Especial 200 años de Dostoievski

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Anna Dostoyévskaya

¿Y ANNA?

Por Fabrizio Bianchi*

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Anna Grigórievna Dostoyévskaya: el mito de las grandes mujeres detrás de las novelas de los autores y el equívoco de la crítica de quitarle la palabra. Una duda que precisa ser compartida, que merecería una reflexión más intensa. ¿Es posible? No podemos dejar de pensar en Dostoyevski si no intentamos leer el diario de su esposa.

Desde el principio me gustaría subrayar que, con este artículo, no se quiere violar la historia de la literatura rusa, ni siquiera la autenticidad de Dostoyevski. Por el contrario, en estas líneas se podría leer la importancia que Anna tuvo en la vida y en la creación literaria de Dostoyevski.

La crítica literaria desde siempre tuvo una función de hostilidad hacia el papel de las mujeres en el mundo de la literatura. En general, se las contemplaba como seres casi entrometidas por la estructura patriarcal de la sociedad, en cuanto a la actividad creadora que estaba reservada sólo para los hombres.

¿Simone de Beauvoir, Nora Barnacle, Anna Dostoyévskaya? ¿Por qué los críticos no quieren mencionar estas mujeres como complemento de sus maridos y como potenciales pensadoras y creadoras? Todos sabemos cuál es la probable verdad. Sabemos que James Joyce, Paul Sartre y Fiódor Dostoyevski cambiaron el mundo de la literatura y de la escritura, pero el rol femenino siempre se vio relegado en su tarea. Es importante, al mismo tiempo, mencionar y dejar un espacio para las voces femeninas que actuaron como sus inspiraciones y al apoyo fundamental que les brindaron.

Intentar hablar de Anna Dostoyévskaya, en este caso, no significa remover a Fiódor Dostoyevski de su excepcional lugar, ni clasificarlo como un escritor cualquiera. En cambio, se podría contribuir a entender mejor su legado literario si permitimos que Anna nos hable y nos cuente sus secretos. Es por ello que quiero dedicar unas líneas a las dudas que puede generarnos el enigmático actuar de una mujer de este talante. Como es lógico quiero mostrarlas y explicarlas.

Anja Grigòr’evna Snítkina nació el 30 de agosto de 1846. Su padre era un admirador de Dostoyevski por lo que decidió llamar a su hija Anna, con el nombrecito dado por el escritor ruso al personaje de su novela Nétočka.

Anna era una excelente estenógrafa, su personalidad y su técnica extraordinaria le permitió ser contratada para trabajar con su futuro marido. La vida de Fiódor Dostoyevski siempre fue bastante turbulenta y prueba de ello la tenemos en una carta que él le escribió, durante un viaje a San Petersburgo, a su amigo Apollòn Nikolàevič Majkov:

«Salvar no solamente mi salud, pero también mi vida. Mi situación: los acreedores no pueden esperar más».

Una vida de amor compartida, llena de excitaciones, de desesperación y de miedo de lo que pudiera realizarse durante los días finales de su vida. Todos los esfuerzos para alejarse de los acreedores fueron inútiles y Dostoyevski se encontraba en la desesperación total. La noche del 3 octubre de 1866, el profesor Ol’chin se presentó en la casa de Anna para preguntarle si quisiera trabajar como estenógrafa para Dostoyevski. Ella aceptó muy agitada pero muy feliz, pues conocería a su escritor favorito.

Ella era consciente de que su trabajo era fundamental para lo que Dostoyevski necesitaba: terminar en poco tiempo la escritura de la novela El jugador de manera que no perdiese todos los derechos autorales contra la maligna intención del editor Stellovsky. Fue un periodo muy difícil para Anna porque no se imaginaba tener que trabajar para una persona tan exigente como era Dostoyevski, el cual, tenía siempre un ojo crítico para designar el trabajo realizado por su secretaria. Solamente cuando Anna se fue, al borde del desespero, Dostoyevski entendió la importancia de aquella pobrecita en su vida.

La particularidad de las novelas de Dostoyevski era demostrada, según los principios de la crítica de aquella época, considerando la confusión de las ideas y de hechos en sus novelas, a diferencia de los otros escritores que eran más organizados en cuanto a su narrativa. Esto se ve muy claramente estudiado en la propuesta de Bajtín sobre la polifonía del escritor ruso. Dostoyevski no tenía mucho tiempo para corregir. Casi siempre durante la revisión, él declaraba con lucidez que no le gustaba cómo se estaba desarrollando la trama de la novela, pero la fugacidad del tiempo no le permitía seguir las justas correcciones. Los críticos ignoraban las condiciones en que Dostoyevski se focalizaba en la escritura, la necesidad y la urgencia por terminar sus obras para pagar a sus acreedores.

«Transcribía con su grafía clara, casi caligráfica, los manuscritos, corregía los papeles, organizaba el almacén de los libros y sus vendas. En los pocos momentos libres leía, por una segunda vez, mejor dicho, leía verdaderamente la primera vez las obras que desde poco tiempo había terminado de estenografiar y corregir. Cogía siempre dos o tres volúmenes de las obras de mi marido y las llevabas conmigo durante los viajes y de esta vez no leía como un revisor (como he hecho para sus publicaciones) que focaliza su atención sobre la precisión de la composición, sino como un común lector […] Mas la vida siguió adelante, más profundas me parecieron las obras de mi inolvidable marido».

Una compasión que se transformó en amor y en sacrificios para ver a su marido feliz. Es propiamente durante la lectura de este fragmento que las dudas empiezan a tornarse en realidades. En su diario Anna cuenta cómo durante la noche, cuando volvió a su casa, transcribía en los papeles originales las palabras pronunciadas por su marido y también los signos que, solamente ella, sabía interpretar.

¿Y es posible que Anna pueda ser considerada al mismo tiempo una escritora que ayudó a escribir a Fiódor Dostoyevski? Además de ser la mujer que dio inspiración a muchos personajes del escritor ruso, ¿por qué no dejarle un pequeño espacio, un reconocimiento sutil a la mujer que transformó su vida?

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La sección «Especial 200 años de Dostoievski», a cargo de Octavio Libreros, presentará escritos, estudios, reseñas y opiniones sobre el bicentenario escritor ruso.

Espere en la próxima edición de Revista Cronopio otro artículo ampliando el estudio sobre Anna Dostoyévskaya.

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REFERENCIA:

Anna Grigór’evna Dostoévskaja, Dostoevskij mio marito, 2014, Lit Edizioni srl.

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* Fabrizio Bianchi un joven escritor italiano, nacido en Roma, Licenciado de la Facultad de Letras y Filosofía de la Universidad de Roma «La Sapienza», especialista en Lengua, Literatura, Cultura y Traducción. En la actualidad cursa la Maestría en Ciencias Lingüísticas y Literarias de la traducción.

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