MÉXICO
Por Iván Eusebio Aguirre Darancou*
México, me duele tu sangre
No entiendo qué hacer entre el tumulto y la guerra, entre las balas y los periodicazos,
entre armas que no se ven y gritos que se callan cada noche vencidos por el
tremor de unas ciudades que no se saben ciudades, de unos pueblos que no se
saben pueblos, de unas personas que no se saben personas,
México, tu rostro oscuro en la noche larga de más de quinientos años me aterra, tu
rostro negro donde no veo reflejo de lunas ni de soles ni de lagos vencidos
por los hombres
tus calles vacías me atormentan cada vez que salgo a tomar aire, siento la carga de las
amenazas ocultas en miradas furtivas en los semáforos, en robos que no salen
en los medios, en balazos que se ocultan de la gente, siento la carga de los
miles que no se saben muertos pero lo están;
México, no entiendo tu política ni tus políticos
México, la burocracia es mala porque te exprime día a día, sin que veas las gotas
de sudor rojo caer entre las rendijas de un sistema que creíste vencido y que el
mundo te obliga a cargar
México, me duele nuestro dolor cotidiano
El de la madre llorando al ver a su niño muerto: víctima
El del indígena perdido en la urbe con una lengua y un dios ajeno, con un vestido que
no conoces y no quieres conocer jamás, con una seña que mandaste
exterminar hace siglos y que los perros dejaron viva
El del homosexual desvariado, engendro y desviado sexual en tu ojos, indigno de la
vida y de la muerte y del cielo y de la tierra
El de la mujer que ama a una mujer y no puede tener hijos porque eso es, México,
contra natura
El del campesino que todos los días llora al campo que has abandonado, hasta que
se va a la ciudad y llora por su ausencia, porque al despertar escucha
los gemidos de la maquinaria que mueve su pueblo, porque la tierra ha dejado de
ser eso, tierra, para ser sólo arena y piedra y cal
El del niño que sólo quiere salir a jugar a la calle y no puede, que sólo quiere caminar
y tirarse de la loma y rodar entre bríos y risas
México, me duele tu gente. La del norte y la del sur y la de todos lados.
Me duele tu mar que no puede llorar más porque es una sola lágrima
Me duele la indiferencia con que veo a un joven dejar la escuela y trabajar porque eso
es lo que debe hacer, porque la vida no permite estudiar
México, me aterra tu escuela, tengo pesadillas diarias con esos maestros que no
suman ni restan, que desconocen tus lenguas y tus historias, que ignoran tu
oscuro pasado cual supernova escondida tras páginas olvidadas por todos y
por ti,
Esas escuelas caídas y esos niños que más que aprender están ahí por hambre, porque
el desayuno les está prohibido en casa, porque tu escuela no enseña a vivir
pero sí a morir;
México, me duelen tus cárceles
México, ¿por qué no podemos avanzar?
México, ¿por qué nos mientes?
¿Qué hay de infame en tener a un cura con hijos pero con ideales, en tener a una
madre patria que incluye y no excluye, en reconocernos fundados en la
traición pero capaces de perdonar?
México, ¿y el socialismo?
Porque sí, México, fui socialista, te confieso. Como lo eran Cárdenas y Trotsky y
Rivera y los estudiantes del 68 y los obreros y los mineros y ahora los son los
mexicanos que creen en ti y los que huyen porque te temen
México, ¿y tus campesinos?
Qué pasó con tus obreros y tus mineros, qué con tus asalariados mínimos, qué con tus
promesas escritas en el viento que sabíamos incumplidas desde el inicio pero
aspirables, qué con tus mujeres, qué con Vasconcelos y la Raza Cósmica, qué
con el sueño de un pueblo capaz de mirar al sol a los ojos;
Pero México, no creas que te reclamo y te ajusticio, no
Sabes que te amo más con el paso de cada puesta del sol sobre el mar de Cortés a
pesar de nuestras diferencias, que cada momento que dejo de respirar tu aire
me pesa, que cada mirada que aviento a tus adentros me llena de alegría y de
amor
Con tus montañas y tus cerros y el indio que vive aún en ellas atrapado en un siglo
remoto bajo algún hoyo histórico, atrapado por ti pero no para ti, sujeto a
algo que no quieres reconocer
México, ¿qué con tus indígenas, con los mijes y los mayas y los mixtecos y los yaquis
y los seris y los triquis, qué con Oaxaca, con Chiapas y con Tabasco? ¿qué
con todas tus raíces además de los mexicas?
¿Qué con España, México, qué con los criollos y los peninsulares y los saltapatrás y
los cambujos, qué con esos trescientos años de historia olvidada por todos
menos por algunas pinturas que viajan de aquí para allá?
México, me duele Cortés y Moctezuma (o Motecuzoma o Moctecuzhoma o cómo
sea), me duele la sangre de los miles y los cientos que corrió en tus pirámides
y tus valles infinitamente cargados de historias que aún no quieres reconocer,
México, dónde quedó tu alma, dónde perdiste eso que te dio fuerzas, dónde escondes
los versos que te pueden dar vida
México, ¿porqué no abres tu nombre?
¿dónde quedó la vida que contenía el secreto de tus ojos perdidos en un desierto o en
una selva, en una cueva o en un cenote, dónde quedaron los magos y los
sacerdotes, dónde los curas y los shamanes, dónde el peyote y los hongos,
dónde el ciguri y las estrellas y los pequeños dioses?
México, ¿dónde quedó Cabeza de Vaca, dónde ocultas tus héroes y tus dioses, dónde
los dejaste de lado para irte con Queztalcoatl y Huitzilopochtli y Jesús y el
Espíritu Santo y Dios Padre y Coatlícue y Kukulkán?
¿por qué borra a Max y Carlota, cuando Juárez fue el verdadero traidor a la patria y no
los franceses? ¿porqué olvidar a Don Porfi si él nos salvó?
México, ¿porqué te mientes, por qué sigues el juego de un niño que ya creció y te dejó
abandonado en el armario oscuro, por qué insistes en ser lo que eres?
Tengo que confesarte aún más, México
Soy minoría, soy ahogado, soy un pobre perdido en la región más transparente de una
ciudad cargada de mugre que olvida sus raíces y las reinventa con mentiras,
soy un alma que quedó condenada a vagar en pena hasta que amanezca, pero
el sol se rehúsa salir, acompañada sólo de Pedro y de Páramo y de nadie más
Soy un niño que camina todos los días hasta ver una casita a lo lejos donde puede leer,
pero no puede vivir, donde puede ver lo que es el mundo y lo que es México,
pero no puede entrar
Te lo admito, México, soy uno de los que desprecias por perverso, soy un desviado,
soy un pecado encarnado
México, me duele decirlo, pero te quiero así y no puedo evitarlo, te quiero así porque
eres yo y yo soy tú y somos inseparables aun que incongruentes
México, soy más que tu alma y menos que tu destino
Por cierto, ¿dónde quedó tu destino?
México, ¿porqué borras de tus páginas las historias más bellas, las que compartimos
todos, porqué inventas aquello que ya existe y que es tu verdad? ¿porqué no
hablar de Tula y Teotihuacan como las verdaderas raíces del centro y no los
sangrientos aztecas?
México, ¿porqué eres mexico, porqué no seri o yaqui o maya o tarahumara o tzotzil o
pima o todos o nadie?
México, entiéndelo por favor: somos uno en miles y miles en uno. ¡Abre los ojos, México!
México, no son doscientos años los que nos separan, son miles
Desde la era de hielo y los cinco soles y la llegada de los hombre de ultramar
Desde la caída del paraíso y el nacimiento de los dioses primigenios en un abrir y
cerrar de ojos universales y estelares, entre el lodo y la suave luz del sol de
medianoche
México, eres mi sangre y no te puedo tocar, no te reconozco dentro de mis venas pero
te siento en algo más espeso que el jugo del maguey y la miel del mezquite,
más espeso que la sangre de las mariposas y el agua del pantano donde vive
el último ajolote que condenas a muerte
Eres mi carne pero me eres ajena, México, me eres ajeno como el verso de otra boca,
como el viento de otras tierras, me eres ajeno como el brillo en los ojos de un
hombre que no gobierna pero manda
México, no entiendo qué está pasando
Hay que luchar, me dices, pero no sabemos contra qué
México, ¿quién te entiende?
Tengo que confesarte más, México: no creo en tus avances
No creo en el TLC, ni en el neoliberalismo, ni el partidismo, ni la democracia
incipiente e inexistente que insistes en poner sobre la mesa, ni en el PRI,
ni en el PRD, ni en el PAN,
Me pides que crea en ti, pero México, ahora no puedo creer, me vence tu realidad, me
vencen tus muertos, tus indígenas, tus pobres, tus niños sin educación, tus
maestros incapaces, tus políticos falsos,
Creo en ti solamente, creo en todos, creo en mis versos y en los tuyos, en Gorostiza
y en Paz y en Castellanos y Bohórquez, en Huerta y Becerra y en los del pobre
indigente que camina como loco por las calles gritando a viva voz tu historia,
y en los que el niño que aún no nace ni es concebido se imagina en el vientre
que esconde tu potencia
México, fui comunista (y lo admito), comulgué con Marx y con Lenin y con Trotsky y
creí en el pueblo y en el proletariado, creí en la solución concreta y en el
avance, creí en nuestra historia natural
Tengo que confesarte que también fui capitalista y monarquista, republicano y
presidencial, que creí en tu derecho fundado en la Constitución que tú no
conoces y en los principios ajenos a nuestro contexto y nuestra gente
México, recuerda a tus muertos, recuerda tus revoluciones, no sólo la de
milnovecientosdiez, también las actuales, recuerda tus estudiantes y sus
movimientos, recuerda a tus idealistas
México, recuerda a tus pobres que sufren pero también a los demás, recuerda
que existimos todos y que juntos somos tu sangre y tus huesos, recuerda el saber
histórico, político, tecnológico, económico, catatónico;
México, ya no sé qué hacer. Dime qué hacer, dime qué herida sanar y la sano, dime
qué sacrificio lograr y lo logro, dime qué carne quemar y la quemo.
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* Iván Eusebio Aguirre Darancou nació y creció en Sonora, México. Se mudó a Monterrey para llevar a cabo sus estudios de licenciatura, graduándose con honores en el área de Letras Españolas. Inició sus estudios doctorales en Hispanic Languages and Literatures en Washington University at St Louis. Ha publicado poesía en revistas como Puño y Letra y Oficio y participado en congresos académicos en diversos estados de México, presentando investigaciones sobre poesía y novela mexicana del siglo XX, especialmente Abigael Bohórquez, Jorge Volpi y José Gorostiza.
El presente poema es un homenaje póstumo al poeta estadounidense Allen Ginsberg, inspirado directamente en su texto América. Lo que Ginsberg dice acerca de su país trasciende fronteras y se sitúa como un acercamiento certero que el autor retoma para el suyo (México).
En caso de que suceda… ¿leíste el poema «Nocturno triste para un jacal en llamas?», datado en 3.11.06. 🙂 (: Todos lo hemos visto, no es menester cuestionar, sino do. Un cuate alguna vez me contaba una experiencia que tuvo… [Cito 🙂 ]:
»
“Un día traté de convencerlos de que se fueran a otro lugar, donde la tierra fuera buena. ‘¡Vámonos de aquí! -les dije-. No faltará modo de acomodarnos en alguna parte. El Gobierno nos ayudará.’
“Ellos me oyeron, sin parpadear, mirándome desde el fondo de sus ojos, de los que sólo se asomaba una lucecita allá muy adentro.
“-¿Dices que el Gobierno nos ayudará, profesor? ¿Tú no conoces al Gobierno?
“Les dije que sí.
“-También nosotros lo conocemos. Da esa casualidad. De lo que no sabemos nada es de la madre de Gobierno.
“Yo les dije que era la Patria. Ellos movieron la cabeza diciendo que no. Y se rieron. Fue la única vez que he visto reír a la gente de Luvina. Pelaron los dientes molenques y me dijeron que no, que el Gobierno no tenía madre.
“Y tienen razón, ¿sabe usted? El señor ese sólo se acuerda de ellos cuando alguno de los muchachos ha hecho alguna fechoría acá abajo. Entonces manda por él hasta Luvina y se lo matan. De ahí en más no saben si existe.
“-Tú nos quieres decir que dejemos Luvina porque, según tú, ya estuvo bueno de aguantar hambres sin necesidad -me dijeron-. Pero si nosotros nos vamos, ¿quién se llevará a nuestros muertos? Ellos viven aquí y no podemos dejarlos solos.
“Y allá siguen. Usted los verá ahora que vaya. Mascando bagazos de mezquite seco y tragándose su propia saliva. Los mirará pasar como sombras, repegados al muro de las casas, casi arrastrados por el viento.
“-¿No oyen ese viento? -les acabé por decir-. Él acabará con ustedes.
“-Dura lo que debe de durar. Es el mandato de Dios -me contestaron-. Malo cuando deja de hacer aire. Cuando eso sucede, el sol se arrima mucho a Luvina y nos chupa la sangre y la poca agua que tenemos en el pellejo. El aire hace que el sol se esté allá arriba. Así es mejor.
“Ya no volví a decir nada. Me salí de Luvina y no he vuelto ni pienso regresar»
»
[Fin de cita (: ]
Saludos, my petite ami. To do…
Bonne vie!!! («Sí, entre todas, es ésta la sensación más terrible. Querrás enceguecer. Pero no. Valor y humildad. Ésa es la consigna de esta noche espléndida…», te diría otro camarada).
Cuídese. Fortísimo abrazo… =0) (0=
S.