James Flint

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CUESTIÓN DE TIEMPO

Por José Antonio Gómez Di Vincenzo*

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  1. Sin embargo, todos los investigadores coinciden en opinar que Flint amaba y odiaba la soledad. Solía encontrase allí para evocar fantasmas. Era un impase. Un lado al costado de la magia, las cartas de tarot, la astrología. Solo, James volaba. Cavilaba, meditaba, tramaba. Pero extrañaba. Exorcisar los espíritus de amantes y amadas no es fácil y Flint sabía que perseverar en ello podía llevarlo al abismo. Como sea… El carmesí tomaba su malbec y volaba. Y no cabe lugar a dudas de que su pasado lo atormentaba. Pero el futuro, en su cabeza, lo llevaba a ir más lejos e incendiarlo todo.

Apuntes para la biografía de James Flint de Eliot Neurath. Barbuda. 3102.

ZZY. Y todavía los historiadores humánidos debaten acerca de lo que pudo haber sucedido en aquella primavera austral antes de su regreso a Barbuda para tramar el fin; esa época en la que Flint creyó encontrarse.

Nuestra epopeya corta la historia justo allí donde todo es conjetura. Hay un vacío de dos lapsos que señalan un antes y un después.

Casi sin material para trabajar, vacío documental. Sólo cartas, un retazo de imagen en video, invocaciones a espíritus y lecturas de tarot proporcionadas por amigas del carmesí al acervo cultural de la humanidad, resultan las migajas para los investigadores humánidos.

Algunos ni siquiera creen que James Flint haya estado una temporada encontrado en las costas sudamericanas. Piensan más bien que inventó todo para engañar a los corporativos. Para muchos la pseudo diosa de Chila, la que se creyó Geshtinanna, fue sólo un fantasma en la imaginación del carmesí. Otros sobredeterminan su aparición y la huella que ella pudo haber dejado en la mente del capitán, le atribuyen poderes sobrenaturales y el uso de sustancias para viajar al más allá.

Nosotros nos manejamos en el terreno del análisis de otro modo. No conjeturamos agregando supuestos que nos pertenecen más, armando escenarios más pretendidos por nosotros para la vida del carmesí que lo tejido por las Moiras. Operamos en el terreno de lo que pudo ser, siguiendo cierta lógica, patalógica.

Y todo parece indicar que algo pasó, en esa escapada por los mares al sur del Ecuador. Es evidente que una gran decepción seguida por el convencimiento de que todo debía arder penetró la mente del protagonista de la guerra del fin del mundo.

Una cinta hallada en una de las cavernas caribeñas (usada para esconder un arsenal por los marinos del Liquidator) apoyaría la idea de que Flint revolucionó su mente en ese viaje a Buenos Caba de Argenta. La voz siniestra decía mientras sonaba un ukelele:

«Esta es la voz del que era, del que creyó en el amor posible y en lo imposible de ese amor. La voz del que irá más allá, terminando con lo esperado para no creer nunca más en lo que se observa a la vista, para ir más allá. Ya no más decepción. Tendrán que lidiar con mis máscaras. ¡Que arda!»

Bis. «Una mano lava a la otra, un clavo saca otro clavo. La vida es el cambio. Y nada de lo que no se puede evitar dejará de ser parte de nuestros planes». Decía una de las velas del Liquidator.

LXXX. Muchos creen que James Flint es un personaje mítico, que nunca existió. Algunos no logran discernir cuánto de las sagas es realidad y cuánto historia.

Pero eso ocurre con muchos personajes de la humanidad que dejaron huella. Hamlet, James Hunt, Bayron, Dorian Gray, Maradona Diego Armando, Ricardo II, Ragnar, David Vincent, Johan Cruyff, Giles Villeneuve, San Martín, los Marx (Karl y Groucho), Chaplin, Ulises y tantos etc.

Lo paradójico es que siendo protagonistas transformadores de la historia, de esos que marcan un antes y un después, los tipos hayan quedado enredados en los hilos de la trama como personajes míticos. ¡Tal la venganza de los dioses para con aquellos mortales que los empardaron en la inmortalidad!

LXXXI. «¿Alguien sabe realmente cómo es que la historia transcurre? ¿Se sabe realmente? ¿Se intuye? ¿O vamos tan sólo tarareando y deambulando como sonámbulos?

Muchos venden su alma, la entregan totalmente perdidos en un mundo irreal pero sucedáneo.

No queremos eso aquí.

A tientas, sintiendo, nosotros decidimos ser protagonistas de la historia. Y aunque en parte el guión se escriba en otros pliegues de la trama, vamos a reescribir lo que haya que reescribir. Las moiras que entrelazan la historia dominan a los débiles.

No queremos eso aquí.

¡Esta es la tripulación del Bolivian Liquidator, rufianes, locos, pacificadores y guerreros, desaforados, patanes, piratas, saqueadores, incendiarios irascibles, sembradores de tempestades y esperanzas, recuperados de sueños perdidos! ¡Somos los argonautas del Liquidator! Y vamos a incendiar el mundo. ¡Mierda lo haremos! ¡Y que nadie se atreva a interponerse!

El que no se crea capaz de cambiar la historia que reviente.Muerte a los mentirosos, a los estafadores y traidores. Nadie jode con James Flint y los locos del Liquidator. ¡Consíganse su mejor máscara o su mejor disfraz! Tarde o temprano sabremos qué se esconde allí. Y estallarán en pedazos.

¡Vamos a quemar!

En los registros desgravados del puerto de Barbuda se halla anotado en noviembre de 2556, este discurso pronunciado por el capitán del Bolivian Liquidator, James Flint.Los libros del siglo II después de la hecatombe dicen que con esta arenga antes de zarpar por última vez, Flint exorcizó los fantasmas de aquel año difuso y fijó su rumbo al más allá. Traducido por Ernst Von Linden, magnánimo conocedor de las lenguas austrálidas.

RRZ. «Flint, eres oscuro, mutación permanente, renovación, el cambio dialéctico, conservas y destruyes, maldito y misterioso. Las fuerzas que ocultás, mago, la muerte que invocás todo el tiempo, la destrucción y la regeneración después. Confrontaciones, lucha, afrentas, duelos, dramas pasionales, la permanente búsqueda de lo que es inconseguible, los delirios controlados que no puedo controlar. Todo eso y no sé qué más (siempre falta algo con vos) hace que seas imposible».

Extracto de la carta apócrifa de la pseudo oscura de Chila que tanto incomoda a los biógrafos del capitán carmesí.

LXXXII. Un mensaje voló por el éter de aquella época oscura, allá por el siglo del cambalache… Era una desesperada misiva de Mercedes para su amigo, un grito para el rescate del carmesí. Sus brazos se extendían por las estrellas para abrazar con lecturas e interpretaciones astrales al perdido.

«Antares, Acrab, Dschebba, Sargas, Shaula, Girtab, Al Niyat. Todas guían tu camino hacia la luz. James, por favor, fijá los controles para el lado brillante, no te aferres a la oscuridad, busca tu luz. Temo perderte. Nunca te dejes llevar por la parte tenebrosa de tu alma. Enciéndete y quema desde la luz.

Tu amiga y por siempre confidente, Mer».

LXXXIII. «Profetizaron desastres. Es todo previo al fin. Ya no puedo creer en nadie más. No hay amor. Pero… ¡Qué hermosa Luna! Debe haber algo más».Así finaliza la carta op. 23 de Flint a su amiga Tower.

RRXY. Y, también el carmesí le decía a Mercedes Tower:

«Amiga de mi alma, sabia en la lectura de los astros, mágica y misteriosa confidente de la noche y la Luna, vos lo sabés.

Ella era una gran mentirosa. Tenía la cabeza en las nubes y el mundo dado vuelta. Y yo… Me dejé llevar.

Extraño. Inusitado en mí.

Siento que perdí el tiempo… Nunca supe si reía o lloraba. Pero sí que algo dentro de mi mente le llamaba la atención.

Pero intuyo que le gustaba jugar conmigo. Que sentía un extraño placer al verme de rodillas. ¡El carmesí arrodillado y quebrado!

Dejé de estar perdido para encontrarme en el peor de los infiernos, el que yo no encendí. Tal fue la peor maldición que dejó con su paso por mi derrotero la izquierda de esa Geshtinanna maldita.

Sólo más fuego puede apagarla. Recogeré del cielo las llamas de Antares y aplastaré su recuerdo, borrando todo lo que de ella queda de mi mapa. ¡Lo juro!

Es cuestión de tiempo.

El agua lavará las heridas. Y el fuego hará lo suyo.

El agua va a limpiar mis pecados. El tiempo separará lo que era imposible dividir.

Y el fuego, que todo lo cauteriza, mitigará el dolor de un mundo en el que la izquierda quiso ser llamada Geshtinanna sin poder estar nunca a su altura».

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YYXX. La respuesta a una carta de Mercedes Tower deja perplejos a los investigadores:

«Decían allá lejos por el XIX que el amor se encuentra en el fondo de un vaso de vino. Yo, mi querida amiga, encuentro cosas maravillosas en un vaso de malbec pero jamás amor. En lo que sigue, querida Mer, volveré a ser el pirata que siempre fui y nunca debí dejar de ser.

¿Y la izquierda? ¡Qué vuele para siempre! Pudo arder pero se fue en una nube. Y lo que dejó no fue más que una gran decepción.Las Moiras seguirán tejiendo los hilos del destino. Los dioses seguirán conspirando. Y yo… ¡Haciendo lo posible para evitar que se salgan con la suya!»

«¡Ay Flint! Nunca como antes estuviste tan cerca y dejaste ir la oportunidad. Y está muy bien James…. ¡Está muy bien! Dejá que esa pseudo Geshtinanna vuele para siempre, que miles de ángeles humeantes la cubran en una nube, llevándola donde ella quiera irse para siempre. Tal vez no estaba para las grandes cosas como pensaste. Tal vez era un puro como sí. Capaz, solo una figura en el espejo.

Recogé los pedazos como siempre carmesí y emprendé tu vuelo de furia y fuego nuevamente. Que tu mundo está hecho para quemar y al que no le guste que se pierda».

De la extensamente estudiada carta número op 45 de Mercedes Tower, astróloga y amiga de Flint. La epístola es uno de los documentos más analizados para llegar a entender la vida sentimental del famoso capitán.

Extracto del libro James Flint, Escorpio, Rigel y el destino en las estrellas de Figuel Tredt, Corp Eds, Nortumbria, 3548.

Alfa. Dicen que a veces se podía oír al carmesí susurrando como un mantra los primeros versos de un antiquísimo poema de Stéphan Mallarmé titulado Brisa marina: «Leí todos los libros, ¡ay! y la carne está triste.

Huir, huir muy lejos».

Pero también cuentan que cavilaba y deambulaba por la nave repitiendo: «este es el sentido del tiempo».

Beta. Flint contaba siempre la historia de uno de los espectros que visitaban por las noches la cabina del Liquidator. Embebido y entonado por el dulce malbec, en sinuosas cabilaciones, el carmesí invocaba espíritus guía. Las oscuras cavidades alojaban susurros, llantos, experiencias. La de un tal, en vida Mr. Harrison, evidentemente no era una más. Por alguna extraña razón interpelaba tanto al loco.

Harrison estaba de vuelta de todo. Había experimentado y viajado con el ácido, el opio, hongos varios, marihuana (la yerba nunca le había hecho ningún efecto, decía). En sí mismas, las alucinógenas eran un vehículo, una forma para ir del otro lado del espejo, ver qué hay allí, investigar y volver a cambiar el mundo, con la música y la militancia política. Flint contaba que el tal Harrison le había contado lo frustrante que había sido para él presenciar en qué se había convertido el consumo en el contexto del capitalismo postfordiano, allá lejos en las postrimerías del siglo del cambalache previo. Narraba haber sido invitado a una reunión donde un conjunto de zombies individualistas pasados de faso y alcohol, no podían dialogar, articular palabra, pensar coherentemente. Dijo que la imagen de esos jóvenes lo frustró. Que el espanto lo sacó de cuadro. Que se preguntó cómo sería posible que estos idiotas enajenados cambiasen el mundo. Decía: «están en esta porque para ellos esto en sí tiene sentido». «Cachivaches», les decía y sonreía con la risa de la calavera. «Que no saben salir y entrar, dominar el descontrol». Para él, estaban en otra. «Un cuarto de pepa no es una bicicletada con Hoffman», decía muerto de risa.

Y Flint contaba que mientras libaba el néctar violáceo del malbec, Harrison tocaba en su ukelele esa canción que decía: «tenés que salirte de Sour Milk Sea porque no pertenecés ahí, tenés que volver al lugar de donde eres y encontrar fuera lo que está pasando en tu interior».

Gama. Se dice que James Flint ha muerto, que su ida estuvo a la altura de su incendiaria vida. No fue una muerte cualquiera. La del carmesi fue gloriosa.

Dicen que su espíritu vaga con el viento del oeste. Algunas magas aseguran que reencarno en la vida nueva de un oscuro e infame escritor sudamericano nacido en el siglo del cambalache pero en otro plano. Otros aseguran que nunca existió ni uno ni el otro.

SALIRNOS CON LA NUESTRA

-1. «¡Cómo te extraño Geshtinanna! ¿Qué extraña fuerza me hace sentir unido a tu destino? ¡Maldita sea! ¡No puedo olvidarte! ¡Qué terrible lo que puede el cuerpo! ¡Qué tremendo lo que hace el amor!»

Mensaje hallado en una oscura botella de vino de las comunes allá lejos durante el siglo del meridiano.

– (-1). «¡Ay Flint! ¡Qué carajo te pasó, maldito loco! Me invocás… No dejás mi espíritu tranquilo. No ves que te amé con locura y esperaba todo de vos. Lo que pasamos y sufrimos en los 90 malditos soles no es la historia de la Geshtinanna. ¡Resulta que ahora le temés a los fantasmas! ¡Imbécil! El peor fantasma es el que llevas adentro, eres tú mismo carmesí. Te lo dice tu amigo Venenito».

Extracto del apócrifo mito del Virulana y sus dardos malditos.

(-1)2. «Fue todo demasiado hermoso. Demasiado para durar. Las visiones fluyen como agua en el colador. Con fulgores y destellos cristalinos en el vidrio opaco. Ya nada volverá a ser como antes. Y como los pétalos de la flor que estalló en una primavera fallida, el amor se escapó del marco y fugó al más allá».

Se trata de un extracto de la famosa carta del termidor del 16 de la parca, ese año en el que Flint se lanzó al cruce de su propio Rubicón, creyó perderse y encontrarse, para en realidad extraviarse para siempre. Dicen que la carta era para Geshtinanna. Se cree que la escribió después de una terrible pérdida. Sea como sea, lo cierto es que nunca fue enviada y pereció en un viejo cajón del castillo en Barbuda.

Del artículo de Edignton Ceballos «El sinuoso epistolario del carmesí» Revista Nautilus. Año 5 N 7. 3674.

-10. ¡Ay Flint! Como dicen ustedes, metiste la pata otra vez… ¿Cómo puede ser que no seas capaz de tranzar, de irte por la tangente, de dejar pasar? ¿Es que siempre todo debe arder? ¿Es que no hay término medio? ¡Puede ser, puta madre, que contigo todo sea un infierno!

¡Me apena tanto tu pesar querido amigo Flint! Pero entiendo. ¡Cómo entiendo!

Tu Geshtinanna vuela en otra fase, su vida se va por rieles paralelos. La diosa no te acompaña. ¿Recuerdas esa canción que escuchábamos, la de las chicas en los trenes? Me acuerdo de la letra. Seguro tarareas eso como aquella vez…

«No puedo parar de pensar
debés estar viajando esta noche
Mi mente está corriendo demonios
y todos mis pensamientos son confusos …
Tenes tu cabeza en las nubes y tu mundo está dado vuelta
Alejate de la droga que te atonta la mente»

Querido James, el camino entre dejar ser libre a alguien por amor y amarlo para siempre es muy sutil. Ninguna será para ti si todas son al mismo tiempo. Después, tampoco lo será ella. No será para ti si no es como ninguna.

Nadie puede estar con un loco que es capaz de prender fuego el mundo sólo por amor. O sí querido amigo.

Deberás seguir buscando la respuesta.

Había otra canción que escuchábamos juntos. La de Hammill. ¿Recuerdas?

«Veo tu foto como si se tratara de un espejo
pero no hay parte de ti fuera del marco
excepto en el cambio que me jugaste:
nunca va a venir de nuevo.
Yo soy yo,
Yo estaba tan delante de ti,
pero después yo no soy el mismo.
Te has ido
y ahora estoy perdido nuevamente.
esto nunca va a darse de nuevo»

Me pregunto cuánto tardarás en incendiar el mundo otra vez.

¡Maldito eres por los dioses y las Moiras, Carmesí!

Y ni un ejército de fantasmas amorosos como yo puede salvarte esta vez. Tendrás que arreglártelas sólo.

Extraña cinta binaria hallada en los restos del Castillo Remington en Barbuda. Lugar que Flint usaba para pasar temporadas y famoso por las sesiones de espiritismo que se llevaban a cabo de la mano de la famosa ocultista Margarita Ford. En título en la cinta presenta la aparición de un tal Venenito, íntimo del Carmesí en la juventud belgranense.

Del libro. Flint, el espíritu salvaje y los espíritus de Flint. Orange Eds. 4675.

Y1. Carta de Flint a Aurora Eldberg fechada el quinto de ambásador de 2597:

«Leí en Mallarmé algo así como que la carne es triste, ¡ay!, y todo lo he leído. Mi carne está triste querida amiga, ¡ay!, y yo me leí todos los putos libros. Nada saqué en limpio de ellos. Ellos nunca me enseñaron a amar.

El amor es una cosa de locos, la cordura no va con el amor. Creo que he perdido la cabeza por ella. Loco yo, con mi voluntad por vivir en la búsqueda por hacer posible lo imposible y por encontrar la eternidad en cada lapso y punto. Morir loco es mejor que vivir como una lápida, querida amiga. Tendré que vivir el resto de mis días en esta lucha por no perder del todo mi cabeza.

Recuerdo al idiota de Washington y sus afrentas en diarios y revistas. Que Flint es un loco demente, que está trastornado, etc., etc. Mientras el infeliz se la pasó diciendo de mí que estaba loco, yo nunca intenté demostrarle lo contrario como diría James. Al final, él que se preocupó toda la vida por la cordura, resultó despedazado.

Es evidente que yo no estaba tan loco como parecía. Pero un dejo de locura siempre habitó mis entrañas. Y cuando mi cuerpo vibra, es porque va a estallar.

Necesito quemar. Perder el registro racional. Si todo parece bajo control es que no estoy yendo a fondo. Tengo que ir hasta el fondo del delirio. Como decía Poe “la ciencia no nos ha enseñado aún si la locura es o no lo más sublime de la inteligencia”.

Aurora de mi alma, fuiste como una madre cuando me faltó la mía. Estuviste allí, solidaria y despojada de lo tuyo para darlo todo. Jamás olvidaré tus concejos, jamás olvidaré tus palabras sobre el amor, el enamoramiento, las búsquedas, el dejarse llevar por una locura sin sentido pero sentida. Aprenderé tantas lecciones como me dé la vida o no las aprenderé jamás. Pero en el fondo de mi corazón siempre habrá espacio para tus ojos, tus cachetes gordos y rozagantes, para tu pacífica sonrisa de madraza y para revivir tus palabras».

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