miradas prohibidas
para annalea
de muy niño tocar fue mi delirio, y tocaba con los dedos y los ojos, con la lengua tocaba y me extasiaba, como se ahoga un suspiro que no ha sido…
y mis oídos el viento respiraban, y allí junto a la piedra, las paredes, en silencio tocaba y escuchaba en la punta de mis dedos lo perdido…
toqué sin acercarme, en la distancia, a la intemperie, desnudo, en el vacío, y si yo nunca estaba yo tocaba como dos alas se tocan y se pierden cansadas de tocar sin ser de nadie…
tocaba con el agua de la lluvia, con cada gota en el grifo que caía, tocaba con los pasos de la novia, y con los del amante que tiembla y se extravía…
toqué con los lamentos, los quejidos, por entre las rendijas y los sueños, en el hueco que estalla y que se cierra, con el golpe que aprieta y que se abre…
toqué tanto que en vilo yo tocaba y de silueta y de sombra y de quimera, toqué lo que faltaba lo que queda, igual como se toca aquella herida por dentro, por debajo, por afuera y de lado y encima y dondequiera…
y el día que toqué por vez primera, tus pechos, tu mirada, tu ceguera, sentí que entre mis dedos se metía una boca que el tiempo no tenía… una cosa que sin ser de nadie sangraba en mis pupilas y se abría…
y olores que apestaban a silencio, glándulas que mis dedos no sabían, y desechos, quejidos y lamentos que a mi lengua le dieron forma y vida…
y seguí yo tocando hasta el delirio, tocando con mis ojos la materia, bajando a tientas a tocarte el alma que al tocarte toqué también la mía…
y allí perdido me quedé tocando como un monstruo que toca su quimera, unas manos enormes que se achican y entran y trasbocan y se agrandan en el abismo que toco entre tus piernas…
nuncamente
yo mismo me he empujado
y me he caído
sin llegar a caerme
un solo instante
y recojo lo que queda
lo de nadie
todavía en el borde
del abismo…
uno se cae así no mas
en vilo
como a medias se cae
lo perdido
como se cae de reojo
el tiempo
y a tientas uno sabe
que no ha sido…
y se muere uno todo el tiempo
en vano
y es cuando mas aprieta el nudo
que se rompe
como cuando se mete
la cabeza tanto
que es otro el que en el hueco
queda en blanco…
un paso siempre mas
y las orillas
se empujan, se dilatan
otro tanto
y una vez damos forma
a lo perdido
un fantasma nos mira
con espanto…
papeles prohibidos
soñé que me soñabas y en mi sueño
las cosas que soñabas no eran mías
tampoco eran tus cosas las que había
pero en el sueño fui tuyo
y fuiste mía…
primero fue la sangre que manaba
tan ajena, tan otra, otra quimera
una herida tan honda, tan humana
que sin ser tuya se abrió
como si fuera…
después fue este delirio que no estaba
metido hasta la madre y que se pela
y te tragaste lo que no era tuyo
como yo en un hueco me metí
que no era…
y soñabas y yo también soñaba
y de tanto soñar todo se ahoga
y cuando desperté, tu despertabas
y no supimos de los dos
cuál era…
yo untado hasta el fastidio en tus desechos
y tú en los míos lamiendo lo podrido
soñar no cuesta nada y algo nos queda
así no sean tus huecos
y mi lengua
robótica
dormida con mi verga
entre sus manos
he visto que sus manos
no dormían
subían
y bajaban
y seguían
y en mi sueño mi verga
no era mía…
y entonces fue mi mano
que en su crica
bajaba
y se metía
y se escondía
y en su sueño
que el mío parecía
soñaste que en mis piernas
tu crica no dormía…
la mano
es instrumento
tan nuestro
y tan ajeno
que mata
y enloquece
sin que nos demos cuenta
y si el delirio acecha
y el deseo envenena
la mano es un juguete
que entra
y que nos quema…
amores prohibidos
con los mismos ojos que la encontró abandonada en sus sueños y la amó y la hizo suya y la adoró de rodillas, se le acercó un día y le sacó los suyos y los echó a rodar como una última jugada en el infinito…
no pudo aguantar que otros ojos la hubiesen encontrado y amado y adorado y gozado de rodillas, antes que el tiempo hubiera hecho su entrada en la gloria…
tampoco pudo soportar que una vez el tiempo se hubiese marchado, otros ojos desconocidos pudieran encontrarla perdida en el camino y amarla y de rodillas, para siempre, parar el juego y cambiar el curso de su jugada…
ya había hecho muchas veces lo mismo en sus días sin tiempo y sin sueños, cuando enamorado de los murciélagos los atrapaba y los disfrutaba hasta el delirio antes de traspasarles los ojos con una espina encarnada…
y ahora estaba ahí, de pie, junto al abismo, sin saberlo, buscando incansable con sus manos deshabitadas el último paso que apagara para siempre la mirada insondable de su propia ceguera…
silencio
ríos de amor naciendo en el silencio
que se abre y se ahonda y que se entrega
dejando a la intemperie
los secretos mas horribles
de su intimidad…
lenguas que multiplican su agonía
y que abren huecos donde ya nada queda
y que se hinchan y se inundan y se queman
mas allá del tiempo…
una mirada que se queda en vilo
saboreando un quejido que no llega
gotas de sangre que se desangran dentro
un hueco que se cierra como se cierra el viento…
ríos que van dejando en la alborada
despojos, alfabetos, peces muertos
una orilla que toca la otra orilla
y un silencio que huele a pesadilla…
brujería
en los ojos y en los sueños y en la lengua
todo se le fue llenando de materias en desuso
y heridas por doquier a reventar…
el murmullo monocorde de las sirenas
se aparcó de lleno en la vigilia
como una ampolla irredenta
a la espera de una boca enamorada…
es la hora de meter las manos en la masa
y tanta abundancia se le hizo humo
en el incendio de las horas
y el grito de los enamorados se extravió de lleno
con sus sacos vacíos…
entre las ascuas la noche fue degollando
una a una sus ovejas y su cíclope
y al iluso de turno…
cunnilingus
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a hurtadillas o de patitas para arriba la lengua también
se pone su corona de espinas desde el fondo del ojo
que la reclama
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los dedos se multiplican en los agujeros como una
emanación de larvas a través de una fruta ya casi
en el umbral de la descomposición
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primero es el delicado sistema del veneno que se deteriora
en los canales del sueño y se repliega en su
cicatriz antes de consumirse en su luz
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los ojos como dos ollas vacías abandonados a la deriva
de una mar ya casi vaciada de raíz y sin una sola
estrella
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la piel ciega y cegada desde siempre por la palabra desde
siempre hecha carne y sangre y heces
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después es el olor nauseabundo de la herida que desde
su oquedad simula un apéndice delicadamente sazonado
en su propia sangre
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el lugar más oculto se desangra a plena luz del día y
un temblor efímero se prolonga y se debilita junto a
las puertas que caen una tras otra
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el órgano donde la quietud de la tarde acumula el suave
licor de las materias ya en desuso se prolonga hacia
adentro más allá de su condición sublime y se desangra
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en los muros socavados por la canícula
entre dientes y garras el fruto se cae a pedazos sin haber
aun sufrido del síntoma de la separación y con sus
velas todavía intactas en el conjuro de la metamorfosis
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la piedra entra en el agua y después se desvía en una
curva imaginaria hasta caer de bruces en la superficie
que cancela sus válvulas a la mecánica de la bulimia
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un dedo en el agujero del sueño y otro en el agujero del
éxtasis todavía separados pero consumidos en las
secreciones de la frágil membrana donde se oculta
la divinidad
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un adminículo de más haciendo de las suyas en el lugar
menos conveniente y sumándole a la lengua sus
medicamentos y a las ramas que se quiebran un eco
lejano y al desasosiego su muñeco de barro
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finalmente, la aguja se des-enhebra y el hilo se pudre en
su irrisión para que nadie pueda sacar de la tela
las manchas de sangre
cuerpo místico
para annalea
con sus piernas, donde tantas veces el amanecer se ha echado a perder, armé una cruz y me crucifiqué en lo más alto de la nada para gloria de la carne que sigue aullando en los despojos de la eternidad…
con sus ojos, donde sigo náufrago, me hice una lámpara de luces alternas para cruzar el espejismo donde el tiempo todavía se arrastra con la soga al cuello…
con sus manos me fabriqué un pozo y bajé al río a traer agua para dar de beber su pócima diaria a las crías del horror, que siguen esperando junto a la puerta que el delirio se saque los dedos de la boca y vuelva a respirar…
con sus brazos me hice un amuleto y me lo eché al cuello dispuesto a sacrificar las últimas pisadas en el naufragio de la nada que me observa en silencio y me llama por su nombre…
con su ombligo construí un túnel y me dejé llevar por la corriente de los días aún por arribar, hasta que toqué con mis dedos los últimos pedazos de su intimidad todavía a tientas en las sílabas que le quedan al lamento en su agonía…
con sus tetas, única sal de la tierra, ladrillo a ladrillo levanté una torre interminable donde paso los días que me faltan y los que me quedan y los otros, esperando y rogando que la torre se desplome y me aplaste y me relama en la mitad de la calle…
con su sexo, vasija donde todo se prodiga y se calla, me saqué una lámpara que me escucha en silencio cada una de mis quejas y materializa el mas pequeño de mis deseos, y el uno para el otro vamos por el mundo dándole de beber a los dolientes y a los otros su botella de sueños…
con el vello cada vez mas abundante de su pubis, afeitada tras afeitada me hice un disfraz y una vez hecho otro lo mismo sin serlo y sin saberlo, me perdí entre la multitud que se acercaba cada vez mas cerca como buscando los últimos residuos de su respiración…
con sus patas donde tantas veces las mías se encontraron y se ahogaron de tantos besos y lenguas, perdidos desde siempre, me eché al hombro el camino y ya en el puerto sin barco y sin mar lo colgué y me colgué en las paredes todavía húmedas de su intimidad…
con su culo fuente de sabiduría y sin-sentido, acuñando ramas y desechos y sueños aquí y allá, me hice un nido y me tiré a dormir hasta el día de hoy que aún respira subiendo de tanto en tanto a sus ojos que una vez más me reconocen y me amarran a su cruz…
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* Manuel Cortés Castañeda, nacido en Colombia, es licenciado en Español y Literatura de la Universidad Nacional Pedagógica (Bogotá), director y actor de teatro. Cursó estudios de doctorado en la universidad Complutense (Madrid). Enseña español y literatura del siglo XX en Eastern Kentucky University. Ha publicado seis libros de poesía: Trazos al margen. Madrid, España: Ediciones Clown, 1990; Prohibido fijar avisos. Madrid, España: Editorial Betania, 1991; Caja de iniquidades. Valparaíso, Chile: Editorial Vertiente, 1995; El espejo del otro. París, Francia: Editions Ellgé, 1998. Aperitivos, Xalapa, México: Editorial Graffiti, 2004; Clic. Puebla, México: Editorial Lunareada, 2005. Dos antologías de su trabajo literario han aparecido recientemente: Delitos menores, Cali, Colombia: Programa editorial Universidad del Valle. Colección Escala de Jacob, 2006; y Oglinda Celuilalt, Cluj-Napoca, Rumania: Casa Cărţii de Ştiinţă, 2006. Ha sido incluido en antologías tales como Trayecto contiguo. Madrid, España: Editorial Betania, 1993; Los pasajeros del arca. La Plata, Buenos Aires, Argentina: El Editor Interamericano, 1994. Libro de bitácora. La Plata, Buenos Aires, Argentina: El Editor Interamericano, 1996. Donde mora el amor. La Plata, Buenos Aires, Argentina: El Editor Interamericano, 1997. Raíces latinas, narradores y poetas inmigrantes, Perú, 2012. Además, escribe sobre poesía, cuento y cine. Actualmente está traduciendo al español textos de poetas norteamericanos de las últimas décadas: Charles Bernstein, Leslie Scalapino, Andrei Codrescu, Susan Howe y Janine Canan, entre otros.
Muchas gracias Tony. Agradezco tu generosidad y se me encapricha la piel cuando dices que has aparcado temporalmente a Borges y a Neruda. No merezco tanto. Lo que necesites estoy a tu entera disposición…
Manuel
Descubrí a Manuel Cortez Castañeda no hace mucho tiempo. Descubrí su estilo de poesía en prosa, su prosa, su particular uso del vocabulario mezclando lo popular con el resto. Tanto me interesó, que los cuentos de Borges y la poesia de Neruda quedaron apilados a un costado, quizás no los abra por un largo tiempo. Hay mucho por leer de Manuel Cortez Castañeda