SALAZAR BONDY. EL ESCRITOR DE LOS PERDEDORES
Después de muerto, cuando ya era perfectamente inofensivo, Sebastián Salazar Bondy se convirtió en un símbolo patrio. Su entierro fue multitudinario, con homenajes unánimes en los periódicos. Hasta se dijo que la cultura del Perú estaba de luto. En vida, sin embargo, llevó una guerra solitaria. Asumió que si quería dedicarse a la literatura tenía que convertirse en poco menos que un paria. Porque escribir en Perú, como diría Vargas Llosa, significaba la muerte civil, exponerse a que nadie te hiciera caso y todos te miraran con ínfulas de superioridad, tolerando, todo lo más, una excentricidad peculiar pero al fin y al cabo inofensiva. Y, sin embargo, Salazar Bondy se dedicó a escribir contra viento y marea aunque sabía perfectamente, como hace decir a uno de sus personajes, que las letras «no dan plata». Fue, por ello, una especie de escritor orquesta. Cultivó todos los géneros, la poesía, el teatro, el cuento, el ensayo, la crítica literaria, la crítica de arte…Animó, mientras tanto, iniciativas culturales como revistas y concursos.
Salazar Bondy nació en 1924, en una familia venida a menos. Las comodidades de Chiclayo, acompañadas de una buena posición social, se esfumaron cuando el negocio del padre quebró. En Lima, el antiguo bienestar —automóvil y expectativas de estudios en Europa— dejó paso a una existencia modesta. Para solventar los apuros económicos, una parte de la casa se alquilaba a «caballeros honorables», extranjeros a ser posible. No es fácil, para quien ha conocido la prosperidad, aceptar la estrechez ni soportar situaciones humillantes. En el Colegio San Agustín, el poeta tiene que pasar más de una vez por el mal trago de que le recuerden la insolvencia de los suyos. Si no pagan los meses atrasados, su hermano Augusto, el futuro pensador, no podrá examinarse.
La vocación de Sebastián, en un principio, pudo decantarse hacia el teatro, pero la capital peruana no se caracterizaba en los años cuarenta por su apego a las artes escénicas. Se inclinó entonces hacia la literatura y comenzó, durante su etapa universitaria, a escribir poemas. Años después, al trazar su autobiografía, evocará la necesidad que sentía de expresarse a través de las letras, pero también reconocerá que vio en ellas un recurso para «nivelar ese brusco desnivel que fue la crisis económica de mi hogar».
Poco después, en 1945, lo encontramos ya comprometido políticamente, en el Frente Democrático Nacional, a la vez que ejerce de periodista en La Nación, diario centrista que se alza a la vez contra el Perú tradicionalista y contra el Perú subversivo. Son momentos de actividad efervescente: publica el poemario Cuaderno de la persona oscura, y estrena Amor, gran laberinto, el primero de sus títulos como dramaturgo.
En 1947 se marcha a Argentina, donde vivirá casi cinco años de exilio en circunstancias difíciles. Para sobrevivir tiene que desempeñar diversos oficios, incluido uno bastante pintoresco, el de vendedor ambulante de navajas de afeitar. Su situación, por suerte, se estabiliza cuando comienza a colaborar en el suplemento literario de La Nación y en la revista Sur. Fue en Buenos Aires, paradójicamente, donde descubrió la realidad de su país. No el Perú, como él mismo diría, de las efemérides y los himnos, sino el país hambriento y colonizado, el país con una altísima tasa de mortalidad infantil. «Uno de los países más tristes del universo», en definitiva.
Recorre como asesor literario Ecuador, Colombia y Venezuela. Más tarde, una beca le permite estudiar arte dramático en Francia. Un año, entre 1956 y 1957, plasmará su paso por la capital del Sena en un libro de cuentos, Pobre gente de París. Sus relatos son el reverso de la mitología sobre la bohemia… Ha descubierto que, por mucho que Hemingway diga lo contrario, París no es una fiesta. La mayoría de los aspirantes a literatos, o artistas, se dejan la piel en el intento en medio de la sordidez y las penurias. El libro, por tanto, va a contracorriente: en lugar de mostrar historias de triunfo, refleja las desventuras de unos perdedores despreciables.
Con los años, su posición estética evoluciona. El arte por el arte dejaba paso a la necesidad de comprometerse con la realidad histórica. Porque la política, más que una opción, constituye un deber para el que vive en un país del tercer mundo. Así, el realismo se convierte en el vehículo para dar cuenta de unas circunstancias concretas, las peruanas. Entiende que debe escribir sobre el Perú y utilizar la influencia que puedan tener sus palabras para cambiar una situación deprimente, dominada por la marginación, la misma que otros intentarán ocultar bajo un manto de tópicos amables. Si alguna función debe tener el intelectual, esa ha de ser la de despertar conciencias dormidas, engañadas por ideas falsas que perpetúan el inmovilismo. Su libro más célebre, Lima la horrible, arremete así contra el mito de la ciudad de los reyes como arcadia colonial.
Para Salazar Bondy, los artífices de esta impostura crearon y ensalzaron a la urbe tranquila y opulenta mientras enmascaraban, envuelta en un oropel idílico, la cruda realidad, la explotación de las clases más humildes. El supuesto paraíso escondía un mundo marcado por las desigualdades más abisales, tanto las que origina el dinero como las del color de la piel, fruto del inexorable sistema de castas. No importa si estamos en la época de los virreyes o en el Perú contemporáneo, la estratificación social nunca cambia; abajo, siempre una masa de trabajadores expoliados y segregados. Sin embargo, la idealización interesada no deja espacio para hacerse una idea acerca de «la imaginable tensión entre amos y siervos, extranjeros y aborígenes, potentados y miserables».
Nuestro escritor, en cambio, no está dispuesto a continuar con la misma tergiversación. Tiene que hablar y decir la verdad, aunque hiera. Podrá parecer desagradable, pero el suyo es un acto de intensa pasión por su ciudad. Si el amor es verdad y, por tanto, no admite la mentira, no cabe renunciar a la crítica. Ésta nace del dolor ante una realidad dura, brutal, que no le permite cerrar los ojos, ni mirar hacia otro lado. Para hablar necesita «mirar cara a cara el horror y denunciarlo». A costa de lo que sea, no importa lo grande que sea el precio a pagar en libertad o éxito.
En el momento en que aparece Lima, la horrible, sus ideas políticas ya han experimentado una evolución pareja a su literatura, al pasar del reformismo al socialismo y el apoyo a la Revolución Cubana. La conciencia de la injusticia le lleva, como a tantos otros, a una apuesta decidida por la izquierda y la crítica frontal al capitalismo, fabricante de miseria. Frente a la falsa libertad de la democracia burguesa, que no sería más que la libertad del fuerte para abusar del débil, propugna una democracia entendida en sentido amplio, es decir, no sólo como un sistema representativo, también como un justo reparto de la riqueza y una organización social igualitaria. Sin embargo, en palabras de su amigo Vargas Llosa, «no cayó en la ingenua actitud de quienes subordinan la literatura a la militancia creyendo servir así mejor a su sociedad».
___________
* Francisco Martínez Hoyos es Doctor en Historia por la Universidad de Barcelona, Redactor y documentalista en la revista Historia y Vida, Colaborador en la revista El Ciervo, editor de la sección «Temas Clave» en la revista Historia y Vida (2002-2003), colaborador de la Gran Enciclopedia de España, miembro del Consejo de Redacción de la revista Historia, Antropología y Fuentes Orales (publicación semestral de carácter académico editada por la Universidad de Barcelona)., asesor histórico del documental L’Església rebel (La Iglesia rebelde), dirigido por Oriol Porta, 2012, director de Historia, Antropología y Fuentes Orales. Es autor de los libros «La JOC a Catalunya. Els senyals d’una Església del demà» (1947-1975). Mediterrània. Barcelona, 2000. «Francisco de Miranda». Edicomunicación. Barcelona, 2001. «La cruz y el martillo. Alfonso Carlos Comín y los cristianos comunistas». Rubeo. Barcelona, 2009. «Francisco de Miranda. El eterno revolucionario». Arpegio. Barcelona, 2012. «Historia del Gremio de Constructores de Barcelona». Barcelona, Mediterrània, 2012. «La Iglesia rebelde». Punto de Vista. Madrid, 2013. «Breve Historia de Hernán Cortés». Nowtilus. Madrid, 2014. «Breve Historia de la Revolución Mexicana». Nowtilus. Madrid, 2015. Además es autor de numerosos artículos académicos sobre temas de historia y literatura. Más información: https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=31891