Cronopio U.S.A.

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Miedo y futuro

MIEDO Y FUTURO: ARMAS EMOCIONALES EN LA PERSUASIÓN POLÍTICA ESTADOUNIDENSE

Por Antonio Reyes*

Traducción de Catalina Gotusso**

El proceso de legitimación, justificación de un determinado comportamiento o acción, forma parte de nuestras vidas, está presente en muchos contextos comunicativos y se puede manifestar de distintas formas. Partiendo de la base de que un actor social justifica su comportamiento o propone una propuesta como la forma pertinente de proceder, existe a menudo la implicación de que el no aceptar esa propuesta puede conllevar a consecuencias perjudiciales o incluso desastrosas para los receptores. En nuestra vida diaria oímos, por ejemplo, legitimaciones en conversaciones cotidianas. Es el caso, sin ir más lejos, de padres que quieren que sus hijos se comporten de una determinada manera. Normalmente hay una condición que, de no ser cumplida, resultará en algo no deseado o incluso doloroso para el niño: “Si no te vas a la cama ahora, Santa no te traerá regalos” o “Si no te portas bien, el hombre del saco vendrá y te llevará”. En los Estados Unidos esta coerción para que el niño actúe de la forma que deseamos, se lleva a cabo a veces a través de la imagen del “boogey man”. Estas imágenes reactivan emociones de terror en el niño, que sigue las instrucciones de los padres por miedo.

Legitimaciones de este tipo se encuentran también en discursos más elaborados como el discurso político. Cuando los políticos, en particular norteamericanos, afirman que si no hacemos tal cosa podríamos tener otro 11 de septiembre, están persiguiendo la reactivación de las emociones desencadenadas por los trágicos eventos del 11 de septiembre. Y los adultos están tan aterrorizados con la posibilidad de otro 11 de septiembre, como los niños lo están del “boogey man”. Salvando las distancias, el discurso político expone formas similares de legitimar acciones que persiguen una misma respuesta de los interlocutores. En este breve ensayo debato dos estrategias discursivas (y su construcción lingüística) empleadas por actores políticos para distorsionar nuestra realidad apelando a las emociones (particularmente miedo) y la idea de un futuro hipotético para persuadirnos de que apoyemos sus propuestas. [1]

Los fragmentos analizados en este ensayo pertenecen a discursos del anterior presidente de los Estados Unidos, George W. Bush en 2007 (Fort Benning, Georgia, 1//11/2007) y el actual presidente Barak Obama en 2009 (West Point, New York, 1/12/2009), cuando anunciaron la necesidad del aumento de tropas en los conflictos bélicos de Iraq y Afganistán respectivamente. Aun perteneciendo a diferentes partidos políticos, veremos que ambos políticos utilizan idénticas estrategias discursivas para justificar sus acciones.

Al tener los políticos acceso al discurso público (van Dijk 1992) a menudo ejercen su poder (Bourdieu 2001) para legitimar o ilegitimar puntos de vista, posicionamientos ideológicos y “naturalizar” objetivos políticos (Fairclough 2002). La legitimación  es por lo tanto un objetivo principal del discurso para actores políticos (Cap 2008: 39) y es especialmente importante en el discurso político porque desde esa plataforma se definen y dan forma a las relaciones internacionales y se fija la dirección del mundo, en el caso de presidentes de los Estados Unidos. Desde esos discursos, exploro dos estrategias cruciales en la legitimación de objetivos políticos:

1.    Legitimación a través de las emociones (el miedo)

El hecho de apelar a las emociones permite a actores sociales distorsionar la opinión de los interlocutores o audiencias en relación a un tema específico. Las emociones están asociadas con experiencias de nuestra vida. Una determinada experiencia construye y da forma a los matices semánticos asociados con las emociones. Quizás el evento más explotado emocionalmente para legitimar acción política en los últimos años ha sido los eventos del 11 de septiembre. Los eventos del 11 de septiembre han sido presentados como los hechos que absolvieron a los Estados Unidos (líderes y ciudadanos) de cualquier responsabilidad de empezar la llamada “War on Terror”.

Después de los ataques del 2001. Los líderes políticos del país del norte han declarado sobre la “War on Terror,” que no la empezaron (i.e., “We did not ask for this fight” [No pedimos esta guerra [2]] (Obama 1/12/2009)). La cobertura de los eventos dramáticos del 11 de septiembre alteró la estructura cognitiva de nuestras emociones y desde entonces cualquier alusión a esos eventos desencadena intensas emociones y refuerza un sentimiento de identidad nacional que “establece su propia virtud moral a través de un proceso de victimización y restitución heroica” (Anker 2005: 25).

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[1] Estas y otras estrategias en el discurso político se encuentran analizadas en Reyes, Antonio (2011). “Strategies of Legitimization in Political Discourse: from Words to Actions.” Discourse & Society. Vol. 22 (6) 781-807.

[2] Las traducciones de fragmentos del inglés al español han sido realizadas por Catalina Gotusso.

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La representación negativa de actores sociales permite al hablante crear dos bandos en la historia o evento en las que el hablante y la audiencia conforman el grupo de “nosotros” y los actores sociales representados negativamente forman el grupo de “ellos”. Este constante énfasis en dos lados, grupos o perspectivas del conflicto permite la creación de “otredad”. La construcción del “otro” se realiza a través de los conceptos de Foucault de “división” y “rechazo” (Foucault 1972). Como Martín Rojo (1995: 50) describe, la “división” establece un “nosotros” inclusivo y un “ellos” exclusivo, y el “rechazo” evoca una dimensión ideológica que representa el excluido como loco, irracional, inmoral, malvado, etc. Esta conceptualización binaria (Chilton 2004) se desarrolla a través de la atribución de cualidades y representación de las acciones de diferentes actores sociales.

El político claramente se posiciona dentro del grupo que actúa racional, moral y correctamente y el que mantiene un comportamiento respetuoso y lucha por una causa justa (democracia, libertad, los indefensos, los desprotegidos y la gente que sufre en general). Esta “división y rechazo” se realiza lingüísticamente (Reisigl and Wodak 2001,Van Dijk 2005, Van Leeuwen and Wodak 1999, Wodak 2001,Wodak 2002) a través de lo que “ellos” son (“extremists [extremistas]”, “terrorists [terroristas]”, “killers [asesinos]” [Bush 11/1/2007]), lo que “ellos” hacen (“They killed innocent people [Matan a gente inocente]” [Bush 11/1/2007], “They took the lives of innocent men, women, and children [Acabaron con la vida de inocentes, mujeres, y niños]” [Obama 1/12/2009]), lo que ello hicieron (“horrific attack [ataque espeluznante]” [Obama 1/12/2009]), o lo que ellos pudieran hacer (“grave threat [grave amenaza]” [Bush 11/1/2007]).

Los mismos discursos que presentan esta constante división de dos grupos de actores sociales representando el bien y el mal, son validados por la autoridad institucional investida en el actor político. Esta validación dramatiza el contexto, provocando emociones de verdadero terror y pánico.

Diferentes actores sociales apelan a las emociones para construir, imponer, legitimar ciertas percepciones de la realidad, contribuyendo individualmente a formar una visión de comportamiento social para la comunidad.

A través de la memoria colectiva una breve referencia (“mató 3.000 de nuestros ciudadanos) avisa a la audiencia de que el actor político se está refiriendo al 11 de septiembre. Esto es, las lecturas indizadas están constantemente incrustadas en el mensaje político (Silverstein 2003).

(1) These are the same folks that came and killed about 3,000 of our citizens [3] [Esta es la misma gente que llegó y mató 3.000 de nuestros ciudadanos] (Bush 11/1/2007).

Los líderes políticos, después del 2001 han explotado los trágicos eventos del 11 de septiembre, activando las emociones de la audiencia para legitimar acciones futuras. Los fragmentos siguientes son ejemplos de referencias a esos eventos. Obama evoca los eventos del 11 de septiembre, con tres grupos de palabras: “19 men [19 hombres]” “hijacked airplanes [secuestraron aviones]” and “kill 3,000 people [mataron a 3.000personas]”

(2) On September 11, 2001, 19 men hijacked four airplanes and used them to murder nearly 3,000 people [El 11 de septiembre, 2001. 19 hombres secuestraron cuatro aviones que utilizaron para matar a cerca de 3.000 personas] (Obama 1/12/2009).

¿Cuál es el sentido de frases como (2) en el discurso político proferido en el 2009? No hay información nueva para la audiencia, la audiencia no ha olvidado el 11 de septiembre. Sin embargo, esta frase provoca un estado emocional (miedo, tristeza, inseguridad, venganza) en la audiencia, ideal para legitimar futuras acciones políticas basadas en los efectos de esas emociones.

Aunque esos eventos ocurrieron en 2001, actores políticos, como Bush y Obama, continúan pidiendo a su audiencia que no olvide esos ataques, ya que constituyen la fuente principal de justificación para futuras acciones militares.

(3) I knew that right after the attacks, with the American psyche being what it is, people would tend to forget the grave threat posed by these people. I knew that. As a matter of fact, I was hoping that would happen so that life would go on. But the fortunate thing for this country is that those who wear the uniform have never forgotten the threat (Bush 11/1/2007).

[Yo sabía que justo después de los ataques, con la psique de los americanos siendo lo que es, la gente tendería a olvidar la grave amenaza que supone esta gente. Yo sabía eso. De hecho, yo esperaba que eso pasara para que la vida pudiera seguir adelante. Pero por fortuna para este país, los que llevan el uniforme nunca han olvidado esa amenaza (Bush 11/1/2007).]

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[3]El texto en negrita representa elecciones lingüísticas relevantes al proceso de legitimación.

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En la misma línea, un fragmento del final del discurso de Obama, apela al centro de las emociones relacionadas con el 11 de septiembre.

(4) It’s easy to forget that when this war began, we were united—bound together by the fresh memory of a horrific attack, and by the determination to defend our homeland and the values we hold dear (Obama 1/12/2009).

[Es fácil olvidar que cuando empezó esta guerra estábamos unidos—unidos por la memoria reciente de un espeluznante ataque y por la determinación de defender nuestra tierra y los valores que apreciamos (Obama 1/12/2009)].

Las emociones son claves en el proceso de legitimación, porque condicionan y preparan a la audiencia para recibir propuestas y medidas. Las emociones inclinan a la audiencia hacia la aceptación y el apoyo de la propuesta del actor político, quien ha provocado las emociones en primer lugar.

1.1. La legitimación a través del miedo.

El miedo es una emoción potente que los humanos pueden emplear para conseguir algunos de los objetivos más desafiantes. Los siguientes ejemplos del discurso político ejemplifican el uso de la emoción del miedo para legitimar prácticas sociales. El miedo es normalmente desarrollado en el discurso político mediante un proceso de demonización del enemigo. Ese proceso se realiza lingüísticamente mediante atributos, como actitudes morales negativas, y acciones, tales como atrocidades, incluidas pasadas y futuras (atrocidades potenciales) como se muestra en los siguientes ejemplos. Este proceso trata de la representación de actores sociales en el discurso (Van Leeuwen 2002).

Los fragmentos (5) y (6) muestran Estrategias Referenciales o de Nominación (Wodak 2001, 2002) de los actores sociales.

(5)   …clear a neighborhood of extremists and terrorists [limpiar un barrio de extremistas y terroristas] (Bush 11/1/2007).

(6)  They’re tired of foreigners and killers in their midst [Están cansados de extranjeros y asesinos por medio] (Bush 11/1/2007).

El ejemplo (7) presenta una Estrategia Argumentativa (Wodak 2001, 2002) que define acciones de actores sociales.

(7) They killed innocent people [Ellos mataron gente inocente] (Bush 11/1/2007).

En el caso del 11 de septiembre, existía una tendencia a “magnificar la dimensión de la tragedia, para demonizar totalmente a la oposición. Y en el corazón de esto está la representación de América (su sistema, valores, y demás) como símbolo universal” (Edwards 2004:157).

El 11 de septiembre establece las bases para la creación de una Guerra contra el Terrorismo y la creación de un enemigo temeroso. Chomsky (2004) sugiere que “para cada una de las superpotencias, es muy útil tener un ‘Gran Satán’ que puede ser invocado para aterrorizar a la población doméstica y conseguir consentimiento y obediencia cuando decide llevar a cabo una forma u otra de violencia: subversión, agresión, desestabilización, una Guerra contra el Terrorismo” (2004: 349).

En el fragmento (7) así como en el (8) podemos ver el énfasis en la muerte de inocentes para construir la idea de un enemigo sin piedad, a fin de legitimar acción futura contra ese enemigo.
(Continua página 2 – link más abajo)

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