Literatura Cronopio

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LAMENTO DE INVIERNO

Por Óscar Alejandro Rodríguez Grey*

Sin querer, la lluvia me transporta.
Viaje inesperado al desprecio eterno: mi recuerdo;
esa imagen imponente, viva, grabada con tu nombre,
tan solo el recuerdo de una mirada,
lo único que recuerdo de ti.

Amor raro, ajeno y extravagante,
solo tú.

El amor que se me fue de las manos por tu locura,
mi locura…
mi alucinación.

ABSORTO

Ha visto amigos aspirar hasta su alma en locales muertos de humo y fermentación. Ha visto que su abstracción de la realidad es más confortable que la vida misma. «Es más bello morir como un buen hombre que como un monstruo ajeno a su entorno» le dijo una noche, aturdido con la pasta base, a su viejo amigo. Aquel que lo observaba y no veía más que un hombre alejado de parámetros y estándares comunes. Esos que se cuadran en un círculo de convivencia lineal y que restringe la demostración exagerada de las emociones para no invadir el espacio síquico del otro.

Sin ser más que un joven recién estrenado en el mundo de la noche capitalina, se vio envuelto en el sórdido actuar de jaleros, alcohólicos y fetichistas. Aprendiendo de ellos lo que significa vivir de una forma durante el día y de otra muy distinta durante la noche. Aprendió lo que es sonreír cínicamente para agradar al resto, con el fin último de conseguir drogas y alcohol gratis. Sin más, se fue dando cuenta que ya no pensaba, mucho menos reflexionaba sus acciones. Tan sólo dormía durante el día y al despertar por la noche moría en fiestas eternas que ni siquiera acababan con el amanecer. Junto a las drogas liberaba lo más íntimo de sus pensamientos, mostraba un lado que para el común de la sociedad era repudiable. Pero que en esta burbuja en la cual estaba inmerso, era tan normal como el acto mismo de respirar.

Pasaban y pasaban los días y él notaba como perdía el contacto con su familia y amigos de la infancia. Ya no tenía la imagen clara de su madre, ya no guardaba en su memoria los recuerdos de su niñez, ya no distinguía si su vida pasada era un recuerdo o el recuerdo de un recuerdo de lo que alguna vez fue.

Cada atardecer que llegaba le costaba más abrir los ojos y, aún más ponerse en pie. Pero con la magia de la coca y su aspiración profunda, su cuerpo se tornaba a lo más alto del ánimo y continuaba con bacanales y sórdidas fiestas. La magia de las drogas era algo que pocos sabían apreciar. En cambio, él disfrutaba cada instante de lo que veía. Todo lo contemplaba como una maravilla que pasaba frente a sus ojos en cámara lenta. Cada sonrisa, cada palabra, cada roce de la gente le activaba el sentido del placer y lo dejaba en éxtasis profundo hasta que el sol aparecía agresivo y dominante sobre su cabeza, indicándole que sus ojos debían cerrarse por un momento hasta que la luna les mostrase que ya era hora de continuar con su inconciencia desmedida pero delirante.

Sin siquiera sospecharlo, su cuerpo se tornaba cada vez más deteriorado. La gente lo miraba con desagrado, sus miradas eran de prejuicio. Era un ser detestable para los habitantes del día. Era un paria, desterrado del vivir común. Ya sólo podía existir bajo el manto de las luces artificiales y la sotana nocturna de la nada que se volvía un todo con el sólo acto de consumir droga.

Las voces musicales eran sus únicas acompañantes. Sus pasos errantes y su andar discordante lo transformaron en un ser solitario que desvariaba en su lenguaje, que en sus últimos momentos se confortaba con el arrullo de la voz amiga. Aquella que lo guiaba inconscientemente para terminar recostado a los pies de un árbol mal trecho y rodeado de palomas.

De aquella forma lo encontré sumiso ante mi caricia. En esa posición lo recogí tiernamente y lo cobijé mientras me contaba lo que había vivido. Tras brotar una lágrima, tal vez de agradecimiento o tan sólo por reflejo del cansancio de su cuerpo, me dijo: He visto amigos aspirar hasta su alma en locales muertos de humo y fermentación. He visto que su abstracción de la realidad es más confortable que la vida misma. Es más bello morir como un buen hombre que como un monstruo ajeno a su entorno.

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* Óscar Alejandro Rodríguez Grey es politólogo de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, Santiago-Chile. Tiene estudios en Comercio Exterior del Instituto Profesional Latinoamericano de Comercio Exterior IPLACEX, Santiago-Chile. Publiccaciones: Revista Aguja Literaria, agosto 2017, Chile, Poema «Imagen». https://www.agujaliteraria.com/single-post/2017/07/14/IMAGEN Revista Río Negro, junio 2012, Chile, Poema «Mente Involutiva». https://issuu.com/rionegro/docs/rio_negro_9_redux Libro Publicado: Noviembre 2017, Relatos Fragmentados, por Editorial Adarve, España.

Entre 2012 y 2015 fue coordinador de la Comisión Polítio-Jurídica Fundación Iguales, Chile. Reconocimientos: En 2015 fue ganador del Primer Lugar del Premio Nuestras Culturas, galardón otorgado por el Ministerio de Cultura de Chile al talento en el género de relatos.

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