El Salto Cronopio

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GOD’S AWAY ON BUSSINES

Por Julián Silva Puentes*

«Venderé tu corazón al chatarrero por un centavo», dice Tom Waits en su canción titulada como este escrito. «Si buscas a alguien que te saque de la zanja, estás sin suerte», continúa en la siguiente línea. El hombre que escribió canciones tan hermosas y llenas de amor como «All the world is green», nos dice que aquellos que heredarán la tierra después de la hecatombe serán los asesinos, los ladrones y los abogados. La humanidad en su estado más perentorio aparece en esta canción cuyo video muestra a Tom vestido de negro, caminando por pasillos mal iluminados y habitaciones con paredes peladas, el escenario idóneo para decirnos que Dios está ocupado en sus negocios y nosotros abandonados a nuestra suerte.

Tom no es el Diablo, pero habla como si supiera quién ganó la apuesta: «la luna sangrienta está saliendo con la plaga y la inundación. Únanse a la muchedumbre, únanse a la muchedumbre». Con su larguirucha figura y aquel traje negro a todas luces viejo y encogido, Tom luce como el predicador de un pueblo minero, otrora próspero, pero que hoy día se encuentra anegado, a la suerte de los fantasmas y el olvido.

«Maldita sea, siempre hay una gran tentación para ser bueno. Siempre hay queso gratis en la trampa para ratones», nos dice Tom rodeado de cuatro inverosímiles avestruces que tropiezan entre sí y también tropiezan con Tom, pero se alejan en cuanto lo ven levantar los brazos para vomitar una línea aun más divertida que la anterior.

Tom Waits es un hombre que escribe sus canciones con lápiz y papel e interpreta la música que compone con su estilo de vodevil carnavalesco y apocalíptico. Sin embargo, su visión del mundo es tan actual y acertada como lo es el hecho de que hay una fuga en el cuarto de máquinas y el barco se está hundiendo con todas nuestras riquezas y orgullo fatuo, tan inservibles en el fondo del mar como lo es la vanidad del éxito para poner a prueba el carácter humano.

Quisiera decir que soy mejor que aquellos acerca de quienes Tom habla en su canción, pero lo cierto es que no hago nada para evitar que el mundo se haga pedazos de una vez y por todas; no soy un líder popular con ánimos de inmolarse en nombre de una idea más grande que mi propia humanidad. De hecho, pertenezco a la tripulación del barco que zozobra y no hago nada para evitarlo. Escribo, sí, y lo hago solo para describir la temperatura del agua y contar los segundos que nos quedan antes de irnos todos al carajo.

Tom Waits. God’s Away On Business. ANTI- Records

Quisiera decir que Tom y yo compartimos la misma visión del mundo y sobre todo, el talento para denunciar la grandísima estupidez humana. Digo que «quisiera» porque considero que Tom y yo somos los mejores amigos del mundo así él no lo sepa. Aun y con todo, lo que me falta en talento para la música me sobra para criticar desde la oscuridad, algo muy cobarde si es que puedo decirlo yo mismo, pero definitivamente necesario para que las cuatro personas que me leen se detengan por un minuto a pensar en lo ridículos que nos vemos al vanagloriarnos de nuestras ropas de diseñador, el dinero que guardamos en el banco, nuestro auto último modelo, y especialmente, en lo implacables que somos respecto de aquellos que no han logrado encontrar su lugar en el mundo para tener una vida de la cual enorgullecerse.

No sé si esto que digo tenga sentido para alguien, me refiero a la gracia que mi amigo Tom y yo le vemos a los aires de importancia que nos damos frente a la insignificancia de nuestras acciones con respecto a este mundo enorme en el que vivimos, y lo digo porque todos tenemos el mismo destino, me refiero a que eventualmente enfermaremos, nos haremos viejos y finalmente dejaremos de existir sin importar lo fuertes, hermosos e influyentes que hayamos podido ser en vida, o los cientos de amigos imaginarios que tengamos en las redes sociales.

Tom Waits está de acuerdo con todo esto que les digo porque lo cuenta en su canción y yo sé apreciar la buena música, el carnaval del vodevil, el patetismo y comedia de nuestra condición humana, y especialmente porque soy escritor y es mi trabajo describir al edificio en llamas, al pirómano y al pobre diablo que sucumbe al fuego mientras yo tomo apuntes a una distancia muy segura.

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* Julián Silva Puentes nació en San Gil Santander (Colombia) en 1980. Estudió derecho en la ciudad de Bucaramanga, Colombia. Viajó por Sudamérica, Australia y el Sudeste Asiático haciéndose de toda clase de trabajos para sobrevivir. Influenciado por Jack Kerouac, Henry Miller y Louis Ferdinand Céline, publicó su primera novela, Pirotecnia pop, con la editorial ZENÚ (2011). Fue finalista en el concurso de cuento Floreal Gorini de Argentina (2015) con el relato Las tetas fugaces de Marielita Star, y del concurso de la Oval Magazine de Estados Unidos (2015) con el relato Gretchen´s pink panties. Que me lleve el Diablo si me voy de la Luna, es una compilación de artículos y relatos publicados tanto por la editorial ZENÚ como por la revista Dossier, acerca de algunos de los viajes que el autor realizó desde el año 2014 hasta finales de 2016 en Australia y el Sudeste Asiático, comprendiendo así un testimonio de la vida de los inmigrantes en las grandes potencias mundiales, y aquel mito del nuevo sueño Americano, aún persistente en el imaginario colectivo de quienes abandonan patria y nombre persiguiendo mejores oportunidades para vivir.

 

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