Literatura Cronopio

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“UN HOMBRE SOLO Y MAL ACOMPAÑADO”, DE EMILIO ALBERTO RESTREPO

Por Wilson Mendoza*

Cuando comenzó la pandemia del COVID 19 y el consabido confinamiento obligatorio que detuvo bruscamente la economía y las actividades sociales, al tiempo que generaba un inédito temor en la sociedad que no conocía en carne propia estos fenómenos, todos los habitantes de la tierra cambiaron de manera radical en uno u otro sentido. Los de la cohorte de escritores y artistas, que estaban enseñados a trabajar en el silencio y la soledad de sus estudios, se adaptaron con menos dificultad, (por lo menos en la teoría) a los recientes cambios, aunque fuera para encajarlos de manera un tanto menos traumática, siguiendo como estaban en sus actividades creativas.

Dos de estos últimos personajes tuvieron cada cual por su lado una actividad paralela, independiente cada uno sin saber en qué andaba el otro y persiguieron con cierto grado de frenesí una veta creativa que los llevó a culminar un producto redondo y simétrico; lo que no sabían hasta ese momento, era que estaban desarrollando la mitad de una obra que se complementaba en armonía con la otra, que había nacido de manera simultánea y que la convocatoria del Municipio de Envigado les iba a permitir acoplarse en un libro de cuentos ilustrado confluente, certero, sin cabos sueltos en una sintonía coordinada y rigurosa, como si hubiera sido concebida así desde el principio.

Me explico: Cuando se tuvo que confinar, Carlos Marín, un experimentado artista gráfico de amplia trayectoria, con exposiciones a nivel nacional e internacional, muchas de ellas en Europa, sintió que estaba un tanto oprimido ante el enclaustramiento que reñía con su espíritu libre, enseñado a no dejarse coartar. Pero había más, en ese preciso tiempo se descubrió que estaba enfermo y que necesitaba un tratamiento agresivo para recuperar su salud. En su caso, el arte fue catártico y sanativo y ayudó de manera terapéutica a un proceso que ya hoy está superado. Pero la obra de esos meses quedó allí, mostrando ese desgarramiento, esa opresión, esas pinceladas furiosas de un hombre de mirada entre dudosa y angustiada que se escuda detrás de un tapabocas, mientras se rodea de unos colores nebulosos y una atmósfera densa y un tanto lúgubre. Y hay en sus paisajes mujeres derrotadas y humilladas, hombres recelosos siempre bajo sospecha, burgueses obesos e imágenes de perros vivos y muertos.

Por otro lado, el médico Emilio Alberto Restrepo, escritor que ha dibujado en sus textos una ciudad laberíntica y pecadora, también se dio en la cara contra el recogimiento que lo acorralaba, obligándolo a encerrarse en su unidad residencial, mientras afuera la urbe rugía en su silencio forzado. Con su curiosidad natural, empezó a observar el comportamiento de sus conciudadanos claustrofóbicos y nerviosos y se dio cuenta de que en sus conductas afloraba toda la neurosis y lo más variopinto de su comportamiento afectado y disfuncional producto de las circunstancias. Se dio cuenta de que lo rodeaba un material de ricos matices literarios y asumió a la tarea de contar las historias que lo atropellaban en los ascensores, en el parque, en el sendero, en el bosque artificial de su complejo residencial. No lo sabía, pero eran los mismos temas que estaba trabajando Carlos en su estudio. Y mientras tanto de su cuerda salían unos cuentos asombrosos que mostraban asuntos patéticos y pintaban aspectos muy cuestionables pero pintorescos del carácter humano, siempre con la impronta de su ironía y mordacidad que ya le conocíamos en sus novelas y cuentos(con decir que lleva los toques de acritud mucho más lejos que obras suyas por las que es conocido, como la saga del detective Joaquín Tornado o su libro de picaresca urbana Gamberros S.A., lo cual permite hacernos una idea de lo que vamos a enfrentar en este libro).

Lo cierto es que cada uno en su marcha, tratando de sobrellevar como ciudadanos y creadores la pandemia, un día por azar se dieron cuenta de que estaban trabajando en lo mismo, sin siquiera sospecharlo ni ponerse de acuerdo y los gráficos cazaban con exactitud en los textos, como si fueran diseñados exprofeso. Agudos como son, a los autores no les costó ninguna dificultad ponerse de acuerdo y, preciso, salió la convocatoria del Municipio que acogía el proyecto de la edición de un libro y esos nos permite contar con la colección ilustrada de cuentos “UN HOMBRE SOLO Y MAL ACOMPAÑADO”, que reúne una de las colecciones más vigorosa y precisa de relatos temáticos que recuerdo en mucho tiempo de la literatura regional y nacional.

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Es claro que los astros estaban alineados, lo que nos permite constatar que los buenos artistas son oportunos, que los espíritus creativos no descansan ni se enconchan en el conformismo ni la resignación, que las ideas y las historias están allí para ser moldeadas, que la adversidad y los tiempos oscuros no detienen a las mentes comprometidas con el dictado del arte. Esto nos permite gozar de un libro integral, poderoso, contundente, que desnuda el carácter humano, una colección de relatos y gráficos armonizados y precisos, como pocas veces se nos ha revelado en la literatura colombiana de este primer cuarto de siglo.

Muy recomendado este libro. Breve y filoso, incómodo y políticamente incorrecto. Da cuenta del carácter humano y no le da miedo ponerlo en evidencia. Eso es algo que la buena literatura agradece y hace que “UN HOMBRE SOLO Y MAL ACOMPAÑADO” haya llegado para quedarse, como una incómoda presencia de la cual nos cuesta deshacernos: está ahí para quedarse, el tiempo se encargará de demostrarlo.

ABRIL 2021, Medellín, Colombia.

 

*Wilson Mendoza, es editor de GRAMMATA EDICIONES, editorial de Medellín. https://www.instagram.com/libreriagrammata/?hl=es

 

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