CONVOCATORIA Y OTROS MICRORRELATOS
Por Homero Carvalho Oliva*
En el velorio de la infame no volaba una mosca, volaban millones atraídas por el olor de la basura.
EL CUENTO DE SIEMPRE
«La amenaza de una guerra mundial ya no existe», Mikhail Gorbachev, diciembre 1991.
LA GUERRA
Dejó de llover y la humedad se alzaba en la tarde de verano cuando vi a un aparecido. Llegó hasta mí con la vergüenza de los que se saben malditos y antes de que le preguntara de dónde venía, me miró con sus ojos derrotados y, en ellos, pude descubrir a los muertos que cargaba.
EL ETERNO RETORNO
Después de conquistar galaxias, bautizar constelaciones y colonizar nuevos mundos, sin otra vida que no fuera la humana, nuestra peor pesadilla se hizo realidad: la guerra intergaláctica y nos volvimos a matar como siempre lo hicimos, hasta volver a pelear con piedras y empezar de nuevo.
SOLUCIÓN FINAL
Después de varias décadas de insistir en la erradicación de la pena de muerte, las Naciones Unidas lograron su objetivo y los países miembros firmaron el acuerdo. Para calmar a los ciudadanos contrarios a tan humanitaria medida, la Inteligencia Artificial sugirió implantar un microchip de seguimiento en el cráneo de los asesinos en serie, violadores, genocidas y otros criminales peligrosos. No hubo reclamo de parte de las organizaciones de defensa de los Derechos Humanos porque era una simple medida precautoria. Después de seis meses de aplicados los dispositivos electrónicos empezaron los suicidios entre los portadores de los GPS, algunos dejaron cartas y otros testimonios grabados en las redes, en los que confesaban «que una voz, en sus cabezas, les ordenaba quitarse la vida cada vez que los “malos pensamientos” acechaban su mente».
LA HISTORIA OFICIAL
El general Eustaquio Bermúdez, el más valiente militar que se haya visto jamás por estas olvidadas provincias, recorrió personalmente la universidad recordando a los jóvenes sus deberes patrióticos. «Dejen los libros, las investigaciones y la teoría y vengan conmigo a la guerra, yo les prometo la gloria», les arengaba con intensas palabras y en sus pupilas aún se podían ver los chispazos de los disparos de los fusiles y los tenaces fulgores de los cañones de la última batalla. Cuando llegó a la Facultad de Historia y Literatura, lo esperaba un pequeño grupo de estudiantes, uno de ellos enfrentó la feroz mirada del invencible guerrero y le preguntó: si nosotros morimos ¿quien le va a cantar sus glorias? Y así empezó la historia del general Eustaquio Bermúdez, el más valiente…
EL INFILTRADO
En un auto de Fe, del 17 de diciembre del año del Señor de 1483, se da cuenta de una audiencia celebrada en Sevilla, sede de la inquisición española, en la que se encontraba el mismísimo Fray Tomás de Torquemada, designado Inquisidor general por Francesco Della Rovere, conocido en el mundo como el temido Papa Sixto IV, soberano pontífice que había promulgado la bula Exigit sincerae devotionis affectus, creadora del Tribunal de la Inquisición del Santo Oficio que inquiría y castigaba los delitos contra la fe; Torquemada tenía la sagrada y noble tarea de eliminar herejes, blasfemos, apóstatas y otros enemigos de Dios y su Iglesia, luego de torturarlos y juzgarlos y, en esa ocasión, se esmeraba en obtener la confesión de un monje dominico (nombre tachado del registro del juicio), que había abjurado de su fe para seguir al hermoso ángel caído de las mil caras, soberano de los infiernos, convirtiéndose en un perverso asesino, violador de niños, antropófago y coprófago que, además, había escrito la Antibiblia que figuraba en el Index librorum prohibitorum; la crónica señala que el renegado se defendía afirmando que él, en realidad, era un agente secreto al servicio del Omnipresente y Misericordioso Padre eterno, que había hecho todo lo que hizo para convencer a Lucifer de su apostasía con el propósito de lograr que su alma fuera llevada al averno, abismo de perdición donde destruiría al bíblico enemigo, pero que su misión aún no había concluido. Miró fijamente a Torquemada y pronunció la frase que lo salvaría de la hoguera: «La mentira es un arte y usted y yo somos artistas, usted sabe que esta sacrosanta guerra la podemos ganar si permite que cumpla mi tarea». El poderoso inquisidor, dueño de vidas y haciendas, se vio a sí mismo en las negras pupilas del supuesto espía celestial, se encomendó al Altísimo, oró buscando la iluminación, recordó la leyenda del escudo de la inquisición: «Álzate, oh Dios, a defender tu causa» y ordenó su inmediata liberación e instruyó que se borre el nombre de todos los archivos de la Santa inquisición para proteger su identidad confidencial.
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*Homero Carvalho Oliva (Santa Ana del Yacuma, Bolivia, 1957). Escritor y poeta, ha obtenido premios de cuento, poesía, microcuento y novela a nivel nacional e internacional. Su obra literaria ha sido publicada en otros países por prestigiosas editoriales y traducida a varios idiomas; poemas, cuentos y microficciones suyas están incluidos en más de cincuenta antologías internacionales, además de revistas y suplementos literarios por todo el mundo. Es autor de antologías de poesía boliviana, de cuentos y microcuentos internacionales publicadas en varios países, como la Antología de poesía del siglo XX en Bolivia, publicada por la prestigiosa editorial Visor de España, como también antologías personales de su poesía y de sus cuentos. Dirige las colecciones iberoamericanas de Novela y de Microficción para Editora BGR, de España.
Muchas gracias por el honor de publicar mis microrrelatos en su edición especial