ONÍRICOS
Por Danilo López Román*
EL INCIDENTE DEL BARCO
Se hace necesaria otra revelación. La noche que se permutó con el día, el rostro visto con anterioridad, ebrio y desmadejado, los ojos extraviados en violencias estúpidas y reclamos. Ese viejo y ancestral rostro fue reconocido en mis negros sueños. Yo, vistiendo harapos y disfraces, oteando desde la cubierta, desde el camarote claro, desde la chimenea ruidosa y humeante; aquel mar estático, la mujer desconocida y voluptuosa subiendo las escaleras, buscándome, la sirena embravecida e impotente observa el crimen del asesino, el cadáver del cretino cae en cámara lenta por el puente mayor.
De este lado de la conciencia, roedores necios perturban el oído, cuencas sanguíneas que detienen su roja irrigación para empezar a abrir un ojo y robarle tiempo a la vigilia. El ruido crece, molesto y castrador, el cuerpo emerge fuera del letargo vociferando en silencio este temblor que asusta: ¿Yace a mi lado el cuerpo inerte de Carlos? ¿Dónde está mi cuerpo si no está en el pretérito recinto de Altagracia, ni en Altamira, ni en ningún programa cognoscible?
Que el frío se siga apoderando de mis huesos, que cale, que entre, que penetre al corazón líquido para irlo acostumbrando, para recordarle que fue de piedra, y la piedra es polvo… «y en polvo se convertirá».
CULTO AL EXTERMINIO
Es una larga fila. Presidiarios de Siberia. Presidiarios de Alcatraz. El síndrome de la Isla del Diablo, de Los Hombres Solos, de Papillón. Amamos la afición por las colas: al entrar al cine, al teatro, al pagar en el banco, en el supermercado, al recibir los huevos, al dar la comunión. Filas en el ejército, en el cementerio, en la escuela, en la universidad. Nacemos en fila y en fila morimos.
El asilado es múltiple. El asilado se asocia, aliena y multiplica. Nos re–unimos todos, los asilados de la embajada, los asilados del colegio, los parias, los maleantes, los defectuosos. En un barrio viejo, lleno de huecos sucios, cuarterías, ruinas y… ratas negras otra vez. Aquella es o fue la casa de Dios, madera podrida y abundantes telarañas. Dentro nos reunimos los enfermos. Mi cáncer interno está avanzado. La misa se inicia con un tímido sacerdote transparente. Nosotros rendimos culto al demonio con nuestros sucios actos voluntarios. Cierto temor aún me impide actuar con toda la maldad del caso. Explota el padre. Fin de misa. Ahora el Reino está perdido y el demonio es rey de esta naturaleza muerta.
LA LEPRA Y LA NOVIA CRECEN EN EL ESTABLO
Al salir de misa los soles se definen: he de sobrevivir un largo eclipse para madurar el sentimiento falto de auroras. Golpear con fuerza el informe diario. Sin embargo, la oración tardía y todo lo demás, me indican el origen orgánico de la mente espiritual.
Hay un cargamento oscuro que he de expulsar definitivamente, enfrentándolo, luchándolo para triunfar. El bus asqueroso se estaciona frente al establo inmundo, de abundante mierda y bestias sudorosas. El cargamento es femenino, enfermo, deforme, mutilado, faltan brazos, hay lepra, hongos y cáncer, faltan bocas, ojos y piernas, hay sangre, pus y agua blanquecina. Hay moscas y serpientes, hedores y gusanos.
Mi novia signada tiene de todo eso, no la conozco, no es ella, no es la misma. Se exigen besos sobre el heno verde. Sus ojos me llaman y una bestia nos casa. He de abandonarla antes de que se produzca la monstruosa cópula troglodita. He de dejarla ahora que mi cáncer no aflora.
Hoy he visto el tiempo como una sola gota. Un punto universal que señala el camino inconcluso. Ciertas lecciones de la infancia [que] nunca olvidaré.
TODO EPÍLOGO ABRE UN CAPÍTULO VERDE
La nueva noche es vilipendiada. Un olor a neblina, a pantano, a cementerio de tumbas abiertas y falto de color. El gris y el negro son común denominador en esta nueva región del espíritu. La serpiente repta —igual que yo— su ligera carga. Es el propio cuerpo lo pesado. Por eso abandona su traje que atrae —como trampa infalible— otros insectos varios.
Desde el cementerio hacia la capilla familiar. O del cementerio familiar hacia la mansión macabra, sin colores. Destrucción casi total frente a mí, sin ventanas, ruinas, harapos otra vez. Subo la escalera y entro a la alcoba oscura. En una esquina, sobre el diván, una figura que conozco sin ver más que la silueta. El rostro vuelto hacia la pared. Sin ruidos mi corazón la llama. Al ver su pálido rostro: dos ojos como lince me clavan, el pelo duro, largo y encanecido, la boca de vampiro entre sonriente y amenazadora: un vampiro no padece de cáncer ni puede volar. Un canceroso, en cambio, aunque no chupe sangre, puede tomar la forma de un murciélago, transmitir su cáncer y ponerse a volar.
Rompiendo ventanas y bajo su nueva apariencia de la energía, el canceroso huye tras el antídoto: emigrar a ratos de este mundo negro y precoz en busca de los colores opuestos al odio, al rencor, al miedo.
22 Enero 80.
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* Danilo López Román es Arquitecto de la Universidad Nacional de Nicaragua, 1978. Master en Administración de Empresas por la Escuela de Negocios INCAE 1983. Ph.D. Public Administration por la Kennedy Western University, 1991. Master Fine Arts candidate por la Universidad de Texas—El Paso, 2016. Libros publicados: Antología de Tarde (1990, Miami); Génesis y Otras Fantasías (1991, Miami); Dead Souls (1992, Miami); Return to Guatemala (1992, Miami); God, Woman & Country (Tropiculture, Miami 2004); Dona Nobis Pacem (Tropiculture, Miami 2006). En preparación: Generations/Generaciones (poesía), The Hells of Valhalla (cuentos) y An Echo of Swelling Voices (novela). Además ha sido editor de obras de otros ocho poetas y antologista de tres colecciones de poesía: «11 Nicaraguan Poets in the USA», «Nicaraguan Poets of the Immigration», y «Five Poets of Miami». Su poesía ha sido recogida en antologías en Argentina, Venezuela, Estados Unidos y Nicaragua. Reconocimientos: invitado especial como lector en las ferias internacionales de poesía de Granada (Nicaragua), Austin (Texas), Dallas (Texas) y Miami (Florida). Miembro Honorario de la Fraternidad Americana por contribuciones a la Cultura Nicaragüense en los Estados Unidos. Diploma de Hijo de Granada, Nicaragua por contribuciones a la poesía. Trabajos ejercidos: arquitecto, diplomático, profesor universitario, director de programas de construcción para al empresa AECOM, actualmente Director de Calidad y Control de Proyectos en la empresa Jacobs, en Miami, Estados Unidos.