Literatura Cronopio

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Sus composiciones tratan asuntos familiares y asuntos locales, y resultan muy interesantes para acercarnos a la vida cotidiana de la villa (Llerena). Otras están en las dedicadas a la naturaleza, describiendo un mundo natural e idílico a través de imágenes metáforas. Las más valiosas, literalmente hablando, abordan temas morales y filosóficos y nos hablan del hastío, el vacío interior, la incomprensión, la frustración. En las dedicadas al tema amoroso Catalina arremete contra los hombres, a los que califica de falsos y traidores. (40)

Aunque tenemos presente que Alfonsina Storni escribió su «Hombre pequeñito»[5] con la consciente intención de criticar y exponer la desigualdad en el plano amoroso entre el hombre y la mujer, Catalina Ramírez de Guzmán, disfraza sus versos de la satírica quevediana para aflorar su inconformidad interior por la situación que pasaba la mujer de su época. Catalina toma la excusa de burlarse, tal vez, de un hombre carente de altura, pero el filo de sus versos no sólo lo ridiculizan, sino que lo transforman hasta en polvo. Es por esto que decimos que es posible ver, hasta cierto punto, un destello de feminismo en los versos de Ramírez de Guzmán.

Otra escritora madrileña de la época es la prosista María Zayas y Sotomayor (1590–1661). esta autora centra su narrativa en la temática amatoria y sus conflictos tal como Vega y Ramírez de Guzmán desbordan sus contrariados sentimientos amorosos en su lírica. Zayas cultiva la novela cortesana, que se traduce en dos colecciones compuestas de diez novelas cada una:

Novelas amorosas y ejemplares (1637) y Desengaños amorosos (1647) (Mujica, Women Writers 126). La crítica describe la narrativa de Zayas así:

Los relatos de Zayas están llenos de paradojas que reflejan las tensiones sociales de la España de su época. […] Uno de los temas más debatidos con respecto a Zayas es su feminismo. Es cierto que sus personajes lamentan repetidamente la situación inferior de la mujer española y censuran la inconstancia. […] Abundan en las Novelas y en los Desengaños defensas de la mujer y censuras del hombre, […] retrata a la mujer como razonable y prudente y al hombre como obsesionado, impetuoso e insensato. (129–131)
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Esta escritora barroca destaca la virtud en la mujer ante el injusto trato que recibe del hombre. Por otro lado, otra mujer de letras dentro del ámbito secular de la época es Cristobalina Fernández de Alarcón (1573–1646), apodada la «Safo española», aunque también conocida como la «Sibila de Antequera», según palabras de Lope de Vega. Ella frecuentaba y participaba en la academia literaria de este pueblo y prefiere proyectar una fuerza viril en sus personajes femeninos. Mujica indica que su obra fue publicada en Primera parte de Flores de poetas ilustres de España (1605), por Pedro de Espinosa (1578–1650) (116). Se especula que la canción «Cansados ojos míos» [6] de Fernández de Alarcón, escrita entre 1591 y 1603, fue concebida durante su matrimonio con Agustín de los Ríos, pero dirigida a su supuesto amante, Espinosa. En esta pieza lírica el amor cortesano cobra vida una vez más en los versos de una escritora de la época.

La rebelde alma de Fernández de Alarcón se transmite aún con la forma que elige para este poema. En su mayoría, las estrofas son septetos alirados, aunque la primera es un sexteto de lira y la última consiste únicamente de tres versos, matizándose en forma de lira [7]. Vemos una invocación anafórica que es un llanto de tristeza y ausencia por la mirada del amado. Todos los sentidos corporales, sobresaliendo el de la vista, cobran una importancia vital al transmitir su mensaje. Hay múltiples ocasiones en las que los actos de ver, mirar, sentir y escuchar se hacen presentes en los versos, todo con el fin de incitar en el lector la simpatía por la pena expresada; es decir, que a través de los sentidos trata de explicar el gran dolor sufrido. Hay un petrarquismo evidente al exaltar al amado al nivel del sol. Esto también tiene que ver con el neoplatonismo que copiosamente se tejía en la lírica de la época. Otro tema que florece es el del desengaño que es ese desaliento del ser humano al no encontrar respuestas a su existencia. Abunda la incertidumbre de no poder descifrar la verdad. Mujica en Women Writers of Early Modern Spain destaca lo siguiente en relación con este poema:

Ejemplifica la «canción» (o canzonne), forma poética cultivada por los poetas provenzales, por Dante y Petrarca en Italia, y por Garcilaso y sus seguidores en España. […] El tema de Petrarca no es realmente la amada, sino el amante que siente y sufre. En sus manos el poema se transforma en un retrato emocional y anímico del poeta. […] Fernández de Alarcón pretende destrozar «cualquiera imposible duros bronces» (actitud viril para su condición de mujer). […] El uso del pasado del subjuntivo sugiere imposibilidad de que se realice su deseo. El pesimismo barroco se expresa a través de imágenes que subrayan lo ilusorio de la felicidad humana. […] El amor, que destruye la vida, «burlando el bien» y proporcionando el mal, se convierte en una metáfora de la lucha por el ideal, lucha que termina inevitablemente en el fracaso. (118–119)

Podemos añadir la contraposición de imágenes como frío vs. calor, vida vs. muerte, sombras vs. luz, todas ellas comúnmente aparejadas en la literatura del Siglo de Oro. Otro detalle relevante en este poema, es que la autora no menciona a Dios, pero admite lo irremediable del despechado hado y las figuras mitológicas tan frecuentemente usadas en la época. Vemos un descenso a los Hades, tomando la autora el papel de Orfeo, buscando a Eurídice. Finalmente, otro aspecto relevante en Fernández de Alarcón es que la búsqueda del amado tiene matices fatalistas; en contraste, con San Juan de la Cruz dicha búsqueda en la noche oscura trae el consuelo y la esperanza de reunirse nuevamente con Él. Por otro lado, existen también elementos bélicos en donde la autora es un guerrero lleno de hombría y valor. Esta imagen que transpira virilidad y fuerza física también será usada, inclusive por escritoras religiosas.

Hay más ejemplos de escritoras, pero por lo limitado del tiempo, concluimos con este florilegio. Como podemos ver, hay una variedad de temáticas que las escritoras seculares cubren, pero todas las preocupaciones y conflictos tienden a centrarse en el hombre, así como en el desamor, la inconstancia y el abuso que la mujer sufre a manos de él. Estas son las aparentes motivaciones que vienen a dar vida a la pluma de estas escritoras. Dominan —unas mejor que otras— las técnicas y temas heredados de la época, y usan el discurso masculino para argumentar sus preocupaciones. Parece imperar la tensión entre los géneros, probablemente a causa de que estas mujeres, educadas y capaces de discernir y expresarse, ven la injusticia que prevalece en contra de su género.

NOTAS

[1] Veáse apéndice D, pp 183.
[2] Veáse apéndice E , pp 185.
[3] En Poesía de la Edad de Oro, I: Renacimiento de Manuel Blecua, aparece 1670? como referencia a la muerte de Catalina.
[4] Veáse apéndice F, pp 186.
[5] Veáse apéndice G, pp 187.
[6] Veáse apéndice H, pp 187.
[7] Bárbara Mujica en Women Writers of Early Modern Spain dice que esta estructura corresponde a la canción o canzonne italiana. Según la autora, Petrarca, Dante y Garcilaso la cultivan (118). Sin embargo, en Gramática de la lengua española José Antonio Pérez Rioja asegura que la canción italiana se caracteriza por tener un número indeterminado de estrofas, siendo condición precisa que el esquema adoptado en la primera estrofa se siga en las demás. Esto no sucede en este poema de Fernández de Alarcón, ya que la primera estrofa consta de seis versos; los demás, de siete; y el último, solo de tres (85).
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* Rubi Ugofsky-Méndez es magister en literatura y doctora en filosofía de la University of Nebraska-Lincoln. Ha sido docente de español en su universidad y en la University of Nebraska-Omaha, University of South Dakota Vermillion y la University of Mary Hardin-Baylor. Es autora del libro «Voces femeninas españolas desde dentro: El discurso masculino reconfigurado por mujeres en El libro de romances y coplas del Carmelo de Valladolid», (c. 1590-1609). New York: Peter Lang, 2014.

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