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EL ARTE DE IMPROVISAR EN ESCENA

Por:  Juan Manuel Zuluaga Robledo

La pequeña sala de teatro está a oscuras y aún no se advierte movimiento. Se escuchan murmullos y comentarios entre el público. La idea de los artistas es novedosa, pero no es nueva, pues sus aires teatrales vienen tomando fuerza. Desde hace 9 años han logrado consolidar un público que en los fines de semana desborda una pequeña sala ubicada abajo del Parque de El Poblado, contigua a la Calle del Frito, tal como era conocida en el pasado.

La novedad acompaña cada movimiento. Negar su presencia sería como imponerle a los ojos del espectador una tela gruesa y áspera, una barrera que no permite detallar lo sui generis de su propuesta.

Los reflectores y luces iluminan de lleno la pequeña sala. Un público variado compuesto por jóvenes y viejos comienza a colmarla lentamente, mientras conversan de temas cotidianos. Algunos ya saben a qué atenerse con este espectáculo; para otros es un verdadero misterio y están inquietos y desean que en el acto se abra el telón.

De repente irrumpe en escena un grupo musical. Con la ayuda de teclados y guitarras interpreta una canción improvisada y de ritmo desordenado. Las notas musicales permean el ambiente, mientras el grupo de actores se cuela en la tarima.

A partir de ahí, los movimientos del grupo Acción Impro traducen en una sola palabra: improvisación. El pianista, un hombre que porta unos jeans desteñidos y una pinta desaliñada, presenta la obra:

– ¡Bienvenidos a Accioooooón Impro! Una puesta en escena donde se desborda la imaginación y donde todo puede ocurrir.

Luego de su discurso con tono circense, recolecta papeles diminutos que la audiencia festiva deposita en una bolsa de tela negra. En estas pequeñas notas plasman posibles temáticas que serán representadas por los actores sin contar con la guía y tutela de guiones y parlamentos.

Los temas serán actuados siguiendo las líneas de géneros propios del lenguaje cinematográfico, como la acción, el terror y por qué no, asumir algunos visos dramáticos, trágicos y románticos característicos de las obras de William Shakespiere. Después de una rápida deliberación con el público, el pianista llega a un acuerdo y anuncia la primera improvisación.

-Mi papá es un glotón y no sabemos que hacer con él…este será nuestro primer número de la noche. Así que amárrense los cinturones, respiren hondo y disfruten de los demonios de la actuación- exclama el presentador, al mismo tiempo sus palabras son acompañadas las fanfarrias emanadas de un sintetizador y que imitan el sonido de trompetas.

Así comienza a Toda prueba, el primer montaje realizado por el grupo en su primera década de historia. Es un espectáculo de humor fino, ideado para colmar de risas a los espectadores durante una hora y 20 minutos. Uno de los actores se lleva las manos al vientre, lo frota y comienza a lamentarse. No ha comido en años, en décadas y quiere saciar su falta de alimentos cueste lo que cueste. De inmediato sus hijos – adoptando el tono de un doblaje de película -lo consuelan y lo alientan en una búsqueda desfrenada por encontrar comida.
Comienzan a ganarse la atención de los asistentes; todo se torna en un desorden interpretativo que es acompañado por carcajadas y risas espontáneas.

La técnica
A su técnica se le conoce como Teatro Deportivo. Este fenómeno teatral tomó fuerza en medio del auge de la contracultura juvenil de los años sesenta y setenta y ahora existen varios adeptos alrededor del mundo.

Sin embargo, esta tendencia no surgió por generación espontánea y la técnica ya estaba siendo empleada por dramaturgos como el británico Keith Jhonstone en el Canadá de la década de los años veinte. Su iniciativa era incorporar en el orbe teatral algunos elementos de eventos deportivos como el boxeo que permitieran popularizarlo. Eso incluía las reglas habituales en un ring de pugilistas, administradas por un juez o árbitro. El fenómeno se fue extendiendo hasta Chicago donde en la década de los años 50, era posible disfrutar de verdaderos duelos de actuación.

No obstante, mientras Los Beatles llenaban las mentes de los jóvenes con acordes de rock and roll, de nuevo en Canadá se creaban los primeros torneos de alta competencia. Tal como recuerda, el actor y director argentino de teatro Ricardo Behrens “el Match de Improvisación Teatral es un juego deportivo-teatral que fue creado en Canadá por Robert Gravel e Yvon Leduc. Viendo las canchas de Hockey llenarse de fanáticos y los teatros vacíos surge, entre un grupo de actores del Teatro Experimental de Canadá, la idea de una pieza teatral que, como un deporte, fuera única e irrepetible en cada representación[1].” En América latina, los matchs de teatro deportivo comienzan a popularizarse en los 80 en Argentina y Brasil. En Colombia llega un poco tarde, una década después de la mano del grupo bogotano “La Gata” y en Medellín, la propuesta se viene popularizando desde 1999, cuando un grupo de soñadores, un pequeño pelotón de estudiantes de teatro la Universidad de Antioquia conoció esta propuesta por medio de un profesor que arribó desde la capital.

La génesis del cuento
La culminación del milenio pasado coincidió con un periodo de experimentación para David Sanín, Catalina Hincapié, Adriana Ospina, Jairo Pinzón y Gustavo Miranda, fundadores de Acción Impro y creadores de 5 obras originales que han cautivado al público paisa. “En 1999, el maestro bogotano Rigoberto Giraldo, dictó un taller sobre improvisación y teatro deportivo, entonces nos empezamos a encarretar con este asunto”, menciona Adriana Ospina.

Al principio, notó cierto talento para la técnica propuesta y les propuso la creación de un colectivo de improvisación que actuara en el Festival Internacional de Teatro de Manizales. Entonces Giraldo invitó al grupo de improvisación bonaerense “Sucesos Argentinos” con el fin de adiestrar todos los movimientos de los aprendices. La experiencia en la capital caldense, plantó la posibilidad de configurar un grupo de trabajo permanente.

Ospina alza las manos, cierra los ojos y se traslada mentalmente a esos tiempos. Recuerda un grupo aproximado de 20 jóvenes, reunidos en un inmenso salón de la Universidad de Antioquia.

Veinte almas sedientas de teatro, se le midieron al reto, pero con el paso del tiempo, algunos fueron renunciando y el grupo quedó reducido a los integrantes que lo conforman en la actualidad.

En últimas, los interesados en el cuento, aceptaron un préstamo del grupo argentino para solventar sus primeras operaciones teatrales. Salían en fila india y se mezclaban en el hormiguero humano que departía o esperaba turno para comprar en las cafeterías de la universidad pública. Súbitamente, salían en desbandada, llaman la atención de los comensales y presentaban sus ocurrencias teatrales de improvisación.

“Actuábamos como los artistas callejeros de las películas y hasta teníamos el típico sombrero en el que la gente depositaba contribuciones generosas…con eso cubrimos nuestros primeros gastos”, rememora Adriana con ensoñación.

Entonces empezaron a montar números de teatro deportivo y de improvisación en algunos bares de rock y en las salas de teatro del centro. Por ese entonces, el público fascinado con la novedosa técnica de teatro, comenzó a llenar establecimientos públicos como Arte Vivo, el Bar Berlín y salas de teatro reconocidas en el centro como el Teatro Matacandelas o el Pequeño Teatro.

Después de múltiples y exitosas presentaciones en el Teatro Los Fundadores de la Universidad Eafit, se dieron cuenta de que la mayoría de su público estaba localizado en El Poblado. “Por eso escogimos la vieja bodega del parque como nuestra sede…no teníamos ni un peso y nosotros mismos tumbamos paredes, pegamos ladrillos, casi como si fuéramos albañiles de toda la vida”, comenta Jairo Pinzón, Director Artístico del grupo.

Un grupo en continuo movimiento
Su arte improvisador los ha llevado a participar en este tipo de concursos en países como Brasil, ocupando el segundo puesto. Espectadores en Ecuador, Argentina y España también han disfrutado de su talento.

En su pequeña sala han montado todos sus espectáculos para disfrute de la gente. El año pasado estuvo poblada por personajes extríados de la realidad colombiana, en una obra titulada Colombiamdei,  también desbordada de improvisación. Es una parodia folclórica de nuestras costumbres e idiosincrasia.

Pero no todo es humor, también hay cabida para presentaciones serias y dramáticas, segmentadas en tres espacios de improvisación de 20 minutos que bautizaron como Tríptico. Sin embargo, en febrero de este año ocurrió un hecho que está partiendo la historia del grupo en dos: estrenaron su primera obra teatral con la utilización directa de parlamentos y libretos. Se trata Escala Humana de los dramaturgos argentinos Rafael Spregelburg, Alejandro Tantanian y Javier Dualte y bajo la supervisión del joven director antioqueño Jorge Hugo Marín. La propuesta fue presentada entre mayo y junio de este año en la Casa del Teatro de Bogotá y fue aplaudida tanto por el público como por la crítica más exigente en cuestiones de teatro.

En su columna, en un reconocido medio capitalino, el escritor y dramaturgo Sandro Romero Rey escribió lo siguiente: “La Escala Humana” es uno de los montajes más novedosos y audaces de la escena actual en Colombia. En ella, cinco actores del grupo Acción Impro de Medellín, dejan por un momento la improvisación para interpretar a Mini, Pupu, Nene, Silvi y el agente Norberto Suárez, en una historia llena de sorpresas donde además tocan instrumentos musicales en vivo durante la obra[2]”.

Ha tenido tanta acogida su trabajo que en abril del año pasado, decidieron abrir una academia en el sector de Patio Bonito. En esa vieja casona, 62 estudiantes reciben clases de actuación, improvisación y manejo del pánico escénico.

Es que Acción Impro ya es toda una empresa en movimiento y con reconocimiento internacional: en septiembre, Gabriel Zapata, Director Administrativo, recibió en Londres el galardón “Joven emprendedor de artes escénicas”, auspiciado por el Ministerio de Cultura de Inglaterra y el British Council. “Se nos creció el enano, no sabemos donde irá a parar todo esto…queremos por ejemplo producir largometrajes y abrir una sucursal en la capital”, concluye Adriana Ospina y al acto esboza una sonrisa que adorna la plenitud de su rostro con rasgos egipcios.

[1] https://www.luciernaga-clap.com.ar/articulosrevistas/16_teatrodeportivo.htm
[2] https://www.vive.in/blogs/bogota/un_articulo.php?id_blog=3630999&id_recurso=450017806

2 COMENTARIOS

  1. Los felicito y les deseo la mejor de las suertes. Es importante ser novedoso y creativo como lo están siendo ustedes.
    ANIMO…MUCHO ANIMO!!!

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