DINÁMICAS TRANSATLÁNTICAS Y RELACIONES (POS-)COLONIALES EN LA OBRA DE DOS POETAS ARGENTINOS CONTEMPORÁNEOS: CRISTIAN ALIAGA Y SERGIO RAIMONDI.
Por Ben Bollig*
Mi intención es explorar las formas en que dos poetas argentinos, Cristian Aliaga y Sergio Raimondi, analizan las relaciones entre Europa, en particular el Reino Unido, y la Argentina; estas relaciones son históricas en la obra de Raimondi, y actuales en la de Aliaga [1].
Sergio Raimondi (Bahía Blanca, 1968) es poeta, académico y organizador/activista cultural. Su libro Poesía Civil (2001) marca un hito en la literatura argentina, como culminación de la llamada «poesía de los 90», y también como referencia para generaciones posteriores. El poemario es notable por varios aspectos de su estética: su explícito y detallado diálogo con la tradición poética, con las obras de Shelley, Keats, Dante, los poetas metafísicos ingleses y muchos otros. Segundo, consiste en una serie de poemas de arte mayor que demuestran con su prosodia la formación de Raimondi como clasicista. En tercer lugar, el libro es meta-poético, y reflexiona sobre el papel de la poesía en su contexto sociopolítico; cita a Antonio Gramsci, Bertolt Brecht y Paul Valèry, por ejemplo. Cuarto, está estrechamente relacionado con el trabajo cultural y comunitario de Raimondi en el Museo del Puerto, un centro de historia oral que opera desde 1987 en el puerto industrial de Ingeniero White, un pueblo costero cerca de Bahía Blanca. Raimondi escribe su poesía dentro de una red de prácticas: las investigaciones que informan su escritura; su formación como experto en literaturas clásicas y modernas; su gestión como director de cultura de la ciudad de Bahía Blanca a principios de esta década; y la esmerada adecuación de la forma al material de los poemas. Y, en el caso de Poesía civil, lo que viene al caso hoy, el poemario ofrece un agudo análisis de la presencia del romanticismo británico en el ideario del liberalismo argentino de siglo XIX.
Un poema clave en Poesía civil, cuyos versos abren el libro, se titula «Ante un ejemplar de Defense of poetry con el sello ‘Pacific Railway Library, B. Bca., no. 815 (to be returned within 14 days)». Es imposible separar la historia de la ciudad de Bahía Blanca de su rol como puerto agro-industrial y nodo en la extensa red ferroviaria, dirigida por firmas británicas, como la Pacific Railway Company del título. En el poema, la voz lírica reflexiona sobre la extraña sensación de encontrar uno de los libros más simbólicos del romanticismo inglés en un contexto tan divorciado del mundo o del ideario de su autor. Sin embargo, este hallazgo es el punto de partida para una investigación de los conflictos internos del romanticismo británico, y la importante relación entre el prestigio literario y la hegemonía del liberalismo, y en especial sus ideas sobre el libre comercio y el papel de la Argentina como país exportador de materia prima, e importador de ideas y literatura. Este tema también lo explora Raimondi en sus ensayos, por ejemplo, sobre los debates entre Sarmiento y Alberdi, y su polémica por el futuro desarrollo de la joven república a mediados del siglo XIX. El imperio de la poesía que pidió Shelley para los legisladores no reconocidos del mundo se convierte en un imperio muy concreto, el de sus «lectores, / dueños y destinados a regir / territorios más concretos del planeta». Es decir, a Raimondi le interesan las condiciones materiales de la poesía, en particular en sus flujos trasatlánticos.
El poema titulado «La naturaleza no es un banco» (2001b, 93) pinta una escena de la década de los 1870, en la que una trilladora a vapor, importada de Europa con la ayuda de empréstitos de un banco británico, queda ociosa junto a un río seco; aún más secas son las futuras líneas de crédito. El idilio rural es a la vez pintoresco, y aún más cuando las condiciones climáticas no permiten ninguna actividad productiva, pero también representa un fracaso económico y otro ejemplo de los problemas que se producen cuando un país periférico sigue un modelo comercial calcado de un país central, país con otras condiciones geográficas, climáticas, etc. Esta tendencia hacia la imitación es también la de la «literatura de sus ociosos», para usar el término del poema, que hace eco parcial del conocido estudio de Ángel Rama de la «ciudad letrada». Esto, también, es otra mala copia, como concluye el poema de forma abrupta: «que copia[n] […] mucho, mucho, y mal» (93). La trilladora se convierte en una versión más moderna de otra imagen romántica, Ozymandias de Shelley (1818), los pies de cuya estatua en ruinas gritan mudo testimonio de la soberbia y arrogancia del emperador caído. Y es también un ejemplo de lo que el sociólogo brasileño Roberto Schwarz denominó en su importante estudio una «idea fuera de lugar» (1992), para describir cómo los pensadores poscoloniales en América Latina importaron al por mayor ideologías y políticas del norte, sin referencia a las condiciones locales, y con resultados a veces muy poco afortunados.
El poema «Importación de libros en Buenos Aires, 1820» explora la llegada a Buenos Aires de publicaciones de Europa, y Gran Bretaña en particular. Las obras de Adam Smith llegan a las costas argentinas acompañadas de otros productos manufacturados, en particular telas y tejidos, que la nueva república necesita importar. Los «letrados» ofrecen otro mercado en crecimiento para los exportadores británicos y europeos, no solo por su hambre de conocimiento, sino también porque las obras de los románticos europeos —Byron, Tocqueville, Hugo, Schlegel— y economistas políticos abren camino para las exportaciones y transacciones financieras más lucrativas que llegan después. Esto, insinúa el poema, conduce a un «delirio afiebrado del exceso» (2001b, 101), de consumo de ideas y bienes. En su ensayo sobre Alberdi, Raimondi (2010) sostiene que el prestigio en que se sostenía la cultura británica, y en particular las obras de los poetas románticos, entre los ideólogos del liberalismo argentino del siglo XIX, fue tan importante como la solidez financiera británica en los negocios con la nueva república. Al final, el «empréstito de las letras y la moneda se fundan» (2001b, 101): tanto las ideas como el dinero deben ser prestados para financiar la inteligencia y la economía de la joven nación periférica, en una forma de doble dependencia, una extensión cultural de lo que describió Andre Gunder Frank en sus teorías sobre la dependencia y el capitalismo en América Latina (1971). La gran ambición de Poesía civil es analizar en verso no solo las prácticas industriales modernas, la relación entre las culturas periféricas y el poder centralizador o excluyente del capital, sino también la capacidad de los poemas mismos para realizar el análisis que se proponen.
Si los poemas de Raimondi analizan los efectos de la importación tanto de ideas como de mercancías en la Argentina del siglo pasado, es decir llevan a cabo un agudo análisis de las teorías y prácticas del colonialismo, la obra de otro escritor argentino contemporáneo, les da la vuelta a estos flujos transatlánticos. Cristian Aliaga (1962, Tres Cuervos, Prov. de Bs. As.) es poeta, periodista, editor, y docente, radicado en Lago Puelo, en el sur de la Argentina. Su Música desconocida para viajes (2002) es un libro pionero en un género que se podría llamar «poesía de viajes», o «poesía documental»: una forma de poesía en prosa concebida para captar lugares y momentos significativos durante sus viajes, para unir investigaciones, testimonios orales, y la reacción afectiva.
En sus ensayos y su poesía, Aliaga explora la política y la vida diaria en Patagonia, las provincias del sur del sur. Su poesía examina el desarrollo capitalista neoliberal en el sur e intenta resistir sus efectos, en particular la borradura de culturas, escrituras, historias y formas de vida. Como uno de los fundadores del periódico El extremo sur de la Patagonia y su suplemento cultural, Confines, Aliaga traza vínculos entre lugares olvidados o destruidos: el Sáhara Occidental, Palestina y la Patagonia misma. Investiga las posibilidades de crear y comunicarse fuera de la metrópoli. Para Aliaga, la poesía ejerce una función social, relacionada estrechamente con su fracaso como mercancía.
En 2011, Aliaga estuvo ocho meses como «visiting professor» en la Universidad de Leeds. Su estancia en Europa le ofreció la oportunidad de volver la mirada del centro hacia sí mismo. Como lo había hecho en la Patagonia, Aliaga viajó a los lugares que existen y al mismo tiempo no existen: antiguas comunidades mineras, destruidas en la década de los 80; ciudades identikit con sus calles de comercios–franquicia; dilapidadas estaciones de ferrocarril suburbanas; y los espacios abiertos de los «moors» o páramos de Yorkshire. Visitó sitios de conflicto, como la Falls Road en Belfast; lugares de importancia poética, como la casa de Dylan Thomas en Gales; y los centros de la cultura europea que los de la periferia, y en su caso la periferia de la periferia, visitan para rendir homenaje. El resultado es el poemario La pasión extranjera.
Si para Raimondi son los románticos ingleses quienes ocupan una posición central en su visión de las relaciones transatlánticas, para Aliaga es otro escritor, el argentino (de antepasados anglo–estadounidenses), William Henry, o Guillermo Enrique, Hudson. En el poema «Hudson regresa a Inglaterra», Aliaga analiza una de las figuras más interesantes de las relaciones anglo–argentinas, al describir al escritor, jubilado en Inglaterra, y visto como una especie de «pájaro desplumado» por sus vecinos,
Hudson viaja en bicicleta por las islas mientras recuerda
caballos jadeantes de la pampa aquella. Lleva polainas y
atuendo raído, y su mirada resplandece del infinito que
pudo ver.
Cada poema de La pasión extranjera es un intenso bloque de información y reacción estética y afectiva. El recorrido de Aliaga esquiva los típicos derroteros turísticos, a la vez que nos convierte a nosotros, los lectores europeos, en extranjeros, en los otros, y nos obliga a estudiar lo nuestro con nuevos ojos. El poema «Lengua del extrañamiento» describe, en cierto sentido, los motivos del proyecto.
El viajero inglés se desplaza para terminar en un libro. Busca
lo desconocido universal y se dedica a contarlo con palabras
únicas para Inglaterra, el Mundo. Ese relato viaja por el
planeta del idioma y el libro —que avizora lo útil con lo
incógnito— lo acompaña. Todo será traducido para su lectura
en Calcuta y Tierra del Fuego. Las descripciones habrán
servido para que los habitantes del mundo descubran cómo
deben contar su mundo a los viajeros. Aprendemos a fuerza
de descubrir qué hay detrás del libro de un viajero inglés.
Trabajamos sobre sus intersticios, relevamos pliegues de lo
escrito, cavamos en Chatwin, vemos a trasluz la radiografía
de Burton, somos arqueólogos de la palabra lejana. Un viajero
sin lengua habla el extrañamiento, como los habitantes del
extremo sur que Darwin hizo cruzar el Atlántico.
(Oxford)
Los poemas de Aliaga ofrecen una interrupción de estos circuitos, no solo una forma de contra–información, sino también, en términos más formales, una pequeña intervención en los circuitos normales del flujo de información. Como dijo Aliaga en una entrevista con el diario Página/12: «[En en sur] uno va a una librería y pide una recomendación y el librero te recomienda En la Patagonia de Bruce Chatwin; es la mirada extrañada que el propio librero patagónico te sugiere que ese es el libro donde te llevás todo sobre la Patagonia» [2]. Cabe decir que la cátedra de Aliaga es en periodismo/ comunicación social, y fue unos de los pioneros en desarrollar cursos para la formación profesional de periodistas en el sur en la época de la pos–dictadura.
Desde su posición excéntrica, Aliaga visita los sitios donde la ideología del centro se impone, para ofrecer una crítica emotiva y mordaz, como en el poema «Armas largas inocentes»:
Los niños disparan unas armas largas inocentes aquí. Es un
juego de guerra simulado en una pantalla, y sus cabezas
aprenden el significado de las herramientas antes que el
de las palabras. […]
Los caídos constituyen la causa necesaria, el reverso
imaginado de la colección de armas de la historia. Cuando
el visitante descolocado se revuelve en la duda y enfila la
salida, una pequeña sala recrea Afganistán.
(Museo de la Armería Real, Leeds)
El Museo de la «Royal Armoury» es, por un lado, un sitio turístico y parte de un proyecto de gentrificación o renovación urbana que se llevó a cabo en Leeds en los años 1990, en la antigua zona de los muelles, los docks, de la ciudad. Por otro lado, como señala Aliaga, tiene como misión en parte una normalización de la política exterior del Reino Unido, y en particular sus intervenciones armadas en el extranjero. Aliaga se identifica como el «visitante descolocado», pero nos obliga como lectores a compartir esta incomodidad.
La vista de Aliaga se enfoca en cómo se plasma la política internacional a nivel local. Pero más allá de la aguda crítica de las relaciones neo-coloniales de poder, encontramos en sus poemas un tono más liviano, hasta cómico. Su sentido de la ironía y su olfato por lo absurdo son, también, notables, como en esta descripción de la granja que quedó atrapada entre las dos vías de la autopista M62 Leeds-Manchester: «Una vivienda con su granero ha quedado como rehén entre / las dos vías de la autopista». Otro poema, firmado en Bradford, analiza una ironía del nuevo racismo británico:
«Manufacturas»
Cocina árabe e hindú, turbantes y velos. […]
Un teatro Alhambra restaurado, malversada su
estética original, y otro abandonado, bellísimo en su ruina.
Factorías inmensas en las que dóciles inmigrantes envasan a
ritmos de la revolución industrial lo que comerán confiados
miles de europeos que desconfían de los extranjeros.
(Bradford)
Durante su residencia en Leeds, Aliaga viajó por grandes partes de Europa, y pasó tiempo en España, país que conoce desde hace años, y con el cual tiene lazos familiares (el apellido Aliaga es de Vizcaya; tiene también parientes vascos). En el poema «Los calambres» indaga el destino, y explora el legado, de otro poeta, Federico García Lorca. Comienza con un epígrafe, de un grupo punk inglés, The Clash:
‘Spanish songs in Andalucía
The shooting sites in the days of ‘39
Oh, please, leave the ventana open
Federico Lorca is dead and gone’
(Joe Strummer. The Clash)
[…] A pocos metros,
un pequeño monte guarda un círculo de vegetación ausente,
y un tronco cortado perdura como mesa a juzgar por los
cortes profundos y antiguos. El árbol se ve como se verían
los cuerpos talados en vida. Allí comerían su botín robado,
su pan con aceite, los fusiladores. Así descansarían entre
tiro y tiro, y calmarían en la fuente los calambres del dedo
percutor.
(Pozos de Víznar).
Con la cita de una de las bandas más políticas y polémicas de los 70/80, presenta un tema todavía muy vigente en España, el destino de las víctimas del franquismo, y en particular el paradero de los restos del poeta García Lorca, tema muy relevante en Argentina también, dada la importancia de la arqueología forense en las políticas de memoria y justicia en la época pos–dictatorial. La palabra «fusilador» trae a mente momentos importantes de la historia argentina: la «Patagonia trágica», la masacre de Trelew, y la infame Operación Masacre, investigada por Rodolfo Walsh en el libro del mismo nombre. Señala otro vínculo entre Aliaga y Raimondi: su desarrollo de una forma de poesía documental, con raíces tanto en la tradición poética como en la prosa argentina —Osvaldo Bayer, el mismo Walsh, y escritores contemporáneos como Selva Almada y su extraordinario libro sobre los femicidios en la Argentina, Chicas muertas—.
En conclusión, si de relaciones coloniales hablamos, ¿cómo evitar su reproducción en los estudios literarios? Es decir, ¿cómo evitar que se convierta a los textos argentinos en materia prima para su venta como producto más sofisticado por parte del académico europeo? Como respuesta, veo la traducción como faceta muy importante de mi trabajo como investigador. Con Aliaga, trabajamos en una versión de La pasión extranjera (The Foreign Passion), editada en Londres; la primera edición del libro fue en inglés (en formato bilingüe); recién salió una versión en castellano en la Argentina. Con Raimondi trabajamos en las versiones en inglés que acompañaron sus intervenciones en el Festival de Poesía (Poetry International) de Rotterdam, de 2016. Estas traducciones son necesarias —ya que el Reino Unido es un país, a pesar de sus muchas comunidades multilingües, en términos literarios, muy poco políglota—. Si los dos poetas exploran e interpelan las relaciones coloniales, me parece que la traducción ofrece una modesta forma de contestar estos flujos y relaciones tradicionales. Podría citar otros proyectos, como la antología de Richard Gwyn, The Other Tiger (El otro tigre); las traducciones de Cecilia Rossi (Tamara Kamenszain, Alejandra Pizarnik); el catálogo de Waterloo Press (con el apoyo del programa Sur de traducciones). Y no son libros en traducción, pero me parece muy interesante el proyecto de Ediciones Liliputienses, de Cáceres, que tiene un importante catálogo de poesía latinoamericana, argentina en especial; como reza su página web: libros pequeños de poetas enormes.
OBRAS CITADAS.
Aliaga, Cristian (2016), The Foreign Passion, trad. Ben Bollig (London: Influx)
Gunder Frank, Andre (1971), Capitalism and Underdevelopment in Latin America (Harmondsworth:
Pelican)
Página/12, «Extrañamiento invertido»,
https://www.pagina12.com.ar/30859-extranamiento-invertido
Raimondi, Sergio (2001), Poesía civil (Bahía Blanca: Vox Senda).
Raimondi, Sergio (2010), «Poesía y división internacional del trabajo. Sobre Estudios económicos de J. B. Alberdi.» Revista planta 1. https://plantarevista.com.ar/anteriores/nr1/raimondi.html
Rama, Ángel (1996), The Lettered City, trad. John Charles Chasteen (Durham, NC.: Duke)
NOTAS
[1] Ponencia presentada en la Universidad de Salamanca en Octubre 2018 durante el Congreso Internacional «Dinámicas transculturales: Argentina, Reino Unido, España siglo XX,» organizado por Catherine Davies y Guillermo Mira Delli-Zotti.
[2] https://www.pagina12.com.ar/30859-extranamiento-invertido
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*Ben Bollig enseña literatura y cine latinoamericanos y traducción en la Universidad de Oxford.
Web: https://www.mod-langs.ox.ac.uk/people/benjamin-bollig