Sociedad Cronopio

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CRISTINA FERNÁNDEZ DE KIRCHNER: LA EMPERATRIZ AUTORITARIA

Por Juan David García Ramírez*

En Argentina no hay libertad, ni seguridad jurídica, ni tripartición del poder público y, claro que tampoco, democracia. El lapso transcurrido entre los primeros años del decenio de 1980, con el fin de la dictadura militar, y la mitad del decenio de 1990, con el primer gobierno de Carlos Saúl Ménem, indicó una evidentísima reapertura democrática y el nuevo aire de la sociedad y las instituciones.

Argentina parecía haberse vuelto un país serio, ya no tan dependiente del contraproducente y cancerígeno Peronismo, en donde el crecimiento y la estabilidad política y económica eran posibles.

No obstante, los últimos años han demostrado que de la evolución puede fácilmente pasarse a la involución, pues de nada ha servido este proceso relativamente exitoso, vivido por Argentina. El país comenzó a marchar mal con Fernando De La Rúa y, luego, con Néstor Kirchner, pero ahora está peor con Fernández, que cogobierna con su cónyuge.

Este dúo dinámico se ha encargado de desconocer los límites al ejercicio del poder político, ha contaminado las instituciones jurídico-políticas con una rampante corrupción burocrática, y se ha empecinado en controlar autoritariamente el acceso de todos los argentinos a la riqueza. Argentina ocupa una deplorable posición en el más reciente Índice de Libertad Económica, elaborado por The Heritage Foundation y The Wall Street Journal.

Este informe se aproxima a la situación de la libertad de comercio internacional, la libertad impositiva, la libertad frente a la corrupción estatal y la libertad para ejercer el derecho fundamental a la propiedad privada, entre otros aspectos que se analizan en cada país objeto de estudio.

De acuerdo con el Índice de Libertad Económica, la libertad económica es el presupuesto para la vigencia de todo el conjunto de libertades civiles y políticas, de que gozan los individuos en un país que se considere democrático.

Juzgando el caso particular de Argentina, si la libertad económica ha retrocedido, entonces lo han hecho también la libertad de expresión, de prensa, de conciencia, la libertad laboral o la de cultos, y no es casualidad: La casi impagable deuda externa del país, el descarado intervencionismo estatal y la represión del gobierno contra los sectores de la oposición, han convertido a Argentina en un país tan poco libre como Venezuela, Bolivia, Rusia o Irán.

En enero, el enfrentamiento entre los tres poderes públicos, propiciado por el gobierno, por la negativa de Martín Redrado, presidente del Banco Central de la República Argentina, a disponer de las reservas internacionales del país (que ascienden a 48.000 millones de dólares), para asumir el vencimiento de US$20.000 millones de la deuda externa, y como garantía de pago a los inversores; fue la prueba más contundente de la pretensión totalitaria de la presidenta Cristina Fernández.

En primer lugar, destituyó por decreto al funcionario, sin tener competencia para ello, pues sólo el Congreso está facultado para cesar a los funcionarios del Banco Central. Esto es, incurrió en una violación palmaria de la Constitución. En segundo lugar, vulneró el principio de independencia de este órgano, que debe regirse por los dictados de la realidad económica del mercado, y no por los intereses políticos del gobierno.

Redrado obró correctamente, al advertir que el Banco no podía manipular de esa manera el dinero de todos los argentinos, lo que a la presidenta le importa un bledo. Así mismo, obró correctamente la juez contencioso administrativa que prohibió la arriesgada operación y restituyó a Redrado como presidente del BCRA, haciendo valer la seguridad jurídica, que protege a toda la sociedad frente a los excesos del poder ejecutivo.

Pues bien: Cristina Fernández ha recibido una lección democrática y de respeto al poco Estado de Derecho que queda en Argentina, lo que no ha sido posible en muchas otras ocasiones, cuando ha utilizado a su voluntad todo el poder que le concede el sistema presidencialista, así como el poder alternativo y de facto, proveniente de los grupos de presión que le respaldan: Algunos sindicatos y el potente movimiento piquetero, que se comporta como guardia pretoriana de la presidenta y se toma intempestivamente las autopistas y avenidas principales de Buenos Aires.

Ésta no es una sorpresa, ni en Argentina ni en el resto de América Latina. Ya estamos habituados a la grosera y cotidiana intromisión de los gobernantes en nuestros bolsillos. Los bancos centrales son el botín más ansiado por los políticos, pues allí está no sólo el control del dinero, sino también el control del mercado y de la sociedad misma.
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* Politólogo de la Universidad Pontificia Bolivariana e Integrante del “Think Tank America”.

2 COMENTARIOS

  1. Vivo en Argentina desde hace 10 años. Estoy asombrada con la facilidad del autor de este artículo para asegurar que «En Argentina no hay libertad, ni seguridad jurídica, ni tripartición del poder público y, claro que tampoco, democracia.» Si bien no me gusta el gobierno de Cristina Fernandez ni el de su marido me gustó; y siendo también verdad los hechos que se aseguran en el texto, me parece horroroso que se afirme que en Argentina no hay democracia y que, según entiendo, se asemeje a la dictadura de hace 30 años. Primero, creo que el análisis de la «evolución» (quizás en términos económicos) de los gobiernos de Menem es sumamente generosa. La dolarización de la moneda acabó con la exportación y permitió a grandes multinacionales posicionarse sin control alguno en argentina, lo q terminó con gran parte del mercado nacional. Por otro lado, el mismo Menem estuvo en varias ocasiones envuelto en temas de corrupción, venta de armas y violación de los derechos humanos (véase la solución amistosa de su gbierno con Vetbisky) por estar en contra de la libertad de prensa. Hoy en Argentina podés hablar en público en contra del gobierno. Incluso más q en Colombia. Aca no desaparece gente como hace 30 años. Hoy se juzgan a los militares que, durante el gobierno de Menem fueron indultados, permitiéndose hoy q miles de familias tengan por lo menos conocimiento de lo que pasó a sus hijo/as.
    Cristina Fernandez es autoritaria, corrupta, abusiva y cínica. Su gobierno lo es. Pero fue elegida popularmente, igual que su legislativo y permanece en el poder con la misma legitimidad que Uribe o que Lula. Los gobiernos anteiores no fueron mejores, solo que se notó menos porq no estaban en contra del poder económico.
    Aca en Argentina, y gracias al peronismo, no es la clase alta la más educada, sino la clase media. Esa clase y la baja eligieron a este gobierno… y se equivocaron. Pero los errores se permiten en una democracia en una dictadura no.

  2. Que tal la desfachatez de está Sra. De Kitchner, utilizar las reservas internacionales del país para cubrir sus gastos desmedidos con gran ínfulas populistas, y esto, claro está, sin mensionar su intervencionismo que conllevan de forma incólume a la ruptura de un «estado social y constitucional de derecho».

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