Sociedad Cronopio

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HOMOSEXUALISMO Y EL VATICANO; DOS POSICIONES ENCONTRADAS

Por: Juliana Mejía Jiménez

“…aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada…
El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tienen en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.
El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta… ”.

La sociedad contemporánea se mueve bajo la diversidad, manifestada, entre otros factores, a través de la pluralidad étnica, religiosa, ideológica, cultural y sexual; una de las amenazas a la fe católica ha sido la relativización de los valores y la acomodación individual de las escrituras a las situaciones particulares. Este escenario además de ser consecuencia de la secularización, es expresión viva de una sociedad moderna que ha racionalizado, conjuntamente con  las realidades sociales y naturales, las realidades religiosas.

Sin embargo, cabe preguntarse si verdaderamente la relativización de valores atenta contra las verdades católicas, o simplemente hace parte de una manera objetiva, que involucra elementos subjetivos de ver las situaciones sociales y personales en relación al misterio y a lo trascendente, pero que en últimas es reflejo de las realidades individuales y colectivas.

En los últimos años, se ha percibido una pérdida del flujo de los fieles Católicos en el mundo, las nuevas generaciones se ven identificadas con corrientes religiosas eclécticas, asunto que en vez de verse como una problemática pastoral debería ser entendida como la necesidad del hombre mismo de acceder a Dios a través de diferentes creencias, ritos y prácticas. Con base en esto, es de aprovechar la misma necesidad humana de la inmanencia y transcendencia de Dios para reevangelizar a muchos de los fieles y entregar a otros tantos la posibilidad de pertenecer a una fe a pesar de las condiciones de diversidad que los marcan de manera circunstancial.

La realidad que se vive en la iglesia debe ser un elemento clave en la comprensión tanto del sincretismo religioso como de cualquier búsqueda espiritual. Analizada la reflexión a la luz del cambio que define el marco de la Constitución Política de Colombia de 1991 se reconoce de ese modo, un territorio conformado entre identidades diversas. Ello porque en sus Artículos Fundamentales  enfatiza en el reconocimiento de identidades individuales y colectivas, generando un marco de ley que ofrece garantías para la reproducción de la diversidad en Colombia.

Sobre la base de estas ideas se puede decir que la política ha sucedido a la religión en términos de acogida, igualdad y respeto por las diferencias, ya que lo que corresponde al Estado es entregar beneficios a la sociedad, claro está, reclamando también ciertos deberes fundamentales; podría ser pertinente que la iglesia visualizara el relativismo como parte de la diversidad y que se enfocara en entregar enseñanzas y soporte en relación a la fe, basándose en los hechos que permiten percibir un corazón puro que tiende a Dios, más que en convencionalismos morales, que en el últimas llevan a los fieles a la separación de la fe o la vivencia de una doble moral.

Abordando el tema del amor, podríamos decir que ha sido una cuestión de interés en lo referente a la vida del hombre. Muchos autores han abordado este asunto, muchos hombres han defendido soportando en éste sus causas, las artes que son reflejo de la veneración e importancia de la humanidad, las cuales permiten además visualizar la historicidad  de este sentimiento; el amor  traspasa edades, épocas históricas, e incluso atraviesa los paradigmas religiosos, culturales y aún los políticos.

Es importante establecer que con base en la encíclica “Deus caritas Est”, escrita por el  Pontífice, es necesario ahondar en las realidades humanas, pensadas no solo a la luz de la palabra de Dios, sino a través de los derechos de las colectividades.

Reflexionar en las palabras del Papa permite acercarse directamente a lo que la Iglesia Católica espera de sus fieles y del mundo en general, y posibilita también encontrar en sus argumentos, grandes verdades eclesiales y bíblicas que son a la vez  incoherentes en relación a su praxis con algunos casos particulares.

Se pueden encontrar relaciones y discrepancias entre la religión y la política en un mundo secularizado. Este texto ha sido escrito con el interés particular de analizar básicamente  lo que se refiere a los derechos civiles y religiosos de las personas pertenecientes a la comunidad LGBT.

En  una de las cartas de Pablo a los Corintios, el apóstol resume el significado del amor que Cristo procuró transmitir. Ésta concepción es absoluta y define de manera clara  la importancia y el significado completo del amor, el cual, más que un sentimiento, es una estructura vital de la existencia de los seres humanos.

Pensando en el amor como pilar fundamental no solo del hombre, sino de la fe misma, el Papa Benedicto XVI cabeza visible de la iglesia Católica en el mundo lleva el mensaje de Cristo a través de su primera encíclica “Dios es amor”, en la cual desea hablar no solo de Dios como amor mismo, sino de una de las misiones de la iglesia en la tierra: La Caridad.

En este discurso el Papa desarrolla de manera clara y directa la fundamentación del amor, reconociendo  la existencia latente de este en los seres humanos.

Cabe anotar que hace distinciones entre las raíces semióticas de la palabra entrando a diferenciar el amor a partir de las raíces eros, agapé y  philia, expresando que la primera raíz se relaciona directamente con aquellos sentimientos del amor ligados a lo erótico, mientras que la segunda atañe explícitamente a la entrega, es decir a la caridad y la tercera es referida al amor de amistad.

Expresa además que filósofos como Nietzsche afirmaban que para el cristianismo el eros era un veneno, idea que el pontífice rechaza, dando a entender que la iglesia visualiza el eros como algo que pertenece al hombre mismo; fundamenta su idea en la experiencia erótica de los griegos, como es el caso de “la locura divina” , argumentando que la existencia de éste no debe ser desbordada, empero si  purificada para alcanzar la felicidad a la que tiende el ser.

Para Benedicto el eros no se debe envenenar, sino madurar y sanear para alcanzar la verdadera grandeza. En este orden de ideas dice además que el hombre es cuerpo y alma, y si el hombre rechaza una de las dos pierde su dignidad.

Retomando entonces esta visión, se pueden encontrar algunos elementos contradictorios en relación a las minorías sexuales.

Hay quienes  plantean que desde comienzos de la historia de la humanidad existen la prácticas homosexuales, incluso se afirma que se han encontrado pinturas en cuevas de la región Balcánica en Italia que datan aproximadamente de ocho mil años y que muestran sexo entre hombres, asimismo  aseveran que en algunas comunidades de la edad antigua el homosexualismo era un asunto culturalmente aceptado .

Dando credibilidad a estas afirmaciones, es necesario preguntarse ¿en qué momento se da un quiebre cultural, y en qué momento se comienza a hablar del homosexualismo como antinatural?
El tema es complejo, porque si bien se hallan antecedentes de la existencia de la homosexualidad desde comienzos de la humanidad, también se encuentran posturas históricas que rechazan estas prácticas, algunas se localizan en el Antiguo Testamento en el libro del Levítico decreta “No te acostarás con varón como con mujer; es abominación” , y luego se  asevera, «Si alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos, sobre ellos será su sangre” .

Luego, en este mismo libro en capítulos anteriores se habla de la impureza en asuntos como la eyaculación masculina y el ciclo menstrual femenino, además de comer determinadas carnes y trabajar determinados días, es decir , los preceptos y normas del pueblo de Israel se basaban en cuestiones sumamente conservadoras y radicales.
¿No es acaso el Nuevo Testamento el que permite un cambio paradigmático en lo que a Dios se refiere?, la religión Católica ha reiterado constantemente que Cristo vino a mostrarnos un Dios de amor, distinto a ese Dios castigador del Antiguo Testamento.

El apóstol Juan afirma que “Dios es Amor»  sustentando esta frase con la enunciación: “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su hijo unigénito para que todo aquel que en Él crea, no se pierda, mas tenga vida eterna”.
Retomando el sustrato de esta reflexión, se  podría decir que la homosexualidad ha sido una constante histórica, empero, han existido pueblos que la han legitimado, mientras que otras la han rechazado, como Moisés y el pueblo de Israel.
Este último punto es crucial, ya que la herencia del catolicismo se basa directamente en las creencias del pueblo judío, sin embargo, Cristo trae un mensaje de acogida, de amor, de caridad, de Dios como padre y no como Juez.

La pregunta aún tiene validez, ¿Es o no la homosexualidad antinatural, o simplemente se basa en concepciones culturales que la condenan o la legitiman? El asunto de lo antinatural lo trajo a colación Santo Tomas de Aquino, llamado el Doctor Angélico, cuando dice que “es un pecado antinatura todo acto sexual del que no pueda derivarse la procreación” .

A esta postura pareciera en un comienzo que Benedicto diera una nueva visualización, aceptando el eros como parte del ser, sin embargo las prácticas eclesiales distan de esto, incluso rechazando las relaciones prematrimoniales, los anticonceptivos, y desde luego las prácticas homosexuales.

Luego el pontífice habla de la purificación del eros, y es aquí donde la abstinencia sexual se liga intrínsecamente con dichos preceptos pragmáticos; aunque no es un tema que se abordará, es oportuno interrogarse ¿Si una pareja casada bajo la fe católica tiene relaciones por amor y sus condiciones económicas y sociales le obligan a evitar la reproducción, se estaría cometiendo un pecado ”antinatura”?

Ante esto, es acertado traer a colación ideas del derecho canónico, el cual tomaba como fin primario del matrimonio católico la procreación, y como fin secundario la ayuda mutua, la complementación sexual y la comprensión reciproca. Ahora bien el Concilio Vaticano segundo considera el matrimonio “como una comunidad de amor conyugal que se expresa, se realiza y crece en el encuentro sexual. Este amor conyugal tiene valor en sí mismo. Solamente después se dice que esta comunidad de amor conyugal está llamada a ser fuente de vida.” .

El cuestionamiento ante esto es si es viable que las parejas homosexuales puedan cumplir estos fines. Pues bien, en lo recorrido hasta acá se ha hablado del eros como una parte esencial de la vida del hombre, pero este no se refiere al amor en todas sus dimensiones.

En la encíclica el Papa retoma el asunto del ágape como sustrato esencial del amor, la entrega hace parte vital de la humanidad, incluso Pablo en su carta a los Corintios, habla de un amor que no es egoísta, que se da, que todo lo puede, este es el amor que se debe vivir desde el concepto católico. Ahora,  ¿las parejas homosexuales simplemente experimentan el amor erótico, o existirá en estas el ágape, la entrega, la reciprocidad?

El reciente surgimiento de la identidad homosexual, es producto de un gran cambio social. Según sugiere el filósofo Jeremy Bentham “la persecución de homosexuales, provocó que algunos individuos se definieran exclusivamente como homosexuales. Cuando estos individuos se enfrentan a sociedades y culturas que niegan su existencia, y los tratan como aberraciones, estos se ven obligados a definir aún más su identidad sexual para poder defender sus derechos.”

El ser homosexual, pareciera en muchas ocasiones la vivencia desbordada del eros; es en la población LGBT  donde se hablan, además de otros grupos sociales, temas como la promiscuidad, la poligamia, el VIH, las fiestas desbordadas, las drogas, entre otras. No obstante se rescatan de este grupo social muchas parejas que se han unido por años y han procurado establecer una vida, claro, apenas con algunos derechos fundamentales, entregados en los últimos tiempos por las cortes constitucionales de algunos países.

La vivencia del “mundo de la vida”   gay, pareciera relacionarse con euforia y desborde del eros, empero entraría en  la discusión si falta o no la presencia de la fe en estos grupos.

Pues bien, al ser rechazados por la fe, entre ellas la católica es del hombre mismo dejarse reinar por el amor en una de sus dimensiones agapé, philia o eros y es aquí donde  pierde la dignidad.

En la segunda parte de la encíclica el pontífice habla de la iglesia como institución que tiene como misión fundamental llevar la caridad al mundo, a los grupos desprotegidos, practicar la misericordia, extender la palabra de Dios y del evangelio al mundo entero.

La población LGBT es discriminada hace ya muchos años, y reconociendo en ellos la integridad del amor, la iglesia  además de aceptar a las personas con estas tendencias, debería incluir en su seno a sus parejas y procurar ser una guía en la  vivencia de sus relaciones eróticas y de su entrega mutua.
Existe un estudio que se ha robado la atención de manera particular y es el del historiador Allan Tulchin, quien publicó las evidencias de uniones homosexuales en Europa occidental de hace seiscientos años.

Este historiador muestra con documentos legales que el matrimonio gay no es algo nuevo. Habla que en el Medioevo en Francia y en toda Europa existieron los llamados affrèrement, contratos en donde las partes se comprometían a vivir juntos y a compartir un mismo pan, un mismo vino y una misma bolsa, lo que hacía referencia a la unión de las pertenencias de ambos. Además este matrimonio debía celebrarse ante notario y con testigos.

Esta uniones entre el siglo III y XIII muestran cómo la viabilidad de las uniones homosexuales ha sido contemplada en determinados momentos de la humanidad.

Pensando un mundo al cual los posmodernistas han llamado desencantado, donde el hedonismo prima y existe una necesidad del hombre de reencontrase, ¿no es el momento de reivindicar los grupos sociales minoritarios excluidos por la iglesia, no es el momento  de la reivindicación social?

Muchos grupos han encontrado en el derecho y la política la acogida y la inclusión que se les había negado por largo tiempo. Si los gobiernos contemplan la posibilidad de abordar el tema de las uniones del mismo sexo como vitales para el reconocimiento de los derechos fundamentales, entonces es el momento que la religión entre a practicar la caridad y aceptar y acoger a los homosexuales como parte del tejido de la iglesia.

Es más, la iglesia misma debería bendecir sus uniones y aconsejarlos en la tarea de ser mejores cristianos y correctos ciudadanos.

Si aplicáramos a esta realidad el mensaje de Bendito XVI y lo incorporáramos a estas minorías sexuales, entonces veríamos que es misión de la iglesia según el ágape y la caridad  involucrar en el proceso de evangelización a las personas LGBT entendiendo su elección sexual como naturaleza erótica e incorporando el componente de la comunión y la entrega mutua para purificar esta uniones. Con ello se permite entonces el reconocimiento de los derechos religiosos de los cuales han sido desprovistos.

Todo este recorrido permite reflexionar en que mientras la política reconoce los derechos de estas parejas queda faltando el componente espiritual que niega la religión a quienes desean encontrar en la fe católica la felicidad y la vida eterna.

Concluyendo, se podría decir que así como está escrito en los evangelios, “Estuve desnudo y me vestisteis… cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos conmigo lo hiciste” , así el Papa debe transmitir el mensaje de amor de la iglesia católica que busca  ser testimonio de ese Cristo al que finalmente se pretende confrontar cara a cara, sin embargo, las prácticas contemporáneas y las afirmaciones que se hacen constantemente distan de esta misión escrita en la encíclica y permiten visualizar una iglesia que además de conservadora, tiende a la discriminación de determinadas minorías.

Los derechos humanos entre ellos el de la libertad han otorgado al hombre la posibilidad de ser en el mundo, y las nuevas legislaciones permiten a la población LGBT disfrutar de igualdades que la iglesia pareciera desconocer y que en contraposición a su mensaje referente al amor contradice con la praxis.

Los derechos de las personas homosexuales han de ser el reto no solo de los gobiernos sino para la religión ya que se aproximan con la legislación a ser ejemplo por encima de la iglesia de la comprensión de la naturaleza humana. Sin embargo muchas personas de la población LGBT esperan también ser acogidos en una fe y practicar también ritos que les permitan una aproximación directa con el misterio.

Por lo anterior la vivencia de los sacramentos ha de ser el ejemplo que el catolicismo debe  procurar entregar a estas personas, no solo impartiendo la comunión y la confesión, sino regalando el sagrado sacramento del matrimonio como muestra de amor a la humanidad.
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2 COMENTARIOS

  1. Muy interesante la manera en que te valiste de explicar. Los sacramentos se reciben en la gracia de la luz, por tanto son santificantes ante la renuncia. En la humildad de la verdad de la iglesia, aceptar y aplastar el entendimiento humano permite la entrada de Dios en este entendimiento. Así, humillarse abre el paso para la recepción de los sacramentos.. a menos, que haya algún tipo de intercesión para el sacramento de la confesión. Si queremos analizar la problemática, podemos entender que primero no puede haber un cambio hacia la humildad en alguien que no ha tomado esta humillación, courage-latino promueve la castidad, que da paso a la pureza y ésta al agradecimiento y la humildad que es la puerta de los sacramentos de la iglesia. Si bien la iglesia hace el llamado a los pecadores, es para que ellos decidan incluirse aceptando las condiciones, no para que la iglesia acepte las condiciones de las personas, sin importar las explicaciones que las personas quieran dar.
    Ciertamente puede darse una madurez en una relación de este tipo, pero tanto puede ser una ilusión de madurez, convincente para el mundo, y provista por el demonio que conduzca a una armonía entre las partes y un trabajo por un bienestar social (siempre aparante conforme las limitaciones del pecado que engendran una perspectiva humana de los asuntos), como una madurez real con la gracia y misericordia de Dios que conduzca a la fraternidad de las partes y a la ruptura de sus actividades sexuales de origen egoísta. Pues bien, no es lo mismo un eros que proviene de la añadidura que un eros buscado, así como no es lo mismo un amor fructificado desde el amor a Dios que un amor que se ha desarrollado desde el interés, incluso si este interés es algo bueno como la justicia, la verdad o la paz. Pues las partes no son el todo, el todo se forma por la unión de las partes y este todo es Dios.

  2. Felicitaciones a todas las personas que crearon esta página; Me gustan sus articulos, porque están comentados de una manera muy fundamentada, estudiada y expuestos respetusamente sin atacar o incomodar a alguna persona.

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