Literatura Cronopio

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Cuando la peste del insomnio atacó Macondo, quiso defender al pueblo de la enfermedad con la elaboración de un instrumento que ayudara a recobrar el recuerdo. Imaginó un diccionario giratorio, activado por una manivela. Logró escribir cerca de catorce mil fichas antes de que llegara Melquíades con la cura contra el olvido.
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Pretendió, mediante el uso del daguerrotipo, comprobar la existencia de Dios. Destrozó la pianola autónoma que les había enseñado a usar Pietro Crespi, «para descifrar su magia secreta», y tras la muerte de Melquíades volvió a encerrarse en su laboratorio para construir nuevos inventos. «Vivía entonces en un paraíso de animales destripados, de mecanismos deshechos, tratando de perfeccionarlos con un sistema de movimiento continuo fundado en los principios del péndulo» (GGM, ibídem, p. 92). Y hasta tuvo éxito: conectó una bailarina al mecanismo del reloj de cuerda, y el juguete bailó durante tres días. «Pasaba las noches dando vueltas en el cuarto, pensando en voz alta, buscando la manera de aplicar los principios del péndulo a las carretas de bueyes, a las rejas del arado, a todo lo que fuera útil puesto en movimiento» (GGM, ibídem, pp. 94-95).

UNA IMAGINACIÓN DEMASIADO VORAZ

Todas las desatinadas propuestas venían acompañadas de manifestaciones psicopatológicas que fueron corroborando cada vez más la presencia de un grave trastorno mental que hoy podemos definir como esquizofrenia. Al tiempo que descuidó su presentación y su aseo personal, José Arcadio Buendía desarrolló una imaginación fuera de lo normal cuando se entregó a sus empresas científicas. Así, mientras practicaba con el astrolabio, la brújula y el sextante, en su desaforado empeño por encontrar el mediodía, «tuvo una noción del espacio que le permitió navegar por mares incógnitos, visitar territorios deshabitados y trabar relación con seres espléndidos, sin necesidad de abandonar su gabinete» (GGM, ibídem, p. 17).

Estas expresiones tan desfasadas de la realidad son experiencias imaginarias sobredimensionadas que confluyen en alteraciones del comportamiento. El soliloquio es una manifestación de su vida mental perturbada, durante el cual responde a voces irreales, esto es a alucinaciones auditivas, o a percepciones visuales sin objeto, que son las alucinaciones visuales.

Tan abstraído por su alteración mental, José Arcadio adquiere una de las características propias de la esquizofrenia: la conducta autista, en la cual el mundo externo real desaparece. En estas circunstancias, a las personas que lo rodean les es difícil contactarse con el enfermo y no entienden su comportamiento ni sus ideas: «No volvió a comer. No volvió a dormir. Sin la vigilancia y los cuidados de Úrsula se dejó arrastrar por su imaginación hacia un estado de delirio perpetuo del cual no se volvería a recuperar» (GGM, ibídem, p. 94).

En la medida que su enfermedad progresó, José Arcadio Buendía se vio en la necesidad de redefinir su percepción del mundo en lo que se denomina la interpretación delirante, hasta hallar la respuesta que lo salvara de la irrealidad en lo que se denomina la iluminación delirante, para, finalmente, quedar atrapado en una idea delirante estructurada e irreductible, un mundo propio de tipo alucinatorio. Todo su esfuerzo de reparación a través de un Macondo perfecto y después mediante sus empresas desaforadas dirigidas a resolver los problemas del mundo, no fue suficiente para tranquilizarlo. Abatido por la ambivalencia irreductible que supuso la desestructuración de su yo hasta asumir un comportamiento autista ininteligible, creó su vivencia para abstraerse de la incertidumbre y de la ansiedad psicótica, es decir, para salvarse de la des-realización y de la aniquilación.
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El cerebro de José Arcadio Buendía fabricó una teoría que le diera sentido a su existencia, sin percatarse, como les ocurre a los esquizofrénicos, de que no tenía congruencia con la realidad. Y lo hizo con lo que tenía a mano en su biografía. Cumplió así el viejo aforismo psiquiátrico que dice que el paciente delira con lo que tiene. José Arcadio, amarrado al árbol de castaño, comenzó a ver a Prudencio Aguilar, y a conversar con él. Si bien esta es una experiencia psicótica, de desarraigo con la realidad, es una estructuración psicológica que le da sentido a José Arcadio. La idea delirante es la expresión creativa del pensamiento con el fin de reducir la incertidumbre y el caos. Incluso, José Arcadio estaba convencido de que Prudencio era el que lo consolaba y lo asistía en sus necesidades, cuando en realidad era Úrsula la que lo atendía, lo limpiaba y le daba de comer. Es claro en este pasaje el fenómeno de la ilusión, durante el cual el paciente esquizofrénico identifica los hechos reales de acuerdo con su creencia.

Prudencio Aguilar, el personaje muerto y asesinado por José Arcadio Buendía, quien lo avergonzó señalando su supuesta fragilidad sexual, el generador de toda la tragedia de su vida, de su destierro, de la ambivalencia de la sexualidad, de la incertidumbre, finalmente fue el objeto de condensación para su delirio; se convirtió en su respuesta, en la salida a su fragilidad ambivalente; lo situó en la existencia, le permitió vivir su realidad resolutoria [5]. García Márquez expresa magistralmente este fenómeno en el pasaje del sueño de los cuartos infinitos. José Arcadio Buendía soñaba que se despertaba en una habitación y pasaba a otra habitación idéntica, y luego a otra idéntica y así sucesivamente, y luego se devolvía al cuarto real, donde despertaba. Pero una vez Prudencio Aguilar lo despertó en uno imaginario, y ya no pudo regresar nunca al cuarto real (GGM, ibídem, p. 166).

UN LENGUAJE PARA ÉL SOLO

En la reconstrucción de una realidad propia, ni siquiera el propio lenguaje es suficiente. Con frecuencia el esquizofrénico, en períodos avanzados de su enfermedad, acude a neologismos, que son palabras y frases propias ininteligibles para los otros, con significados únicos y propios que ya no cumplen una función comunicativa. El Padre Nicanor, el párroco del pueblo, descubrió que la jerga de José Arcadio Buendía correspondía al latín y se percató de que, a pesar de su trastorno mental tan severo, manejaba un sistema lógico propio de un individuo consciente. Está definido que la idea delirante, en su contexto, es lógica, pero no cumple con el principio de la realidad, por lo cual se define como un pseudosistema lógico. Por eso el padre Nicanor, «asombrado de la lucidez de José Arcadio Buendía, le preguntó cómo era posible que lo tuvieran amarrado de un árbol».

«—Hoc est simplicisimus —contestó él—: porque estoy loco» (GGM, ibídem, p. 104).
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En medio de su condición delirante, la persona con esquizofrenia es consciente. Usualmente no se desorienta en espacio, en tiempo ni en persona. Su pensamiento responde a un pseudosistema lógico. Muchos, incluso, alcanzan a identificar que sus vivencias no son adecuadas y logran momentos de introspección, como se observa en la respuesta que le da José Arcadio al padre Nicanor.

LA ESQUIZOFRENIA: UNA PREDISPOSICIÓN

La esquizofrenia es una enfermedad del neurodesarrollo, es decir, un defecto de origen congénito que altera las conexiones de las neuronas. Esta alteración hace que el cerebro no se pueda adaptar a las circunstancias estresantes del desarrollo. José Arcadio Buendía tenía posiblemente esta predisposición, la cual hizo que se deteriorara significativamente hasta el punto de pasar una importante parte de su vida amarrado a un árbol de castaño en el patio de su casa. No fueron los sucesos traumáticos los causantes de su enfermedad, pero sí fueron estos sucesos los que facilitaron o desencadenaron la patología. Es posible que una persona con iguales traumas no desarrolle esquizofrenia si no está predispuesta a sufrir la enfermedad.

La esquizofrenia corresponde a un grupo de trastornos mentales crónicos y graves, caracterizados por alteraciones en la percepción de la realidad. Causa, además, una mutación sostenida de varios aspectos del funcionamiento psíquico del individuo, principalmente de la conciencia de realidad, y una desorganización psicológica compleja, en especial de las funciones ejecutivas, que lleva a una dificultad para mantener conductas motivadas y dirigidas a metas, y una significativa disfunción social. Una persona con esquizofrenia, por lo general, muestra lenguaje y pensamientos desorganizados, delirios, alucinaciones, trastornos afectivos y conducta inapropiada. El diagnóstico se basa en las experiencias reportadas por el mismo paciente, en los antecedentes personales y familiares, y en el comportamiento observado por el examinador.

Si José Arcadio Buendía hubiera tenido la oportunidad de tratarse médicamente, se habría beneficiado de las intervenciones psicológicas y psicofarmacológicas modernas, y no habría tenido el triste destino que le tocó asumir. En primer lugar, una intervención psicoterapéutica que le permitiera desculpabilizarse y paliar el temor y la ambivalencia, habría sido beneficiosa. En segundo lugar, los medicamentos antipsicóticos modernos no solo habrían mejorado los síntomas positivos de la enfermedad (alucinaciones, ilusiones, delirios), sino también los síntomas negativos (el retraimiento social, la desorganización comportamental, el deterioro cognitivo).

Los antipsicóticos actúan sobre cierto tipo de receptores en el cerebro, mejorando los síntomas de la esquizofrenia. Su efecto más definido se da por modificaciones en la estructura cerebral, cambiando el número de neuronas y sus conexiones, y cambiando, por lo tanto, las condiciones funcionales del cerebro [6].

Si José Arcadio Buendía hubiera podido usar un medicamento antipsicótico, tal vez no habría llegado nunca a sus vivencias de los cuartos sucesivos con Prudencio Aguilar, ni a su aparatosa actividad delirante y alucinatoria. Habría estado al lado de su esposa, trabajando, preocupándose no solo por las condiciones emocionales de Úrsula sino también por la educación adecuada y el acompañamiento amoroso de sus hijos: José Arcadio, Aureliano y Amaranta.

Pero José Arcadio Buendía, en sus empresas disparatadas y sus delirios alucinatorios, descuidó a su familia, no se interesó significativamente por la educación de sus hijos, quienes lo vieron casi siempre empecinado en sus proyectos inverosímiles, retraído emocionalmente, con aspecto de holgazán, y las más de las veces hablando de temas ininteligibles en un lenguaje incoherente.
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Este esquema de padre perturbado mentalmente deja huellas en los hijos, quienes no cuentan con una figura estructurada para identificarse. Si José Arcadio Buendía hubiera podido tener atención psiquiátrica y hubiera tomado medicamentos antipsicóticos, la historia de Macondo habría sido diferente. Quizás su hijo José Arcadio jamás se habría ido con los gitanos, ni le habría dado la vuelta al mundo 65 veces para regresar a Macondo con todo el cuerpo tatuado y con vicios de marinero; tal vez nunca se habría casado con Rebeca, su hermana de crianza, en un acto de perfil incestuoso. Aureliano Buendía no habría participado en 32 guerras civiles, no habría tenido 17 hijos con 17 mujeres distintas, y no habría sufrido de su incapacidad de amar. Amaranta, por su parte, no se habría vengado de su único amor rechazándolo hasta llevarlo al suicidio, ni se habría quemado su mano envenenada de la rabia, ni abusado sexualmente de sus sobrinos. Tal vez no habría muerto soltera y virgen, embargada por un odio inconcebible.

Si José Arcadio Buendía hubiera podido ser tratado con psicoterapia y medicamentos antipsicóticos, tal vez Macondo todavía existiría.

NOTAS

[1] American Psychiatric Association. Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, DSM-IV-TR. 2004.

[2] Arango-Dávila, César. «El cerebro: de la estructura y la función a la psicopatología». Segunda parte: «La microestructura y el procesamiento de la información», en Revista Colombiana de Psiquiatría, vol. XXXIII, núm. 1, 2004, pp. 126-154.

[3] Ciompi, L. «Affect logic: an integrative model of the psyche and its relations to schizophrenia», en Br J Psychiatry Suppl. 1994 Apr;(23):51-5.

[4] Laplanche, J. y Pontalis, J.B. Diccionario de psicoanálisis. Editorial Labor S.A, 1994. Pág. 535.

[5] Berrios, G. Historia de los síntomas de los trastornos mentales: la psicopatología descriptiva desde el siglo XIX. Fondo de Cultura Económica, México, 2008. Pág. 702.

[6] Dwyer, Donard S (ed.). «Evidence for neuroprotective effects of antipsychotic drugs: implications for the pathophysiology and treatment of schizophrenia», en The Pharmacology of Neurogenesis and Neuroenhancement. Louisiana State University USA. Academic Press Elsevier 2007, 107-178.

* En este ensayo, el especialista analiza a José Arcadio Buendía, uno de los personajes principales de Cien años de soledad, célebre novela de Gabriel García Márquez (Aracataca, 1927) publicada en 1967. Fundador de Macondo, José Arcadio es el artífice de la saga de los Buendía, la familia sobre la cual gira la narración. Salvo que se indique otra cosa, las citas textuales han sido tomadas de la edición abajo mencionada. Dentro del texto, entre paréntesis, se anotan los números de página correspondientes.

GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel (GGM). Cien años de
soledad. Edición conmemorativa. Real Academia Española,
Asociación de Academias de la Lengua Española.
Alfaguara, 2007.
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* César Augusto Arango-Dávila (Sevilla, Colombia, 1963) es médico cirujano de la Universidad del Quindío, psiquiatra de la Universidad Javeriana de Colombia, magíster en Ciencias Básicas Médicas, y PhD en Neurociencias de la Universidad del Valle, con posdoctorado del Instituto Ramón y Cajal de España. Autor de varias decenas de artículos científicos, es jefe del Área de Psiquiatría y Psicología de la Fundación Valle del Lili, y docente de la Facultad de Medicina de la Universidad Icesi, en Cali. Aparte de dirigir varios proyectos de investigación en Ciencias Básicas, es miembro activo de varias asociaciones científicas, como la Asociación Colombiana de Psiquiatría, la Asociación Colombiana de Psiquiatría Biológica, y el Colegio Colombiano de Neurociencias. También es miembro del comité editorial de la Revista Colombiana de Psiquiatría y de la publicación Carta de la Salud de la Fundación Valle del Lili. Es tutor de varios estudiantes de maestría y doctorado en la línea de investigación de isquemia cerebral experimental. Conferencista nacional e internacional. Fue galardonado con el Premio Internacional en Ciencias de la Salud Juan Jacobo Muñoz de la Organización Sanitas Internacional, versiones 2008 y 2011, y ha obtenido otros reconocimientos como el Premio Psiquiatra Excelencia de la Asociación Colombiana de Psiquiatría Biológica 2005, el Premio SONA de la Sociedad Neuropsicológica de Antioquia 1999, y otros premios a los mejores artículos publicados en la Revista Colombiana de Psiquiatría y posters nacionales e internacionales.

El presente ensayo hace parte del libro «12 personajes en busca de psiquiatra: 10 especialistas diagnostican a 12 protagonistas de la literatura colombiana», publicado por Laboratorios Pfizer, ISBN 978-958-57611-0-0.

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