Especiales Cronopio

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FACEBOOK: LA WEB SOCIAL COMO NUEVA ARMA DE DISTRACCIÓN MASIVA

Por Olivier Ertzscheid*
Traducción del francés por Silvia Juliana Sanabria López*

Clic o no clic, tal es el principio de los enlaces hipertextos, o hipertextados. Enlaces (links) que son esenciales para los contenidos en los cuales ellos se registran con el fin de describirlos mejor, cualificarlos mejor u «orientarlos» mejor. Tales enlaces no pertenecen a nadie, al aglomerarlos forman una masa de densidades y orientaciones indescifrables para un navegador aislado, pero casi perfectamente legibles para un buscador. La supremacía de Google está construida por entero sobre esta capacidad de lectura y desciframiento de un código siempre aleatorio. Antes que todo, los enlaces hipertextos son el estigma de una escritura cuya negación no puede pretender medir o agotar la gama de posibilidades múltiples.
«To like», «J’aime», «Me gusta», en lugar de «yo enlazo».

Me gusta o no me gusta. He aquí el principio del nuevo botón «Like» que Facebook propone a quien desee incluirlo en su sitio web para poder construir una «web social por defecto», según palabras de su fundador, Mark Zuckerberg. Social por defecto pero binario, exclusivo, sin reciprocidad, y con la centralización en Facebook como condición del compartir. El grado cero del enlace, la apreciación o la depreciación. Una lógica de recompensa, de gratificación, una lógica «aseguradora» en el peor sentido del término pero cuya culpa no recae directamente sobre Facebook sino sobre su botón «Like».

Esta lógica era en efecto muy perceptible en aquellos enlaces los cuales no median más que la capacidad de prescripción mercantil, esos enlaces que sólo leían al ras las transacciones de los reembolsos autorizados, esos enlaces transmutados en cuidadosos barómetros, provistos de una única substancia: su valor de cambio. En la actualidad, el movimiento está llegando a su fin. Nos resta elegir: enlazar o me gusta (To link o To like). La econometría de la atracción contra la economía del enlace. Muchos analistas señalan el lugar cada vez más central y protagónico que ocupa Facebook en el ecosistema de la web y los temores que esto suscita la naturaleza misma de la red, más allá de las meras cuestiones de confidencialidad. A la vez, debe añadirse el riesgo de una polarización de la web, de la afirmación de un punto focal, de una sola perspectiva que instaure Facebook.

A la inversa del ADN original de la web, formado por dos compuestos esenciales: su exterioridad y su topología sistemática descentralizada. Google fue el primero que pudo poner en evidencia un «enfoque del índex» que respeta o restituye el esquema. Pero, dicho índice no altera en nada la topología misma de la red, es el reflejo: la restituye para que nosotros podamos situarnos en ella. Otra cosa es el índice paralelo que está creando Facebook con su botón «Me gusta» y sus otras aplicaciones. Al igual que el índice de Google, reposa sobre el trabajo efectuado por los internautas en la medida de enlaces hipertextos para uno y de la activación del botón «me gusta» para el otro.

Google y Facebook se contentan con proporcionar en sus índex un punto central de alojamiento y también los jerarquizan (y claro, monetizan). Estableciendo un enlace, creando el contenido que rodea ese enlace, los internautas participan en dicha elaboración del índex de Google cualificando y orientando esta inmensa grafía de contenidos que es la web. De esta forma, ellos permiten que Google, pero también un conjunto de otros actores, se constituyan como igual punto de acceso necesario pero no exclusivo. Haciendo clic sobre el botón «Me gusta» y proveyendo —sin ser siempre conscientes— de información a las otras aplicaciones de Facebook, los usuarios construyen un índex paralelo igualmente cualificado pero que sólo está orientado en una sola dirección y es propiedad de Facebook.

¿Y MAÑANA?
Los «antiguos» ecosistemas informáticos, nuestros sistemas operacionales, reposaban en un ambiente propietario conformado de aplicaciones logiciales reagrupadas en un mismo espacio de trabajo. La llegada de la web, de sus contenidos y de su dispersión, que es una grafía tan imperceptible como imprevisible, viene a romper ese ciclo. La tendencia actual de la informática «en las nubes» (cloud computing) hace tangible la próxima transformación de la web en un gigantesco Operating System cuyo navegador (Explorador) sería la interface. Google, Microsoft o Apple son por ahora los mejor equipados para ganar esta batalla. A menos que la visión que propone Facebook no los deje relegados.

En oposición a una «web operating system» pensada como una ventana de navegación abierta sobre la grafía de la red, una grafía pavimentada de enlaces, cartografiada por medio de algoritmos y en la cual las bases logiciales aplicativas son tantos nudos de red que incita a ponerse en marcha pero que no constituyen caminos obligados, el corazón de la web pensada por Facebook representa todo lo contrario, en su filosofía como en sus medios. Facebook propone re–acomodar a ultranza y a su solo provecho, un espacio que pertenezca a todos. Facebook propone que una aplicación propietaria (la suya) reemplace, para después suprimirla, una multitud de algoritmos que ofrecen una cartografía en masa de la web.

Moralidad. Después de haber sido por largo tiempo prisioneros del sistema Microsoft, luego de estar todavía liados en el ecosistema dominante de Google, no hemos hecho todo ese camino para reencontrarnos, mañana, dependientes de una y sólo una «aplicación», de una sociedad que ha hecho de la «web social» su arma de distracción masiva.
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*Olivier Ertzscheid es profesor de cátedra de Investigación en Ciencias de la Computación y Comunicación en la Universidad de Nantes. Ha publicado varios artículos especializados y dictado conferencias nacional e internacionalmente. Ha tenido también varias apariciones en la prensa, radio y televisión de su país.
*Silvia Juliana Sanabria López (Bucaramanga, 1984).  Licenciada Cum Laude en Español y Literatura de la Universidad Industrial de Santander.  Ha publicado ensayos sobre la obra poética de Jaime Sabines y de Alejandra Pizarnik (Sic Editorial, 2005).  También ha traducido textos de lingüística y de literatura del francés al español.  En la actualidad, se desempeña como docente de español y lengua extranjera en la ciudad de Bogotá y colabora en la revista de poesía Exilio. sylviajulianas@gmail.com

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