TALENTO, TRAGEDIA Y RECHAZO: LOS POETAS MALDITOS
Por Berenice González Godínez*
«Elle est retrouvée.
Quoi ? —L’Éternité.
C’est la mer allée
Avec le soleil».
(Arthur Rimbaud )
¿Cuántas veces hemos escuchado el concepto «poeta maldito»? Probablemente varias ocasiones, pero lo interesante es que más allá de un mero calificativo, los «poetas malditos» fueron un grupo de escritores decimonónicos con determinadas peculiaridades. Tal clasificación se la debemos al poeta francés e iniciador del simbolismo: Paul Verlaine, quien en 1884 publicó su obra Los poetas malditos y en la cual encontramos una serie de comentarios acerca del estilo y el lenguaje de los autores que incluye en el grupo; además, el autor profundiza en anécdotas personales.
De acuerdo a las palabras de Verlaine, los «poetas malditos» eran aquellos escritores que destacaron por su individualidad y su forma única de escribir, lo que los llevó a alejarse de la sociedad o ser recluidos por su genialidad. Estos aspectos dirigieron a los poetas malditos al hermetismo y al aislamiento, comportamiento que reflejan claramente en sus creaciones. Cabe destacar que la maldición que Verlaine atribuye a estos autores también radica en las tragedias que todos tuvieron desde su infancia y en el plano profesional, ya que a pesar de su talento y la calidad de su escritura, no eran reconocidos como lo merecían y, al contrario, eran rechazados por sus contemporáneos, haciéndolos caer en pensamientos autodestructivos.
En Los Poetas malditos, Verlaine relata las principales características estilísticas de cada uno de los autores que cita y, en aspectos generales, todos coincidían en su anhelo por innovar, de ahí su negación por las ideas clásicas que hasta esa época todavía se difundían. Si bien, casi todos respetaron la métrica tradicional, paulatinamente se despegaron de tales estructuras hasta llegar a versos libres o poco usuales, al tiempo que recurrían a un estilo cargado de imágenes y lenguaje metafórico que dotaban de misterio a los textos y una intensa carga de emociones.
Paul Verlaine creó su grupo de «poetas malditos» y en él incluyó a seis jóvenes; talentos con los que convivió y con quienes compartía experiencias de vida y estilo poético. Estos escritores fueron: Tristan Corbière, Arthur Rimbaud, Stéphane Mallarmé, Marceline Desbordes-Valmore, Auguste Villiers de L’Isle-Adam y Pobre Lelian. A cada uno de ellos le brindó un espacio en su obra para describir sus creaciones y, en numerosos casos, para elogiarlos.
El primer autor es Tristan Corbière, rimador y prosista que fue calificado por Verlaine como un bretón que no tenía nada de impecable, porque su estilo era abrumador y simplemente humano, el cual proyectaba la amargura y los sentimientos reales, pero sin conservar un espíritu sucio. Además, Verlaine menciona que el Corbière parisiense era desdeñoso y su lenguaje era brutal, pero encantador, tal como se aprecia en uno de sus mejores poemas: «El fin».
El siguiente poeta y quizá el más destacado por Verlaine, es Arthur Rimbaud, personaje importante para Verlaine y a quien describió de una manera encantadora, pero al mismo tiempo con tintes de enfado. De acuerdo a la opinión de Verlaine, la primera parte de la obra de Rimbaud traslucía los sentimientos de la adolescencia. Su obra se componía de poemas cortos, letrillas y sonetos, cuyo lenguaje era preciso y con rimas honorables.
Sin embargo, Rimbaud no era maldito sólo por su escritura, pues en sus lecturas se apreciaba su malicia, ya que buscaba alejarse de los clásicos y prefería los títulos malsonantes de su época, lo que le sirvió de inspiración para sus propios textos. El poeta retrataba la ironía y el buen humor de su juventud, haciendo que su estilo transformara los hechos cotidianos en algo insólito y extraño, pero con dulzura y cordialidad. Según Paul Verlaine, el joven perteneció a los «poetas malditos» porque era «zumbón y maligno socarronamente como nadie cuando le conviene, sin dejar de ser por ello ese gran poeta que es por la gracia de Dios».
En tercer lugar está Stéphane Mallarmé, autor que proporcionó al Parnaso versos de una gran novedad que escandalizaron a los periódicos. La claridad no era su prioridad, porque su intención era hacer los versos más raros, numerosos y musicales. Mostraba la extravagancia que caracterizaba a varios de los «poetas malditos» y, no obstante, tuvo textos que estaban alejados de la oscuridad que representaba a este grupo, lo cual fue, irónicamente, considerado parte de su maldición. En palabras de Verlaine:
No nos detendremos en citar algo impreso que esté tan ajeno a la oscuridad como al manuscrito, así como ha sucedido con el vertiginoso libro Los amores amarillos de estupendo Corbière —no sabemos cómo—, a menos que sea por causa de la maldición que ha merecido no más heroicamente en verdad, que los versos de Rimbaud y Mallarmé.
La siguiente poeta mencionada es Marceline Desbordes Valmore, mujer respetable en su época y que mostró oscuridad absoluta, motivo por el que fue digna de incluirse en los «poetas malditos». Marceline fue un personaje femenino que destacó por su lenguaje denso, mismo que además tenía la pureza y los recuerdos de una mujer que guardaba ternura, sinceridad, amor y el instinto maternal que causaban conmoción. Según Verlaine, su poesía generaba una «turbación deliciosa», tanto por sus temas como por el uso de ritmos desusados. Asimismo, incluía muchas imágenes alusivas a la religión, como la siguiente: «¡Bajo la cruz se inclina el alma prosternada, del dolor de nacer con morir castigada!», frase que proyecta parte de su maldición y pertenencia al grupo de los poetas, pues la misma autora se consideraba castigada.
El siguiente escritor fue Villiers de l’Isle-Adam, poeta maldito que destacaba por la fantasía en sus textos, los cuales pasaban del terror a la comicidad, además había otros motivos por los que Verlaine lo incluyó en el grupo: «Aunque Villiers sea ya muy glorioso y aunque su nombre, destinado a la mayor resonancia, camina hacia una posteridad sin fin, no obstante, le incluimos entre los poetas malditos, porque no es lo bastante glorioso en esta época, la cual debería estar a sus pies». Por otra parte, Villiers tenía un inmenso talento y un genio sorprendente, pues su obra era drama vivo.
En última instancia encontramos al Pobre Lelian, integrante del grupo de los malditos, tal como lo explica Verlaine en las siguientes líneas: «Este Maldito sí que ha tenido el más melancólico de los destinos, y esta dulce expresión puede, en definitiva, caracterizar las desventuras de su existencia». Lo cual permite apreciar que la maldición provenía de los acontecimientos ocurridos en su vida, mismos que lo guiaron a convertirse en un adolescente rebelde con muchas fantasías, de hecho fue la época en la que escribió rimas graciosas, obscenas y macabras. Cabe destacar que Lelian tuvo dos etapas en su obra y su cambio se percibió a partir de su conversión al catolicismo, pues varios de sus poemas eran místicos, lo que generó polémica, porque una parte de su estilo mostraba terror y otra enternecimiento; Lelian se consideraba creyente y pecador, lo que de alguna manera también lo llevó a denominarse maldito.
Estos fueron los escritores que Verlaine incluyó en su grupo, porque simultáneamente él coincidía con ellos en varios aspectos. Por ejemplo, casi todos iniciaron sus publicaciones en el Parnaso y se fueron introduciendo en el simbolismo; todos tuvieron en algún momento un acercamiento al catolicismo, el cual es una temática en algunos poemas, mientras que en otros textos abordan los temas sensibles y delicados, como el amor o el dolor. De igual manera, en cuanto al lenguaje de sus poemas, con frecuencia usaban figuras literarias rebuscadas, al grado de hacer perder el significado real del texto, cayendo incluso en la irracionalidad y en el subjetivismo extremo. Sin embargo, también escribían en contadas ocasiones otros versos que resultaban sumamente bellos, pues recordemos que el simbolismo aún guardaba la idea de que la belleza está en todo, incluso en la fealdad o en los elementos poco comunes. Además, todos los poemas resaltaban por recurrir a las sinestesias, dado que este recurso literario daba más realce a las emociones y los sentidos.
Como pudimos observar, el texto de Verlaine resume su percepción acerca de sus compañeros, pero, al mismo tiempo, el libro es un tipo de poética que describe el proceso creativo y las características de los «poetas malditos». Sin lugar a dudas, un texto de gran valor con numerosos datos interesantes y relevantes que hacen comprender muchos elementos y cualidades de la poesía vanguardista e incluso de la literatura actual. Un libro que configura un concepto que hasta nuestros días sigue siendo pronunciado y que lleva consigo la historia de grandes poetas que pese a su «maldición», trascendieron con sus letras.
REFERENCIA
Verlaine, Paul. (1884). Los Poetas Malditos. Versión digital.
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* Berenice González Godínez (México, 1996). Egresada de la licenciatura en Letras Hispánicas de la Universidad de Guadalajara. Diseñadora editorial de la revista Aportes Académicos P5. Ha impartido talleres literarios a jóvenes de bachillerato y ha participado en eventos de promoción lectora. Ha sido publicada en antologías como Siglema 575, Di lo que quieres decir, Lo que cuentan los marcian@s. Antología de minificciones en homenaje a Ray Bradbury (Feria Internacional del Libro de Guadalajara) y Microcuento GDLee (Ayuntamiento de Guadalajara). Asimismo tiene publicaciones de poesía, cuento, microcuento, ensayo y fotografía en revistas nacionales e internaciones, entre ellas: Luvina, Ahuehuete, Cronopio y Vuelo libre.