Escritor del mes Cronopio

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1484

MI VIDA CON ANDRÉS

Por Fernando Calero de la Pava*

LA PIEL DEL OTRO HÉROE

Con 16 años, Andrés [Caicedo] crea un grupo de Teatro y recuerda cuando en 4° de bachillerato, dirigió, algunas obras. Las Sillas del dramaturgo franco-rumano Eugene Ionesco, las adaptó con Jaime Acosta dos años después.

Finalizando el bachillerato Andrés escribe: La Piel Del Otro Héroe.

Con sus compañeros del colegio: Jaime Acosta y Ramiro Arbeláez.

Él mismo pega los afiches en los árboles de la Avenida Sexta. Es un afiche con matices de rojos y negros, con influencias de la cultura Pop americana. Me parece erótico.

Yo me bajo del árbol donde nos reunimos, cerca del Dari, en la calle 23 Norte entre Avenida 6 y 6-A. Somos Los Demonios de Versalles y un grupo anarquista que se trepa a un árbol a argumentar toda la noche. Una especie de peripatéticos, (ya no en tiempo de Aristóteles), sino a finales del siglo XX. Aún muy jóvenes para quemar todo y lavarlo con sangre como diría Bakunin y los anarquistas de las Rusia revolucionaria. Nos sentimos seguros en medio de las ramas y de los maderos en los cuales nos sentamos hasta la madrugada. La policía pasa y nos mira con curiosidad. Saben que somos los hijos de los que ellos cuidan. Pasan los mendigos, los marihuaneros, los jóvenes que comienzan la revolución, los adictos. Somos una especie de cabildantes. Algunas veces vemos chicas perdidas en medio de la noche y se suben a hacernos compañía, algunas bajan semidesnudas. La mayoría de las noches terminamos durmiendo sobre el prado, arropados por las raíces del enorme árbol de mango que nos cubre. En él tratamos de refugiarnos, los Outsiders del Norte, de la estructura social que nos rodea, de los políticos siempre corruptos, de los eternos vencedores cuya codicia y voracidad siempre han escrito la Historia.

En las noches lluviosas me bajo del árbol y voy en busca de Andrés que pega afiches obsesivamente. En el fondo todo escritor es obsesivo. Me lo encuentro al amanecer, la hora de la muerte, en la Avenida Sexta al lado de la estación de servicio. Él me habla sobre su obra de teatro.

Andrés es el autor, guionista, director y uno de los actores. Termina ganándose el Festival Departamental Estudiantil de Teatro. Premio otorgado por un connotado jurado como son: Enrique Buenaventura, Fernando Pérez y el poeta Rengifo. Jaime Acosta es premio Ex aequo, segundo mejor actor protagónico.

Después de «La Piel del Otro Héroe», incursiona con obras donde se inspira en sus primeras lecturas: Robert Musil y su obra maestra: «El Hombre sin atributos» y sobre todo en «Las Tribulaciones del joven Törless» que nos muestra un mundo manejado por las religiones, el ambiente estudiantil, la atmósfera de la ciudad, la erótica del poder y la codicia y voracidad de los gobernantes. Esta obra fue llevada al cine por Volker Schlöndorf, en 1966. Lo mismo que el «Tambor de Hojalata», dos años después de la muerte de Andrés Caicedo.

Leemos en los principales diarios de nuestra Patria: «Nace un nuevo Rimbaud».

Los días siguientes celebramos.

* * *

Pasada la rumba, la ira y el extravío, él regresa a estudiar y le hace donación del trofeo, al hermano director del colegio.

ANDRÉS

Andrés es un escritor compulsivo. Me habla del Ulises de Joyce, el irlandés, como uno de los pilares de la literatura moderna. Le preguntó sobre él, al profesor de literatura en el San Luis Gonzaga: «Ese loco no tenía ni puta idea. ¡El único Ulises que existe es el de la Odisea!», me dijo.

«Cuando le expliqué de James Joyce, el dublinés, sentí ira, me dijo: —¡Cállate, tartamudo! —Terminó llevándome a la Rectoría».

—Andrés me dice que lo único que realmente le interesa es la literatura, y escribir—

Quiere dejar el colegio y me dice: «Esta mañana tuve un altercado con el hermano Andrés Hurtado; ese que hace fotografías de Colombia. Loco, el hermanito maricón, me pilló tirando bombas de agua desde el tercer piso en el descanso; con Uzubillaga, el paisita Jaramillo y Guillermo Calle, un amigo que le gusta la arquitectura. También estaba Jaime Acosta y algunos de 6° D, que somos los peores. A lo lejos nos observaba Carlos Alberto Pineda, al que le llamamos Charlie, que está en otro curso».

«¡El hermano Andrés Hurtado, se abalanzó sobre mí y quiso pegarme! Yo traté de defenderme, y se me cayeron las gafas, Guillermo Calle y otros me protegieron; él subió hacia las habitaciones a esconderse. Nos llevaron de nuevo a la Rectoría. Los Hermanos Maristas concluyen que soy elemento peligroso para el colegio. A mis 16 sé más que ellos, y soy amoral. Además soy libertino y anticlerical».

«Lo que colmó la paciencia de los Hermanos, aunque soy alumno de último grado, fue el párroco de San Judas; el padre Bueno, que se cree un adonis: —Las mujeres van a misa los domingos, con sus mejores galas para verme. —El padre, profesor de religión, hoy dijo en clase: —Le voy hacer una pregunta al más estúpido de la clase: Andrés Caicedo. —Yo creo que es más estúpido el que le pregunta al que no sabe, le respondí».

«En la reunión su concepto fue contundente. El Rector terminó creyéndole a un cura español que no lleva un lustro en Colombia…»

«Terminaron echándome».

Nosotros sabemos que las religiones son de las organizaciones criminales más grandes de la historia.

A los demás solo los suspendieron una semana.

—El hermano Andrés Hurtado García termina haciendo libros sobre fotografías y artículos literarios. ¿Qué pensará de esa época oscura?

* * *

Él se va a la Universidad del Valle y es director de teatro cerca de dos años, en donde monta al menos diez obras del género en compañía de su amigo actor Jaime Acosta.

Me dice que «en la literatura no le tienen nada que enseñar».

Yo no estoy de acuerdo con lo que él dice. Uno siempre puede aprender, y el estudio es multifactorial: Se aprende, nuevos amigos, frustraciones, disciplina, quimeras…

Hubiera vivido otros sueños.

PERSONA

A Jaime Acosta. Querido amigo. 

«Todos somos multifactoriales».
(Aforismos: Fernando Calero de la Pava)

 

Andrés trabaja con Hernán Nichols, un prestigioso publicista que vive en nuestra ciudad e hizo frases como «Kokoriko no tiene presa mala» o «Carvajal hace las cosas bien». Hernán con su genialidad trabaja con Andrés en el barrio Versalles, en una casa grande, blanca y púrpura. En el mismo lugar trabaja Luis Fernando Manchola, nuestro común y querido amigo, y Carlos Duque.

Hablo con Andrés y me dice que se está escribiendo con Miguel Marías, el hijo del connotado poeta republicano español Julián Marías. Me dice que sabe bastante de cine, pero le produce ansiedad, ambivalencia, escribirle, porque siempre le exige excesiva puntualidad para los artículos de la revista Ojo al Cine.

En uno de los cinco ejemplares que se publicaron de Ojo al Cine, está la fotografía de «Malas compañías» —Bad Company, también conocida como «Pistoleros en el Infierno» de Robert Benton-, El prestigioso director de Hollywood.

Quiere igualmente encontrarse con Roger Corman: Bloody Mama y La Caída de la casa Usher.

Nunca lo encuentra.

Hubiese cambiado su destino.

Quiere conocer a George A. Romero, el de La noche de los muertos vivientes. Traduce un guión con María Victoria, su hermana, en Houston, que algunos cineastas utilizarán después a su manera.

Andrés no estuvo en Los Ángeles más de un mes, tratando de encontrarse con Roger Corman, el famoso director surgido de la Escuela de Cine de Nueva York, de John Metas y su hermano, de John Cassavetes y el mismo Corman, que promovieron el cine independiente para hacerlo más asequible a los creadores, y que influyó notablemente en el Neorrealismo italiano y viceversa. Él prefiere la compañía de su hermana o de su familia. Él no tiene las características especiales ni las agallas de un vendedor paisa, para quedarse en Hollywood, buscando un cineasta que lo atienda. Nunca conocerá a Roger Corman.

Mucha gente se sorprende que estuvo cerca de medio año, la mayor parte cerca de su hermana. Él no era un aventurero, ni tiene la perseverancia de un negociante y regresa a Colombia frustrado y hablando de la empresa cinematográfica montada en Hollywood. Lo único que logra es una entrevista con Sergio Leone, el director y productor de Espagueti Western que termina dignificándose con películas como: «Erase una vez en América», cuyo protagonista es Robert De Niro y nos muestra la inmensa corrupción de los Estados Unidos. Tengo que decir que películas Western que no me gustan degradaron el género.

Circunstancias como el macartismo, el FBI liderado por Hoover, hasta que las películas de integración social del genero Western, se censuran, tales como: «La Diligencia» de John Ford, «Solo ante el peligro» de Fred Zinnemann, «El Pistolero» de Henry King, «Winchester 73» de Anthony Mann, «Warlock» protagonizada por Henry Fonda, «Los 7 Magníficos» de John Sturges y «Grupo Salvaje» de Sam Peckinpah. Con el tiempo, llegará una extraordinaria película que dignificará el género Western nuevamente, dirigida y protagonizada por Clint Eastwood: «Los Imperdonables» (Unforgiven), para muchos la mejor película de vaqueros.

Andrés regresa a los Estados Unidos en 1974 al Festival de Cine de Nueva York; y al volver me dice: «Loco, afortunadamente el Festival quedaba frente al hotel donde me alojé. Lo único que hacía todo el día era ver cine y dormir poco, no me interesa conocer Manhattan, ni nada más de Nueva York, no me agradan los Estados Unidos. Me gusta Rebelde sin causa y Johnny Guitar de Nicholas Ray, protagonizada por Jean Crawford, quien ganó un Oscar protagónico en 1954, y todo lo que tiene que ver con Sam Peckinpah».

* * *

Terminamos riendo y me dice que vio [una] persona y que tiene aún en su cerebro los primeros planos del director sueco, y que siempre lo verá alejado de la pantalla, porque en los primeros planos los rostros de las personas son envolventes.

SEXUALIDAD

Clarisol, que tiene 14 años, me dice que vio a su amado Andrés, comerse a su hermano Guillermo en el garaje, sobre el capó del Ford verde y azul del año 54.

A ella eso no le importa.

Ellos como hermanos mantienen una relación incestuosa desde pequeños.

Tampoco le interesa la fidelidad.

Después de unos días, «Rojas» el jíbaro y futuro comandante, entra al garaje y se folla a Andrés, su novio, su amante.

Ella ve los hechos repetidamente, hasta que desconsolada va a buscarme.

Verlo poseído por otro hombre la descorazona para siempre.

LAS GAFAS ROTAS

Un mes antes de su muerte, me encuentro con Andrés y con Alfonso Echeverri.

Vamos a la Avenida 6ª-A entre 27 y 28 Norte, en Santa Mónica, barrio donde vivimos. Es una casa agradable; producto del trabajo de la familia y de la compañía de su padre: Buraye y Echeverri.

Nos bebemos unos vinos, pero observo que los neurolépticos que le están dando lo hacen agresivo. Es otro Andrés.

A pesar de sus idas a las clínicas de reposo en Bogotá y Cali, lleva un inmenso dolor con él. Un secreto inescrutable.

Yo lo cuestiono, ya que él ha sido uno de mis mejores amigos en los últimos años, y él me dice que yo soy un fascista, que me parezco a Franco Nero actuando, y yo que conozco al guapo actor italiano, me doy cuenta que lo dice por la forma de vestir del europeo en una película en la cual hace de terrorista y lleva una gabardina verde o una chaqueta de cuero negro, como las que yo uso.

Estamos solos, la familia de Alfonso mi amigo escritor, está en Quito. El terminará igualmente en Ecuador, escribiendo cuentos para niños y Poemarios.

Salimos a la Avenida 6ª-A, a las 3 de la mañana, frente a la casa de los Guerrero.

El viento del pacífico y el cóctel de psicótropos, le hacen cada vez más agresivo. Ha bebido muy poco, pero su rostro ha cambiado desde la última vez que lo vi. No han pasado dos meses. Veo en él el maltrato psiquiátrico, la mano de José Francisco Infante, el médico que lo trata, su terapia electro-convulsiva.

En plena calle se dirige a mí gritándome con altivez, y poseído por la estulticia.

Él en ese momento hubiera sido capaz de matar si tuviese un arma como la que él ve en mí… Quizá lo que busca es que yo lo haga.

Cuando lo veo vociferando y la saliva me salpica el rostro, le doy una bofetada.

Él cae al suelo y con él las gafas, y se le rompe un lente.

Sigue en la misma tónica, pero no se atreve a más. En su poca lucidez sabe que yo podría destrozarlo.

Alfonso Echeverri recoge las gafas, le toma del brazo y nos hace entrar de nuevo en la casa, hasta la habitación en donde él duerme. Lo acuesta sobre la cama y con caricias y cierta intimidad, lo calma.

Desde la sala de estar del segundo piso, los observo en medio de la penumbra…

Yo me voy y los dejo solos en medio de la noche.

EL ENTIERRO DE ANDRÉS

«¿Qué por qué no me suicido?
Porque la muerte me disgusta tanto como la vida.»
(Cioran)

 

El sábado me llama Patricia serena e inmutable, y me dice que Andrés está muerto. No me sorprende, solamente me deja un enorme vacío existencial. Como si me hubieran arrancado una parte de mis entrañas, un pedazo de mi corazón.

Me visto, como casi siempre de negro y me voy solo, al Cementerio Metropolitano del Norte. Llego y está lleno de nuestros amigos. Es sábado, son las diez de la mañana y muchas de las personas que estaban en el Cine Club que nosotros también llamamos Ojo al Cine, que se enteraron en el «Teatro San Fernando», van en grupos hasta el Cementerio.

Yo estoy cerca, en la parte más alta, donde veo aún parte del sol naciente. A Andrés lo despide el sol desde el noreste, al lado de un arbusto. Algunos nos protegemos de la canícula. El ataúd está al lado del abismo, y lo que más me impresiona es el llanto desgarrador de su madre.

Charlie Pineda, el filósofo, murmura desde el montículo, que va a cubrirlo, algunas palabras y dice: «bienvenido al mundo de los muertos». Otros leen poemas para sí mismos u oran en silencio. Ponen el ataúd, y su mamá está frente a él, mientras desgonzada la sostienen, alguien dice: «arrojen flores», mientras baja hacia el infinito. Nelly Estela de Caicedo dice: «Sí, a mi hijo le gustaba la Virgen de las flores».

La ceremonia es larga.

La música de los sollozos.

Me voy cuando Andrés está bajo tierra, y me dirijo al Teatro San Fernando. La película se va a dar, y muchos esperan con impaciencia el féretro, en cámara ardiente. La familia lo impidió en medio de su dolor.

Algunos conocidos, como Armando Peña, Luis Fernando Vásquez, Cristina Llano, algún hijo de Teresa de Vizcaya, algún desesperanzado, unos mendigos y otros, quieren hacer parte de la orgía de muerte, se pasean en el parque Panamericano. Unos en zancos, llevan caras pintadas, trajes de arlequín y capirotes. Llevan pancartas que dicen: «como Antoni Artaud, Andrés también fue suicidado por la sociedad». Un Happening que llevó al Teatro del Pánico.

Con tambores y música de fondo termina siendo un Performance.

* * *

Los presentes relatos hacen parte del libro inédito «Mi vida con Andrés» (109 p.), de Fernando Calero de la Pava.

__________

* Fernando Calero de la Pava nació en Cali (Colombia) en 1950. Es psicólogo clínico con especializaciones en psiquiatría. Es criminólogo, sexólogo, escritor y cineasta. Su quehacer literario está influenciado por su profesión. Es doctor en psicología clínica del Centro Internacional de Psicoterapia y Psicodagnóstico (C.I.P.P.) de Barcelona, con una tesis laureada por su estudio sobre el Test de Rorschach y su uso en las toxicomanías. Recibió también el Diploma Superior en Criminología de la Facultad de Derecho de la Universidad de Barcelona. Hizo estudios de cine en el Centro de Enseñanza de la Imagen (C.E.I.) de Barcelona. Ha participado como ponente en diferentes congresos internacionales, como el Congreso Internacional sobre legislación y drogas en San Sebastián (España). También ha sido psicoterapeuta en comunidades de Bangkok y Chiang-mai, Tailandia. Fue docente catedrático del área de Toxicomanía en el Centro Superior Jaques Lacan de Psicoanálisis y Psicoterapia de Barcelona. Ha sido conferencista y columnista en diferentes medios de comunicación colombianos. Su poemario Memorias de un recluso fue finalista, en 1986, en el II Premio Iberoamericano de Poesía Juan Bernier, realizado en la ciudad de Córdoba, España. En 1988 publicó el libro de poesías Estigmas, el cual fue ganador de la Fiambrera de Plata en el Concurso de Poesía del Ateneo Casblanca, en Córdoba. Fue premio Jorge Isaacs, colección de autores vallecacuanos, mención de honor, Cali 1996. Ganador del Concurso de Poesía Fundación de la Ciencia Social Cali 1994. Fue conferencista en la Feria del Pacífico Colombiano y en la Feria del Libro de Bogotá en 2017.

Obra poética y narrativa: Estigmas (1988), Blanca Oscuridad (1996), Herederos de la noche (1997), Compra un caballo en Estambul (2003), El precio del placer (2005), La nada iracunda (2010).

Ensayos: De la luz y de las sombras (la otra mirada), en compañía de Pedro Gómez Arango —obra en edición—. De la expulsión del paraíso al infierno de las drogas, en compañía de Pedro Gómez Arango —obra también en edición—. Civilización: el monstruo que salió del barron en compañía de Pedro Gómez Arango —obra también en edición—.

Antologías: Radiografía de un sobreviviente (Revista Rolling Stones), Tomás Astelarra, Bogotá, 2006. Nuevas voces de fin de siglo (Epsilon Editores), Bogotá – Ciudad de México, 1999. Verbum: Poetas Colombianos (Feriva Ediciones), Amparo Romero Vásquez, Cali, 2002. El quinteto de Versalles (Feriva Ediciones), Cali, 2003. Quién es quién en la poesía colombiana (Biblioteca Virtual del Banco de la República de Colombia), Rogelio Echavarría, Bogotá, 2005. Segunda antología del cuento corto colombiano (Colección de literatura y lenguaje, Universidad Pedagógica Nacional), Harold Kremer y Guillermo Bustamante Samudio, Bogotá, 2007. Cali–Grafías: la ciudad literaria (Universidad del Valle, Universidad de la Sorbonne), Antología bilingüe español-francés, Fabio Martínez y Hernando Urriago, Cali – París, 2008. Literatura al borde del abismo: una opción de vida, Jorge Luis Rodríguez, Bogotá, 2006.

Cinematografía: Preproducción de un cortometraje basado en su vida. Dirección y fotografía: Juan Felipe Márquez, Juan Mosquera. Cali – Bogotá, 2010. Producción y dirección del largometraje El loco; Frontera Audiovisual, Santiago Marcovich Balbuena, Juan David Díaz Barriga, Luis Felipe Márquez Sierra, Mateo Ramírez —Obra en desasrrollo—. Preproducción del largometraje Sobredosis de vida, dirigido por Memo Bejarano, producido por Edith Valenzuela Guzmán y producción general de Matices Asociados y Camino de Herradura, Cali, 2008 hasta la fecha (2017). Preporducción del largometraje La Voz del Pasado, dirigido por su hijo Adriano Calero Valverde, coproducción colombo española basada en un relato de Fernando Calero de la Pava. Adriano Calero ha realizado otras adaptaciones para el cine de cuentos de su padre.

2 COMENTARIOS

  1. Extraordinario psicólogo y escritor el doctor Calero de la Pava.
    Cuando nos dejará conocer mas de su enigmática vida y de su misteriosa excentricidad.Gracias!
    maestro Calero de la Pava.
    Cuando publicas de nuevo apreciado maestro.

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