me tengas vergüenza, membrillo. No escondas tus desnudos parpadeos. Tus flores de cinco pétalos sencillas y olorosas, blancas con pistilos amarillos, hermosas, casi como pequeñas rosas de Castilla, mas nunca desnudas, nunca detrás de decorosas hojas.
En aquel entonces vivíamos diez meses muy lejos, pero solíamos probar tus dulces versos de verano. Viajábamos por verte, y por hacer de tu fruta un néctar de amor
lejano. Éramos sencillas, sin preámbulos, con dos cambios de ropa
hecha por mi mamá y unos zapatos que compraba en especial para ir al campo con los vecinos, con los primos, a hacer cajeta, de ti.
Éramos brutas. ¡Perdona que tus membrillos nos regalaran amor sin
tu permiso!
Hablábamos de noche los duraznos y yo, los dátiles y yo, y la
incansable higuera, no tú.
Los torturamos en un caso enorme, meneándolos, hasta hacerlos papilla,
el pudín mañanero. Había una razón que tú comprendías sin palabras: La intención de regalar el manjar a los vecinos queridos por dos meses. Cuidadas, no teníamos otro medio para hablar del amor adolescente, que nos ahogaba, que no fueran tus frutos.
Éramos crueles, mi hermana y yo, disfrutando los besos deliciosos de los amados novios
de mano sudada, a tus costillas, a escondidas, que eran finalmente los dueños de tus frutos seductores.
Yo te tengo pena, por mi egoísmo al disfrutar tus manzanas, tus hijas, tu flor, especialmente tu olor,
por deleitarme con los labios de mi amor de verano, sin importar tu sacrificio y tu dolor.
Perdónanos.
Y las carcajadas silenciosas de tu superioridad duraban diez meses, en un país hostil
y degradante. Eras simplemente el conducto de un amor rinoceronte, que no pudo ser.
Ya no me hablas, querido membrillo, ya no llamas a mi puerta, tu nido, ni mi dolor de inmigrante, tu pena. Ya no me hablas, querido, ya no soy el amor de tu amor, la niña que osa robar tus fragancias. Mi intención ya no es ignorante ni vana, amor.
Ya no es inocente mi labia ni tampoco tu risa.
Ya no me hables, querido membrillo, ya no llames mi puerta, tu nido.

Entiendo hoy que la reciprocidad no es únicamente humana.

ENGAÑOS

«Me extraña que siendo araña, te caigas de la pared» (refrán).

No. La Nochebuena no dura una noche, es flor de muchos
Los niños pobres no siempre saben que algunos son ricos,
ni sobre las cucarachas que son libres,
ni los perros saben lo que es una vida de perro,
ni los perros saben lo que no es una vida de perro.
En este país viven en la abundancia, como los turistas, no como los indigentes.
Pero los niños DACAS sí saben que a sus padres se les acusa criminales
y que aunque se esfuercen, llevarán la «D» escarlata en sus frentes/miradas.

* * *

En estos días los pájaros son acusados de matar a los humanos.
Los humanos se quejan de invasiones y desplazamientos.
El MSG que fabrican los está atacando,
dardos de inseguridad les provocan migrañas.
Están en la orilla de sus existencias.

«No te desgastes», dijo la lluvia
mensajera que terminó con los pendientes de Covid.
El miedo ha entrado en esos barrios
donde el dinero vuela por las ventanas normalmente;
y cocinar nunca ocurre, sin embargo los libros de recetas se abren como bocas hambrientas
en los estantes, listos para ser abusados, amados, acariciados, o hasta ignorados, una o dos veces,
¿Quién fuera árbol?
Una bondad de las palomas… me abrazaría.
Quizá entonces sentiría el calor de las plumas…amontonadas.

LETANÍA DEL REGOCIJO

I

El canto de mi madre al cocinar.
Cocinar caricias de mi perro.
Perronas cartas de amor en mi baúl.
Recuerdos en baúles de abrazos marcados.
Marcadas canciones de amor que alguno por allí me dio.
La presencia de mis amigas, en grupo.
Agrupado el amor de todas mis madres en un libro.
Ganar un libro a las cartas a un grupo cercano.
Cercano maullido agradable de un gato cuando paso.
El paso de los enamorados en el aeropuerto.
Enamorado en una colchoneta de pluma sobre mi cuerpo desnudo.
Desnuda, la cara de los católicos después de haber comulgado.
La comunión de un homeless cuando le das una caja con sushi.
Sushi recién hecho por conocedores.
Serenada por conocedores en mi cumpleaños.
Un pastel cumpleañero de chocolate en cualquier momento.

II

Atole.
Mis hijos soñando.
Jicama, piña, sandía, mango, pepinos, naranjas con tajín.
El sabor de la satisfacción.
Una amiga sincera y leal.
Sábanas y fundas limpias y suaves en una cama de esponja.
Rebozos.
Las pulseras de oro que me regaló mi madre que me hacen invencible.
El recuerdo de mi padre cargándome del carro a la cama, después de una fiesta.
Comer higos dentro de una higuera, que es hogar.
La lectura de poemas nuevos.
Una novela que sorprende y agrada.
Sorprenderte mirándome con amor.
Ser otra con el maquillaje de mis sueños.

El triunfo profesional de grandes amigos.
Una discusión intelectual con una persona en quien confías.
Los consejos de alguien que te quiere profundamente.
El cuidado de una amiga cuando estás enferma.
Escuchar un grito de felicidad.
El gusto del que envía un paquete, un dinero, una tarjeta a un ser
profundamente queridx.
El habla, la escritura, el sonido, palpar, y ver, aunque seas ciego.

____________

*Gabriella Gutiérrez y Muhs es poeta, crítica literaria, catedrática y trabajadora cultural en Estados Unidos, en Seattle University. Su trabajo es interdisciplinario. Es autora y editora de varias colecciones de poesía, antologías literarias, de narrativa y poesía escritas por chicanos.

Sus primeras publicaciones fueron en Francia a los 18 años, donde trabajó con exiliados del cono sur. Ha vivido y trabajado en varios continentes y es polilingüe. Su trabajo ha sido publicado en varios países, incluyendo Turquía, Francia, España, Chile, México, Estados Unidos, la India, entre otros. Su enfoque académico es intersecciones, especializándose en la clase social. Entre sus últimas publicaciones están: «¿Cuantos indios podemos ser?» e «Indomables: indomitable, una reciente Antología de literatura por chicanas». Ha publicado más de 15 libros de poesía y crítica literaria, al igual que antologías literarias, incluyendo a cientos de escritores chicanos. Su poesía ha sido antologizada en multiples libros. Vive y trabaja en el noroeste de Estados Unidos.

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