NIETZSCHE MÚSICO
Por Antonio Arenas Berrío*
«La música libera el espíritu»
(Nietzsche)
Para Fredy, gran amigo…
Un día cualquiera, Friedrich Nietzsche Oehler, lanzó su grito de batalla: «La vida sin música es sencillamente una fatiga y un error». La música había estado siempre en la vida del pensador alemán. Su existencia fue siempre un diálogo permanente con la música y la escritura. En su niñez, infancia y juventud estuvo siempre enamorado de la música. La mejor de las músicas eleva y refina el instinto que brama y nos eleva a estados sublimes. Nietzsche fue siempre un compositor y un improvisador hasta su derrumbe, silencio y últimos suspiros.
Nietzsche no era un músico malogrado, en su soledad siempre estuvo la música o un piano. Un especie de Piano–man. El universo de la música irradia toda su obra, no hay sino que detenerse en las canciones del Zaratustra: «Acaso no sea lícito considerar el Zaratustra entero como música». El encuentro con el compositor, músico y escritor Richard Wagner fue casual y solo los unía su pasión por la música y la filosofía de Schopenhauer. Por lo anterior, me parece obligatorio dejar de asociar, de manera inmediata, la relación de Nietzsche con la música a la figura de Richard Wagner. Considero que ese prejuicio conduce a malinterpretar la propia musicalidad de este filósofo en relación con su pensamiento. Nietzsche no compuso música ni amó la música gracias a Wagner. En esto cometemos aquel error tan comentado por el mismo filósofo: el confundir las causas con el efecto. Porque Nietzsche era ya un músico nato y un melómano genial, procuró el acercamiento con Richard Wagner, a quien admiraba. De hecho su musicalidad viene de muy lejos, de mucho más lejos que su encuentro con Wagner, y llega más allá de su propia vida lúcida. Él nació en un ambiente musical y vivió su primera infancia inmersa en la música litúrgica luterana, como resultará luego evidente en la mayor parte de sus composiciones.
En otro extremo de su existencia, ya cerca del fin, en plena locura seguía tocando una de las Sonatas Opus 31 de Beethoven, y hacia 1900, ya completamente paralizado, solo reaccionaría ante la música. Nietzsche vivió inmerso en la música, y por tanto ésta no puede reducirse a un capítulo o una mera aspiración en su vida: más bien su vida podría contarse como una serie de capítulos musicales.
Sabemos que Nietzsche, tocaba el piano desde los diez años de edad y en el catálogo de sus composiciones figuran partituras mucho antes de conocer a Richard Wagner. La primera composición musical es de 1856, una Sonatina, compuesta a los doce años de edad. Ahora bien, su disputa interior y exterior estuvo entre la música absoluta y la música pura. Él consideraba más la música instrumental que la música ligada a la palabra. Para este filósofo del pensamiento trágico, la finalidad de la música es la afirmación de la vida, que será la piedra inaugural de todo espíritu libre. La música es una de las formas artísticas de Nietzsche para revelar el Mundo y lo Divino. La música es el sentido originario del Mundo. La música es el arte por excelencia y el inicio de todas las demás artes. Es la suprema categoría del espíritu humano.
Nietzsche siempre privilegió la música instrumental sobre la música vocal. El hombre en su Ser brota como un fenómeno de la música. En toda la vida no hay nada más importante que el sentido de la música. Ahora bien, el catálogo de sus setenta y cuatro composiciones consta de obras en diversos grados de elaboración. Nietzsche compuso música eclesiástica, misas, obras para piano, marchas, mazurcas, sonatas, sonatinas, obras de cámara para violín y catorce lieder. Podemos decir, que entre todos sus oficios, filólogo, poeta, sicólogo, genealogista, filósofo, estaba el oficio de músico. Curt Pul Jan, uno de sus mejores biógrafos, nos dice que Nietzsche era un buen músico, tocaba bien el piano y es autor de buenas piezas musicales. No es raro encontrar en Nietzsche fragmentos como este donde afirmaba: «Si quieres tener experiencias sobre el arte, háganse algunas obras de arte, no hay otro camino hacia el juicio estético». El ideal de Nietzsche, era el arte y la música como «el arte de la noche». La música el arte de la aurora, el arte de la vida. Toda actividad aunque nada tenga de sonoro es musical, inclusive el silencio… Nietzsche decía: «Si a veces me distraje desplegando sobre mí cielos apacibles y con alas propias volé por cielos propios: si jugando nadé en hondas lejanías de luz, y vino a mi libertad sabiduría de pájaro: —y así dice la sabiduría de pájaro: ¡Mira, no hay arriba, no hay abajo! ¡Arrójate de un lado para otro, adelante atrás, tú, leve! ¡Canta! ¡No hables más! ¿No están hechas todas las palabras para los pesados? ¿No mienten al leve todas las palabras? ¡Canta! ¡No hables más!—.
Los poetas señalan que Nietzsche, era más filósofo que poeta, los filósofos expresan que era más poeta que filósofo, los músicos como Von Bulow, aseveran que no era músico, que sus composiciones son algo amorfo, una música anti musical. Es un error creer que la música le llegó a Nietzsche cuando conoció a Richard Wagner y escribió El origen de la tragedia, en el espíritu de la música. Antes de Wagner, la música, y en especial los conciertos para piano ya penetraban impulsivamente en el espíritu del filósofo alemán. Nietzsche quería expresar en El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música, pero desgraciadamente, experimentó lo contrario: El nacimiento de la música en el espíritu de la tragedia. La fuerza desbordante sobre la música vendrá luego, ya no inducida de erudición, filología e indolencia. Cuando la música llega hasta las fibras nerviosas de su Ser gritará: «Será necesario que cantes alma mía». Cuanta armonía oculta y audaz se esconde en su prosa, aforismos y su poesía. Es un hecho infausto que Nietzsche, aparezca en un pueblo de pensadores y poetas, un filósofo músico. Un músico poeta. Cuanta concordia se encubre tras las aparentes discordancias de su estilo y su escritura. Fueron Stefan Zweig, Dietrich Fisher–Dieskau, Curt Paul Jan, quienes en la esfera teórica y práctica, abrieron y revelaron el camino de Nietzsche como músico. Zweig, escribe dos brillantes textos. El refugio de la música y en Descubrimiento del sur, dos textos relacionados con Nietzsche y la música. Stefan Zweig plantea que la música siempre estuvo ligada al espíritu creador de Nietzsche. La música era ese impulso, esa pasión decisiva hacia la libertad. Nadie tuvo ni tendrá una disposición hacia la música y el pensamiento como la obtuvo Nietzsche. La música le envolvía el alma, era la vida, al igual que su pasión por el conocimiento. El sentido de la vida es la vida misma y sin la música la vida sería un desliz. El ardor y el impulso por la vida serán dionisiacos. La tarea de Dionisio es hacernos ligeros, enseñarnos a danzar, concedernos el instinto del juego. Con la música el cuerpo se volverá ligero, con pasión nerviosa, vibrante, vehemente, ávida, melancólica y de embriaguez loca. La música atrae a Nietzsche pero también lo inmoviliza, lo retiene toda su vida.
Vídeo: Obras de piano de Friedrich Nietzsche
Todos los conocimientos posibles atraen al pensador alemán, pero lo único que lo sujeta es la música. Nunca abandonará la música, esta era para él un conocimiento cabal, íntegro, con ella pone en juego todo su ser. La música es de orden preferente, todo lo que Nietzsche toca con sus manos quedará impregnado de música. Cuando habla en el Zaratustra su voz suena musicalmente y nos invita a la risa y la alegría: «Aprended, pues, a reíros de vosotros, sin preocuparos de vosotros. ¡Alzad vuestros corazones, buenos bailarines, (buenos músicos), alto más alto! ¡Y no olvidéis la risa! A vosotros hermanos míos, os arrojo esta corona: la corona del que ríe, esta corona de rosas ¡Yo he santificado la risa! ¡Hombres superiores, aprended a reír!».
Aprender música, aprender a bailar, aprender a reír, entregarse con alegría y ligereza como dispuesto a volar con la música y el baile. Un arte del consuelo intramundano, donde se reúne lo dionisíaco ahí está la música. Instintivamente los seres humanos obtienen placer con la música, un placer para olvidarse del sufrimiento, una embriaguez loca que brota de la naturaleza. Instintos artísticos de la naturaleza, donde el artista dionisíaco es un imitador. Pero… ¿cómo hizo Nietzsche música de su pensamiento? ¿De qué manera, la voluntad de poder, lo dionisíaco, la danza, la risa y el baile, se desplazan por encima de los conceptos? ¿Es la música un acto de creación que no se destruye? Melodías y no palabras, armonías más que sistemas filosóficos, tensión sonora más que palabras necias. Los estudiosos de Nietzsche, saben que la filosofía del futuro será una rítmica y el sostén será el tiempo y no la verdad. La música es el fundamento de todo lo que acontece en el Mundo. Es la realidad misma, por encima o por debajo de un pensamiento Nietzscheano siempre suena una melodía, que es por voluntad de poder el soporte de ese pensar.
Música y pensamiento en Nietzsche son lo mismo, la música habla no con conceptos sino con sonidos: «La música es la misma voluntad de poder, una fuerza irracional que se hace armonía, melodía y ritmo, que expresa la quinta esencia de la vida y sus acontecimientos». La esencia del Mundo es musical, armonía y melodía reunidos en una misma cosa. Puro tiempo presente, tiempo de voluntad de poder, tiempo de vida. Empero, volveremos a decir que la música es el fermento de todas las creaciones estéticas, la música, arte por exquisitez, y el origen de todas las demás artes. La música es la mayor condición del espíritu humano, habría que hablar de espíritu o alma musical. Para Nietzsche la música posee todos los poderes del Mundo: exaltar, divertir, purificar, hacer serenar, romper el corazón, dirigir nuestro pensamiento, elevar nuestra alma, estremecernos, descargar pasiones, purificar el alma, atenuar el ánimo. La música es una de las bellas artes relativas a la composición de sonidos, para expresar por medio del sentir y el pensamiento la belleza del mundo.
Las obras creadas en una cultura son organismos activos, desde la más temporal canción, hasta la más pomposa y larga sinfonía, tienen algo en común: emergen del silencio, crecen progresivamente y se establece una plática entre los intervalos musicales que, a lo largo de un pentagrama, darán fin a esa estructura que fueron y volverán a ser en el momento que un intérprete renueve sus notas. La música como arte destacado está envuelta en una invariable ebullición que atañe al contenido y la forma. La música como arte superior está enlazada en ese desarrollo y el compositor o artista es el inventor de la misma y tiene parte directa en la creación de un nuevo lenguaje; y a medida que el tiempo pasa, el músico busca una mayor sencillez a la hora de componer su obra. Sin temor a la adulación, podemos decir que estamos cercados por la música, por una música que si la escuchamos, es por nuestra propia voluntad.
Una vez creada la música en una partitura, vuela de manos de su inventor pasando a formar parte del lenguaje interpretativo de otros músicos. Así discierne [el sentido] en la vida de todo el que la escucha. El sentido de la vida y la música son para Nietzsche la existencia misma. En el altar de Dionisos se venera la vida: la filosofía de Nietzsche formula un valor primordial, un amor por la vida que linda en el delirio. La existencia aparece como algo digno de sí mismo, que no requiere justificación, en conceptos como amor fati y eterno retorno, el filósofo trágico expone su amor incondicional a la vida. Picó Sentelles, en su libro El concepto de música en el pensamiento de Nietzsche, se equivoca al decir que Nietzsche no era músico, que era simplemente un filósofo que pensaba con ritmos musicales. Blas Matamoros, en su libro Nietzsche y la Música, también cree que este no era músico, que era un músico frustrado. ¿Cómo no va a ser música alguien que compuso (74) partituras musicales? Además, tocaba e improvisaba en el piano. ¿No es acaso Así hablaba Zaratustra una grandiosa melodía? Poesía, prosa. No canta un filósofo cualquiera, un poeta no cantaría así. Nietzsche no habla de la danza, el baile o la risa, hace música, baila y ríe de una manera que nos eleva: «Elevado está entonces vuestro cuerpo y resucitado; con su deleite extasía al espíritu para que se vuelva creador y apreciador y amante bienhechor de todas las cosas». La música que se tiene que componer es la música que aligera el cuerpo, que le dice sí a la vida.
Se conocen entre 70 y 74 composiciones musicales de Nietzsche. Veamos algunas:
De su Infancia y adolescencia:
• Lamento heroico
• Introducción
• De la juventud
• Ríe ya
• Ahí pasa un Río
• Luz de luna en la Puszta
De su Primera Juventud:
• Hoja de álbum
• Como oscilante enredadera de vid
De Joven Universitario:
• Conjuración
• El niño de la vela extinguida
• La joven pescadora
• Soleados días otoñales
• El fragmento en sí
• Ecos de una noche de San Silvestre
• Ecos de una noche de año nuevo
• Monodie a Deux
Del Filósofo maduro:
• Oración a la vida.
CANTO A FRIEDRICH NIETZSCHE OEHLER
Un hombre de mediana estatura y tez blanca,
Un hombre de aspecto tranquilo que estaba siempre solo
Y desde el cual nadie podrá compartir su soledad y silencio,
Un hombre de cabellos negros y peinados hacia atrás.
Un hombre cuidadosamente vestido y justamente cuidado.
Un hombre de rasgos finos y maravillosamente expresivos en su boca.
Una boca cubierta por un espeso bigote con mechones caídos
Que le dan aire de fortaleza y fuerza.
Un hombre que dijo ser camello, león y niño
Y que trasformó tres veces su espíritu.
Un hombre con una sonrisa leve y hablar pesado sin elevar el tono
Con duras palabras para oídos sordos.
Un hombre con manos finas, que conquistaban cuando se las miraba,
Un hombre de caminar prudente y reflexivo,
Un hombre que caminaba seis horas diarias,
Un hombre que anunciaba ser águila-paloma-serpiente-cerdo,
Un hombre que decía una cosa soy «Yo» y otra mis escritos.
Ese hombre era un solitario que se envolvió en sí mismo y su locura.
Un hombre que murió ocultándose bajo la máscara de Dionisos,
Un hombre que expresaba que todo lo profundo ama la máscara,
A todo espíritu profundo le gustan las máscaras y requiere una máscara.
Un hombre solitario que señalaba entorno a todo espíritu profundo.
Crece y se expande asiduamente la máscara.
Un hombre al que podríamos gritarle viajero errante.
Ese hombre era un tal Friedrich Nietzsche Oehler.
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* Antonio Arenas Berrío. Narrador y ensayista colombiano. Autor, entre otros, del libro Esa gente del barrio. Correo-e: antonioarebe1@hotmail.com