DE CORTÁZAR, JULIO…
Por José Guillermo Anjel*
De Cortázar se ha dicho mucho. Incluso su nombre, Julio, ha desaparecido para que el apellido Cortázar lo llene todo. Con el nombre de este autor, ha sucedido lo de su cuento Casa tomada. Pero hay más: su obra, que se ha mantenido vigente debido a los jóvenes lectores, sigue seduciendo: seduce el lenguaje con tonos lunfardos, seducen las formas disparatadas en que se propone la lectura de Rayuela, seduce la historia de Johnny, saxofonista drogadicto (homenaje a Charlie Parker, Birdie), seduce el mundo de los cronopios y las famas, el de los ochenta mundos que giran alrededor de un día, el ring de El último round. Quizá, en el mundo de la literatura latinoamericana (en el que los escritores se pegan a otros más viejos como los usuarios de las putas de Otto Dix), nadie ha seducido a la juventud como Julio Cortázar. Y es que en él se cumple aquello de los franceses: no hay que llegar a los estudiosos ni a los mayores, hay que llegar a la pléyade, compuesta por quienes se inician en el mundo de la imaginación. Cortázar (Julio) lo hace: piensa del amor como los jóvenes, esculca los laberintos de la juventud solitaria, expresa el miedo de los que ven cómo su futuro es robado.
De Cortázar (Julio, repito) se ha dicho mucho. Se ha inventado mucho. Se ha silenciado mucho. No en vano representa este limbo que se llama Urbe Latinoamericana, en la que los símbolos cambian según la publicidad de turno.
________________________
* Memo Ánjel (José Guillermo Ánjel R.) es Ph.D. en Filosofía, Comunicador social-periodista y profesor de la Universidad Pontificia Bolivariana (Medellín-Colombia). Libros traducidos al alemán: Das meschuggene Jahr, Das Fenster zum Meer, Geschichten vom Fenstersims. En la actualidad se traduce Mindeles Liebe