Acronopismos y otras delicatesen Cronopio

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EL MERCADER DE LA MEMORIA

Por Manuel Cortés Castañeda*

Llegó de repente a la ciudad como siempre lo hacía, con sus ungüentos y deliciosos aceites y filtros mágicos, y ropa íntima de última moda, y purgantes y sueños y palabras aun desconocidas, y extrañas historias que le contaba a la concurrencia mientras le vendía su mercadería y regalaba a manos llenas como un dios ebrio sus baratijas… lo cierto es que nunca había visto juntos tantos niños buchones y mujeres transidas de felicidad y hombres serios como si estuvieran cargando una condena y animales tan serios como los hombres…

Si mal no recuerdo y no confundo personajes y acontecimientos, como siempre pasa en el mundo de la feria y la rapiña, siempre que aparecía también desaparecía una chica del pueblo… a veces unos cuantos días después de su llegada, u otros tantos días después de su partida… ya eran varias las que habían desaparecido sin dejar rastro y acusarlo era inaudito, ya que nadie tenía pruebas en su contra y, además, siempre regresaba con las manos vacías y cada vez mas cargado de mercaderías como si a pesar de las sospechas, infundadas o no, tuviera un pacto secreto con el pueblo… muchos murmuraban, sin atreverse a afirmarlo abiertamente, que él era el culpable de tales desgracias, pero nadie se atrevía a acusarlo, porque tenían miedo de que si la justicia lo condenaba, entonces el pueblo se quedaría huérfano de su magia y de su presencia y sueños y mercaderías…

De las chicas nunca mas se supo nada y los que lo vieron en otros pueblos vendiendo sus mercaderías y sus palabras, también aseguran que siempre estaba solo y ni siquiera de momento lo habían visto con una mujer, aunque hubo aquellos que le montaron la perseguidora [sic] con la esperanza de pillarlo infraganti y ser los mensajeros inesperados de la verdad… pero ni siquiera en las casas de putas se le había visto, a pesar de que las putas eran cada vez mas sus clientas mas devotas y fieles…

La preocupación, sin embargo, era cada vez mayor, ya que cada vez regresaba con mas frecuencia al pueblo y todos temían que llegara el día en que ya no quedara ninguna chica por desparecer… la verdad no tanto por las chicas ya que eso se había vuelto pan cotidiano, sino por que imaginaban que sin chicas el mercader no volvería nunca jamás…

Y cuando ese día llegó, a pesar de que en el pueblo la actividad sexual era mas frecuente, y nacían cada vez mas niñas, entonces empezaron a desparecer las esposas viejas y nuevas —daba lo mismo—, y después las amantes y después las putas y después las viejas del pueblo y después las viudas y después las abuelas y cuanta cosa femenina husmeaba por los alrededores desaparecía como si desaparecer fuera la única cosa que acontecía en el pueblo… llegando a desaparecer incluso perras y gatas y puercas y vacas y hasta yeguas y burras que era lo que mas cuidaban y protegían los moradores del pueblo…

Al comienzo los hombres, aunque lo disimulaban muy bien y de muchas formas, no pudieron ocultar cierto júbilo y complacencia con estas desapariciones inesperadas, aunque por otra parte la tristeza y la angustia los consumía cada vez que pasaban, o recordaban la casa de putas ahora completamente vacía… pero como todo, y como siempre tiene que suceder, no faltaban y cada vez con mas frecuencia los que se quejaban de la situación, llegando a afirmar abiertamente que todo era cosa del demonio y que había que buscar e interrogar al mercader sobre la situación, aunque no existieran pruebas de ningún tipo, y en última instancia si fuera necesario sacrificarlo en la plaza para que con su muerte terminara el hechizo, o al menos las mujeres desparecidas volvieran al pueblo a cumplir con su destino… y entonces así el pueblo volvería a vestirse de novia y de madre y de amante y de abuela, y de perras y gatas, y las yeguas y burras volverían a deambular por el pueblo tan satisfechas como la mejor de las amantes…

Y la situación cada día se hacía tan compleja, que decidieron en un asamblea improvisada, que cada dos semanas, para empezar, y hasta tanto no se presentara una solución mas definitiva, se vestirían todos de mujer, incluso los animales, y saldrían en procesión por el pueblo a pedirle a sus mujeres que volvieran sin importarles que ya estuvieran muertas, o llenas de hijos naturales, o viejas o casadas, o enfermas, o incluso si ya tenían otro amante, otra abuela, otra perra, otra gata, otra puerca, otra vaca, otra burra y otra yegua para cuidar y proteger…

Indudablemente que el mercader al enterarse de lo sucedido y con mas ganas que nunca, venía con mas frecuencia al pueblo como si fuera ya obligación, pura necesidad, y duplicó sus ganancias y de tal forma que un día desapreció como por arte de magia, sin dejar rastro y nunca mas regresó al pueblo… el pueblo igualmente se olvidó de él como si eso hubiera sido lo acordado, lo pactado, y a los pocos días ya nadie se acordó de él y todo fue como si nunca hubiese estado en el pueblo…

Y los hombres y los animales y cuanta cosa masculina deambulaba por los alrededores, seguían vistiéndose de mujer cada vez con mas frecuencia, cada día, a toda hora, en cada lugar, en cada sueño, y tanto y de tantas formas y con tal devoción y empeño y entrega, que pronto llegó el día en que todos sin darse cuenta ya no recordaban que eran machos o habían sido machos, y los animales que habían sido también machos, y el pueblo entero así como por arte de magia, como siempre suele ocurrir en el mundo de la feria y la rapiña, recuperó su instinto femenino, y madres y novias y viejas y abuelas y amantes y hasta las gatas y perras y puercas y burras y yeguas se multiplicaban en el pueblo…de la misma forma que se multiplica la envidia y el odio…

O como una plaga maravillosa… y se reproducían de tal forma y cada vez con mas frecuencia que la casa de putas floreció como un árbol en primavera, y otras muchas casas de putas y hasta de burras y yeguas, y al pueblo empezaron a llegar con mas frecuencia mercaderes de todo tipo de ropa íntima, marcas famosas de París y de Londres y de New York… y hasta algunas marcas, de las más reconocidas, de pueblos del África y de Asia… y pueblos primitivos de la Amazonía…

EL TIGRE

                                        para Gabriela y Camila

Era mi primera vez… temblaba como tiembla uno cuando cree que ha visto un fantasma la primera vez… como cuando uno se queda en casa la primera vez y se mete en el closet y simula que se ha quedado dormido… como tiembla uno cuando tiene la primera eyaculación, solo, y cree que nunca va a parar… que se desangra, que se ahoga y que pierde todo el pelo en un solo instante… frío y calor y náuseas y miedo y muerte y sangre… todo a la vez, como el regalo que siempre esperamos, y la espera se hace larga, parece romperse, inundarlo todo, tragárselo todo…

Era mi primera vez en la mitad de la noche, acaballado como un huérfano en lo mas íntimo de la noche, en lo mas alto de la pasera hecha de juncos y guaduas que mi padre había construido en el árbol, atado al árbol, fundido al árbol, colgado al árbol con lianas y cuerdas y alambres… yo y mi padre solamente para que el miedo fuera mas mío, mas intenso, mas luminoso… antes, repetidas veces, habíamos seguido el rastro que dejaba la bestia… la misma trocha de siempre… la misma que la había llevado tantas veces donde lo esperaba la muerte que de ninguna forma había podido cumplir aun con su cometido.,..
(Continua siguiente página – link más abajo)

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