EL DEBATE DE LA MARIHUANA.
Ser editor del primer periódico literario en la ciudad de México daba gran prestigio, aunque el ambiente social era completamente adverso a los intereses de los criollos, siempre desplazados por la primacía peninsular en los puestos de gobierno, en la toma de decisiones y los planes económicos de la Corona. Sabemos que el periodismo científico era impulsado, a la vez, por la Corona y por los ilustrados que adoptan la difusión del conocimiento científico como bandera del progreso social, para conocer la naturaleza y explotarla al máximo.
Alzate como ilustrado novohispano crea el periodismo cultural para que México entre en el concierto mundial de naciones cultas, por eso toma como pretexto, la cuestión de la idolatría de las plantas de los indios para mostrar los errores en que han incurrido tanto religiosos en tolerarla como los propios indios en su abuso. La «Memoria del uso que hacen los indígenas de los pipiltzintzintlis», aparece en Asuntos varios de ciencias y artes en el número 3, del 9 de noviembre. Alzate quiere demostrar que el abuso de pipiltzintzintlis desde una perspectiva científica y no ya desde la perspectiva religiosa que exageraba la influencia del Demonio. Aparece cuando el arzobispo Lorenzana, quien promovió el edicto junto con el doctor Barrientos, ya no está en México. Pero eso se había logrado con el edicto de 1754, disminuir el poder del demonio en maleficios, más no la influencia social de la Iglesia.
Es la des-demonización de las plantas, a los ilustrados toca des-demonizar a los indios vivos con la educación.
Primero Alzate es lector del edicto, y del libro de Lorenzana, después autor de la «memoria científica» desplegando varias prácticas de escritura: la traducción de libros de difícil acceso, de extractos, de crítica. En el papel de editor, se desdobla su figura en editor-traductor, editor-extractor, editor-corrector, editor-mecenas y editor-provocador social, por abordar temas peliagudos e irritantes. Todo esto para crear formas textuales y materiales inéditas en un ensayo breve contra los errores, el falso conocimiento, que sobre las idolatrías de los indios tienen los religiosos. La «Memoria del uso que hacen los indios de los pipiltzintzintlis» es para convencer a los lectores letrados de que las visiones terribles de los indios no son obra del Diablo sino los efectos químicos de la planta. Haciéndose dos preguntas fundamentales: ¿qué son los pipiltzintzintlis? y sí sus efectos en el cuerpo humano son naturales o sobrenaturales, vinculados a pactos con el demonio.
Recurre a científicos franceses, la primera obra que Alzate [traduce] es Disertación de los nephentes de Homero del doctor Peter Petit, de la facultad de Medicina de Montpellier, escrito en latín, el lenguaje de los científicos. Petit muere en 1687 e impresa póstumamente en 1689. Es una labor del editor-traductor al traducir libros de difícil adquisición o consulta. Alzate es muy riguroso y admite la autocensura en el texto que está traduciendo y esto pudo haberse evitado si él mismo desiste de traducir toda la información. Decir que el consumo de cáñamo hacía ver el mismo paraíso de Mahoma era más que una herejía, una promoción innecesaria del Islam en tiempo de crisis social de la Iglesia. Dando a entender de paso que el cáñamo, no era una planta americana o prehispánica, porque su uso versátil es muy antiguo.
También cita a Valmont de Bomare, que leían los letrados (Bartolache tenía su obra en su biblioteca), extractando una somera definición de cáñamo. Y continúa con el Diccionario de Trevoux, (de ideas jesuitas) que explica el efecto natural y químico de los narcóticos en opinión de diversos médicos franceses: Ettmullero, Willis, Adrique y Fayón. Y no los Padres de la Iglesia como las fuentes de los edictos y la jerigonza escolástica abstracta. Sigue el método de la filosofía moderna, buscar la verdad y mostrar el error, mientras que la escolástica exalta al buen cristiano y castiga al idólatra malo. Alzate quiere mostrar que el abuso de pipiltzintzintlis no llevaba a los indios a la locura, la pérdida de control de sus vidas y visiones espantosas sino que son los efectos naturales de la planta.
Luego con referencias de varios autores sobre experiencias paganas las compara con «reliquias» de los indios. Alzate concluye que el uso de pipiltzintzintlis es similar a las prácticas paganas, no es extraordinario, salvo que en todos los países lo hace el pueblo.
Pero además de los datos históricos para mostrar el error de los religiosos, Alzate también explica que comenzó a utilizar método científico de observación y experimentación, la nueva filosofía moderna, el «demonio experimental». Recuerda a los lectores que él mismo cultivó cáñamo, una década antes en 1762, después de la etapa de investigación de los manuscritos del protomédico Francisco Hernández. Entonces comprobó que la planta que cultivó era el cáñamo de Europa y aquí (en México) estaba de moda. Dice Sara Hébert:
«Entre 1760 y 1766, Alzate se incorporó al Arzobispado de México. Dado lo que revelan sus escritos, paralelamente al cumplimiento de sus funciones eclesiásticas, nuestro personaje se dedicó al estudio de una cantidad impresionante de obras literarias, periódicos y tratados de índole científica, familiarizándose con los principales debates y descubrimientos modernos europeos».
Para Alzate ya había comenzado el debate ilustrado sobre una planta que se perseguía su abuso psicoactivo sólo entre los indios. Luego de demostrar que no es una posesión demoniaca los pipiltzintzintlis. Los hace a un lado y da otro argumento pero en sentido completamente distinto, de haber conseguido semillas para el cultivo textil en la expedición de Sonora en 1767. Aquí hay una digresión bastante grave, Alzate pasa del uso medicinal indio al uso textil de la fibra vegetal del cáñamo, que era el plan original peninsular. Quizás Alzate olvida que ya había fracasado a inicios de la colonización, doscientos cincuenta años antes. Y también Alzate no puede aceptar por completo la existencia de un pensamiento trascendental prehispánico, sino dejarlo en «remedios de pobres» y parece que desconoce que desde el mestizaje se introdujo la marihuana a la herbolaria doméstica de los indios mexicanos.
Alzate concluye que el abuso de los indios se debe a la ignorancia en que viven:
«La ignorancia de los indígenas no es culpa de ellos mismos, sino de los sacerdotes que no cumplen su papel divulgando la doctrina cristiana. La empresa periodística ilustrada de Alzate es terminar con la ignorancia, superstición e inmovilidad de grandes sectores del pueblo, tan proclive a la tradición».
EL ESCÁNDALO DESPUÉS DE LA PUBLICACIÓN
A Alzate como editor le preocupaba que sus publicaciones se vieran en escándalos que motivaran la revocación o la suspensión de las licencias de impresión y de circulación. Como mencionamos arriba, se desdoblaba en varios tipos de editor y para vigilar que las publicaciones no llevaran errores, se vuelve editor-corrector. Muestra el genio autodidacta al combinar el interés a las ciencias físicas y químicas con el arte de la impresión y la tipografía.
Un mes después, el lunes 2 de diciembre, en el número 7 del periódico Mercurio Volante con noticias importantes curiosas sobre varios asuntos de física y medicina, de Bartolache, aparece la «Carta de un cacique discreto al mercurista y al autor de Asuntos varios», firmada por Pascual de los Ángeles Reyes, donde dice claramente que la memoria de Alzate de los pipiltzintzintlis o marihuana no hablaba ni la centésima parte de lo que hacían los indios con la planta.
Una «memoria científica» que trata un tema de salud, el abuso en los indios, y, al mismo tiempo, de agricultura para propiciar el cultivo y comercio de la fibra vegetal para la industria naviera real, genera una polémica encontrada en la tertulia luego de la lectura en voz alta de los periódicos y para evitar que contagiara a otros lugares el gobierno prohíbe Asuntos varios y Mercurio Volante.
La discusión, la polémica y el escándalo surgido el fin de año, entre panegiristas y detractadores de los pipiltzintzintlis no convenían al gobierno virreinal pues rompía la ilusión de orden social que daba con su edicto punitivo y con el IV Concilio Episcopal. La iglesia vive una crisis social, reflejada en el gran número de denuncias de abuso de pipiltzintzintlis en los indios, la amenaza de bandoleros, los piratas en las costas y extranjeros en el territorio y los léperos urbanos.
Y expresa una contradicción en el grupo dominante: por una parte se intenta incorporar al desarrollo nacional a los indios con la marihuana y, por otra, los margina y no los integra porque se necesita preparar a los sacerdotes.
Alzate era consciente de esta situación pues había realizado el censo del arzobispado en marzo de 1772. Es en octubre cuando Alzate comienza la edición de Asuntos varios. Le dejarán escribir que los pipiltzintzintlis eran marihuana para ver hasta qué punto se podía volver a controlar a los indios, con una planta, de acuerdo a la nueva forma social de pensar y no a través del miedo al Diablo o la violencia. Los indios se mostraron renuentes a esa visión secular, moderna, de la marihuana, prefiriendo seguir manteniendo una relación íntima, de sentido místico. Fumándola medicinal y discretamente y en secreto.
Alzate no reaccionó a la censura virreinal, la aceptó sin más. Aparte de la carta en el Mercurio Volante, existe la respuesta en el número 11 de Asuntos varios. Da contestación a las críticas a su periódico, dice que para evitar el consumo y abuso de pipiltzintzintlis siempre será mejor seguir los edictos de la Iglesia que recomiendan un examen médico indispensable antes de otorgar mayor [crédito] a las denuncias de maleficio en el consumo de cáñamo medicinal. No dio a conocer las razones de la censura, ni los investigadores han encontrado los motivos graves o inocentes en sus demás papeles inéditos que dejó.
Sabemos que la censura podía ser previa o posterior, con penas económicas, con la suspensión del oficio, el destierro. Así, la censura a ambos periódicos pudo haber sido también porque Bartolache discutió la ebriedad del pulque, los componentes físicos y químicos. Se estaba discutiendo la autonomía psicoactiva de los indios cuando no se tenían ciudadanía. Nos parece que fue una censura acumulativa: publicar la Memoria cuando el arzobispo ya no está; exaltar el paraíso de Mahoma; utilizar libros jesuitas !…crear campesinos productivos!
Sólo se editaron 13 números antes de ser prohibida: Dice Sara Hebert:
«“Los Asuntos varios sobre ciencias y artes se extinguieron el 4 de enero de 1773 bajo un nuevo golpe de censura. En efecto, a pesar de que Alzate «gozaba de las simpatías del virrey Antonio María Bucareli” (Moreno 1980, XVII), su actividad periodística fue suspendida por las autoridades locales. Los motivos de dicha decisión quedan obscuros. Sin embargo, es muy posible que el proyecto de Alzate haya sido considerado subversivo por las autoridades, pues éste tenía, efectivamente, el potencial de perturbar la ilusión del orden que exigía el proyecto político-económico español en marcha».
Y sobre el Mercurio Volante, Hugo Mason nos dice:
«En el número 16, correspondiente al 10 de febrero de 1773, se anuncia la suspensión temporal de la publicación por dificultades en el despacho de los impresos y por la deficiente indemnización de los costos de imprenta (Bartolache, 1773). Todo parece indicar que dichos inconvenientes quedaron sin solución, pues esa fue su última entrega».
Y así como Alzate escribió antes del cáñamo, también lo hace después de que se dio la polémica entre contertulios lectores y fuente del escándalo por la carta del «cacique discreto» y mandando los pipiltzintzintlis al olvido. En el número 11 de Asuntos varios, del 21 de diciembre de 1772. Esta respuesta es desconocida por todos los que hablan de la marihuana y con ella finaliza el interés y debate criollo de los pipiltzintzintlis de estos años. Dice Alzate:
«En lo que digo en otro número de aquellas píldoras de cáñamo de que usan los egipcios, piensan algunos que fue equivocación mía, de ninguna manera: así se halla en el original que traduje, y no podía mudar las expresiones del autor, mucho menos cuando no es inverosímil ¿No hay gentes que se engullen los alimentos tragando porciones mayores que las de una castaña? ¿Pues en qué está la dificultad? ¿Ha habido quien de razón de las costumbres tan diversas que observan las naciones? Los indios comen muy despacio y tragando los alimentos en pequeñas porciones, los egipcios puede que observen lo contrario. También han reflexionado otros sobre que los indios no tienen tantos abusos como se supone los pipiltzintzintlis; á estos satisfago con los edictos publicados por los prelados del reino, quienes están instruidos en el particular, y no avance periodo sin primero se reconociese estos edictos».
Cierra un ciclo y comienza otro.
DESPUÉS DEL DEBATE, EL GRAN FRACASO DEL USO TEXTIL
Después de este debate criollo, la situación se olvidó en cuanto a los indios y se volvió más intensa la discusión oficial a partir de 1777, con la Empresa de implantación de cáñamo. Se da una explosión de órdenes reales a favor del cultivo industrial del cáñamo. Para lo cual, en 1778, la Corona española mandó a trece labradores granadinos, a lo que Alzate reacciona enviando una carta de inconformidad al virrey Bucareli y escribiendo un texto titulado «Ensayo para la siembra, y cultivo de lino y cáñamo con respecto a la Nueva España», documento que fue ignorado porque se burlaba de las instrucciones del rey. Nada más.
Y para ver ya el final desafortunado de Alzate en su activismo por la marihuana, tenemos la opinión del virrey Revillagigedo, que admira su sabiduría y aportaciones científicas; en 1790 lo propone como aspirante al distinguido puesto de cronista de la Ciudad de México, y dice que José Antonio Alzate tenía «esperanzas mal formadas» con respecto al cultivo exitoso de cáñamo en agricultura de la Nueva España.
Sobre la empresa peninsular sabemos que después de una veintena de ordenanzas reales, en 1796, el virrey Branciforte admite la pérdida para la Corona española de las múltiples oportunidades por no haber cultivado el cáñamo.
Y es precisamente Branciforte quien publica, por mero trámite burocrático, por requisito, otras Instrucciones para sembrar, cultivar y beneficiar el lino y cáñamo de Domingo de Arangoiti que era fiscal durante el gobierno de Bucareli, a inicios de 1777.
Nos dice la investigadora Idalia García:
«Diecinueve años más tarde, en 1796, los resultados del informe se publicaron por Mariano de Zúñiga y Ontiveros con el título Instrucción para sembrar, cultivar y beneficiar el lino y cáñamo en la Nueva España (Serrera 1974, 96 y 262). Este impreso es una singular noticia que tenemos de obras de autoría de Arangoiti, cuyo único ejemplar conservado parece ser el que se custodia en el Archivo General de Indias (Medina 1989, VIII, 55)».
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