Periodismo Cronopio

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El cascarón del dinosaurio

La animadversión de un amplio sector de los mexicanos en contra del PRI es creación del este mismo partido. A pesar de las evidentes muestras de apertura política que algunos grupos internos de este partido han mostrado en temas relevantes de carácter social, como la reforma política, la creación de instituciones ciudadanas y en algunos estados con crecimiento económico que algunos analistas juzgan de buenas calificaciones, el dinosaurio posee un ADN autoritario, clientelar y ventajoso, que con la pérdida de la Presidencia hace 12 años generó una suerte de virreyes locales en los gobernadores extraídos de este partido.

El lenguaje político de México está lleno de expresiones que encapsulan el cinismo o si se prefiere el exceso de sinceridad de la clase política. “El que se mueva no sale en la foto” fue obra de Fidel Velázquez líder por más de seis décadas de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) central obrera que por lustros fue la mina de votantes cautivos para el PRI y maravilla del sindicalismo blanco, llamado “charrismo” sindical por las perlas del lenguaje popular.

“Político pobre es un pobre político”, dijo alguna vez Carlos Hank González, ex gobernador del Estado de México.

En los meses previos a las elecciones, la prensa registró los casos de ex gobernadores de investigados por presuntos nexos con el crimen organizado como a Eugenio Hernández, Tomás Yárrington y Manuel Cavazos, ex gobernadores de Tamaulipas. Casos que entre la efervescencia electoral la prensa ha arrinconado en un espacio poco destacado, pero que durante las elecciones ocuparon un terreno equiparable al de las mismas campañas.

A Humberto Moreira se le investigó por el endeudamiento de las finanzas públicas en Coahuila, donde fue gobernador, para lo que incurrió incluso en la falsificación de documentos del congreso local.

Fundado en 1928 por el ex presidente Plutarco Elías Calles para aglutinar a los partidos locales que pululaban por todo el territorio nacional, en un México posrevolucionario, empistolado y salvaje, el PRI retomó los principios de la Revolución Mexicana para crear una camada de políticos profesionales, muchos de ellos sin duda comprometidos con el servicio público.

Sin embargo su institucionalización dio al traste con estos principios, lo que lo convirtió en el monopolio del poder, que aún persiste en los estados.

Con el PRI nació la imagen de “Papá gobierno”, generador de dádivas a los ciudadanos fieles y de cachiporra para los disidentes. Todo lo anterior en maridaje con la figura de “Mamá partido” –el Partido, mi Partido, como dice Varguitas en La Ley de Herodes–, que durante décadas ha funcionado como agencia de colocación de empleos en el gobierno, oasis de contratos públicos y de transas.

Con el PRI nació esa frase mexicanísima de “El PRI roba, pero reparte y deja robar”.

Católico-apostólico-romano… y priísta

Como católico devoto, Enrique Peña Nieto cree en la Divina Providencia. Aun así, lo persigue un karma desde el 2006. El 4 de mayo de ese año, elementos de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado de México y de la Policía Federal tomaron violentamente el pueblo de San Salvador Atenco.

El día anterior, un enfrentamiento entre policías estatales y vendedores de flores, instalados ilegalmente a un costado del mercado municipal, convirtió este poblado de 17 mil habitantes, al oriente de la ciudad de México, en un polvorín y una maldición que a la fecha persigue al ex gobernador.

Como pocas ocasiones, el choque entre elementos de la Policía Federal, quienes acudieron en ayuda de la policía estatal, contra ejidatarios de este poblado que se habían sumado a los vendedores de flores, fue transmitido en vivo desde los helicópteros de TV Azteca.

En una de las secuencias que transmitió la televisora propiedad de la familia Salinas (la misma del ex presidente) los espectadores apreciaron cuando un grupo de ejidatarios golpeaban a un policía que segundos antes fue sometido por los inconformes.

Pocas horas después, los ejidatarios habían tomado la carretera que une las ciudades de México y Puebla. Las largas filas de vehículos de carga y particulares completaron la postal con las hileras de humo que se desprendían de las barricadas. Al anochecer, los ejidatarios se atrincheraron en la plaza principal y en el casco viejo del poblado.

La mañana del 4 de mayo las mismas cámaras de televisión que un día antes narraron el enfrentamiento ocurrido en la carretera acompañaron el desayuno de millones de televidentes de los noticiarios matutinos. Cientos de habitantes de San Salvador Atenco fueron sometidos por elementos de ambas corporaciones policiacas, que en esta ocasión habían llegado con refuerzos para someter a los inconformes.

Mientras los televidentes untaban mantequilla a su pan tostado o sorbían un trago de atole en los centros laborales, las televisiones transmitieron el desalojo de “los macheteros”, como se les ha llamado despectivamente. Hombres bañados en sangre circularon a cuadro, aturdidos por los macanazos y humillados por los cuerpos de seguridad que descargaban su saña contra los ejidatarios sometidos.

Horas después surgieron los primeros testimonios de abuso sexual cometidos por los policías antimotines en contra de un grupo de 23 mujeres, entre ellas varias estudiantes que desde la tarde anterior habían acudido para apoyar a los habitantes de Atenco.

Recordado ese episodio por los estudiantes de la Universidad Iberoamericana ese 11 de mayo de 2012, Peña Nieto justificó la actuación de las corporaciones, a lo que sumó una interpretación a modo de un fallo de la Suprema Corte de Justicia en la que se atendió el abuso policial.

Minutos después, Peña salía a trompicones de la Ibero, rodeado de sus guardias de seguridad y una marejada de estudiantes que lanzaban gritos en su contra.

El “tú y yo” y el escenario telenovelero que Peña desplegó en las primeras semanas de su campaña se convirtió en un “ustedes contra nosotros”. En torno al primer pronombre se agrupan el abanderado de las izquierdas Andrés Manuel López Obrador, mientras que en el “nosotros” se agrupan las fuerzas vivas del priísmo.

El culebrón tomaba entonces una forma de tragedia social.

#YoSoy132… #YoSoy132… #YoSoy132…

La mañana del lunes 14 de mayo de 2012, tres días después del descalabró de Enrique Peña Nieto, un actor al que hasta entonces se consideraba apático, autista, alejado de las decisiones políticas y atrapado en un mundo digital se coló a las campañas presidenciales en México.

Con gesto de enojo, 131 estudiantes de la Ibero divulgaron un video en el que respondían los señalamientos lanzados en su contra por los senadores Pedro Joaquín Coldwell y Arturo Escobar. La reacción inmediata de estos legisladores fue identificarlos como personeros del candidato presidencial de las izquierdas, adiestrados exclusivamente para dificultar y hacer imposible la estancia de Peña en esa casa de estudios.

Primero fue a golpe de teclazos, a ello le siguieron las consignas, batucadas y protestas afuera de las sedes de Televisa.

El maridaje que Enrique Peña Nieto mantuvo con Televisa durante toda su gestión en el Estado de México y la abierta inclinación hacia él durante esta campaña se evidenció la noche de ese “Viernes Negro” que representó para el priísta su visita a la Ibero.

 

Durante el noticiero estelar de esta cadena televisiva, el periodista Joaquín López Dóriga presentó una nota en la que además de omitir el abucheo al que fue sometido el candidato, agregó una entrevista a Luis Videgaray, coordinador de campaña del PRI, en la que éste calificó las protestas de los estudiantes como un acto de intolerancia y destacó el pulso con el que Enrique Peña sorteó la protesta. Lo anterior, sin apelar a la opinión de los muchachos.

Al día siguiente, “El Sol de México”, propiedad del empresario Mario Vázquez Raña, dueño de una amplia cadena de diarios locales con el sello de “El Sol” tituló la portada de todos sus medios impresos “Éxito de Peña en la Ibero, pese a intento orquestado de boicot”.

En las redes sociales, en sí un avispero desde el inicio de las campañas, se generó una reprobación inmediata.

La respuesta de los estudiantes a los señalamientos de los senadores Escobar y Joaquín Coldwell y la manipulación informativa de los diarios de Vázquez Raña derivó en el video en que estos 131 estudiantes de la Ibero negaban ser golpeadores al servicio de un partido político y exigían disculpas de estos dirigentes políticos y señalaban la manipulación informativa de los medios afines a Peña Nieto.

En el transcurso de una semana el hasthag #YoSoy132, en el que miles de twiteros se sumaron al reclamo de los chicos Ibero derribó las barreras informativas de los emporios mediáticos mexicanos.

Este era el anuncio de que en breve los universitarios se lanzarían a las avenidas, a las plazas y a las alamedas para retomar la voz que medios de comunicación, gobierno y partidos políticos les habían negado por años. La ciudad se cubrió de tuits que saltaron de la pantalla del ordenador y se plasmaron en la pancarta, y la inconformidad llenó las calles con el entusiasmo juvenil de los aldeanos más globales que México ha tenido.

El viernes 18 mayo estudiantes, de esta universidad, apoyados por alumnos del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (Tec de Monterrey) y la Universidad Anahuac protestaron a las afueras de dos sedes de la cadena Televisa, propiedad del empresario Emilio Azcárraga Jean, para exigir equidad informativa y un cese a la manipulación mediática.

El titular de “El Sol de México” y el sesgo de Televisa tuvieron el efecto contrario a lo esperado y generaron una movilización de alumnos de universidades privadas sin precedentes en los últimos 40 años, desde el movimiento estudiantil de 1968.

El golpe estaba dado y para remendar urgentemente su “error”, Televisa se vio obligada a cubrir en sus noticieros la segunda marcha del movimiento #YoSoy132, ocurrida el 23 de mayo.

Para el siguiente fin de semana, un movimiento paralelo pero en contra del candidato del PRI saltó de las redes sociales a las principales ciudades del país.

La #MarchaAntiEPN, llamada así por las iniciales del abanderado priísta y convocada con una semana de anticipación por medio de Twitter y Facebook, reclutó a miles de jóvenes estudiantes ansiosos de mostrar su rechazo a la posible llegada de Enrique Peña Nieto a la Presidencia de la República.

Considerada una de las avenidas más emblemáticas de la ciudad de México, Paseo de la Reforma reunió sobre su arroyo a miles de opositores al candidato del PRI que finalizaron su protesta en el Ángel de la Independencia.

El cerco estaba roto y esa generación a la que los mayores habían considerado apática, alejada de los debates políticos daba el jalón de orejas a una sociedad que la había demeritado y acusado de autismo digital.

En menos de dos semanas la imagen victoriosa y la lozanía del candidato priísta había sido cuestionada por miles de jóvenes.

La primera protesta en su contra que vivió cadena Televisa por su manejo editorial a las candidaturas presidenciales fue el 23 de mayo. Convocada en la Estela de Luz, uno de los principales monumentos construidos por el gobierno del presidente Felipe Calderón para la conmemorar el Bicentenario de la Independencia, la primera marcha #Yo Soy132 reunió a más de 15 mil personas.

La decisión de reunirse en este monumento era además un acto simbólico para presentar el dispendio del gasto gubernamental en obras innecesarias. La llamada Suavicrema, por su parecido con una popular galleta que circula en las misceláneas mexicanas, fue el punto de reunión de esta primera marcha.

Sin el objetivo claro de adónde se dirigiría esta marcha, los asistentes decidieron caminar  al Zócalo capitalino, corazón de la ciudad y para muchas personas símbolo de la libertad de la expresión política. A medio camino, los 15 mil miembros del movimiento #YoSoy132 hicieron una escala obligada: la sede principal de Televisa, sobre avenida Chapultepec. Ahí, los jóvenes lanzaron consignas por la equidad informativa.

Acostumbrados a la política tradicional, a un estilo de protestas tradicional, a una televisión y unas campañas presidenciales tradicionales, los estudiantes irrumpieron como ese convidado incómodo, el del incordio, el que irrumpe a patadas a las fiestas y el que escupe en el banquete de los poderosos.

Bienvenido al quinto poder, dijeron los manifestante, bienvenido a las redes sociales.

Como acicate de la transparencia electoral y como muestra de mayor exigencia a los candidatos, el movimiento #YoSoy132 ha sometido la agenda a las inquietudes de muchos jóvenes, principalmente de case media.

Cuando se suponía que todo estaba en orden y el terreno estaba libre para que Enrique Peña Nieto llevara al PRI de regreso a la Presidencia llegaron los estudiantes gritando #YoSoy132 y bajando de las nubes a un candidato sacado de las telenovelas, al candidato de la campaña ascéptica y la entrevista a modo en la televisión.

El PRI está de vuelta, con un discurso juvenil y de compromisos. Dicen haber aprendido la lección y que han aprendido de la vida y una sociedad democrática.

En las calles de muchas ciudades del país, los jóvenes protestan, quizá movidos por López Obrador, quizá no. Muchos de ellos independientes, sin relación con algún partido político pero con ansias de no ser gobernados por el dinosaurio.

Lo demás está por escribirse, a golpe de tuitazos y de reclamos callejeros, porque para eso son ahora las calles en México, un país que como muchos dicen transita de la Noche Triste del regreso del PRI, el retorno jurásico, al despertar de la sociedad civil.

MANIFIESTO #YoSoy132. Cortesía de #YoSoy132. Pulse para ver el video:
[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=igxPudJF6nU[/youtube]

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*Gerardo Antonio Martínez es egresado de la carrera de Comunicación Social por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Unidad Xochimilco, con estudios en Letras Hispánicas por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Cronista, editor en Agencia de Noticias El Universal. Twitter: @Gerar_martinezv

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