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NOCTÁMBULO
Por Juan Velasco*
«Enciendo el incienso y me siento a meditar;
durante la noche una constante llovizna tras la oscura ventana.
En el interior, recuerdos intensos de estos largos años de peregrinaje».
(Ryokan)
Escribir para no escribir: Seis visiones de la conciencia
Quizás lo que quiero contar vive en una sola cita: «Un escritor, o todo hombre, debe pensar que cuanto le ocurre es un instrumento», afirma Jorge Luis Borges. «La ceguera es un don», añadió el poeta ciego. Su invidencia, que fue su destino, también fue su poesía. Miro hacia afuera y pienso en mi vida. La noche aún me alumbra con su oscuridad, las estrellas vibran débilmente entre la neblina. Lo cierto es que mi suerte y mi destino fue una ceguera parcial: la de un ojo destrozado por un dardo, que me hizo cíclope, me hizo monstruo griego a manos de un héroe que murió más tarde, mi hermano Manuel. Lo que quiero decir es esto: Desde el dolor entro en una primera visión de la conciencia. Vivir en este cuerpo es experimentar el caos, los accidentes de la fortuna, pero el dolor es también maestro, es un don. En mi caso, fui cegado por un dardo pero su estrella, el don de la escritura, fue también mi antídoto, su luz; la poesía me enseñó a morir mejor.